Bernardo Barranco V.
Escena en la Plaza de San Pedro al momento de salir el humo blanco de
la Capilla Sixtina, indicando que había sido electo el Papa que
sustituirá a Joseph RatzingerFoto Ap
Una
gran sorpresa ha causado el nombramiento de Jorge Mario Bergoglio como
nuevo Papa. No figuraba entre la lista de los favoritos papables de los
medios de comunicación.
No es uno de los mejores representantes de AL
Por primera vez América Latina tendrá un pontífice, pero
no a uno de sus mejores representantes. Elegir a un Papa de América
Latina no significa optar por una persona de avanzada. Haber elegido a
un jesuita tampoco significa una apertura al progresismo católico ni
intelectual. Bergoglio tiene fama de ser conservador. Roberto Blancarte
escribió a finales de febrero un artículo titulado ¿Un Papa latinoamericano?, en el que advertía el perfil ideológico ultraconservador de la enorme mayoría de los obispos, en los siguientes términos:
Hay muchos de ellos con turbias historias que los ligan a golpes de Estado militares, otros protegieron y ocultaron a pederastas y muchos son el prototipo de lo que los católicos ya no quieren para su Iglesia: un cardenal conservador, incomprensivo de las dificultades y dilemas que enfrentan los fieles, sobre todo las mujeres, y poco preocupado en la práctica por los temas de justicia social o los derechos humanos.
marxistay representar un polo conservador dentro de la compañía. Igualmente, numerosas investigaciones documentales comprometen seriamente el comportamiento de Bergoglio y de la Iglesia argentina durante los golpes y dictaduras militares y la guerra sucia en aquel país. Para muestra un botón.
El periodista argentino Horacio Verbitsky es autor de 20 libros, entre los que destaca el último: La mano izquierda de Dios. La última dictadura (1976-1983), en cuyo texto pone en entredicho la actual posición que el ahora papa Francisco asume frente a la dictadura militar. En torno a las consecuencias del golpe de 1976, Bergoglio sostuvo que los hechos se fueron conociendo de a poco de todo lo que estaba pasando.
Al principio se sabía poco y nada, llegó a decir; a pesar de ello, la documentación y testimonios de casi todos los obispos argentinos lo contradicen, pues de inmediato registraban por escrito las atrocidades y atropellos cometidos por los militares en materia de violencia y violación de los derechos humanos.
Bergolio
ha sido señalado como colaboracionista de la represión militar, ha sido
denunciado y manchado por las acusaciones de los sacerdotes Orlando
Yorio y Francisco Jalics, quienes le imputan haberlos entregado a los
militares, así como la desaparición de muchos otros catequistas. Por el
contrario, el cardenal Jorge Bergoglio asume la defensa y restitución
de su maltratada imagen con la publicación de un libro autobiográfico: El Jesuita, en el que pretende defender y justificar su desempeño como provincial de la Compañía de Jesús, entre 1973 y 1979.
Hay cualquier cantidad de obispos que están en contra de que Bergoglio sea el jefe simbólico, mediático o material de la oposición. Pero no se animan a decirlo y hablan por debajo. El miedo predomina sobre la libertad o la posibilidad de hacerlo público. Igualmente, existen expedientes abiertos sobre los encubrimientos a sacerdotes pedófilos.
Seguramente en estos días circularán con detalle las historias de silencio y complicidad de Bergoglio con los militares en Argentina. De hecho, ya circulan en Twitter testimonios y denuncias de un pontífice que en su país ha levantado posturas encontradas a su desempeño. Otro dato a corroborar es su frágil estado de salud. Padece de sus pulmones y sufre ciertas dificultades respiratorias que le han venido alterando el tono de voz.
Puede ser un Papa muy cuestionado. Con un expediente así, de claroscuros, la pregunta de fondo es con qué capital moral un actor así podrá sanear la curia romana, corregir las corrupciones clericales. La pregunta concreta es: ¿se habrá equivocado Dios en la elección del Papa o el Espíritu Santo abandonó la Capilla Sixtina?.
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