Foto: Brenda Ayala/MujeresNet
Por Gabriela Revueltas ValleJefa de departamento del Instituto Federal Electoral(IFE)
La autora nos habla de la problemática del
'techo de cristal' al interior del IFE, y de las razones que se
esgrimen respecto a aumentar o no el número de mujeres en el Servicio
Profesional Electoral.
En una decisión reciente, la comisión encargada del próximo concurso
del servicio profesional electoral (SPE) del IFE, ha anunciado que en
las 91 plazas de la siguiente convocatoria solo participarán mujeres.
El personal que forma parte del SPE es, a la fecha, conformado por
2,152 personas de las cuales 472 son mujeres (21.93%) y por 1,680
hombres (78.07%). Al concluir el procedimiento de adscripción de ellas
en este fin de año al SPE, se incrementará el porcentaje a 26.17, es
decir ni siquiera alcanzaríamos un 30%.
Sin embargo la decisión "arriesgada" fue presentada por la comisión
integrada por tres consejeros, lo cual hay que subrayar y no es menor,
como una acción excepcional bajo los siguientes argumentos:
En el concurso anterior (2011) fueron concursadas 165 plazas,
ganaron 110 hombres y 55 mujeres, regularmente acuden al concurso casi
el doble de hombres. El IFE tiene conocimiento de la desigualdad de
género interna desde el 2008 con el diagnóstico general de su
estructura organizacional. Esto es aplaudible pero no la ausencia de
acciones para la igualdad desde hace 4 años. Equilibrar el acceso de
mujeres y hombres, también se afirmó, es una medida democrática, sin
embargo no refirieron si habrá un criterio como la paridad y si este
tipo de propuestas puede ser aplicada al resto del personal de la rama
administrativa, ejecutiva, por honorarios y honorarios eventuales que
suman alrededor de 13,000 personas.
Las condiciones laborales y los roles que tradicionalmente
reproducen las mujeres es una suerte de techo de cristal dice un
consejero, vale entonces preguntar: ¿son las condiciones laborales las
que mantienen los techos de cristal? De ser así podemos romper dichos
techos. Por otro lado ¿cómo es posible generalizar la condición de las
mujeres en este momento? Considerar la forma o formas en las cuales las
mujeres resolvemos nuestros roles dentro de la familia puede ser tan
diverso y propicio para alterar positivamente nuestro desarrollo tanto
como los hombres pueden hacerlo con el propio. A estas alturas es
difícil saber todas las posibilidades para equilibrar desarrollo
profesional y laboral con la vida familiar en mujeres y hombres de
manera que una oportunidad puede ser dialogar con todas/os los
involucrados en favorecer la igualdad de género dentro del Instituto.
Hacerlo a través de un consenso puede ser una demostración de voluntad
política y de certeza en las decisiones legitimadas y en relación con
la vida de las mujeres.
También se expuso que ir incrementando el número de mujeres en el
SPE es un proceso paulatino como lo es en el Senado y en la C ámara de
Diputados ¿Por qué debe de ser paulatino? No entiendo muy bien, si en
cuanto a igualdad de género lo necesario es incrementar la velocidad,
ya que se está muy de acuerdo con el ideal sobre la igualdad
sustantiva. La afirmación en referencia a que es un proceso "lento" es
el mejor indicador de la incongruencia del discurso y de lo importante
que sería el hecho de hacer participar a mujeres en estas comisiones
que toman decisiones sobre su vida.
Género y Trabajo
A partir de hace algunos años, gracias a la categoría de género, el
tema del trabajo de la socialización de las/os hijas/os puede ser
compartido, así como el cuidado de enfermos y el trabajo doméstico. Los
roles aprendidos pueden ser alterados en términos de responsabilidades
domésticas y no restan identidad (ni alteran preferencias sexuales) ni
a hombres ni a mujeres. Recordemos las cifras: las mujeres en México
dedican, en promedio 47 horas semanales a labores de la casa mientras
que los hombres 19. Ciertamente el trabajo y las jerarquías dentro de
las organizaciones mantienen estructuras altamente masculinizadas, sin
embargo, susceptibles de ser cambiadas a partir de habilidades y del
género de las personas. Digamos que la necesidad de integrar a más
mujeres en los cargos de mando no es solo la "vista" estadística, es
una de las estrategias para favorecer el desarrollo de una sociedad que
está formada por mujeres y por hombres. En muchos grupos de la
población puede ser una forma de generar mayor desarrollo económico y
cultural para todos los integrantes.
En otra dimensión del trabajo profesional y los géneros tenemos que
tal como vivimos la dinámica de los roles y el trabajo (exhaustivo,
estresante, enajenante) existe una relación directa con la violencia
doméstica. Entre todas las causas relacionadas con la masculinidad de
los agresores, figura la frustración frente a su trabajo, y ello,
podemos demostrarlo, no solo está coludido con el estatus y la
remuneración, de modo que para los hombres la presión puede ser muy
intensa y fuertemente relacionada con el rol de género esperado y
reproducido de forma estructural.
La llamada medida excepcional, porque de esta manera no se volverá a
repetir, es un buen indicador de la falta de una política interna de
transversalidad de género en el instituto, en la cual también decidan
mujeres. Existe la posibilidad de crear una visión progresista frente a
la desigualdad entre las/os funcionarios que laboran ahí y permitirse
demostrar, a su vez, a los partidos políticos acciones democráticas en
el sentido de asumir la necesidad de favorecer liderazgos de mujeres en
el quehacer político. La medida excepcional confirma la carencia de un
compromiso real, no solo de discurso, con la igualdad de género en la
propia sociedad y, valga la referencia, en la construcción de una
ciudadanía exenta de simulaciones.
Referencias periodísticas:
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