REPORTAJE
Narran sueños, esperanzas y el terror de la dictadura
Arriba:
Viviana Corvalán, Paula Raposo, Eugenia Jofré y Haydee Vera; abajo:
Isabel Encina y Blanca Cariqueo | Imágenes retomadas del sitio
Observatorio Género y Equidad
Por: Fabiola Gutiérrez*
Cimacnoticias | Santiago.- En un nuevo aniversario del 11 de septiembre, Chilevisión puso al aire “Chile: Las imágenes prohibidas”. En tanto, Canal 13 nos muestra “Los 1000 días de la Unidad Popular”. Se suman una serie de actividades, seminarios, exposiciones para conmemorar los 40 años del Golpe de Estado.
El 30 de agosto se conmemoró el Día Nacional del Detenido Desaparecido, en memoria de mujeres y hombres cuyos cuerpos aún no han sido encontrados y donde las agrupaciones de Derechos Humanos (DH) siguen acusando impunidad. Existe una deuda histórica y la institucionalidad no ha sido suficiente para dar respuestas y hacer justicia.
Hoy más que nunca se reivindican los procesos democráticos. Nadie puede estar ajeno, con crítica o no, a lo que significó el gobierno de la Unidad Popular (UP). Más allá de las respuestas que aún se buscan, es importante detenerse a pensar en el rol que jugaron las mujeres en el gobierno de Salvador Allende.
Para algunos historiadores, el presidente Allende respaldó el movimiento de mujeres, con hechos y no con promesas paternalistas, incluso con el desagrado de la mayoría de los dirigentes de la propia UP, atravesados por la tradicional ideología patriarcal.
El presidente Allende estimuló la participación de las mujeres en varías áreas: en empresas donde se desarrollaba la producción; en las Juntas de Abastecimiento y control de Precios (JAP); en las juntas de vecinos y comandos comunales.
Incluso Allende llegó a proponer el Ministerio de la Familia, aunque no pudo concretarlo. De todos modos se creó la Secretaría Nacional de la Mujer en 1971 como organismo asesor del gobierno.
Las mujeres se involucraron como actores sociales, políticas y de apoyo con el mundo de los trabajadores y pobladores. Hubo, además, un estímulo a la sindicalización de las empleadas del hogar y muchas mujeres formaron parte de las brigadas de salud. Asambleas de Mujeres se reunieron para impulsar los Centros de Reforma Agraria.
Este protagonismo social fue la antesala para articular al movimiento de mujeres y feminista que cobraría un rol fundamental con la irrupción, en un proceso democrático, de la dictadura militar.
A 40 años del Golpe de Estado y mientras aún persisten grandes deudas con los DH y se presentan quejas ante el Consejo Nacional de Televisión, acusando a los programas que están al aire de engendrar odio y otros resuelven sus pugnas editoriales, celebramos la serie de actividades conmemorativas que se han preparado.
Este nuevo 11 de septiembre también nos invita a preguntarnos por aquellas mujeres que, desde lo público, desde las dirigencias políticas, desde sus territorios, cumplieron un rol activo en el gobierno de la UP. El Observatorio de Género y Equidad (OGE) conversó con algunas de esas mujeres y queremos compartir sus memorias.
“LAS MUJERES AL PODER”
–OGE: De acuerdo con lo que has investigado, ¿en qué estaban las mujeres durante el gobierno de la UP?
–Paula Raposo, profesora de Historia en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (PR): Las mujeres estaban en muchos lugares y estaban viviendo desde la década de los años 60 muchos cambios que las afectaban.
“La reforma agraria, por ejemplo, en especial las leyes asociadas a la promoción popular que les permitió sindicalizarse fue un hecho importante, aunque no se les permitió ser poseedoras de tierra. Ellas podían acceder a un terreno sólo si lo heredaban.
“El ingreso de la píldora anticonceptiva fue muy importante a nivel de la vida cotidiana, aunque quizás ha sido poco estudiada su recepción en Chile.
“En la vida cotidiana existía toda una efervescencia social, de la cual las mujeres también fueron parte, como las tomas de terrenos por ejemplo, pero no podríamos decir que fue acompañada de una reflexión feminista o algo similar.
“Por otro lado, estaban las otras mujeres que sí tenían una conciencia respecto de su clase social. Las mujeres de derecha, que sí logran articularse en un movimiento potente, que muchas veces ha sido subestimado y comprendido como un grupo de mujeres manipuladas por sus maridos. No comparto esa visión.
“Estas mujeres sabían perfectamente lo que representaban y entendían el rol que como mujeres les correspondía dentro de su propia clase.
“En ellas primaba la defensa de un territorio, de un lugar, de un estatus, es decir, tenían claro que el gobierno de la UP representaba una amenaza para su forma de vida. Su discurso interno era coherente, como lo fueron sus movilizaciones en contra del gobierno.
“En todo caso, durante el gobierno del presidente Allende se producen cambios por todos lados. Los movimientos sociales, políticos, van profundizando cada vez más sus demandas en pos de un nuevo proyecto nacional, inédito y con una participación ciudadana que antes no se conocía.
“Lo que va pasando con las mujeres en su vida cotidiana queda subsumido en parte por todos estos procesos, sin embargo están allí, y la labor de los nuevos investigadores es rescatarlas como sujetos históricos.
“También es importante decir que tras los 40 años del Golpe surge la necesidad de saber qué hacían las mujeres que vivieron la UP como algo positivo, aquellas que compartieron el proyecto, cómo fueron sus vidas durante esos casi tres años, por qué militaban las que lo hicieron y cuáles eran sus proyectos.
“Porque las mujeres como actores sociales han quedado subsumidas en lo terrible del Golpe o bien, después del Golpe, en la cara visible de la defensa de los DH. En este contexto es difícil establecer en qué estaban las mujeres durante la UP”.
–OGE: ¿Cómo llegas a ese diagnóstico?
–PR: En el marco de algunas investigaciones hice muchas entrevistas. Podría decir que, resultado de ese trabajo, una pregunta que surge es ¿qué hacía la izquierda para incorporar las demandas de las mujeres o las demandas feministas? Desde mi punto de vista no hacía mucho, pero también es ingenuo pensar que no pasaba nada.
“Las mujeres que fueron a la toma o mujeres militantes que estaban en los partidos políticos, daban sus peleas y se entiende que en ese momento no había una conciencia de necesidades feministas, si es que ésta fuera la pregunta, pero sí hubo claridad por alcanzar una sociedad más justa, abierta y democrática”.
–OGE: Pero ¿qué pasaba con las militancias políticas de las mujeres?
–PR: Las mujeres no estaban en la toma de decisiones. En mi tesis doctoral sobre militancia política en general, entrevisté a muchas mujeres de partidos de izquierda.
“Hay un caso bien emblemático, de una mujer del Partido Socialista que me cuenta cómo llegó a estar en altos cargos. Mientras militaba en los años 70 en el partido, jamás se cuestionó el tema de género porque no tuvo problema en acceder a un puesto importante al interior del partido, pero una vez que llegó el Golpe, sale al exilio, se va a Alemania, conoce a las feministas de ese país y le preguntan qué pasa en Chile con los derechos de las mujeres y los temas de género, lo que la desconcierta profundamente.
“Hay historias como las que te ejemplifico, donde las mujeres por primera vez se miran y se dan cuenta de que en realidad la estructura de los partidos de izquierda es completamente masculina y las mujeres ingresaban en ese esquema o bien se quedaban en la periferia. Ahora, ingresar a ese esquema no significó que se modificara la estructura, sino que te adaptabas a ella. No era un problema de cupo femenino, sino de cómo se ejercía el poder”.
–OGE: A partir de lo que has recogido, ¿de qué manera o cómo estaban presentes las mujeres en el discurso del presidente Allende?
–PR: Tengo la impresión de que en todos los proyectos políticos, donde hay un discurso sobre un proyecto nacional, de alguna manera les asignan un lugar a las mujeres. En el discurso de la dictadura es fácil: mujer pilar de la patria, preservación de la nación, traspasa los valores, etcétera. Las mujeres cumplen una función bastante más terrorífica y disciplinante.
“Si entramos en el discurso de la UP no existía una homogenización tan clara de ese proyecto, pero también interpela a las mujeres en tanto su rol dueña de casa y mujer trabajadora. En todo caso no hubo una política clara de querer incorporar a las mujeres en espacios de poder o públicos”.
–OGE: ¿Qué crees que hubiese pasado con las mujeres sin Golpe de Estado?
–PR: No sabemos que podría haber sucedido. Quizá sería interesante revisar más en detalle las políticas existentes en la UP. Es en el contexto de la dictadura militar donde aparece fuertemente el movimiento feminista y de mujeres. Aunque creo que proyectos como la Escuela Nacional Unificada, eran iniciativas importantes para el tipo de ciudadanía que se iban a formar, sin una Iglesia encima. Está claro que eran muchos mejores tiempos.
“En mi opinión, creo que igual se hubiese dado una transformación importante y positiva para las mujeres. Ahora, habría que preguntarse si la UP iba a ser el gobierno que liberaría a las mujeres. No había una conciencia de género y feminista en los años 70, tampoco el tema estaba instalado en el patriarcado de la izquierda política”.
“SE ROMPIERON LOS SUEÑOS”
–OGE: ¿Cómo participó del gobierno de la UP?
–Blanca Cariqueo, pobladora de Villa El Rodeo, La Pincoya (BC): Durante la UP estuve en la Junta de Abastecimiento y Control de Precios (JAP) en La Pincoya (suburbio de Santiago). Luego participé en la última toma que se hizo durante el gobierno de la UP. Fue una toma que hicimos alrededor de 20 familias, el 31 de agosto de 1973, en La Pincoya. Realizamos esta acción porque no teníamos casa, vivíamos de allegados.
“Había un terreno desocupado y las familias decidimos irnos a tomar ese lugar, pero nunca imaginamos que 11 días más tarde habría un Golpe de Estado.
“Debo reconocer que estaba crítica la cosa, estaba todo ‘como revuelto’. Tenía 19 años, con dos hijos y un día llega mi marido y me dice ‘hay una toma ahí...’; ‘¿dónde?’, le pregunto yo. Me dice ‘voy a comer y vamos’. Decidimos ir, paramos una bandera, un nylon (tienda de plástico) y nos instalamos.
“Poco a poco se sumó la gente, mi marido se transformó en una suerte de dirigente y comenzó a inscribir a la gente. Llegamos a ser 260 familias las que estábamos en ese terreno ubicado en La Pincoya.
“Cuando fue el Golpe de Estado nosotros no nos fuimos de la toma. Ese día 11 de septiembre llegaron los milicos (soldados) en la noche; se llevaron detenidos a los maridos y quedamos las puras mujeres con los niños.
“Estuvimos día y noche custodiados, porque nos acusaban de comunistas. No nos pudieron hacer nada porque no estábamos inscritos en el partido. A los maridos los tuvieron detenidos todo un día y una noche en un lugar que se conocía como las Siete Canchas. No sabíamos nada de ellos.
“Teníamos mucho miedo. Las mujeres hicimos guardia, llegaron familias de otros lugares porque querían ser parte de la toma, pero no había más espacio, ya éramos muchos. Estuvimos rodeadas de milicos, de punto fijo, día y noche, alrededor de tres meses. Nos intentaron sacar, pero fuimos porfiadas (necias) y nos quedamos.
“La toma no tenía color político, estábamos sin casa. Las mujeres cumplimos un rol clave, porque mientras los maridos trabajaban, nosotras defendíamos la toma frente a los milicos, incluso yo les dije ‘no me mueven de aquí, si quieren me matan...’. Igual pensamos en algún momento que se podía dar una masacre, pero como estábamos tan unidos y éramos muchas familias, sería muy evidente que algo así pasara en una toma”.
–OGE: ¿Cuánto tiempo se quedó en esa toma?
–BC: Llevó 40 años en la toma. Crié cuatro hijos e hicimos ollas comunes. Estuve en los “Comprando Juntos”, donde familias de dos o tres manzanas, con el dinero que juntaban, se hacían cargo de la compra de alimentos en La Vega. Esas compras nos permitían ahorrar dinero y organizar a la gente.
–OGE: ¿Qué fue lo que interrumpió el Golpe de Estado en Chile?
–BC: Se rompieron los sueños y el tener un mejor porvenir no sólo para mí, sino para muchas familias. Se rompieron los sueños de un país. Vengo del sur, donde existe pobreza, pero acá nos enfrentamos al racismo que cada vez se puso peor durante la dictadura.
“Hay mucha rabia y dolor. Rabia por lo que sucedió, gente que por pensar diferente fue ejecutada o desaparecida, eso me duele mucho porque no había motivos, somos de un mismo país y que venga un tipo a tomarse el poder y diga ‘matemos a todos los que no nos sirven’, es terrible. Esto va a seguir doliendo. Nunca va a terminar, hasta que no se aclare todo lo que pasó. Siempre habrá gente o personas que estaremos recordando y nuestros hijos también, y los hijos de los hijos...”.
–OGE: Y en su vida ¿qué significó esa ruptura?
–BC: Pasaron muchas cosas. Vivíamos sin luz, sin agua y con mucho miedo. Se instaló la desconfianza, había ‘sapos’ (espías) en la misma toma, hablábamos con cuidado, siempre negando el color político. Fue muy caótico todo.
“Se interrumpió la posibilidad de vivir en mejores condiciones, de estudiar, porque hubo una postergación de los deseos y sueños de las personas. No tuve ninguna pérdida, sólo una tía que se fue a vivir a Argentina.
“En el plano familiar, con mi marido, éramos dos personas jóvenes que vivíamos el día a día, criando dos niños chicos en ese momento. Los hijos nunca cuestionaron nada. Fue duro, estuvimos dos años viviendo sin agua y hacíamos el esfuerzo constante para pagar la luz. Fueron tiempos difíciles para las familias.
“Mientras los maridos trabajaban, participamos en la Iglesia, nos hacían cursos y nos ayudaban a salir adelante, porque éramos gente joven que no tenía mayor educación y sin saber desenvolverse bien, lo que en el fondo nos truncó. Si no hubiese llegado la dictadura para mí sería otro el nivel de vida. Así lo pienso, porque nos dejaron estancados, no nos dejaron crecer”.
“BUSCANDO A NUESTROS DESAPARECIDOS”
–OGE: ¿Cómo participó del Gobierno de la UP?
–Viviana Corvalán, coreógrafa y ex integrante de la Brigada Ramona Parra (VC): Estudiaba danza en la Escuela del Conservatorio de la Universidad de Chile. Como jóvenes, participábamos activamente y más allá de un tema de patriotismo, sentíamos que éramos importantes en tanto personas a nivel nacional. Sentía que estábamos construyendo cosas para toda la gente.
“En 1971 formé parte de la Brigada Ramona Parra y participé en la campaña de Salvador Allende. Fui parte de las mujeres que integraron la Brigada Ramona Central, que estaba encabeza por Danilo, ‘El Gitano’, Bahamondes.
“Íbamos a los colegios, a las universidades y realizábamos murales con la sigla cruzada de Salvador Allende, que decía ‘Viva Salvador Allende’, la ‘V’ de victoria... Eran instancias entretenidas, lo pasábamos muy bien. Usábamos mamelucos, teníamos un sótano que era un espacio de encuentro, armábamos la pintura. Fue una experiencia maravillosa, era la construcción de un sueño”.
–OGE: ¿Qué fue lo que interrumpió el Golpe de Estado en Chile?
–VC: En lo social interrumpe un gobierno que fue democráticamente electo. Además echaron por tierra todos los avances democráticos y de bienestar para la gente, resultado de años de lucha. Se pierde todo. Se reprivatiza la salud, el cobre, la educación pública. Se repite la misma historia que vivimos hoy en día, donde gobiernan las grandes empresas capitalistas.
“Lo que significó toda una vida de agitación y de sueños se transformó en una vida de tortura, prisión, secuestros. Siempre con el temor de que nos fueran a tomar detenidos. Se atropellaron todos los derechos de las personas y a 40 años del Golpe de Estado seguimos en la misma situación.
“No ha habido justicia, no sabemos quién está a nuestro lado. Quizá el médico o el dentista que te atiende torturó a un hermano o amigo.
“A 40 años del Golpe conocemos el caso de Pablo Germán Athanasiu Laschan, hijo de una pareja de estudiantes chilenos, apropiado durante la dictadura militar argentina que se convierte en el nieto número 109 en averiguar su verdadero origen, gracias a las Abuelas de Plaza de Mayo. A ello sumamos la historia de Ernesto Ledjerman, que involucra al general retirado Juan Emilio Cheyre.
“Frente a todo lo que hemos conocido, los programas de televisión que se están realizando, admito estar feliz. Después de 40 años se está haciendo algo de justicia, por fin estamos mostrando el horror de la dictadura militar. El Golpe fue duro, pero lo terrible es que aún sigamos buscando a nuestros desaparecidos, con la sensación de impunidad y la falta de justicia”.
–OGE: Y en su vida ¿qué significó esa ruptura?
–VC: Desde ese día no sólo tuve que dejar de ver a mis compañeros y amigos; me echaron de la Universidad como a muchos otros jóvenes. No pude volver a pisar un recinto universitario, porque en cada uno de ellos había un listado de personas que no podíamos ingresar. A nivel personal “se me fue todo a la cresta”.
“Mi familia pasó a la clandestinidad. Mi padre, Luis Corvalán, ex secretario general del Partido Comunista, fue dirigente en la UP, por lo tanto, nos podían tomar presos en cualquier momento.
“Desde el mismo día del Golpe, con mi hermana menor de 11 años, teníamos plena claridad de lo que estaba pasando. La Junta llamaba a delatar a los dirigentes políticos, entre ellos mi padre que fue detenido el 25 de septiembre de 1973.
“Estuvo detenido en la Escuela Militar, en Isla Dawson, en Ritoque, en Tres Álamos. Mi hermano también había sido detenido y luego lo encontramos en los alrededores del Estadio Nacional.
“De alguna forma, de ahí en adelante buscamos garantías de que no nos quitaran la vida. Fui detenida y después de estar un tiempo corto en una comisaría, tuve arresto domiciliario.
“En octubre de 1975 mi hermano fallece a consecuencia de las torturas. Si bien fue liberado y viajó a Bulgaria, allá muere por las torturas, incluso está reconocido en el Informe Rettig como ejecutado político.
“Con mi hermana menor salimos al exilio. No podía hacer nada en Chile, no me dejaban estudiar. En Moscú terminé mis estudios, y si bien es una vida distinta en relación a quienes se quedaron en el país, también estuvo llena de sufrimientos. En el exilio participé en la campaña ‘Solidaridad con Chile’, con dirigentes de la UP. En 1989 me vine definitivamente a Chile.
“No obstante, tengo una gran frustración. Veo gente que en los gobiernos de la Concertación no ha hecho mucho con el tema de los DH. Debemos seguir en la lucha de nuestros ideales, porque tenemos un compromiso también con quienes hoy no están”.
“MI CONCIENCIA SE ACRECENTÓ”
–OGE: ¿Cómo participó del Gobierno de la UP?
–Isabel Encina, mujer militante de izquierda (IE): Fui militante desde muy joven, la política entra en mi vida cuando la reconozco como la posibilidad de lograr cambios y transformaciones en la sociedad.
“Una mirada acerca de nuestra realidad golpeó mi conciencia, así como le ocurrió a una parte importante de la sociedad, buscamos diferentes caminos para luchar por nuestras ideas, por crear condiciones que realmente garantizaran la libertad, la igualdad, el respeto y el ejercicio de los derechos individuales y colectivos.
“En el periodo de la UP se hizo mayor mi compromiso con la clase trabajadora, y el trabajo que ya venía realizando con algunos sindicatos me llevó junto a otros compañeros a acompañar sus luchas, no sólo por mejorar sus condiciones laborales, sus condiciones económicas, sino a su lucha política por un nuevo Chile, en el que ellos serían parte importante de su construcción.
“Dejar de ser ciudadanos de segunda categoría y convertirse en verdaderos actores de los cambios estructurales que esperaban lograr. De allí que la disposición de muchos sindicatos de las empresas situadas en la zona norte de Antofagasta a formar lo que se dio en llamar un Cordón Industrial, nos convocara y nos hiciéramos parte de la formación de esa nueva organización de trabajadores.
“Lo creí y aún lo creo. El gobierno de la UP se caracterizó no sólo por ser el gobierno de los trabajadores, sino también por un respeto irrestricto a la dignidad de nuestro pueblo, por alcanzar la libertad plena de todos y cada uno de las chilenas y chilenos, de terminar con las desigualdades y por el pleno ejercicio de los derechos universales y particularmente los DH”.
–OGE: ¿Qué fue lo que interrumpió el Golpe de Estado en Chile?
–IE: La llegada del gobierno de la UP se hizo en el marco de la legalidad, un gobierno elegido democráticamente, que fue desconocido como tal, perseguido, intentando desvirtuarlo sistemáticamente, utilizando para ello todo el poder fáctico dominante en el país.
“Instalando una dictadura militar que trató de anular cualquier intento de oposición o cuestionamiento, ejecutando una política de guerra apoyada en el poder que le conferían las armas.
“Sus seguidores fueron detenidos, desaparecidos, torturados, asesinados. Se arrasó con los territorios sociales, perseguidos dirigentes de cualquier organización con olor a popular. Se eliminan las organizaciones gremiales, de trabajadores, de empleados, colegios profesionales, en fin, todo tipo de organización.
“Se despidió a cientos de miles de trabajadores. Se expulsó a los chilenos del país. Los partidos dejados fuera de la ley. Su objetivo el desarme total, el desarme moral de nuestro pueblo. Hoy se puede constatar que no lo lograron, basta mirar lo que ocurre diariamente en nuestras calles.
“Lo que aconteció fue de una ilegalidad absoluta. Se utilizó todo el poder para impedir que se instalara en nuestro país un régimen profundamente democrático, justo, que se hiciera cargo de realizar los cambios estructurales para que nuestro pueblo alcanzara el bienestar que le ha sido negado, así como un futuro digno para las nuevas generaciones.
“El trato que este pueblo recibió desde 1973 en adelante, cuando el presidente Allende electo democráticamente fue acorralado de manera cobarde para borrar su imagen, es una deuda que no ha sido pagada.
“Más bien hoy, la ciudadanía de este país reclama, día a día, el respeto a sus derechos, el término de la enorme brecha de desigualdad existente y muchas exigencias relativas al funcionamiento de una democracia verdaderamente participativa.
“Desde mi punto de vista, el objetivo de aniquilar, de desarmar moralmente, de inmovilizar, de apoderarse de las conciencias no se ha logrado en absoluto, no sólo los seguidores de esos años, sino importantes sectores de las nuevas generaciones están en pie de lucha por una sociedad más equitativa, más igualitaria y con profundas ideas libertarias.
“En las luchas actuales, las de hoy, como trasfondo está presente la figura de Allende, no porque todos vean en él a un líder, sino porque en ellos sobreviven sus ideas, esas ideas por las que dio la vida y que él intentó materializar.
“Hoy vemos en las calles a los estudiantes, a los trabajadores, a las mujeres, quienes son la demostración viviente de que no nos derrotaron, perdimos una batalla pero no la guerra y –ojo– nos referimos a combates políticos y no al uso de armas como muchas veces se intenta hacer creer”.
–OGE: Y en su vida ¿qué significó esa ruptura?
–IE: Cuando ocurre el Golpe fue un dolor terrible, pero nunca pudimos hacer el duelo porque estábamos en la pelea; debimos transformar ese dolor en fortaleza, y más y más voluntad.
“Debí partir al exilio, no tuve opción, me persiguieron y mis dos hijos eran pequeños. Partí con ellos. Empezar una nueva vida, me habían despojado de todo, mi familia, mi trabajo, mis amigos. Cuando te despojan de todo y te expulsan es como que te borran, te quieren convertir en cero, pero no lo logran.
“En algo me siento satisfecha porque no fui indiferente para nada con lo que ocurrió, no me vencieron. Mi conciencia se acrecentó y no se achicó con el Golpe de Estado. Actué en consecuencia a eso. Mi historia es la de otras cientos de miles personas. Pusimos en juego la vida de nuestros hijos y expusimos a nuestras familias, lo que conlleva una satisfacción, pero también una culpa.
“Como dice la canción, siento que no todo está perdido. Hemos sobrevivido y nos reconocemos en todos aquellos que hoy luchan por un Chile para que la democracia plena sea una realidad. Ello no sólo nos llena de esperanza, sino que nos insta a acompañar sus luchas”.
CLANDESTINIDAD
–OGE: ¿Cómo participó del Gobierno de la UP?
–Eugenia Jofré, Agrupación de Mujeres Democráticas (EJ): Era una ama de casa bastante inquieta. Con tres hijos, uno más pequeño, por lo tanto había varias actividades que me frenaban un poco. A pesar de eso, era militante del Partido Comunista.
“El gobierno de la UP fue la idealización de todos nuestros sueños. Nos sentíamos personas. Todo lo que hacíamos era lleno de ilusión, soñábamos con que esto durara.
“En mi casa funcionaba la JAP, organización de poder popular con la cual combatíamos el mercado negro y el acaparamiento de alimentos. También funcionaban los Comités de la Unidad Popular (CUP). Quizá fuimos muy abiertos, conocidos, y por eso con la represión perdimos mucha gente”.
–Haydee Vera, Agrupación de Mujeres Democráticas (HV): Estaba trabajando por el gobierno de la UP en el momento previo de las elecciones y cuando se ganó no lo podía creer, era lo más maravilloso que me había sucedido, era un sueño hecho realidad.
“Cuando salimos a celebrar el triunfo del presidente Allende hubo una felicidad, pero con mucho temor. A partir de ese momento también me empecé a dar cuenta de que la cosa no venía fácil. El enemigo era muy grande. Sabíamos que Estados Unidos no iba a permitir un gobierno socialista.
“Siempre me acordaré cuando salí a celebrar a la Alameda, pero con una angustia muy extraña. Después viene el proceso del Golpe... creo que esto se generó desde el comienzo, nunca aceptaron el triunfo de Allende.
“Yo era una mamá que tenía una guagüita (bebé) y era una angustia terrible, porque no sabía que los alimentos estaban guardados y tenía una vecina que se jactaba de tener mucha comida. Era todo muy terrible porque no sabía que en mis narices se estaba gestado el Golpe. Hubo un complot horroroso...”.
–OGE: Eugenia y ¿qué paso con la JAP?
–EJ: Estuve muchas veces en filas, entregando las tarjetas y otras actividades. Nunca vi a nadie que le faltara el dinero para comprar comida, pero las cosas no alcanzaban para todos. Nos dimos cuenta de que la producción del país no alcanzaba para todos... lo poco que se producía estaba en manos que no eran las nuestras.
–OGE: ¿Qué fue lo que interrumpió el Golpe de Estado en Chile?
–EJ: Vivimos 17 años atemorizadas. Murieron nuestros sueños. Mis padres eran de derecha, nos quedábamos solos, aunque ellos me protegieron como hija. Se perdió la confianza, había que cuidar las relaciones con los otros, se sembró el terror.
–HV: Me acuerdo que cuando fue el Golpe, yo iba a dejar unos documentos donde mi suegra. Veía cómo pasaban los autos tocando bocinas, felices todos. Y yo sólo dije “qué vamos a hacer”... muchas de las puertas se nos cerraron. Se nos cerró el futuro, el presente.
“Ese día mi ex marido me dijo ‘no vayas a trabajar’. Yo era funcionara del Ministerio de Justicia, afortunadamente no fui, porque sencillamente me iban a detener. En mi trabajo por suerte nunca di la dirección de mi casa, porque quizá otra sería la historia”.
–OGE: Y en sus vidas ¿qué significó esa ruptura?
–EJ: A mis tres hijos los expulsaron del Colegio Manuel de Salas por las actividades de sus padres. La Iglesia nos prestó apoyo y se pudieron ir a otro colegio. Cuando mi hijo mayor cayó preso por primera vez, al llegar a la casa, mi hija me dijo “tu hijo está preso... no llores, tú nos formaste, nos entregaste ideas y por ellas vamos a luchar”.
“Nosotros como familia tuvimos la posibilidad de irnos del país, pero mis hijos mayores simplemente nos dijeron ‘si ustedes quieren se van... nosotros no’. La pregunta es ¿qué hacemos? Nos quedamos, aguantando la cesantía del marido y a parar la olla como se pudiese. Porque mis tres hijos son militantes políticos.
“Sin embargo, a partir de todos los horrores, prestamos ayuda a mujeres que no sabían dónde estaban sus maridos o compañeros. De ahí nace nuestra Agrupación de Mujeres Democráticas, muy en la clandestinidad en sus inicios, a riesgo de la integridad física de quienes participábamos, que luchábamos por los DH, brindando asistencia material y apoyo moral y jurídico a quienes lo necesitaban.
“Reunimos a amigos, vecinos y otras personas, logrando reunir 16 canastas para los detenidos en distintos centros. Íbamos a las casas de sus familiares, porque no queríamos que les faltara la leche a los niños.
“Nuestra agrupación creció, no era fácil la reunión. Comenzamos a operar con la misma estructura del partido, formar células en todas partes. Cada célula tenía el nombre de una mujer mapuche. Nuestra líder más importante fue Olga Poblete, quien era excelente para organizar actividades.
“Cuando volvimos a la seudo democracia, muchos pensaron que nuestro trabajo hasta aquí llegaba, que no tenía razón de ser. Las mujeres pensamos lo contrario y hasta el día de hoy nos juntamos y hemos cumplido 40 años. Hay tanto por hacer...”.
–HV: Nos vimos con un caos encima. Mi madre era dirigente del Partido Comunista y cuando llegó el Golpe no sabía que había pasado con ella, luego se sumergió en un estado de la que era imposible sacarla.
“Mi hermano, profesor de la Universidad Técnica, no lo vi hasta cinco meses más tarde. Lo detuvieron y no teníamos noticias. Fui al Ministerio de Justicia, Ministerio de Defensa, al Estadio Nacional, recorrí una serie de lugares porque no estaba en las listas de detenidos. Ese fue mi diario vivir.
“Luego, cuando apareció mi hermano me relató los horrores vividos, jugaban a la ruleta rusa con los detenidos y tuvo la suerte de no morir porque la bala no salió... y ahí me contó que al estar en el Estadio Nacional de Chile conoció a Víctor Jara y, pese a las torturas, el cantautor nunca perdió la entereza.
“Tanto mi hermano como mi madre decidieron irse del país. Cuando me lo ofrecieron a mí, dije que no, ‘me quedo’, tenía que resolver una situación personal. Me sentí con la libertad de hacer otras cosas y no estar tan preocupada de que a la familia le fuese a pasar algo. Me sumé a la Agrupación de Mujeres Democráticas y desde ahí no paramos de trabajar.
“Sin embargo, es claro que todo se empezó a poner cada vez más difícil. No tenías a quien recurrir, porque todos estaban con problemas, unos más terribles que otros. A 40 años del Golpe, aún siento mucha rabia”.
–OGE: ¿Cómo lograron, con ese temor y dolor, organizarse?
–EJ: Siempre tuvimos un pensamiento de la comunidad, una no es una... hay más personas que nos necesitaban. Teníamos miedo y nos pusimos en contacto con Paz Rojas, quien nos dio charlas sobre el miedo y nos enseñó a manejarlo. Íbamos a las marchas muy arregladas porque sabíamos que la gente de derecha era muy clasista, entonces andábamos de punta en blanco.
–HV: Me incorporé a la Agrupación unos meses más tarde. Caí en una total depresión. No quería nada, cuando dos amigas (Norma Araya y María Inés Moreno) me dijeron “juntémonos”... y me gustó, me sentí viviendo lo de mis compañeras. Esto me incentivó a realizar muchas cosas.
*Texto retomado del portal Observatorio de Género y Equidad (OGE).
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