1,
Acabo de ver la entrevista –que a mí me pareció un poco policiaca de
Carmen Aristegui- al valeroso luchador social, joven Sandino Bucio, que
tuvo la inteligencia y la capacidad para responder. Esa destacada
periodista (la única que vale de todos) parece estar contaminada y
acomodarse al orden despótico y la paz de los sepulcros que impone el
Estado y el poder. Que “si eres tú el de la fotografía”, que “quiénes
de los jóvenes estudiantes “cara cubiertas” quemó la puerta de Palacio,
que quiénes arrojan piedras y bombas Molotov”… ¿Olvida Aristegui al
“bendito gobierno y sus gendarmes” que con perros y caballos impiden
las manifestaciones, arrojan gases lacrimógenos, balas de goma, balas
que matan, que llevan en su cuenta a 120 mil inocentes asesinados?
Sandino respondió con la única verdad: el pueblo “está hasta la madre”
y ha comenzado a despertar.
2. Pensé que Aristegui le preguntaría
a Sandino sobre las causas de sus luchas, acerca del abandono del
gobierno al sistema educativo, sobre las causas del comportamiento de
la burguesía contra los jóvenes, del bajo nivel de participación de los
estudiantes, sobre la desaparición del “Yo soy 132”, acerca de la
diferencia entre “los jóvenes hijos de papi” y los estudiantes de
Politécnico. Pienso que Carmen es diferente a toda la marranada de
conductores al servicio del capital y que entiende perfectamente que
son las clases sociales y la lucha de clases. Me gustaría que le
preguntara a Slim, Azcárraga, Salinas, Bailleres y demás grandes
multimillonarios de México cómo hacen sus inversiones, sus negocios,
sus tranzas, como roban y desfalcan y en dónde están sus depósitos
grandes y pequeños. Puta, ellos son mil máscaras, se disfrazan de todo,
pero hay todo un sistema podrido que los cubre.
3. Con
excepción de los comerciales, las notas de deporte y algunos
comentaristas autoritarios como el tal Alcocer, en los que prefiero
colocarme algodones en los oídos para no oír, escucho sus horas de
programa, aplaudo mucho, pero más de cinco veces me ha parecido que
condena a los jóvenes que se cubren la cara acusándolos de “violentos”,
“provocadores” e “infiltrados”. Me recuerda las veces que racistas han
condenado a nuestros campesinos como “ignorantes, borrachos y flojos”
sin ver que -junto a los de más trabajadores- son los creadores de la
riqueza que todos consumimos. Los que viven explotando, esquilmado,
apuntalando con mucha comodidad en este sistema capitalista, no pueden
entender que el 80 por ciento de la población vive en la pobreza y la
miseria y que comienza a estar “hasta la madre” de ella.
4.
En las calles se manifiestan personas de “carácter” o de “convicción”
diferentes. Unos marchan en protestas contra el gobierno del PRI, PAN o
de PRD; los más conscientes, honestos e inteligentes, lo hacen contra
el sistema capitalista que es la causa de todos los males: hambre,
miseria, desigualdad. Muchos están contra “errores” o “malos y
corruptos funcionarios” y creen que cambiándolos estaremos bien; los
que llevan mucho tiempo estudiando y pensando el asunto saben que
aunque cambien los funcionarios o hagan algunas reformas de leyes, las
cosas seguirían igual porque sólo el autogobierno, el gobierno directo,
puede comenzar a remediar la situación de fondo. No es un problema de
personas, de buenos o malos gobiernos, sino de pueblos que luchan por
igualdad económica, política, social, que es lo que lleva a la paz y a
la libertad.
5. Un amigo mío, luchador social honesto, muy
conocido y destacado me decía que los jóvenes con el rostro tapado eran
“infiltrados”; le dije que la policía, el ejército, el FBI nunca en la
historia han dejado de infiltrar los movimientos; que el gobierno, los
empresarios, el mismo Lombardo Toledano siempre dijo que los dirigentes
de 1968 eran agentes de la CIA y el FBI. ¿Qué resultó? Que sí estaban
infiltrados y el gobierno conocía todos sus movimientos, pero otros
cientos de líderes y dirigentes impulsaron el histórico movimiento e
hicieron cambiar todo. Hoy se puede hablar de un antes y un después de
1968. Policías hay hasta en el retrete, pero los jóvenes de “cara
tapada” que encabezan las marchas son lo más valioso de todo el
contingente porque no van de “paseíllo”, van a hacer conciencia y a
demostrar a la gente que sí se puede.
6. Los jóvenes de
los partidos en el poder o cercanos a él –aunque jodidos- no marchan;
prefieren ser disciplinados y esperar su turno para seguir las
consignas de sus dirigentes. ¿Cómo estos mismos gobiernos y partidos
–que se la pasan dilapidando los miles de millones de presupuesto
público- no van a condenar de “violentos” a los jóvenes que dicen que
“este país ya valió madres” porque el gobierno en vez de resolver
problemas los agrava? El futuro de las movilizaciones es su
radicalización y –si continúan los gobiernos (nacional y de los
estados) reprimiendo y asesinando como hasta hoy- no está lejana la
guerra civil prolongada. Las magníficas batallas del pueblo de Guerrero
–de los campesinos, los estudiantes, los maestros, los universitarios-
contra sus gobernantes asesinos parecen estar demostrando el camino.
7.
Y que conste que las guerras –como enseñan todas las historias del
mundo- no las hacen los pueblos, porque ellos solamente han exigido que
los dejen trabajar y vivir en paz. Lo único que han hecho las
poblaciones es defenderse de las represiones que los victiman por
defender sus derechos y las de sus familias como trabajadores. Lo que
han hecho los pueblos –cuando no les han dejado otro camino- es
rebelarse y hacer revoluciones sociales profundas para cambiar su
política y su economía. Muchas de esas rebeliones han sido ensayos
inconclusos por falta de la fuerza necesaria, pero son empujones que
tendrán que repetirse. En esos ensayos estamos frente una clase social
minoritaria explotadora que destruye para conservar sus intereses.
8.
El gobierno, para evitar las protestas y las marchas, tiene que
quitarle los enormes propiedades y riquezas a los ricos para
entregarles tierras, instrumentos, animales, créditos a los campesinos
para que puedan vivir; obligar a los multimillonarios a crear por lo
menos un millón de empleos al año bien remunerados; hacer que los
salarios mínimos sean suficientes para que las familias puedan vivir de
ellos; asegurar que todos los jóvenes tengan escuela gratuita y que
cuando terminen obtengan un trabajo digno, y que los profesores sean
plenamente atendidos en sus demandas. Pero esto es una tonta ilusión,
una vacilada que no se puede dar en el capitalismo mexicano o de algún
lugar. Pero con suerte calme a los campesinos, a los trabajadores, a
los estudiantes y maestros que están en la calle.
Blog del autor: http://pedroecheverriav. wordpress.com
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