12/17/2013

Mancera y su amarga Navidad



Ya sea por sus propias decisiones, como aumentar tarifas e impuestos en la ciudad, o por la división interna que priva en el PRD o, incluso, porque desde el gobierno federal decidieron hacerle sentir “frío” político, el caso es que para el jefe de Gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera, el fin de año no pinta nada bien y su imagen está siendo duramente cuestionada por diversos sectores sociales que le recriminan su falta de decisión en algunos temas y sus impopulares decisiones en otros asuntos.

Es como si en este cierre del 2013, que él mismo reconoció como “un año muy difícil”, todo se le juntara al gobernante capitalino que lo mismo recibe abucheos de grupos de la izquierda, que le dan portazo en el Congreso federal con su reforma política del DF y esos mismos congresistas le recetan una Ley de Marchas para la ciudad, mientras en las calles crece la efervescencia y las protestas por decisiones de su administración como el aumento de la tarifa del Metro en 60%.

Todo para configurar un fin de año de pesadilla para Mancera, que apenas en el primer tramo de su gobierno acusa un notorio desgaste político y de popularidad que lo colocan cada vez más lejos de las expectativas que generó con su numerosa e histórica votación. Es como si en apenas 365 días la figura del gobernante de la ciudad haya pasado de simbolizar la palabra esperanza, a encarnar, en el vox populi e incluso en círculos ilustrados, el término decepción.

La crisis que comenzó con el conflicto magisterial en las calles de la ciudad, se fue agravando con una percepción cada vez más grave del problema de la seguridad en la urbe. Dos temas en los que radicaba la mayor fortaleza de Miguel Ángel Mancera, la seguridad y la aplicación de la ley, por su paso como procurador, se convirtieron, paradójicamente, en las dos fuentes de crítica mayor a su ejercicio de gobierno: en un caso por no tomar decisiones claras y responder al clamor ciudadano de orden en las calles, y en el segundo, por la falta de resultados inmediatos en casos emblemáticos como el del bar Heaven, la corrupción de jefes policiacos y el avance del narcomenudeo y la extorsión en los comercios de la ciudad.

Por si todo eso fuera poco, lo político también se le complicó al jefe de Gobierno en esta última etapa del año. Su falta de operadores políticos experimentados, combinada con su política de “quedar bien” con todos los actores, evitando tomar posiciones propias, lo fue llevando a un terreno en el que quedó atrapado por sus propias indefiniciones, por un lado en las pugnas internas del partido que lo llevó al poder, el PRD, y por el otro en su relación con el gobierno federal que pasó de ser la más amable y cortés, a recibir del PRI un par de reveses políticos que no esperaba.

En el caso perredista, aún con su decisión de no militar en ese partido y mantener un carácter de político “ciudadano”, Mancera fue visto desde su postulación como un activo para la izquierda; pero su falta de habilidad para colocarse por encima de la guerra entre tribus, al mismo tiempo que su enfrentamiento abierto con Marcelo Ebrard, lo colocaron en medio de las reyertas del PRD.

Si a eso se añade que usó al partido para negociar en el “Pacto por México” un fondo de capitalidad y una reforma política para el DF que impulsó desde el arranque de su gobierno, pero no tomó posiciones claras en asuntos tan delicados como la eeforma energética, en donde no operó ni a favor ni en contra, pero tampoco medió para evitar la radicalización de algunos grupos del perredismo, el resultado fue que el PRI le cobró a Mancera toda la tensión y hasta las ofensas en el debate petrolero, parándole su reforma política y legislando una Ley de Marchas como la que tanto rehuyó el GDF y la Asamblea Legislativa para regular las manifestaciones en la ciudad.

Es evidente que el trato de enorme cortesía política que le dispensaban desde el gobierno de Peña Nieto y del propio PRI cambió y se endurecieron las posiciones contra su administración en un claro mensaje de que al Jefe de Gobierno le falló también la política. Veremos si el 2014 se recomponen las cosas para Miguel Ángel Mancera o si él decide recomponer su estrategia, su actitud y hasta su gabinete, porque si continúa por la misma ruta de este primer año, aquello de la amarga Navidad de José Alfredo Jiménez se le hará realidad.

NOTAS INDISCRETAS… Antes de viajar a Turquía, el presidente Enrique Peña Nieto dejó ya firmada y enviada para su promulgación la iniciativa de cambios constitucionales en materia energética. Eufórico, como ha estado en los últimos días por la aprobación de su llamada “reforma madre”, el mandatario rebautizó ayer a la vieja “línea política” que permitió una aprobación fast track en los Congresos locales y dijo que el que se haya votado en 16 legislaturas, sin debate y en apenas 57 horas, en realidad se llama “consenso”. Cosas de los nuevos tiempos… Los dados mandan Serpiente. Caída prenavideña.

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