10/24/2010

Los escuadrones de la muerte


Hannia Novell

Aunque ya no es la frase con la que nos asaltan, “¡arriba las manos!”, evoca el mismo sentimiento de impotencia al vernos sometidos ante un criminal. El tema es que cada vez éstos son más violentos, más sanguinarios y crueles, ya no importa si el delito lo comete La Línea, Los Aztecas, El Chapo, El Chapito o Chepeto... o como se quieran llamar; ya no, son igual de sádicos. Y ahora todos corremos el riesgo de ser confundidos o estar entre el fuego cruzado.

No hay cifras certeras de muertos, ni mucho menos de heridos, y si las autoridades han insistido en llamar esto una guerra, lo que vive hoy México es más, o no es una guerra. Es un descontrol: desertores que se pasan de un bando a otro, de una corporación policiaca a un cártel. Y los cárteles lo mismo dominan zonas, estados y rutas, que incursionan en la piratería, tienen flotillas completas de taxis a su servicio para usarlos de halcones (especie de informantes), han entrado al desalmado negocio del secuestro. Y si me lo permiten, cada vez son más creativos para comunicarse y mandarse amenazas entre bandos.

¿Fue en Irak donde se registró el primer degollado grabado y transmitido en videomensaje?, no sabemos a ciencia cierta, lo que sí es que esa forma de descabezar gente la retomó el crimen organizado en México. Y de ahí un sinfín de métodos que sería inútil describir.

De todo esto, estamos cansados y hundidos en un profundo miedo. Ya hay muestras de hartazgo en varios intentos de linchamiento que se multiplican por pueblos y comunidades enteras al interior del país, pero lo que hoy sorprende es otro fenómeno que no hay que pasar por alto, los llamados “escuadrones de la muerte”.

No son nuevos y tienen su historia en nuestro continente. Ejemplos como el de Colombia son claros, “hacer justicia por propia mano” en principio surge de la misma sociedad tolerado por la ley, las Autodefensas Unidas de Colombia aparecieron en abril de 1997 tras el secuestro y asesinato del jefe de la familia Castaño, el escuadrón lo forman sus hijos, los hermanos Castaño, una familia rica que tras no encontrar justicia, la buscan ellos mismos.

Utilizaron a criminales y ex militares y terminaron aliándose con narcotraficantes. Tras hacer limpieza social y arrebatar el monopolio criminal, terminaron por sustituir a quienes habían eliminado. Colombia es sólo un caso, gavillas creadas para defender sus intereses las hay también en Brasil, Guatemala y El Salvador.

En México recientemente apareció algo que se autodenominó Pelotón Omega. Encabezados por el comandante Miguel, su propósito es, otra vez, “hacer justicia por propia mano”, nacen en Michoacán y, según una carta publicada el domingo 3 de octubre y en volantes repartidos por todo Morelia, pretenden combatir a los grupos que aterran a la entidad:

“A partir de hoy ninguna maldita lacra de esas podrán dormir en paz. Ningún criminal estará a salvo, ningún funcionarios que preste su colaboración a los criminales será perdonado; el tiempo ha llegado en que la sociedad se haga justicia a sí misma, pues los órganos de la justicia formal ya no funcionan”.

Sus argumentos: “Nadie nos protege, nadie nos escucha, nadie se preocupa por la gente de trabajo; nosotros no podemos generar riqueza, como nación, si no tenemos un gobierno decente que asuma su papel y que se haga respetar por los grupos sociales, y que elimine a los grupos del crimen organizado aplicando la ley de manera correcta pero inflexible”.

“La justicia es pervertida todos los días, a cada momento; los inocentes van a la cárcel y los criminales andan libres... muchos gobernadores, presidentes, jueces, comandantes, generales, policías y almirantes, negocian, se asocian y conviven con los criminales que azotan a la sociedad.”

La firma: “...ningún inocente será atacado. En el nombre de Dios. Comandante Miguel”.

Aunque inicialmente estos grupos sean bien recibidos por la sociedad desesperada, son organismos paramilitares que terminan obedeciendo a su propia lógica y no a la sociedad. Otro dato, en su momento La Familia Michoacana se presentó en sociedad de forma similar.

Los criminólogos ya estudian a este nuevo “escuadrón”. Por lo pronto, explican que en griego “omega” corresponde a la última letra de ese alfabeto, equivalente en el nuestro a la letra “zeta”. ¿Coincidencia? ¿No será más bien “Pelotón Z” o quizás Alpha y Omega, el principio y el fin? ¿Será que sólo es un escuadrón más de La Familia dedicado a asesinar zetas?

Son tiempos de crisis y propicios ante el desorden, pero todos estos grupos tienen algo en común, proliferan frente a autoridades débiles con dificultad para hacer cumplir la ley.

Periodista

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