10/03/2011

Reelección y fuga


Ricardo Raphael

No es novedad: en la Cámara de Diputados se cocinan feas y sucias reformas. No deberían pasar inadvertidas la rudeza y las mentiras con que se expulsó de la reforma política a la reelección consecutiva de legisladores y alcaldes.

Primero la rudeza: durante la reunión de la Comisión de Puntos Constitucionales del 28 de octubre ocurrió un empate entre los legisladores que estaban a favor y quienes estaban en contra de la reelección. De un lado había 14 diputados del PAN y PRD, y del otro 14 representantes del PRI y del PVEM. Según las reglas parlamentarias, para intentar romper el empate debía procederse a una nueva votación y, de repetirse el resultado, el asunto sería trasladado al pleno de la Cámara Baja, donde tal iniciativa tenía mejores condiciones para ser aprobada.

Sin embargo, antes de que la segunda ronda se celebrara, un dirigente importante del PRI, cercano al ex gobernador Peña Nieto, se introdujo en el recinto donde se hallaba reunida la comisión con el solo propósito de presionar a la diputada perredista Dina Herrera, para que cambiara el sentido de su voto. (El hecho se denunció públicamente por varios de los asistentes).

Sin pudor, la señora Herrera hizo saber que se abstendría y con ello le entregó la mayoría a la facción antirreeleccionista: PRI y PVEM festejaron su triunfo. A Dina Herrera debemos agradecerle por este resultado. Los perredistas están furiosos contra ella pero ya queda poco por hacer. ¿Qué le ofreció la corriente conservadora para que modificara el sentido de su voto? Aunque resulta difícil saberlo, el suceso despierta demasiadas sospechas.

Luego vinieron las mentiras: con tal de lavarse la cara (y también las manos) los diputados priístas propusieron que la reelección consecutiva se definiera por consulta popular. En palabras dePeña Nieto, el tema merece ser aprobado o rechazado directamente por la población.

La idea no sería del todo mala si no fuera porque esa iniciativa es imposible: la reelección es uno de los pocos temas que no puede ser objeto de consulta popular. Los mismos legisladores que votaron contra la reelección consecutiva aprobaron que los temas relativos a la materia electoral quedaran excluidos de tal mecanismo de consulta. La trampa es evidente y muy burda.

Así las cosas, las y los ciudadanos permaneceremos incapacitados para premiar o castigar a los representantes populares con nuestro voto. Poco importa que debido a la prohibición de reelegir mantengamos políticos muy poco profesionales; es también irrelevante que 68% de los mexicanos desconozcamos el nombre de nuestro representante (sustituirlos cada tres años hace imposible seguirles la pista); y tampoco significa nada que 72% de los ciudadanos nos quejemos de que los candidatos sólo se acuerdan de nosotros durante las elecciones.

Argumentan los antirreeleccionistas que, de cambiar las reglas, los políticos tenderían a eternizarse en el poder y por tanto no se permitiría la circulación de nuevos cuadros y nuevas generaciones en los cargos públicos. Esto ocurre ya con las actuales instituciones: el relevo es casi inexistente y los políticos profesionales se eternizan en la nómina pública; sin embargo tal cosa ocurre, no por la voluntad popular sino por la decisión arbitraria de las cúpulas partidarias.

Ellas saben bien que, de permitir la reelección consecutiva, tanto los legisladores como los presidentes municipales comenzarían a deberle su puesto al elector y no más a los dirigentes de los partidos. Hoy, si se presenta un conflicto entre los intereses de la ciudadanía y las preocupaciones de la cúpula política, los representantes tienden a atender mal a sus votantes; es así porque el empleo se lo deben a las instituciones donde militan y no a sus electores. Mucho se ha dicho: la reelección consecutiva rompería con esta perversión.

Desde esta perspectiva se entiende por qué ciertos líderes partidarios son fieles al antirreeleccionismo. Saben que, de derrumbar esta antigualla del sistema político mexicano, van a perder lealtad y disciplina entre aquellos representantes populares a quienes quieren seguir tratando como meros subordinados.

El próximo miércoles 5 de octubre volverán a reunirse las comisiones de la Cámara Baja encargadas de discutir la reforma política. Muy probablemente el tema de la reelección ocupará otra vez la agenda del debate. Ese día habrían de evidenciarse las mentiras de los antirreeleccionistas: no pueden seguir fugándose con la propuesta de la consulta popular porque fueron ellos mismos quienes cerraron la puerta a tal posibilidad.
Twitter: @ricardomraphaelAnalista político

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