Espacio Civil | Emilio Álvarez Icaza
Que en la otra escuela a la que yo iba, los maestros malos me bajaron el calzón y me lastimaron mi colita, SE CERTIFICA Y DA FE, que en estos momentos el menor señala con el dedo índice de su mano derecha sus glúteos y con la ayuda de un león de peluche, que le es puesto en estos momentos un vendolete en su colita, lo señala y dice: a este también lo lastimaron como a mi en mi colita, los maestros malos en clases de computación, por que mi maestra Malena, a la hora del recreo me mandaba a clases de computación, me agarraba de mi mano, SE CERTIFICA Y DA FE, que en estos momentos el menor, se agarra su muñeca izquierda, enseguida dice: me jalaba, me llevaba hasta un cuarto de arriba, donde había un "brincolin", camas de color verde, azul y rojo y pelotitas de colores, ahí estaban los dos malos, uno era pelón y el otro tenia pelo, SE CERTIFICA Y DA FE: Que en estos momentos el menor se pone en posición de gateo, y dice: me ponían así los maestros malos, me amarraban la boca, para que no gritara, con un trapo rojo, SE CERTIFICA Y DA FE: Que se levanta y con sus manos señala su nuca, y dice: Aquí me amarraban el trapo que me ponían en la boca, para que no gritara, luego no podía ver cuando me lastimaban, porque era atrás, en mi colita, pero sabia que era su pilin, por que se los vi, en estos momentos se CERTIFICA Y DA FE: Que con su dedo índice y con la ayuda de un muñeco anatómico varón, señala el pene del muñeco, y dice: así era el pilin de los dos malos, también me amarraban las manos con un mecate, cuando me ponían en el piso, me decían groserías, como gallina, tonto, haces huevos de mierda; en este momento se CERTIFICA Y DA FE: Que el menor toma un lapicero, trata de introducirlo en la colita del león, sobre la vendolette, dejando la marca de la pluma, sobre el mismo y dice: así me hacían, pero nadie me curó, como al león y así pasaron los días y mi maestra Malena me llevaba a ese salón donde estaban los dos malos, donde me hacían daño en mi colita y yo no quería ir, pero me jalaba muy fuerte y me sentía triste, con muchas ganas de llorar, se CERTIFICA Y DA FE: Que en estos momentos el menor coloca sus dos manos en su rostro, comienza a llorar y dice: No quiero que se haga de noche, que nadie se duerma, por que yo no duermo, por eso quiero que se metan a la cárcel a los malos",Este desgarrador testimonio, es parte de la declaración del niño abusado sexualmente (cuando tan sólo tenía 4 años de edad), en el Instituto San Felipe de Oaxaca ante Erika Santos, perito psicóloga adscrita a la Agencia del Ministerio Público especializada en Delitos Sexuales de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Oaxaca.
Este caso es ya paradigmático. El litigio en búsqueda de la protección de la justicia ha durado más de la mitad de la vida de este niño, más de 4 años. La madre, Leticia Valdés Martell, una mujer admirable, valiente, honesta e íntegra ha decidido acudir a todas las instancias no sólo para proteger a su hijo y que se castigue a los y a la responsable, sino para que este tipo de delitos atroces no queden impunes y para que no se repitan en México abusos sexuales en particular en contra de niños y niñas.
En estos días la Suprema Corte de Justicia (SCJN) tendrá que decidir si otorga el amparo de la justicia federal a Magdalena García Soto (la maestra Malena), quien después de ser hallada culpable purga una pena en un reclusorio de Oaxaca.
La defensa de la maestra Malena ha desarrollado una estrategia para intentar demostrar que el abuso sexual del niño nunca existió y que todo fue una invención de su mamá, entre otras cosas. Ha recurrido a una campaña de ataque y descalificación de la Sra. Valdés que llega a los niveles más extremos de la misoginia y el clasismo. Incluso de manera más que misteriosa se ha intentado montar una campaña mediática para construir, bajo el efecto del documental Presunto Culpable, otro caso de injusticia judicial. Resulta increíble e indignante ver a personas como María Elena Morera, reconocida defensora de víctimas, sumarse a la campaña de descalificaciones en contra de la Leticia Valdés. De no creerse.
Lo que no debe perderse de vista es el testimonio de la víctima, no puede hacerse a un lado lo que este niño sufrió y que de forma clara, legal y debidamente sustentado se demostró en el momento procesal oportuno. Este caso, es una oportunidad extraordinaria para que la Corte proteja a los más débiles de nuestra sociedad como lo es un niño de cuatro años abusado sexualmente por sus maestros (aún prófugos) y con la complicidad de la maestra. La SCJN tiene la oportunidad de refrendar que los y las niñas son vitales e intocables.
Además de esto hay que atender el mensaje que puede mandar la SCJN. Ha habido otros casos que no han sido tan públicos. Ninguno de sectores populares. ¿Cómo será en el mundo de la pobreza? ¿Qué pasa con los niños y niñas cuyos padres no denuncian o forman parte del abuso? Es indispensable reforzar la idea de que a pesar de todo el dolor, vale la pena apostar por la denuncia, porque es mejor para los niños y para nuestra sociedad
La verdad es que este caso deja una sensación muy triste y dolorosa sobre nuestra incapacidad como sociedad y Estado para proteger a los niños y niñas. Por eso su importancia, ya que puede hacer la diferencia para que quede claro que no permitiremos que en este país a los niños se les pueda hacer absolutamente TODO, hasta lo inimaginable.
Los efectos son de por vida, entre ellos, el del oído del hijo de Leticia, el cual quedó afectado definitivamente por los gritos que le daban.
Defensor de los derechos humanos
Este caso es ya paradigmático. El litigio en búsqueda de la protección de la justicia ha durado más de la mitad de la vida de este niño, más de 4 años. La madre, Leticia Valdés Martell, una mujer admirable, valiente, honesta e íntegra ha decidido acudir a todas las instancias no sólo para proteger a su hijo y que se castigue a los y a la responsable, sino para que este tipo de delitos atroces no queden impunes y para que no se repitan en México abusos sexuales en particular en contra de niños y niñas.
En estos días la Suprema Corte de Justicia (SCJN) tendrá que decidir si otorga el amparo de la justicia federal a Magdalena García Soto (la maestra Malena), quien después de ser hallada culpable purga una pena en un reclusorio de Oaxaca.
La defensa de la maestra Malena ha desarrollado una estrategia para intentar demostrar que el abuso sexual del niño nunca existió y que todo fue una invención de su mamá, entre otras cosas. Ha recurrido a una campaña de ataque y descalificación de la Sra. Valdés que llega a los niveles más extremos de la misoginia y el clasismo. Incluso de manera más que misteriosa se ha intentado montar una campaña mediática para construir, bajo el efecto del documental Presunto Culpable, otro caso de injusticia judicial. Resulta increíble e indignante ver a personas como María Elena Morera, reconocida defensora de víctimas, sumarse a la campaña de descalificaciones en contra de la Leticia Valdés. De no creerse.
Lo que no debe perderse de vista es el testimonio de la víctima, no puede hacerse a un lado lo que este niño sufrió y que de forma clara, legal y debidamente sustentado se demostró en el momento procesal oportuno. Este caso, es una oportunidad extraordinaria para que la Corte proteja a los más débiles de nuestra sociedad como lo es un niño de cuatro años abusado sexualmente por sus maestros (aún prófugos) y con la complicidad de la maestra. La SCJN tiene la oportunidad de refrendar que los y las niñas son vitales e intocables.
Además de esto hay que atender el mensaje que puede mandar la SCJN. Ha habido otros casos que no han sido tan públicos. Ninguno de sectores populares. ¿Cómo será en el mundo de la pobreza? ¿Qué pasa con los niños y niñas cuyos padres no denuncian o forman parte del abuso? Es indispensable reforzar la idea de que a pesar de todo el dolor, vale la pena apostar por la denuncia, porque es mejor para los niños y para nuestra sociedad
La verdad es que este caso deja una sensación muy triste y dolorosa sobre nuestra incapacidad como sociedad y Estado para proteger a los niños y niñas. Por eso su importancia, ya que puede hacer la diferencia para que quede claro que no permitiremos que en este país a los niños se les pueda hacer absolutamente TODO, hasta lo inimaginable.
Los efectos son de por vida, entre ellos, el del oído del hijo de Leticia, el cual quedó afectado definitivamente por los gritos que le daban.
Defensor de los derechos humanos
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