Es
un Estado de Sitio al estilo fascista impuesto por Calderón y Ebrard,
del que guardan silencio cómplice los legisladores y ministros de la
Suprema Corte
El
golpismo militar calderonista se prolonga hasta el último día de su
etílico y mal gobierno, ya que los uniformados del Estado Mayor
Presidencial (militares de élite que no pertenecen estrictamente a las
Fuerzas Armadas o al Ejército), sitiaron los alrededores del Congreso
de la Unión de los Estados Unidos Mexicanos, y para la toma de posesión
de Peña sólo dejarán entrar a los legisladores, invitados, personal de
servicio previamente investigado y soldados vestidos de civiles, en un
acto militar como si viviéramos una dictadura de golpe de Estado. Para
completar el escenario antidemocrático y antirrepublicano, se canceló
el derecho de libre tránsito de personas por casi la mitad de la
capital del país, donde se suspendieron toda clase de transportes,
salvo los helicópteros policiacos, militares y de la Fuerza Aérea en
los que arribarán los asistentes.
Es un Estado de Sitio al estilo fascista impuesto por Calderón y Ebrard, del que guardan silencio cómplice los legisladores y ministros de la Suprema Corte, no obstante que la apertura de sesiones para la toma de posesión de Peña, debería ser un acto de plena libertad constitucional. Los reporteros: Claudia Salazar, Ricardo Gómez y Enrique Méndez (Reforma, El Universal y La Jornada: 26/XI/12), han informado de esa arbitrariedad, abuso del poder y violación de derechos. Pues son tan ilegítimos e ilegales los procesos electorales, que es necesario dar un Golpe de Estado Militar-Policiaco en las tomas de posesión desde Salinas (1988), Zedillo (1994), Fox (2000) y Calderón (2006) y ahora con Peña, hasta militarismo en todo el territorio.
Como hicieron los nazis con los judíos, ficharon a los mexicanos que viven en los alrededores del Congreso Federal y, del domingo 25 al 3 de diciembre deben mostrar esa identificación en retenes controlados con armas de alto poder para acceder a sus domicilios. En un hecho anticonstitucional, pues no se suspendieron garantías y derechos para tales disposiciones, como manda el Art. 29 constitucional, si es que la toma de posesión de Peña se considera un “grave peligro o conflicto”. Obviamente fue Ebrard quien canceló la circulación del Metrobús y el Metro en el área; y el uno de diciembre estará tomado el Zócalo para el discurso y la gran comilona de Peña, mientras el pueblo es marginado.
La Nación seguirá el acto por radio y televisión en cadena nacional, con información controlada sobre cómo sus “representantes” se apoderan del presidencialismo que busca concentrar en Peña un poder absoluto. Es una arbitrariedad más del calderonismo y el peñismo, para confirmar que ésta es una “democracia sin el pueblo”. Los reporteros gráficos: Ariel Ojeda, Luis Castillo y Luisa Severiano (de El Universal, Reforma y La Jornada, han dejado testimonio de cómo militares y policías, como si fuera a tomar posesión Hitler o Pinochet, han sitiado a la ciudad y al Congreso. La democracia indirecta o representativa ha roto sus nexos con la democracia directa y así el pueblo sabe que sus gobernantes son una oligarquía coludida con los ricos y los de arriba en una plutocracia.
Es un Estado de Sitio al estilo fascista impuesto por Calderón y Ebrard, del que guardan silencio cómplice los legisladores y ministros de la Suprema Corte, no obstante que la apertura de sesiones para la toma de posesión de Peña, debería ser un acto de plena libertad constitucional. Los reporteros: Claudia Salazar, Ricardo Gómez y Enrique Méndez (Reforma, El Universal y La Jornada: 26/XI/12), han informado de esa arbitrariedad, abuso del poder y violación de derechos. Pues son tan ilegítimos e ilegales los procesos electorales, que es necesario dar un Golpe de Estado Militar-Policiaco en las tomas de posesión desde Salinas (1988), Zedillo (1994), Fox (2000) y Calderón (2006) y ahora con Peña, hasta militarismo en todo el territorio.
Como hicieron los nazis con los judíos, ficharon a los mexicanos que viven en los alrededores del Congreso Federal y, del domingo 25 al 3 de diciembre deben mostrar esa identificación en retenes controlados con armas de alto poder para acceder a sus domicilios. En un hecho anticonstitucional, pues no se suspendieron garantías y derechos para tales disposiciones, como manda el Art. 29 constitucional, si es que la toma de posesión de Peña se considera un “grave peligro o conflicto”. Obviamente fue Ebrard quien canceló la circulación del Metrobús y el Metro en el área; y el uno de diciembre estará tomado el Zócalo para el discurso y la gran comilona de Peña, mientras el pueblo es marginado.
La Nación seguirá el acto por radio y televisión en cadena nacional, con información controlada sobre cómo sus “representantes” se apoderan del presidencialismo que busca concentrar en Peña un poder absoluto. Es una arbitrariedad más del calderonismo y el peñismo, para confirmar que ésta es una “democracia sin el pueblo”. Los reporteros gráficos: Ariel Ojeda, Luis Castillo y Luisa Severiano (de El Universal, Reforma y La Jornada, han dejado testimonio de cómo militares y policías, como si fuera a tomar posesión Hitler o Pinochet, han sitiado a la ciudad y al Congreso. La democracia indirecta o representativa ha roto sus nexos con la democracia directa y así el pueblo sabe que sus gobernantes son una oligarquía coludida con los ricos y los de arriba en una plutocracia.
Álvaro Cepeda Neri - Opinión EMET
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