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Es
probable que nunca antes en la historia de México haya sido tan
interesante ejercer la profesión de abogado. Estamos ante un momento de
grandes transformaciones jurídicas que exigen a los juristas profundos
cambios en la manera de estudiar, interpretar, argumentar y resolver
problemas legales.
Por un lado, el ordenamiento jurídico mexicano ha cambiado a gran
velocidad y de manera muy profunda en los últimos años. Recordemos las
grandes reformas en materia de derechos humanos, amparo, juicios orales
en materia penal, energética, laboral, etcétera que han venido a
transformar el conjunto del sistema jurídico mexicano.
Por otra parte, hoy en día ya no basta con conocer nuestro
ordenamiento jurídico interno, sino que debemos asomarnos también a lo
que va sucediendo más allá de nuestras fronteras. Cada vez se citan con
mayor frecuencia las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos y cada vez resulta más determinante conocer la forma en que se
debe llevar a cabo el control de convencionalidad en muchas materias
del derecho mexicano. Los abogados que solamente conozcan sus normas
jurídicas de origen nacional van a estar en franca desventaja respecto
a aquellos que ejercen la profesión con el apoyo de la normativa
internacional.
Casos resueltos por la Corte Interamericana como el de “Rosendo
Radilla” o el del “Campo Algodonero” ya forman parte de la cultura
jurídica de miles de estudiantes de derecho de nuestro país.
Hasta hace muy poco los abogados entendían que la forma de resolver
un problema era llevándolo ante un tribunal y litigándolo con todas las
herramientas que permite la ley, sin importar que la solución se
hallara a varios años de distancia. Hoy en día se imponen cada vez los
modelos de gestión de problemas jurídicos orientados a encontrar
soluciones rápidas y de bajo costo, en beneficio de los clientes.
El buen profesional del derecho no es el que todo lo quiere
“judicializar”, sino el que sabe que siempre es mejor evitar un pleito
y que se debe buscar una solución en un corto plazo de tiempo. En este
contexto, los abogados deben desarrollar competencias de negociación a
fin de llegar a acuerdos con sus contrapartes.
Los juicios orales también han venido a cambiar el rol de los
abogados. Actualmente se requieren habilidades expresivas muy distintas
a las que se exigían a los abogados en el pasado. La capacidad de
expresión verbal y de una construcción argumentativa muy sólida es más
relevante que nunca. El principio de oralidad se va abriendo paso cada
vez en más materias; ya existe en materia penal, pero también en
asuntos mercantiles en todo el país, y en temas familiares en varias
entidades federativas.
Los abogados, en las audiencias orales, deben aprender a formular la
llamada “teoría del caso”, a introducir las pruebas, a interrogar y
contrainterrogar a testigos y peritos, a formular alegatos de apertura
y de cierre, etcétera. No es una tarea sencilla pero se ha vuelto
indispensable para la práctica jurídica.
Un reto adicional para los profesionales del derecho consiste en
saber desempeñarse correctamente en las nuevas áreas del derecho, que
suelen estar reguladas por una normatividad extremadamente compleja.
Hace unos años los abogados podían dedicarse en exclusiva a la asesoría
y los litigios en materias muy tradicionales, como derecho penal,
civil, laboral o administrativo.
En la actualidad los asuntos más interesantes se encuentran en áreas
como competencia económica, telecomunicaciones, medio ambiente, derecho
de la energía, prácticas comerciales internacionales, etcétera. Los
abogados que no conozcan y dominen estas nuevas materias se verán muy
relegados en la práctica.
Todo lo que acabo de decir supone un enorme desafío para las nuevas
generaciones de abogados. Ojalá que en su formación encuentren
profesores que les expliquen con claridad los retos que deberán
enfrentar en su práctica profesional y que los preparen para ser cada
día mejores.
Despedida
Nuevos empeños profesionales y la escasez de tiempo que caracteriza
a la vida moderna me obligan a abrir un paréntesis en mis
colaboraciones para La Silla Rota. Le agradezco mucho a
Roberto Rock y su magnífico equipo de profesionales, la hospitalidad en
esta página web que marca tendencias. Ha sido un enorme placer haber
podido encontrarme con los lectores quincenalmente. Espero poder
regresar a esta casa más adelante.
¡Hasta pronto!
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