8/23/2011

La mafia sí quiere a López Obrador



José Antonio Crespo

Aunque Andrés Manuel López Obrador insiste en que si no es el mejor posicionado no será candidato, muchos pensamos que, de una u otra forma, estará en la boleta de 2012. Recientemente insistió: “En lo que a mí corresponde, reitero que no lucho por cargos públicos, aunque se trate del más importante. Lucho por mis ideales” (14/ago/11). Pero de perder en el proceso interno del PRD, quizá lo descalificaría alegando que hubo mano negra en las encuestas (tal vez que fueron hechas en Los Pinos) o que Ebrard fue cooptado por la mafia. Pocos allegados a López Obrador creen que levantaría la mano a Marcelo de estar éste mejor posicionado.

Pero, por un lado, trascendió hace semanas una reunión
de AMLO con dirigentes de su movimiento, donde habría dicho que la mafia no quiere verlo en la boleta, pero que no les dará gusto, pues será candidato “de uno, dos o tres partidos” (Reforma, 14/jul/11). López Obrador no ha desmentido la versión. En otra ocasión dijo que “es el pueblo el que va a decidir quién es el candidato de la izquierda, de la fuerza progresista; si la mafia fuese la que decidiera, yo pierdo, pero no va a ser la mafia, va a ser la gente, el pueblo”. Es decir, si pierde en ese proceso es porque la mafia habría metido mano negra. Bajo ese argumento podría descalificar todo el proceso, aunque no ofrezca pruebas.

Que el PT irá con AMLO pase lo que pase en el PRD, lo ha dicho Alberto Anaya, al aclarar que Ebrard está
demasiado joven e inexperto (¿?) para ganar, y que mejor debe esperar a 2018. Convergencia, por su parte, cambió de nombre a “Movimiento Ciudadano” (Ciudadamlo, dicen algunos) para convertirse en plataforma partidaria del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que construyó López Obrador. Algunos dirigentes de ese partido proponían que su nuevo nombre fuera de plano Morena, para no andarse con simulaciones. No es que el PT o el PC consideren que AMLO sea más competitivo que Ebrard, como afirma Anaya, sino que con ellos ganan más puntos porcentuales, cargos y financiamiento, que es lo que cuenta desde su perspectiva, más que un triunfo de la izquierda en 2012. En todo caso, la clave para definir al candidato está en el método. Ahora más que nunca, el tipo de procedimiento favorece a uno u otro.

En una encuesta general, Marcelo lleva las de ganar, aunque no de manera contundente. Y en una primaria entre militantes López Obrador ganaría tres a uno. Por lo pronto, se ha aceptado una encuesta, pero falta definir su diseño e indicadores a tomar en cuenta. López Obrador sugirió excluir a simpatizantes de PRI y PAN, pues hay ahí un fuerte sesgo en su contra. Pero en tal caso habría también que excluir a PR
D, PT y PC, donde prevalece un claro sesgo contra Ebrard, y quedarse sólo con independientes, que son entre 35% y 40% del electorado y sin los cuales no puede ganarse. Pero eso arrojaría también un sesgo a favor de Marcelo, mejor posicionado en ese segmento. Lo que conviene es encuestar al universo de electores. La encuesta debiera también medir no sólo intención de voto actual, sino las probabilidades de crecimiento en el futuro inmediato.

En eso López Obrador va en desventaja. Pero si la encuesta no arroja claro ganador, con diferencia que rebase el margen de error (3%, normalmente), ¿qué procederá? Una primaria entre militantes y simpatizantes de la izquierda daría un triunfo incontestable a López Obrador, pero sin que garantice su competitividad entre el electorado general. Y una consulta abierta a todo el electorado, además de provocar los problemas de organización y limpieza conocidos dentro del PRD, estaría también sesgada, pues a esos ejercicios asisten esencialmente quienes se identifican
con el partido promotor. Sería prácticamente lo mismo que una consulta cerrada a militantes y simpatizantes.Paradójicamente, y en sentido contrario a lo que afirma AMLO, la mafia del poder quizá sí lo quiere en la boleta de 2012, pues esa será la mejor forma de facilitarle las cosas a su verdadero candidato, el del PRI, como se reflejó con claridad en el Estado de México. Y es que poco antes de la elección de 2006 López Obrador perdió la ventaja que le garantizaba el triunfo, y durante el conflicto poselectoral de ese año López Obrador perdió la elección de 2012. La mafia del poder lo sabe, por eso lo quiere en la boleta.
cres5501@hotmail.com


Alberto Aziz Nassif

El dilema: ¿Andrés Manuel o Marcelo?

Si los dilemas son problemas que admiten dos soluciones no satisfactorias, quizá la fuerza política que se enfrenta a un dile
ma mayor para elegir a su candidato a la Presidencia es, hoy por hoy, la izquierda. En el PRI parece que no hay dilema, la ventaja del gobernador del Estado de México (59%) es enorme respecto al segundo lugar, el senador Beltrones (8%). En el panismo el dilema parece estar planteado como una disputa interna entre dos grupos, el calderonismo y las herencias del foxismo, en el primero hay una cargada por Cordero (4%) y un suplente en Lujambio (3%), ambos muy abajo del segundo grupo que tiene dos jugadores, Creel (21%), abiertamente foxista, y Josefina (16%), como una posibilidad híbrida (datos de la encuesta de Buendía & Laredo en EL UNIVERSAL, 15/VIII/2011).

En la izquierda hay dos candidatos viables y competitivos, sus números están muy cercanos y pronto sabremos cómo se resuelve el dilema. Los números de las mediciones que circulan en estos días muestran la cercanía. Respecto a la población en general, Andrés Manuel tiene 27% y Marcelo 30% (EL UNIVERSAL, 15/VIII/2011). La medición de julio de Consulta Mitofsky presenta una diferencia similar, 29.4% al ex jefe de gobierno y 32.1% al jefe de gobierno. En la opinión interna del perredismo hay un alto contraste, porque Andrés Manuel supera a Marcelo con una amplia ventaja, 61.5% contra 29.6% (Consulta Mitofsky). Para darle al dilema de la izquierda un toque de incertidumbre, se puede plantear la duda o la incredulidad sobre cómo se resolverá el dilema: los dos aspirantes han dicho que existe un acuerdo para resolver quién va, el que este mejor posicionado en las encuestas, será el candidato. El supuesto que está implícito es que no habrá dos candidatos y que las fuerzas de izquierda irán unidas. Sin embargo, existe la creencia de que el supuesto no se va a cumplir, que el acuerdo se va a romper y que el resultado será una división. El pasado fin de semana se acordó el método de la encuesta entre ambos equipos, lo cual es un avance en la dirección correcta.

Los dos aspirantes tienen fortalezas y debilidades. Andrés Manuel se ha independizado del PRD y anima el movimiento denominado Morena (que será una asociación civil). Asegura que ese esfuerzo, con cinco años de trabajo de organización, tiene ya dos millones de personas. (La Jornada, 15/VIII/2011). Andrés Manuel es, como él mismo lo dice, “el político más atacado”. Hay un círculo un tanto perverso, porque mientras más radical es el discurso, más ataques recibe; sobre todo lo han criticado por sus acciones postelectorales del 2006, el bloqueo de Reforma y la declaratoria de “presidente legítimo”. El hecho de no haber reconocido la derrota le ha generado alto nivel de votos negativos: 28%, contra 11% de Ebrard, 10% de Peña Nieto, 12% de Creel y 8% de Josefina (EL UNIVERSAL, 15/VIII/2011). Andrés Manuel representa una opción definida frente a la mezcla de PRI y PAN que comparten el mismo proyecto económico; pero la duda que arrastra su candidatura es si ahora sí podrá construir una amplia coalición de centro, necesaria para ganar.

Por su parte, Marcelo llega a la contienda desde el Gobierno del Distrito Federal y es el candidato de algunas corrientes del PRD, como la de Los Chuchos. Tiene como base su obra de gobierno en la capital, en donde las evaluaciones lo ubican con una aceptación promedio del 61% (EL UNIVERSAL, 1/VI/2011). Sus puntos positivos tienen que ver con una construcción ideológica, que lo ubican como un político que no polariza. En la política social lleva adelante un proyecto similar al del sexenio pasado, hace una amplia obra pública, que ha sido muy polémica, sobre todo la llamada Supervía. También ha impulsado reformas legislativas progresistas, que defienden derechos de grupos minoritarios y excluidos. Este perfil puede llevar a que Marcelo, hipotéticamente, capture el voto de centro que no estaría con AMLO.

Estamos ante dos tipos de liderazgo, de imágenes, uno más carismático que polariza y genera desconfianza en sectores medios y produce abierto rechazo entre los sectores dominantes, pero con fuertes vinculaciones populares; en cambio, el otro es una izquierda no carismática, pero que puede ser aceptada por otros sectores, que no polariza y no produce rechazos por las herencias del pasado reciente; a pesar de que Marcelo estuvo en el 2006, no carga con las decisiones de López Obrador, su balance se hace como jefe de gobierno. En suma, el dilema tiene solución y existe una buena posibilidad de que se resuelva en el sentido de la unidad de la izquierda; la otra salida, dos candidaturas, sería una derrota anunciada que mandaría a la izquierda a los números que tenía antes de 1988. Veremos…

Investigador del CIESAS

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