10
de abril, un aniversario más de la muerte de nuestro general Emiliano
Zapata Salazar, uno de los héroes más puros de la historia de nuestro
México. Ellos, los de arriba, los herederos y continuadores del
proyecto político de los que lo asesinaron, celebran. Dicen discursos
donde “lamentan” su muerte, lo recuerdan y hasta en su honor anuncian
nuevas políticas para “beneficiar” al campesino, al indígena, al peón.
Mentiras, más políticas para terminar de entregar el campo a los
grandes capitales “nacionales” y extranjeros.
Nosotros los de abajo,
los oprimidos, los explotados, los jodidos lo recordamos, donde quiera
que estemos, desde nuestras posibilidades y fuerzas, pero con el
corazón, haciendo nuestro esfuerzo, por continuar su lucha por la
justicia social. Tratando de construir desde abajo, nuestro poder, el
que él buscaba.
Ahora en este tiempo de contrarreformas, de
intentar hacer funcionar hacia atrás el reloj de la historia, de
neoliberalismos agresivos, de cinismo político evidente, de muertes y
más muertes, nos hablan de una nueva reforma al campo. Como las otras o
las anteriores en este sector, para “beneficio” nuestro.
Con las
últimas puñaladas, las de las modificaciones al artículo 27
constitucional y las del capítulo agropecuario del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN), no lograron acabar con nosotros,
todavía respiramos, estamos organizados y luchamos.
El paraíso
prometido se volvió un infierno, creó una dependencia alimentaria
tremenda, no han podido terminar de expulsarnos de nuestras tierras y
los ejidatarios y comuneros resisten el esfuerzo de acabar con sus
propiedades. El 60 % de la tierra sigue siendo de uso común y 28
millones de personas vivimos en el campo.
La reforma del campo es
una necesidad de los grandes capitales trasnacionales, para sus
proyectos petroleros, gaseros, mineros y sus grandes negocios
agropecuarios. Quieren expulsarnos del campo, que seamos peones
superexplotados en nuestras tierras o arrebatárnoslas, tener nuestros
bosques, nuestros acuíferos. Seguiremos resistiendo
La
violencia está en nuestros pueblos, en nuestras comunidades, buscando
romper nuestras relaciones de solidaridad. Es la violencia de los
caciques tradicionales, a la que se agregan la de las mafias del crimen
organizado, la de las mineras, la de aquellos que quieren nuestros
bosques, nuestras tierras, nuestra agua y nuestras playas.
Nuestros
reclamos de justicia son añejos y mientras estemos vivos los seguiremos
enarbolando. No morirán con nosotros. A ellos agregamos los de los
compañeros maestros, los estudiantes, los damnificados, la policía
comunitaria, la libertad de los presos políticos, la presentación de
los desaparecidos.
Por eso este 10 de abril seguimos reclamando
juicio para Rubén Figueroa Alcocer y la presentación de nuestros
desaparecidos Gilberto Romero y Benito Bahena Maldonado.
Esclarecimiento de los asesinatos de los luchadores sociales.
Indemnización efectiva a los damnificados del huracán Manuel. No a las
contrarreformas educativa, laboral y energética. No a los impuestos que
afecten al pueblo. No al proyecto de La Parota. Respeto a las
autoridades de la CRAC. Libertad a Néstora Salgado. Libertad a los
policías comunitarios detenidos. Presentación con vida de los
desaparecidos políticos.
Benigno Guzmán Martínez. Organizacion Campesina de la Sierra del Sur (OCSS).
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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