7/13/2010

Política mexicana

Detrás de la Noticia | Ricardo Rocha

Una pausa a la peñanietitis

Y qué bueno porque, la verdad, ya nos tenían bombos con su imagen mañana, tarde y noche. Igual cargando niños, saludando viejitos, que en tours que se inventa al extranjero, que con su famosísima pareja en revistas del corazón, que mencionado hasta la náusea en columnas políticas, que fotografiado en close up con su ahora rebajado copete y un ensayado gesto de véanme porque yo puedo cambiar el mundo y de paso a este pobre país que, por cierto, no me merece.

Que sea menos. Ya basta de que se considere que —como diría el gran Sagan— los “miles de millones” de estrellas y planetas que pueblan el universo tienen como eje al susodicho personaje que es más carita que Brad, más chipocludo que el Místico y juega mejor que Messi. Ya chole.
Creo que uno de los más graves daños que ha hecho la ultramillonaria campaña publicitaria para vender a Enrique Peña Nieto a través de la tele es rebajar el debate nacional a la frase concluyente: “Se verían tan lindos los dos en Los Pinos”.

Por ello resulta más que agradecible que entre los resultados arrojados el 4 de julio —además de que el voto ciudadano haya expulsado a especímenes como Marín, Ulises y Aguilar— destaque el que se despeñara el carro completo, lo que acabó con el mito genial de que el PRI estaba cinchísimo para el 2012. Al que se sumó el de que Peña Nieto era la única y refulgente estrella en la política de las estrellas que podía ser el candidato: una especie compacta de un Midas que todo lo que toca lo convierte en oro… o en votos. Lo cual no fue del todo cierto al menos en estas campañas en que los fines de semana se dedicó a ungir a los candidatos de su partido, que por cierto él consideraba como de su propiedad. Todo para que al final las mentadas alianzas PAN-PRD se les impusieran en estados clave y por añadidura le plantearan un jaque en el mismísimo Edomex para el 2011.

Además, resulta que ahora precisamente en su partido han aumentado considerablemente las expectativas de quienes también sueñan con la grande y se sienten con más méritos que un hombre que no ha podido ser otra cosa que un eficiente producto de la mercadotecnia. Porque, a ver, ¿dónde está su discurso, su propuesta de país, su visión del futuro, su compromiso con la nación? ¿Dónde?

Por supuesto que Enrique Peña Nieto tiene derecho a querer ser presidente. Pero que demuestre por qué y para qué. Y que se exponga al escrutinio de sus oscuridades públicas y privadas. Ya que hasta ahora no se ha mostrado como un político joven y moderno, sino como un viejo dinosaurito.

Abanderado nonato
Marco Rascón

En 2006, la izquierda mexicana, o lo que quedaba de ella, perdió la elección presidencial por falta de crítica y autocrítica, no sólo por maniobras de la derecha. Pocos, muy pocos, se aventuraban a señalar los errores que no sólo conducían a la derrota electoral, sino al más grande de los retrocesos ideológicos. Dirigentes, activistas, militantes e intelectuales, otrora críticos, descubrieron la fascinación del pragmatismo y el embeleso por el insulto y el resentimiento, que había mordido el anzuelo del ofrecimiento del poder sin adjetivos.

Pocos levantaron la voz, frente a la incoherencia, el sectarismo, las ocurrencias y el seguidismo. En 2006, pese a todas las condiciones de victoria, se condujo a la derrota y hasta hoy nadie desde la izquierda acepta que los errores no pudieron con las maniobras teniendo la fuerza, y no sólo eso, favorecieron a los contrarios. En 2006, con todo cuidado, se construyó una derrota inmerecida con base en la soberbia, y en cuatro años se trabajó eficazmente para el PRI, para el PAN y no para un proyecto propio. ¿Qué significa un abanderado nonato?

De aquellas jornadas ha quedado claro que no basta decir que la oligarquía es la oligarquía, o decir que todo está mal y no decir para dónde; llenar el Zócalo no es garantía de votos, sino de músculos clientelares y uso de escenografía de los presentes. ¿Cómo ir a una elección si en 2006 se decretó la inexistencia de las instituciones y se hizo un llamado a no creer en las elecciones? ¿Ha cambiado algo sustancial para ahora creer ahora en el IFE? Faltan explicaciones, mucha coherencia y lo predecible en este caso, la gestación sin parto, es debilidad, no fortaleza. ¿Ganar, por ser el candidato con mayor tiempo (según el cálculo), debe dar más votos?

Los partidos de la vieja coalición siniestra, a los cuales se les convoca a registrar al candidato y lavar sus nuevos pecados, de aliarse con la derecha espuria, algunos han buscado alianzas o han trabajado para que gane el PRI, como el PT en Nuevo León y en Zacatecas. Pero para el candidato eso no importa: los fines justifican los medios; de los partidos lo único importante son sus registros y sus prerrogativas, pasando del pragmatismo al utilitarismo, su fase superior.

Luego de los insultos contra el PAN y la derecha, resultaron alianzas. Hoy, como si nada hubiese pasado, se convoca a PRD, PT y Convergencia a registrar la que se dice de nuevo opción única, luego de decir lo que se ha dicho contra los partidos y principalmente contra el PRD, al que pertenece el abanderado nonato. ¿Trabajará el candidato contra las alianzas anunciadas del año próximo con el PAN? ¿Apoyará a esos candidatos o los reventará?

Hoy, el insulto, la acusación, es un negocio político. Es falsa una candidatura ciudadana basada en viejas estructuras de los partidos que sostienen la transición pactada con base en alianzas para poner viejos priístas. El adelanto prematuro no tiene preocupada a la oligarquía y no le duele a nadie, pero es la misma estrategia de 2006, impuesta con base en olvidos: yo soy la izquierda y todos los que no estén conmigo son la derecha (al PRI se le deja el centro).

Hoy es claro que frente a los simpatizantes que pudiera tener el abanderado nonato, hay miles que ya no lo son y lo rechazan. El albazo no lo hace unitario. Llenar el Zócalo no es una garantía de fuerza. Releer un listado de lugares comunes, que cambia en el siguiente mitin y se aprueba a mano alzada, tampoco.

El 2012 se vuelve a disputar bajo los mismos términos del viejo presidencialismo: un presidente absolutista, centralista, todopoderoso, con capacidad de dedazo. Se disputan lo que ya no existe, el vacío, la soledad, el enfrentamiento entre poderes y el de los locales contra el federal. Es falso, con este viejo sistema político, un presidente solucionador. Las elecciones son un camino hacia ninguna parte.

De una cosa debe servir la candidatura nonata: abrir el debate, la crítica y señalar por dónde no hay que ir. Si el 24 de abril de 2005 fue para la izquierda su 18 brumario de Luis Bonaparte, hoy la decadencia debe abrir el libro de los errores, contra la misma manipulación y la decadencia de lo que hace de la izquierda un bien inmobiliario. El tema es que no se necesita un candidato, sino un rumbo, un diagnóstico correcto del país, un programa posible y viable.

El regreso como candidato debe convocar a todas las mentes progresistas a una cosa: el fin de la manipulación y la intolerancia de 2006, el maniqueísmo, la histeria y el resentimiento impuesto desde el oscurantismo político. La izquierda si es izquierda, debe abrir el debate y la autocrítica. Nadie es propietario de la izquierda, hay que definirse por el rumbo y la construcción, no por destruir y decir lo obvio. Criticar abiertamente no convierte a nadie en parte del enemigo, como lo impuso el atraso y la irracionalidad en 2006. Los caminos de la liberación, del avance, hay que buscarlos practicando la democracia, para ganar la democracia.

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