11/04/2014

Los periodistas pal café . . .



Aislado y paralizado, Enrique Peña Nieto opta por recetarse una nueva dosis de pactismo intramuscular, esperanzado en que la fórmula tripartita de repartición de beneficios entre cúpulas, llamada Pacto por México, servirá ahora para bocetar ‘‘soluciones’’ en ‘‘colectivo’’ a la profunda crisis de gobierno, legalidad y legitimidad que vive su administración incapaz hasta ahora de informar algo sensato y fundado respecto de los 43 desaparecidos en Iguala.
Para valorar esta nueva pretensión de pactotráfico bastaría con ver el marco ceremonial que EPN seleccionó para lanzar su convocatoria a representantes del Estado, los partidos políticos y las ‘‘organizaciones de la sociedad civil’’ para tejer un compromiso nacional (el Pacto por México bis) que, según eso, buscaría emprender ‘‘cambios de fondo’’, fortalecer las instituciones y ‘‘asegurar la vigencia plena del estado de derecho en el país’’ (malpensados que cada día se multiplican, absténganse por favor de emitir cuchufletas, pues el asunto dicen que va en serio).
El parto de los pactos se celebraba ayer durante la ceremonia en que Peña Nieto presentaba en sociedad los reglamentos de la reforma energética que en su letra chiquita facilitarán los arreglos discrecionales, específicos y muy jugosos que ya fueron aprobados en la letra grandota, la de la Constitución y las leyes secundarias. Sólo una revelación mística podría llevar a uno a proponer, y a otros a creer, que desde las piedras reglamentarias para la construcción del negocio del siglo (productor de riquezas mayúsculas, al estilo del alemanismo, el salinismo y otros ismos sexenales) se puede proponer una cruzada contra la corrupción y la impunidad.
Esa adicción pinolera a los paraísos artificiales del pactismo cierra los ojos a la realidad militante, desbordada, creativa y tal vez perdurable de una sociedad que rechaza cerradamente los mecanismos oficiales de ‘‘representación popular’’ (partidos, candidatos, elecciones, Congreso, poderes ejecutivos en sus tres niveles), que descree rotundamente en ceremoniales, discursos, planes y pactos de las élites, y que está hoy volcada en las calles y en las plazas públicas exigiendo a los políticos, sus discursos y sus instituciones, que devuelvan con vida a 43 jóvenes y que haya castigo para tanto abuso e injusticia.
Apostar a una nueva versión del pactismo (obviamente, los dirigentes de PRD, PAN y PRI están alegremente dispuestos a participar en la nueva repartición) es una confesión políticamente suicida de que Peña y su equipo no han entendido lo que está sucediendo en el país. El pacto original, con el que arrancó su sexenio, permitió a Peña Nieto desplazar la vitalidad social, las inquietudes, protestas y contradicciones, para imponer arreglos entre socios partidistas que impusieron los términos de sus acuerdos privados en las cámaras legislativas donde toda oposición, real o simbólica, fue barrida procesalmente por las mayorías (formadas unas con el PRD, otras con el PAN, algunas con ambos contlapaches) que ni siquiera escuchaban las objeciones porque simplemente aplastaban todo con el poder de su dedo alzado en automático.
Buena parte de la inconformidad, e incluso mucho más que inconformidad, que se manifiesta hoy en las calles de México y algunos otros países proviene de la airada convicción de que la elección presidencial recién pasada fue comprada y manipulada fraudulentamente, que las ‘‘instituciones’’ están en quiebra y al servicio del mejor postor, que el narcotráfico ha convertido a México en muy peligrosa tierra sin ley, y que una asociación perniciosa de tres partidos distintos y un solo beneficiario verdadero reformó la Constitución y rediseñó el país para ponerlo en manos de extranjeros, dañar el interés colectivo y propiciar grandes negocios oscuros. La solución del problema nacional no está, pues, en más pactos de élites, opositores ‘‘asociados’’, simulaciones ‘‘democráticas’’ y planes ‘‘ingeniosos’’.
En Tamaulipas nada ha mejorado; los cárteles regionales siguen ejerciendo el verdadero gobierno en las demarcaciones bajo su control y en guerra salvaje contra sus adversarios, con la población sometida a diarias agresiones. El firmante de documentos a título de gobernador del estado, Egidio Torre, verdadero accidente de la política a esos niveles, sólo sobrelleva la tragedia, blindado él, abandonados los ciudadanos, despóticos los delincuentes hegemónicos.
Sin embargo, a Tamaulipas no se ha enviado un comisionado plenipotenciario, como el ahora calladito Alfredo Castillo, ni una tutora electoral como Rosario Robles con Rogelio Ortega en Guerrero. Pero el secretario Osorio Chong planteó en mayo pasado una ‘‘estrategia de seguridad’’ que estableció cuatro delegaciones regionales con altos mandos militares al frente. En esa ocasión no se incluyó a Nuevo Laredo, y posteriormente se nombró allí como jefe de la policía estatal acreditable al general Ricardo César Niño, quien este domingo fue asesinado en un auto de bajo costo, sin escolta ni armas y en compañía de su pareja. En el lugar fueron encontrados unos cien casquillos de bala.
El general Niño había sido jefe de seguridad pública de Cadereyta, en Nuevo León, de donde fue obligado a renunciar entre señalamientos de que la delictividad había crecido, que un detenido había muerto en los separos bajo presunciones de golpes de los agentes y que algunos de éstos habían prestado armas a alumnos de una comunidad llamada La Tinaja, lo que provocó un escándalo cuando fotos de adolescentes con esas armas aparecieron en redes sociales. Unas semanas después de esa renuncia fue llevado a Nuevo Laredo como jefe policiaco.
Y, mientras la Suprema Corte cerraba ayer su ciclo de resoluciones sobre solicitudes de consultas populares con otra negativa, esta vez al PRI, que proponía preguntar a los ciudadanos si debe reducirse el número de legisladores por la vía plurinominal (de cuatro, la Corte rechazó cuatro, con lo que la movilización caligráfica de varios millones de militantes y simpatizantes de los cuatro principales partidos del país quedó en la nada), ¡hasta mañana!, Twitter: @julioastillero, Facebook: Julio Hernández, Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx



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Ya tiene el presidente Peña Nieto la fórmula para superar la crisis desatada por el secuestro de los 43 normalistas, Iguala y demás crímenes: ¡otro pacto! La idea no es siquiera original, surgió de los presidentes del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios y del Consejo Coordinador Empresarial, Claudio X. González y Gutiérrez Candiani. El Pacto II será por la seguridad y contra la corrupción y la impunidad. Sin embargo, los abajofirmantes serán los mismos partidos políticos del Pacto I, el PRI, el PAN y el PRD, más el Verde. Dolores Padierna ha venido denunciando que Chucho Zambrano ayudó en su fuga a José Luis Abarca. ¿Será convidado? También recibirán invitación algunas otras organizaciones de la sociedad civil. Le urge a Peña Nieto. Quiere que esté bien planchadito antes de irse de viaje a China. ¿Y las familias de los desaparecidos y los asesinados también van a firmar? Parece que el nuevo pacto no es con Dios, como dice la canción.
¡Váaaamonos!
En la feroz batalla que libraron China Railway contra China Railway por el contrato del tren que correrá del Distrito Federal a Querétaro, ¿quién creen que ganó? China Railway, por supuesto. No hubo otro licitante. Se lleva enterito el negocio de 50 mil 820 millones de pesos. El secretario de Comunicaciones, Gerardo Ruiz Esparza, fue el árbitro. El ganador va acompañado por un grupo de empresas: GHP Infraestructura Mexicana, Grupo GIA y Constructora Teya, esta última perteneciente a un grupo empresarial que hizo las obras más sobresalientes del sexenio de Enrique Peña Nieto como gobernador del estado de México, mientras que GIA es propiedad de Hipólito Gerard, cuñado de Carlos Salinas de Gortari. Ruiz Esparza dijo: la licitación se realizó estrictamente conforme a la normatividad y leyes vigentes, respetando los tiempos legales, y enfatizó que la dependencia a su cargo ha ejercido los presupuestos asignados al 100 por ciento de lo programado. Es a lo que yo le he llamado actuar con prontitud. El EximBank de China financiará 85 por ciento del costo. Algunas de las empresas que se interesaban en participar en el concurso dijeron que las bases fueron diseñadas para que ganaran los chinos, nadie más.
La fábrica de pobres
Como suele suceder en las crisis del gobierno mexicano, es la fábrica de pobres la que inyecta dólares a la economía. Los paisanos que trabajan en Estados Unidos –con y sin papeles– enviaron mil 957.7 millones de dólares a sus familias el pasado septiembre, 7.1% más que en septiembre de 2013. Durante 2014 el mejor mes para las remesas fue mayo, cuando se alcanzó la cifra de 2 mil 146.6 millones de dólares. De acuerdo con BBVA Bancomer, la disminución en la tasa de desempleo general en Estados Unidos durante septiembre (a 5.9%) y el aumento de puestos de trabajo de tiempo completo para los migrantes mexicanos en ese país son factores que han impulsado las remesas. Aunque se estima que éstas continuarán creciendo en los próximos meses, la actividad económica ha dado señales mixtas, por lo que se debe seguir al pendiente de ella, dicen los analistas del banco. Es una paradoja: los paisanos generan más dólares que el petróleo.
Muy dura, la prensa internacional
No recuerdo una reacción tan ríspida de la prensa internacional contra el gobierno de México como la que tiene lugar estos días. En un artículo de Francisco Goldman en la revista The NewYorker, titulado: ¿Podrían los 43 estudiantes desaparecidos desatar una revolución?, hace un recuento de las repetidas y concurridas protestas que ha originado la desaparición de los normalistas, así como la masacre de Tlatlaya. Enumera otros casos de violencia, como el asesinato de la tuitera María del Rosario Fuentes Rubio, quien escribía para el sitio Valor por Tamaulipas sobre la actividad de los narcotraficantes en su estado. “En el pasado, las autoridades y muchos dentro de los medios de comunicación cómplices han seguido un guión: estigmatizar a las víctimas, señalarlas como responsables por sus propios destinos o mostrar cómo estas personas no eran ‘mexicanos comunes y corrientes’”, dice Goldman, y señala que los estudiantes eran adolescentes provenientes de comunidades empobrecidas, algunos de ellos de origen indígena, y “no se les puede criminalizar creíblemente como guerrilleros o narcos”. El periodista vivió muchos años en México.



Limpio el camino (por cortesía de la Suprema Corte) de cualquier molesta piedrita popular, Enrique Peña Nieto expidió ayer los llamados reglamentos de la reforma energética, con el fin de ofrecer certidumbre jurídica y plena confianza a todos los inversionistas que decidan participar en el sector energético del país.
Se trata, dijo, de un andamiaje legal e institucional de vanguardia que le permitirá (al país) iniciar una nueva era de desarrollo energético y crecimiento económico. Y en el coro los secretarios de Energía (los inversionistas tendrán certeza de que se puede trabajar en México con reglas claras, transparentes y estables) y de Hacienda (el nuevo modelo contractual mexicano debe ser estable, de tal manera que los inversionistas, los participantes del mercado, conozcan y sepan qué esperar en las rondas sucesivas de aplicación de la reforma energética, a la que calificó de la transformación económica más profunda de los últimos años en nuestro país).
Lo extraño fue que los tres oradores consumieron apenas unos minutos (a ellos que les encanta el micrófono) para leer sus respectivos discursos, aunque el mensaje fue más claro que agua: traigan sus dineros que aquí no sólo los cuidamos, sino que los incrementamos sustancialmente. Para los inversionistas certidumbre jurídica, plena confianza, certeza, reglas claras y estabilidad a manos llenas.
Bien, pero ¿quién les da certeza, certidumbre y confianza a los mexicanos?, porque México acumula tres décadas de reformas, siete gobiernos reformistas y millones de promesas primermundistas, y la situación real es cada vez más desoladora.
Entre los promotores, aplaudidores, aprobadores y abajo firmantes de la reforma energética se cuentan muchos de quienes a lo largo de las últimas tres décadas modernizaron banca, aerolíneas, siderúrgicas, telecomunicaciones, carreteras, minería y un sinfín de etcéteras, siempre con la promesa de que se trataba de las transformaciones económicas más profundas de los últimos años en nuestro país, para terminar dentro de un agujero del que nadie atina cómo salir.
Con la reforma energética prometen lo mismo que todas las anteriores, cuando es obvio que se trata de un gran negocio cupular, por mucho que el modesto secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, asegure que se trata de una proeza colectiva de los poderes Ejecutivo y Legislativo, en tanto que sus reglamentos son fruto de un diálogo intenso de los sectores productivos y académico del país.
Y bueno, sí, fue una proeza, pero de las cúpulas autóctonas y del capital trasnacional que tardaron tres largas décadas y siete impresentables gobiernos en alcanzar el objetivo: privatizar el sector energético nacional, con la graciosa cereza que les regaló la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Si en realidad lo que asegura el titular de Energía fuera una proeza colectiva, la citada reforma simple y sencillamente no habría sido aprobada, porque la mayoría de los mexicanos se pronunció abiertamente en contra de ella, y más de 60 por ciento se manifestó a favor de una consulta popular sobre el particular. Y tales proporciones no surgen de un espontáneo indignado, sino de las propias casas encuestadores que de años atrás los cupulares las dan por buenas y las utilizan para legitimarse.
En su proeza colectiva, los que hoy celebran y comprometen certidumbre jurídica, plena confianza, certeza, reglas claras y estabilidad a manos llenas nunca pidieron la opinión de quienes, en primerísima instancia, debían consultar. Hicieron los amarres allá arriba, armaron el traje a la medida y listo: reforma cocinada. Y cuando los inconsultos exigieron participar, la Suprema Corte de Justicia de la Nación les dio un portazo en la cara, porque no tenían derecho, según dijeron, a participar en la proeza.
Cuando, en su más reciente trabajo, las encuestadoras preguntaron a los mexicanos si estarían de acuerdo en mantener la reforma energética en los términos aprobados por el Legislativo, la respuesta positiva fue de apenas 27 por ciento, y la misma proporción en el caso de concesiones y/o contratos al capital nacional o foráneo en materia petrolera y eléctrica.
Por otro lado, cuando se les preguntó sobre si era importante consultar a la ciudadanía sobre la permanencia o no de tal reforma, la respuesta favorable fue de 60 por ciento. Seis de cada diez exigió que los tomaran en cuenta, pero la Suprema Corte de Justicia de la Nación los mandó a paseo, porque no tienen derecho a opinar en esas cuestiones, que para eso están los de arriba. He allí el balance de tan singular proeza colectiva.
Y si de hazañas se trata, el precio del petróleo mexicano de exportación se mantiene a la baja. Ayer cerró la jornada en 75.65 dólares por barril, uno menos que el pasado viernes, de tal suerte que cada día que pasa se aleja más del reciente promedio (recortado) aprobado por el Congreso.
En este contexto, Consultores Internacionales advierte sobre la alta dependencia de las finanzas públicas del ingreso petrolero, y por supuesto de los vaivenes del precio internacional. La dupla Ejecutivo-Legislativo, contra toda tradición redujo el precio del barril de 81 dólares que estipulaba la iniciativa (original) a 79, ello considerando el periodo de caída generalizada en los precios internacionales que se registra.



 El manejo del azúcar en la dulcería llegó a México en el siglo XVI; los españoles lo heredaron de los árabes. Mazapanes, charamuscas, semillas garapiñadas, alfajores y alfeñiques son muestra de ello; en varios casos el nombre mismo nos remite a la cultura mora. Algunos se han integrado tanto a nuestras costumbres que están presentes en fechas como la Semana Santa, los días de Muertos y las posadas.
Por estos días en diversos mercados hemos podido ver en especial dos tipos de dulces: el dulce vaciado representado sobre todo por las calaveras de dulce, algunas de ellas bellamente decoradas, y también un sinnúmero de figuras de alfeñique. El espíritu de la cultura mesomericana se hace evidente en las calaveras; la delicadeza del trabajo de los antiguos alfareros mexicanos y su gran creatividad se observa en los moldes, decoraciones y formas.
El dulce vaciado se hace con azúcar cocinada con agua a 180 grados de temperatura hasta formar una pasta que se vacía en moldes de barro previamente humedecidos, donde se cristaliza al enfriarse casi al contacto. Se deja secar un poco más, se desmolda y se decora con pastas de diversos colores, usualmente con duyas.


Ayer, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) anunció la adjudicación de la licitación para construir el tren de alta velocidad México-Querétaro al único consorcio participante en el concurso. Los elementos aportados por esa dependencia arrojan una duda inquietante sobre la regularidad del proceso. Para empezar, parece extraño que un proyecto por más de 50 mil millones de pesos, que implica un considerable volumen de utilidad, no haya interesado a otros concursantes, y podría resultar inexplicable que ningún consorcio, además del ganador, haya buscado hacerse con el contrato correspondiente. En contraste con lo señalado ayer mismo por el titular de la SCT, Gerardo Ruiz Esparza, de que es frecuente que en los concursos para construir líneas férreas de alta velocidad se presentan en promedio dos ofertas, es preciso recordar, a guisa de ejemplo, que para el tren interurbano México-Toluca participaron tres consorcios interesados en desarrollarlo.

De latinoamericanos sobre normalistas de Ayotzinapa
Desde toda América, vivos los queremos. La Asociación Latinoamericana de Medicina Social, la Asociación Internacional de Políticas de Salud, Médicos del Mundo, el Foro Social Mundial de Salud y Seguridad Social, el Foro Nacional de Salud/Argentina y la Asociación Brasileña de Salud Colectiva se unen al clamor mundial por el inmediato regreso de los 43 normalistas de Ayotzinapa que fueron desaparecidos de manera forzosa por la policía en la ciudad de Iguala, Guerrero. Exigimos castigo a los responsables de esta desaparición y del asesinato de dos normalistas más como delitos de lesa humanidad. Sabemos bien que no es nueva la actitud represiva de todo el Estado mexicano contra las normales rurales creadas hace mucho, en la época del cardenismo; sabemos bien que tampoco es nueva y aislada la corrupción de las instituciones por el crimen organizado, que actúa de la mano con las policías y fuerzas armadas en no pocos lugares de México. Pero sabemos también de la larga tradición de lucha del pueblo mexicano que hoy a lo largo y ancho del territorio se manifiesta y lucha, junto a los normalistas, a las madres y padres de los estudiantes, junto al pueblo guerrerense.

El Instituto Politécnico Nacional (IPN) se encuentra ante una encrucijada histórica ineludible: mantenimiento a largo plazo de un sistema que designa director general sin votación libre, universal y secreta, o tránsito hacia la autonomía democrática. Es insostenible que los mexicanos tengamos derecho a elegir presidente de la República, pero los politécnicos no para elegir director general.

Ayotzinapa es la clave de la enormidad del drama humano implicado en la desaparición de 43 jóvenes normalistas, ante la cual se han pronunciado las más variadas voces en el país y a escala internacional, incluyendo la del propio papa Francisco. Hoy el grito por la exigencia de aparición con vida de los estudiantes se escucha en los más diversos idiomas y espacios.

Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven. Palabras de José Saramago respecto a su Ensayo sobre la ceguera. Palabras que nos sitúan como espectadores de una sociedad que se articula y se desarticula alrededor del mal blanco, que es como describen los personajes de la novela la anomalía que se ha apoderado de su cuerpo y de su mente, imposibilitándoles ver. Palabras, éstas, dichas –escribo de memoria– por la escritora Luisa Fernanda Castaño.

En cada marcha para exigir la presentación con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, cientos de jóvenes participan cubriendo su rostro con estilizadas máscaras blancas con sonrisa, bigote y barba puntiaguda. La careta reproduce la utilizada por el revolucionario inglés del siglo XVII Guido Fawkes. Los hackers de Anonymous la han hecho célebre en muchos países.

México vive bajo la constelación de una crisis quíntuple. La social se viene incrementando desde el sexenio de Salinas, cuando millones de campesinos fueron obligados, por la mano económica, no por la militar, a abandonar sus tierras y buscar algún resquicio de subsistencia en la emigración –nacional o internacional– o en la delincuencia, y cuando innumerables trabajadores urbanos se vieron forzados, de esa misma manera, a transitar al sector informal, a un mercado de trabajo volátil e incierto, a la changarrización (aportación teórica de Fox) o a la delincuencia. Tales fenómenos, así como la férrea contención salarial, la destrucción deliberada de los sistemas públicos de salud y educación, la eliminación o reducción de derechos individuales y colectivos y la liquidación de la casi totalidad de la propiedad pública se han traducido en desigualdad lacerante, desintegración social, miseria, marginación, desempleo, insalubridad, cinismo e indiferencia y una alarmante pérdida del sentido de nación por un gran número de habitantes del país.

El movimiento estudiantil en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) ilustra los graves problemas internos que existen en una de las más importantes y emblemáticas instituciones de educación superior e investigación en México. Pero este conflicto es, al mismo tiempo, la mayor oportunidad que se ha presentado en las décadas recientes para la evolución positiva de ese centro de estudios, transformación que, sin embargo, puede frustrarse ante la falta de voluntad para distinguir entre lo que es esencial y lo que es secundario.
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Esculturas de Prune Nourry (París, 1985), que se exhiben en el Museo Diego Rivera-Anahuacalli (calle Museo, 150, San Pablo Tepetlapa, Coyoacán 

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