Silvia Ribeiro*
El
pasado 5 de marzo, mujeres del Movimiento de Trabajadores Sin Tierra
(MST) y Via Campesina Brasil detuvieron la primer liberación comercial
de árboles transgénicos en América Latina. Cerca de mil mujeres
ocuparon una planta de FuturaGene en Itapetininga, estado de São Paulo,
arrancando plántulas de eucaliptos transgénicos de esa empresa,
propiedad de la transnacional brasilera Suzano Papel e Celulosa, una de
las diez mayores productoras globales de celulosa.
Ese mismo día, 300 mujeres de los movimientos ocuparon las
instalaciones de la CNTBio (Comisión Nacional Técnica de Bioseguridad,
Brasil), interrumpiendo la reunión que pretendía aprobar la plantación
comercial de eucaliptos transgénicos, consiguiendo con ambas acciones
parar la decisión. El día anterior, se había realizado una jornada
internacional de acciones de protesta en Brasil, Estados Unidos y otros
países (Campaña para detener los árboles transgénicos, stopgetrees.org )
La valiente acción de las mujeres de MST y Via Campesina tiene
repercusiones que van más allá de las fronteras de su país, y forman
parte de una creciente resistencia mundial contra este nuevo asalto
transgénico a la biodiversidad, la alimentación y los territorios
campesinos e indígenas.
Como reporta el Movimiento Mundial por los Bosques (wrm.org.uy) hay
cientos de parcelas experimentales de árboles transgénicos, pero la
gran mayoría está en Estados Unidos, China, Brasil y Canadá. Solamente
China ha aprobado la liberación comercial de árboles transgénicos
maderables y esta es la primera vez que se plantea su liberación
comercial a gran escala en América Latina. Varios países del continente
tienen investigación y alguna experimentación en esta área, incluyendo
a Argentina, Chile, Costa Rica, Uruguay y México. Según un informe de
la Coalición Mundial por los Bosques (globalforestcoalition.org), desde
2007 hay empresas experimentando con eucaliptos y pinos transgénicos en
Guerrero, México, lo cual sería grave ambiental y socialmente, pero
además ilegal, ya que no existe ninguna solicitud a este respecto en
los registros de la Cibiogem (Comisión de bioseguridad y OGM, México).
El MST advirtió que los eucaliptos transgénicos tiene fuertes
impactos negativos sobre los campesinos, la biodiversidad, el agua y la
tierra. Al igual que los transgénicos agrícolas, no son para satisfacer
ninguna necesidad de la gente, sino que están diseñados solamente para
aumentar las ganancias de las empresas. Los enormes monocultivos de
eucaliptos que existen han desplazado miles de familias indígenas y
campesinas. Esas plantaciones no permiten que nada subsista dentro o
alrededor, debido al uso intensivo de agrotóxicos y a la cantidad de
agua que absorben para crecer. Las plantaciones de eucaliptos son
cortadas para procesar en 6-7 años. Luego vuelven a crecer una o dos
veces más, pero en 20 años, sólo queda un enorme desierto de tocones
estériles, el suelo completamente agotado, envenenado y sin nutrientes
y las fuentes de agua de los alrededores desecadas. En varios países,
no sólo han desplazado a los campesinos de su tierra, también los
vecinos han debido marcharse debido a la falta de agua. Dentro de las
plantaciones no crecen otras especies vegetales ni animales, por lo que
los movimientos los llaman
desiertos verdes.
Los
eucaliptos transgénicos de FuturaGene son manipulados para crecer en
solo 4-5 años, por lo que requieren más agrotóxicos y mucha más agua,
aumentando dramáticamente la crisis hídrica en esas regiones. Además,
señala el MST, son una amenaza a los apicultores, mayoría campesinos,
ya que si su miel se contamina de polen transgénico, no sólo deteriora
el consumo, además no pueden exportarla.
La contaminación con polen de cultivos agrícolas transgénicos es un
problema serio, pero con los árboles transgénicos, por estar emitiendo
polen por décadas, a distancias mucho mayores, la situación se vuelve
dramática. Las interacciones de ese polen con especies silvestres o
cultivadas, así como sobre la biodiversidad, son imprevisibles por el
tiempo y distancia que cubren. Paradójicamente, en lugar de que esto
lleve a prohibir los árboles transgénicos, éste es el argumento que
usan en Brasil las empresas para presionar la legalización de otra
peligrosa tecnología transgénica: Terminator, una tecnología para hacer
plantas suicidas, con semillas que se vuelven estériles al contacto con
ciertos químicos. La actual ministra de agricultura de Brasil, Kátia
Abreu, defensora de latifundistas y empresas de agronegocios, fue quien
presentó siendo diputada, la primer propuesta para legalizar esa
tecnología en Brasil, donde está prohibida, siguiendo una moratoria
internacional de Naciones Unidas contra su aplicación.
La acción del MST frenó la decisión de la CNTBio, pero la amenaza de
los árboles transgénicos sigue pendiente y al igual que ha sucedido con
otros transgénicos en Brasil, su aprobación afectará en efecto dominó a
muchos otros países.
A pocos días de esta acción, comenzó a circular en redes sociales de
Brasil una amenaza de muerte contra João Pedro Stédile, unos de los
fundadores y líderes del MST, ofreciendo dinero a quien lo capture
vivo o muerto, por ser
enemigo de la patria. La amenaza, al parecer iniciada en la página de un policía de Río Janeiro, fue repudiada por movimientos y organizaciones de todo el mundo, con la exigencia a las autoridades de que se investigue y castigue a los responsables.
En todas partes del mundo, las empresas, medios y autoridades que
las encubren, pretenden avanzar impunemente, destrozando la
biodiversidad, territorios y medios de sustento de campesinos e
indígenas. Toda nuestra solidaridad contra la criminalización de las
resistencias, sus luchas nos fortalecen a todos.
*Investigadora del Grupo ETC
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