El 2015 será un año importante para todo nuestro país en la arena política y electoral.
Como
es común, al dar inicio a un nuevo año felicitamos a quienes nos
rodean, familiares, amigos y compañeros, esperando que sus metas y
deseos se logren. También realizamos distintas actividades con la
intención de llamar a la buena suerte y de poder hacer aquello que nos
hace felices. La felicidad orienta nuestras acciones y decisiones y,
como experiencia humana fundamental, debe conducir el actuar de las
instituciones y el diseño e implementación de políticas públicas. El
2015 será un año en el que a través del voto decidiremos que autoridad
debe hacerse responsable de lograr, en la medida que el marco legal lo
exija, que la población disfrute de un mayor bienestar en su vida
cotidiana.
Como la mayoría de las corrientes filosóficas coinciden, quizá sólo
con excepción del nihilismo de Nietzche, el fin último de la existencia
humana, y por lo tanto, de todas nuestras acciones, es la búsqueda de
la felicidad. El hedonismo, una de las tantas filosofías que aborda el
tema de la felicidad, la asocia con el placer. En nuestro actual modelo
social, dentro del sistema cultural occidental capitalista, sin duda el
estado y la sociedad siguen, quizá sin saberlo, la idea hedonista de
alcanzar la felicidad a través del placer de los sentidos. Es por eso
que la cultura social de consumo nos arroja a una búsqueda de felicidad
que parece inalcanzable y que es efímera.
Con independencia de la perspectiva filosófica desde la que
abordemos el estudio de la felicidad, todo lo que hacemos, en términos
de nuestra actuación individual y colectiva, tiende a alcanzar la
felicidad. Éste sería, por lo tanto, el fin último de la organización
social que conocemos como “Estado”, siendo sus objetivos inmediatos el
orden, la paz, la seguridad, y la justicia, entre otros, mientras que
las herramientas para alcanzar dichos fines varían según el modelo de
organización social.
La importancia de la felicidad en la vida de las personas ha sido
reconocida en distintos documentos históricos y jurídicos relevantes.
En el preámbulo de la Declaración de Independencia de los Estados
Unidos de finales del siglo XVIII ya se proclamaba como derecho
fundamental la búsqueda de la felicidad. Por su parte, la Constitución
Española sostiene que “el objeto del Gobierno es la felicidad de la
Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el
bienestar de los individuos que la componen”. Hasta el 2011 la Asamblea
General de las Naciones Unidas consideró, en una resolución, que “la
felicidad es un objetivo humano fundamental” e instó a los Estados a
crear políticas públicas orientadas hacia ese fin.
De igual modo, sondeos han estimado como ámbitos importantes para
estudiar la felicidad integral de una persona, o de una colectividad,
los siguientes: salud, economía, ocupación, relaciones familiares,
amigos, tiempo libre, vida espiritual y entorno. Con base en lo
anterior, expertos en la materia analizan el grado de bienestar que
existe en un país o comunidad, permitiendo así obtener resultados que
pueden ser útiles para servidores públicos en el diseño de políticas,
así como para la toma de decisiones.
En la arena electoral, la emisión del voto en las urnas, se realiza
como parte de un proceso de toma de decisión, en el que, entre otros
factores, se toma en cuenta el nivel satisfacción en la vida cotidiana
en los ocho ámbitos ya mencionados; por ejemplo, al existir problemas
de inseguridad en una entidad federativa gobernada por un partido
político, es probable que el votante tome en cuenta este aspecto y lo
analice a la luz de la oferta política de un candidato o partido
político, adoptando así una decisión final, misma que puede estar
orientada a obtener un bienestar en su entorno que le permita una
seguridad personal mínima. Además de ser determinante en la intención
del voto del elector, los distintos grados de felicidad que pueden
existir influyen también en el nivel de legitimidad que tiene un
gobierno en el ejercicio del poder.
El 2015 será un año importante para todo nuestro país en la arena
política y electoral, en la medida en que se renovarán autoridades
federales y locales bajo nuevas reglas y con la participación de nuevos
actores políticos. El registro de tres nuevos partidos, la
reconfiguración interna de fuerzas en y entre algunos partidos ya
existentes, las nuevas funciones de las autoridades electorales, el
registro de candidatos independientes y sobre todo el contexto social y
económico del país, harán del próximo año electoral, un año dinámico y
activo, en el que debemos confiar en la expresión de la voluntad
popular.
A todas las autoridades y órganos encargados de organizar las
elecciones y de coadyuvar en el proceso electoral, les corresponde
asumir su responsabilidad, así como a los ciudadanos les atañe acudir a
las urnas y emitir su voto en la próxima jornada electoral, no sin
antes asumir la importancia de su decisión y de tomar en cuenta los
resultados de las gestiones de los gobernantes y legisladores, así como
el grado de satisfacción que tienen en su vida cotidiana.
En atención a todas las actividades y etapas propias del proceso
electoral en curso, entre las que se encuentran las precampañas, las
campañas, la jornada electoral y la resolución de medios de
impugnación, es que les deseo a todas y todos un ¡feliz año electoral!
Además de que espero que todos logremos cumplir
nuestros objetivos laborales, familiares y personales para que podamos
acercarnos más a la meta última: Una mayor felicidad.
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