9/12/2011

La educación como mentira


Ricardo Raphael

En las encuestas que periódicamente se hacen para evaluar el desempeño del gobierno federal, salud y educación suelen salir como las políticas mejor calificadas por la población. Sin embargo, en materia educativa este dato es engañoso. Otros sondeos muestran que la calidad de la formación que están recibiendo los menores en las escuelas es percibida por una gran mayoría de mexicanos como pésima o regular.

Según una encuesta que publicó la revista Nexos el pasado mes de mayo, 67% de los padres de familia mexicanos se encuentran insatisfechos con la educación que reciben sus hijos.

Los alumnos, maestros y padres de familia que giran alrededor de la vida en nuestras escuelas no están ciegos. Cuanta evaluación se hace arroja logros pésimos. Por ejemplo, la prueba PISA que cada tres años celebra la OCDE continúa colocando a las niñas y niños mexicanos en uno de los lugares más bajos dentro de la lista de países investigados.

Durante el último ejercicio, en promedio 75% de nuestros estudiantes de 15 años quedaron ubicados en los dos últimos niveles de conocimiento en temas como escritura, lectura, cálculo matemático y conocimiento científico.

Lo anterior quiere decir que más de dos tercios de los alumnos de 15 años sólo son capaces de realizar operaciones matemáticas elementales y que, si bien podrían reconocer las palabras que hay dentro de un texto breve, no cuentan con la habilidad para expresar en sus propios términos los argumentos leídos.

El viernes de la semana pasada la Secretaría de Educación Pública dio a conocer los últimos resultados de la Evaluación Nacional de Logro Académico, conocida popularmente como la prueba ENLACE. Aquí nuevamente no hubo sorpresa: se confirmó que los estudiantes mexicanos de primaria son víctimas de un aprendizaje elemental en matemáticas y muy inquietante cuando se trata de escritura o lectura.

El rector de la UNAM, José Narro, reclamó el pasado fin de semana por la situación escolar en la que se encuentran, según su cálculo, nueve millones de menores mexicanos. Esta cifra podría estar equivocada. Si los datos de la prueba PISA en algo se parecieran a los obtenidos por los estudiantes menores a 15 años, aproximadamente son 16 millones de alumnos los que se encontrarían en los escalones más bajos de formación. El número es alarmante.

No debería ser necesario llamar la atención sobre esta circunstancia tan evidente y, sin embargo, la política educativa no se halla entre las primeras prioridades de la actual administración. Puede argumentarse que no es necesario subirla de piso porque es bien percibida en las encuestas de opinión. Pero se comete un grave error.

La condena que se está lanzando sobre el futuro de la actual generación de estudiantes no solo es moralmente inadmisible, sino que además daña la viabilidad del país en el mediano plazo.

Quienes no se engañan a propósito de la verdadera situación educativa suelen dividirse en dos grupos. Los primeros están convencidos de que la reforma al sistema y sus políticas solo puede ser incremental y por tanto muy lenta. Argumentan que una modificación dramática en el curso de acción llevaría a quebrar el barco.

Del otro lado hay un sector —todavía minoritario— que exige una transformación radical del sistema. Por radical debe entenderse un cambio que vaya a la raíz del problema educativo en lugar de seguir podando las ramas del árbol y haciendo relaciones públicas con ello.

Hoy en el corazón de la política educativa mexicana no se halla el alumno, el maestro, ni la escuela. Hasta que no sepamos colocar esa tríada como la unidad fundamental del sistema, y los grandes poderes sindicales y burocráticos continúen jugando un papel preponderante, se seguirán obteniendo resultados patéticos.

La reforma habría de modificar el modelo de negociación a partir del cual se diseñan e implementan las políticas. Como dice Gilberto Guevara Niebla, hay que poner a la escuela en el centro de toda la política educativa. Y eso quiere decir que ella tendría que tener un lugar destacado dentro de tal modelo de negociación.

Para ello La Política, así con mayúscula, habría de ser desterrada con el propósito de dejar que las políticas, mencionadas en plural, se centren en el desarrollo de las capacidades de cada centro escolar. No hay razón que justifique esperar para tal reforma. La vida inmediata de 16 millones de mexicanos está en juego.

Twitter: @ricardomraphael
Analista político

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