El Banco de México se enfrenta a una difícil decisión: tanto el subir como el no subir su tasa de interés de referencia próximamente implica consecuencias negativas para la economía mexicana
"Con la inminencia de una alza de tasas de interés en Estados Unidos, hay
una alta probabilidad de que las tasas en México tengan que incrementarse
este año" Agustín Carstens, Gobernador del Banco
de México
Se espera que Estados Unidos eleve sus tipos de interés el próximo mes de
junio
3 % el objetivo de inflación fijado por Banxico, el cual contempla un intervalo de más/menos un punto porcentual
10.29 % la depreciación que ha sufrido el peso en su tipo de cambio
frente al dólar en el último año; este deterioro se aceleró en los
últimos meses debido a la caída petrolera
3 % el actual nivel de la tasa de interés de referencia fijada por
Banxico, misma que se encuentra en un mínimo histórico después de una
serie de recortes
La junta de gobierno del Banco de México (Banxico) está en un dilema.
Las autoridades de política monetaria del país tienen que decidir si
es el momento de alzar su tasa de interés de referencia, la cual se
encuentra en un mínimo histórico de 3 por ciento.
Pero ambas alternativas, subir o no subir, implican consecuencias negativas para la economía mexicana.
Por un lado, alzar la tasa podría tener un impacto negativo sobre el
crecimiento económico, que en los últimos dos años ha sido
decepcionante. Además, en un entorno en el cual otros bancos centrales
están reduciendo sus propias tasas, esto le restaría competitividad al
país.
Pero si Banxico no alza su tasa, en un año en que se prevé que la
Reserva Federal (Fed) alzará la suya, México podría enfrentarse a fugas
de capital, una fuerte depreciación del peso, y un incremento en la
inflación.
Estas circunstancias hacen que Banxico, más que escoger el mejor
camino, tenga que elegir entre el menor de dos males. Dado este
escenario, Luis Videgaray, secretario de Hacienda, acudió a la última
junta de política monetaria de Banxico, algo que no hacía desde marzo
del año pasado.
Golpear al crecimiento…
Un alza de tasas en México tendría implicaciones negativas para el
crecimiento que ha mostrado una tendencia débil desde el 2012.
Además, mayores tasas de interés se verían reflejadas en una
apreciación relativa del peso mexicano, lo que le restaría
competitividad a las exportaciones del país.
Mientras que la economía mexicana se ha visto amenazada por un pobre
consumo interno y un recorte del gasto público, el sector exportador ha
sido el único componente dinámico del país.
La recuperación de Estados Unidos, primer socio comercial de México,
se ha reflejado en altas tasas de crecimiento de las exportaciones
mexicanas, particularmente en el sector automotriz.
La pérdida de competitividad sería aún peor dada la tendencia de
recorte de tasas presentada por los otros bancos centrales del mundo.
Durante este año, la mitad de los países del G-20 han tomado medidas en
este sentido.
La debilidad del crecimiento global y la amenaza de la deflación son
las principales causas de la tendencia global de estímulo monetario. El
resultado de esto es una depreciación generalizada de las divisas
frente al dólar, ganando competitividad para sus países a costa de las
exportaciones mexicanas.
La última minuta de la junta de gobierno de Banxico enfatiza que se
vigilará la postura de política monetaria relativa de México y Estados
Unidos. Sin embargo, la pregunta fundamental es cuándo se tomará alguna
medida.
El pronóstico promedio de los analistas indica que Estados Unidos
elevará sus tipos de interés en junio del 2015. Asimismo, durante la
última semana, tres miembros del comité de política monetaria de la Fed
declararon que un incremento de tasas en estas fechas es altamente
factible.
La encuesta de expectativas económicas de Banamex augura un alza de
3 a 3.5 por ciento en la tasa de interés de referencia de Banxico para
septiembre de este año.
…O al peso
México cuenta con pocos controles de entrada y salida de capital de
cartera, además de que gran parte de sus títulos están en manos de
extranjeros. Esto vuelve al país sensible a los cambios en las tasas de
interés de otros países, especialmente Estados Unidos.
Es por esto que si la Fed eleva su tasa de interés y Banxico no se adecua a esto, el país sufriría una severa fuga de capital.
Esta salida además resultaría en una depreciación profunda del tipo
de cambio del peso frente al dólar, lo cual en teoría traería consigo
un alza probable en la inflación debido al aumento de precio de los
bienes importados.
Este tipo de efectos se observaron en el verano del 2013, después de
que la Fed anunció el comienzo de la retirada de su programa de compra
de activos, que hasta ese momento inyectaba 70 mil millones de dólares
mensualmente a la economía estadounidense.
La retirada de este programa de distensión monetaria envío una señal
al mercado de que una alza de tasas se encontraba en el horizonte, y
causó fugas de capital en los mercados emergentes a pesar de que esta
alza no se dio entonces y aún no se ha dado.
Por otro lado, la debilidad en el crecimiento podría revertirse
parcialmente con un estímulo monetario. En ese sentido, un descenso
reciente en la inflación ofrece margen a Banxico para recortar los
tipos de interés.
Además, durante un discurso reciente, Carstens afirmó que el efecto
inflacionario de la depreciación es “muy bajo”, y menor que el que
existía hace 15 o 20 años.
Bloomberg reporta que estas señales parecen mostrar que Banxico
podría no cambiar su tasa de interés sino hasta después del tercer
trimestre de este año.
Los tres grandes
La divergencia monetaria no sólo se está cocinando entre las
economías desarrolladas y los países emergentes, ya que aún entre los
tres mayores bancos centrales del mundo se están presentando
situaciones significativamente diferentes.
Por un lado, después de un periodo extendido de tasas de interés
bajísimas y de años de distensiones monetarias, la Fed se está
alistando para comenzar a incrementar su tasa de interés de referencia.
Aún no es completamente claro cuándo se dará esta alza, pero la Fed
parece tener el camino libre ya que la economía estadounidense continúa
recuperándose y su inflación se ha mantenido cerca de su objetivo.
En contraste, tanto el Banco Central Europeo (BCE) como el Banco de
Japón (BOJ, por sus siglas en inglés) se enfrentan a un escenario con
crecimiento decepcionante y preocupaciones deflacionarias.
Es por esto que no sólo se prevé que el BCE y el BOJ mantendrán sus
tasas bajas, sino que además continuarán utilizando medidas de política
heterodoxas como programas de compra de activos para intentar estimular
sus economías.
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