6/20/2016

Los periodistas pal café. . . .



La combinación era necesariamente explosiva: una postura oficial de obcecada negación al diálogo (el avestruz sumiendo la cabeza bajo las alfombras palaciegas, obstinado en condicionar toda posibilidad de negociación a que la contraparte aceptara tanto su derrota como la inviabilidad de su lucha) y una creciente tentación autoritaria deseosa de extinguir la protesta social cada vez más extendida. La negación de la realidad y la afirmación del tolete y el rifle de alto poder condujeron de manera previsible al estallido en una entidad, Oaxaca, cuyos trazos sociales, culturales e históricos son de imposible entendimiento para los reformistas privatizadores.
Lo sucedido ayer en Oaxaca, más allá del lado en que se desee situar cada cual en la discusión respecto de los términos de la reforma llamada educativa, muestra a una administración federal peligrosamente divorciada de la realidad, entregada abiertamente a la lógica política de las fuerzas armadas, incapaz de entender lo que va sucediendo en este país y de darle cauce y soluciones inteligentes y eficaces. Enrique Peña Nieto está aislado en su palacio de fic-ción, confrontado cada vez más con cuantos actores políticos y sociales le es posible (en estos días ha sumado en contra suya, de un golpe, a la jerarquía católica y a cúpulas patronales, originalmente alineadas con él), manejando el timón nacional al desgaire y deseoso, por lo que se ve, de hundir la embarcación consigo mismo si no le queda otra salida.
Las decisiones del gobierno federal que iniciaron la noche del sábado en Salina Cruz (aunque ya se habían producido episodios también graves en otras poblaciones), pasaron por Nochixtlán y desembocaron en la ciudad de Oaxaca (más lo que suceda en las horas siguientes) constituyen un agravio histórico que marcará a Enrique Peña Nieto como ya lo hacen los casos de los 43 normalistas de Ayotzinapa y la casa blanca de Lomas de Chapultepec. No fue un error o un proceso circunstancial: el desenlace de muertos, heridos y desaparecidos en Oaxaca es consecuencia directa de un aferramiento institucional a ignorar y desdeñar una protesta social evolutiva, que pasó de ser un asunto meramente gremial hasta convertirse, como pudo verse este sábado y domingo trágicos y como se planteó con insistencia en esta columna (y en las cuentas de Twitter, Facebook y Periscope de este tecleador, todas bajo el nombre de Julio Astillero), en un movimiento amplio de corte magisterial-popular, en el que se nuclearon las diversas oposiciones a los muchos abusos lesivos cometidos desde el peñismo, específicamente los relacionados con sus reformas (d)estructurales.
El ataque a maestros, padres de familia, organizaciones sociales y ciudadanos en general tuvo en Oaxaca el agravante de la perfidia que hizo estallar un conflicto al abandonarlo políticamente y cerrarle todas las puertas de entendimiento y negociación. El pandillero instalado sin mayor fundamento que su fanfarronería en la Secretaría de Educación Pública (SEP), antaño ocupada por personajes con valía cultural e intelectual demostrada, se esmeró en una grosera actitud de provocación de cuyos resultados hoy debe hacerse cargo, corresponsable del saldo mortal y del levantamiento social. Pero no es Aurelio Nuño Mayer el único ni el mayor responsable, sino su jefe político, quien lo instaló en ese cargo y le proveyó de blindaje mediático y de ínfulas de capataz. El sargento Nuño ha estrellado sus vuelos de presunto aspirante presidencial en la rocosidad política y social de Oaxaca y a partir de ahora es inservible políticamente, pues su presencia chocante generará protestas y encono a su paso, por más controladas que fueran sus siguientes apariciones públicas. Pero es evidente que su necesaria renuncia a la SEP (el secretario fusible, se le ha llamado aquí: predestinado a tronar cuando hubiera sobrecarga) no tiene ahora mayor sentido que el anecdótico: la gravedad de los hechos reacomoda la vista en el centro real de estas decisiones yacciones, en la conducta y la persona del máximo nivel de este sistema mexicano presidencialista.
En los detalles operativos de lo sucedido entre sábado y domingo también hay pistas y evidencias que aumentan el oprobio oficial. La policía federal, a cargo de Enrique Galindo Ceballos, no fue recibida en ningún lugar como liberadora del presunto hartazgo social contra el movimiento magisterial en sí. Al contrario, a su paso fue repudiada abiertamente por segmentos sociales que salieron a las calles a exponer la integridad física para sostener bloqueos y plantones en respaldo de los profesores y contra la pretendida reforma educativa. En varias ocasiones, esa policía federal militarizada estuvo en desventaja y hubo de improvisar repliegues tácticos (y acciones de vandalismo provocador) con olor a fracaso. En fuga carretera, la policía federal obtuvo victorias pírricas y efímeras: tejía desalojos a su paso que eran vueltos a tejer en cuanto las caravanas armadas se dirigían a otros lugares a desmontar barricadas que serían repuestas en cuanto se fueran los uniformados. Desmoralizadora demostración del equívoco al que los mandaron a guerrear.
Sin embargo, es evidente que el paso de la maquinaria oficial destructora dejó muertos, heridos, desaparecidos y detenidos. Las redes sociales aportaron una carga probatoria inmediata e indeleble: policías con armas de fuego y preparándose para detonarlas, francotiradores apostados en lugares donde sólo con protección policiaca podrían mantenerse, uso de helicópteros con potentes luces dirigidas para facilitar la represión nocturna e incluso esparciendo gases contra las masas.
A la hora de cerrar esta columna la batalla se había trasladado a las inmediaciones de la ciudad de Oaxaca. Seis muertos, cuando menos, en Nochixtlán y la negativa de atención médica a civiles para centrarla sólo en uniformados; decenas de heridos, secuestrados y apresados. Los peligros del avestrucismo violento. ¡Hasta mañana!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero



Las reformas de Peña Nieto ya cobraron la vida de seis personas en Oaxaca, de acuerdo con la CNTE, en el enfrentamiento de policías federales y locales con maestros. Un sector numeroso del magisterio, y de padres de familia, no está de acuerdo con el modelo que el gobierno está imponiendo a la fuerza. Enfila el sexenio a un final traumático. Algunos factores: 1) La economía sigue estancada. El peso se ha devaluado 48% y seguirá cayendo porque las reservas internacionales del Banco de México, a juicio de expertos, no son suficientes para sostenerlo. 2) El gobierno priísta pelea con las iglesias (la católica en particular) por la legalización de las uniones gay 3) Abre un frente con las organizaciones de la IP, por el desastre en que terminó la reforma anticorrupción: su finalidad original era hacer visible la riqueza de los políticos y ahora resulta que los hombres de negocios son los sospechosos. No sólo los grandes empresarios, que algunos lo son, sino hasta personas físicas que vendan clips o garrafones de agua a las dependencias oficiales. 4) Hace tiempo perdió la simpatía de la prensa internacional, desgajó el mito del mexican moment. 5) Y hay que sumar esa pesadilla que se llama Donald Trump. Abróchense los cinturones, hay turbulencias.
El nuevo sistema de justicia penal
Foto… tuvo día de estreno en Oaxaca. Y no ofreció nada nuevo. A las siete de la tarde de ayer el reporte del magisterio arrojaba seis muertos, 45 heridos y numerosos detenidos. Era el saldo del enfrentamiento por el desalojo en el municipio de Asunción Nochixtlán, que ocurrió cuando la Policía Federal, apoyada por policías del gobierno de Gabino Cué Monteagudo, rompió el bloqueo de la autopista Oaxaca-Puebla, que integrantes de la sección 22 (de la CNTE) mantenían desde hace siete días. Hay violencia en otras partes del estado. La Comisión Nacional de Seguridad reportó 21 policías heridos, tres de bala. Antes de los lamentables sucesos, defensores de derechos humanos nacionales e internacionales, periodistas, académicos y políticos habían pedido que el gobierno abriera una vía de diálogo y habían expresado franco rechazo a ‘‘la campaña de desprestigio y la brutal represión que desde el gobierno federal se está aplicando contra los maestros y maestras de México’’. Su petición no halló eco. Las redes sociales transmitieron relatos sobre el uso de armas automáticas por parte de los policías... La senadora independiente Martha Tagle llamó al gobierno a establecer una mesa de diálogo.
Microsoft absorbió a Linkedin
El anuncio de que Microsoft adquirió Linkedin, en una transacción en efectivo por 26 mil 200 millones de dólares, es considerada una de las mayores fusiones de empresas tecnológicas. Se espera que permita reforzar la presencia de Linkedin no sólo en el mercado de las redes de profesionales, sino también en la gestión de información y bancos de datos. Bill Gates comentó que es una oportunidad para desarrollar una red de negocios para el mundo profesional, similar a la que Facebook ha creado para las redes sociales.



En la semana que terminó el mundo se enteró de la peor masacre con armas de fuego en la historia de Estados Unidos. Un solitario tirador en un bar de Orlando, Florida, asesinó a 49 personas e hirió al menos 50 más. Incrédulo ante tal atrocidad, un amigo me preguntó, ¿cómo es posible que una sola persona pueda asesinar a mansalva a tantas personas en unos cuantos minutos? La respuesta vino de la policía: el asesino usó una poderosa arma automática que debiera ser para uso exclusivo de las fuerzas armadas, pero que en Estados Unidos cualquiera puede adquirir sin mayor trámite.
Para poner en perspectiva lo anterior, vale citar algunas cifras que dan relieve a la dimensión del arsenal del que se ufana en poseer buena parte de la sociedad estadunidense, y las muertes del que ese arsenal ha sido causante. En 2014 fueron cometidos 11 mil 961 asesinatos con armas de fuego. En países como Inglaterra, Alemania, Holanda y Austria, por cada millón de habitantes perecen en promedio dos, por armas de fuego. En Estados Unidos mueren 31 por cada millón, el equivalente a 27 habitantes diariamente. (NY Times, junio 14).



Solían algunos cantadores, antes de iniciar su actuación, decir: Para empezar a cantar, pido licencia primero. Me apropio del pregón y pido licencia para dedicar unos renglones a un género totalmente inexplorado por la columneta: el del corazón, el del color rosa y sabor a melcocha. Después de esa incursión en el mundo de lo desconocido, regresaré a cronicar las opiniones de la Arquidiócesis primada de México, dadas a conocer por medio de su órgano de comunicación, Desde la Fe, y agregar a la retahíla de sandeces en las que se han enfrascado los príncipes de la Iglesia, la declaración del obispo de Culiacán, don Jonás Guerrero, quien logró empatar (cosa que yo habría jurado imposible) al cardenal Suárez Inda, en su zafiedad, carencia de respeto hacia sus semejantes y valores que uno (por idiota, uno) suele considerar inherentes a su sacerdocio. Y, por supuesto, le daremos un merecido rengloncito al ilustre terapeuta, analista, bariatra, nutriólogo, ginecólogo, pediatra y también gobernador independiente (del cerebro), quien con gran solvencia académica y profesional aconsejó, todo tacto y gentileza él, a las adolescentes regiomontanas, que si querían el cariño, consideración y, tal vez hasta un poquito de acoso recurrieran a cursos intensivos de bulimia. Esperemos que en su próxima consulta defina su diagnóstico y se decida: ¿qué es peor, la obesidad o el embarazo?
Hace tiempo les platiqué sobre un amigo de la prehistoria: Quiquis Jasso, quien llegó de Matamoros a estudiar su prepa al Ateneo Fuente, de Saltillo. Sí, el autor de un libro presentado en la pasada Feria del Libro del Palacio de Minería, por el propio director de la misma, don Fernando Macotela, hombre respetable y ameritado promotor cultural. Es en este libro, donde cuenta Quiquis, que el comandante Castro, durante una visita oficial a La Habana lo reconoció y le dijo: Oye, chi­co, yo te recuerdo, tú eres del norte, de la frontera. Tú me pagabas los cafés. A nosotros nos presentó Ortiz Tejeda. Cuando lo leí en el libro fui el primer sorprendido y lo único que atiné a responder fue: el comandante siempre ha tenido mejor memoria que yo.



El establecimiento de empresas foráneas en México en la modalidad contemporánea de inversión extranjera directa (IED) se remonta a la segunda mitad del siglo XIX, cuando inició el arribo de bancos, ferrocarriles, empresas mineras, petroleras, generadoras de electricidad y otras. La cruenta Revolución de 1910 desplazó a muchas de ellas y la expropiación de 1938 a las petroleras.
Es a partir de 1939 que se dispone de un registro estadístico que –aun siendo poco confiable y con períodos sin desglose de datos– permite darnos una idea de montos y fuentes de los recursos aquí invertidos por empresas extranjeras (Gráfico 1).
Según este registro –que es en dólares corrientes, a valores de cada año– entre 1939 y 2015 se registró un ingreso de IED a México por 502 mil 151 millones de dólares, de los cuales aproximadamente el 53% fueron inversiones nuevas, 26 utilidades reinvertidas y 21% préstamos o créditos de la matriz o empresas del grupo (que en estricto sentido deberían registrarse como deuda y no como inversión directa pues no permanecen como capital de riesgo).



Ahora que escasean los billetes verdes, que la caja registradora de Pemex no tintinea como antaño y que el estómago nacional no espera, México destina crecientes sumas de dólares a la importación de alimentos, y tan sólo en lo que va del sexenio peñanietista se han canalizado alrededor de 50 mil millones de la preciada divisa, de los que 75 por ciento han terminado en las arcas de los agroproductores estadunidenses.
A estas alturas más de 50 por ciento de lo mucho o poco que se sirve en las mesas mexicanas proviene del exterior, y ya nuestro país es catalogado por la FAO como importador neto de alimentos, es decir, lo que produce internamente no alcanza para satisfacer la demanda interna de tales productos. Y para hacerlo se requieren billetes verdes, muchísimos, y cada día son más y cuestan más.
Los siempre sonrientes funcionarios de la administración peñanietista (como antes en la salinista, zedillista, foxista o calderonista; del TLCAN para acá, pues) gustan de presumir que México es una potencia exportadora de alimentos, por mucho que desde 2011 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (la FAO) tenga etiquetado al país como importador neto de los mismos.
Pero, ¿qué alimentos exporta el país? Los aumentos más importantes, detalla la Cámara de Diputados, se registran en aguacate, fresas, pimiento, legumbres, hortalizas, jitomate, cebollas y ajos. ¿Y qué importa mayoritariamente? Maíz, trigo, arroz, huevo, café, leche, frijol, pescado (¡en una país con más de 11 mil kilómetros de costas!), leche en polvo, carne de bovinos, aves y muchísimo más, en el entendido de que los mexicanos pueden sobrevivir sin fresas, lechugas, cebollas y conexos, pero nunca sin maíz, frijol, leche, carne y todo lo demás.
La propia Cámara de Diputados documenta que en varios productos México recurre al mercado externo de manera significativa y ello es motivo de preocupación, por la dependencia que hay en oleaginosas y granos, cuyas importaciones van, por ejemplo, de 51.3 por ciento en trigo a 89.2 por ciento en arroz y 95.5 por ciento en soya. ¿Y qué produce el campo mexicano? Fundamentalmente pobres y migrantes.
Los analistas de San Lázaro encienden los focos rojos, porque es inquietante que para satisfacer la demanda interna de alimentos se tenga que recurrir cada vez más a las importaciones, sin que se definan metas productivas ni el grado de autonomía que se quiere alcanzar como país. Sobre todo por la incertidumbre de fenómenos asociados al cambio climático, los conflictos bélicos y los mercados financieros internacionales, entre otros.
Pero como en el caso de la vigorosa devaluación del peso frente al dólar (producto, dice, de una volatilidad pasajera), el gobierno asegura que la cada día más grave dependencia externa del estómago nacional no es más que una coyuntura alimentaria (Calderón dixit), la cual, dicho sea de paso, se prolonga más de tres décadas, y contando, especialmente a partir de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (desde su vigencia, las importaciones de alimentos provenientes de Estados Unidos se han multiplicado por cinco).
Con el campo nacional olvidado y destrozado, la producción en el suelo, el billete verde cada día más caro y las políticas públicas siempre orientadas a favorecer a los grandes agroexportadores que operan en el país (trasnacionales no pocos de ellos, que a la vez venden a México los alimentos que éste dejó de producir), el futuro promisorio (Videgaray dixit) ofrecido por los genios gubernamentales apunta directamente a una dependencia total de la comida proveniente del exterior, con lo que otro renglón de la soberanía quedará para el anecdotario.
Allá por mayo de 2010 el Inegi informaba que sólo en el primer cuatrimestre de ese año la importación de pescado fresco o refrigerado se había incrementado casi 50 por ciento, la de café (siendo México un país cafetalero por excelencia, con granos de calidad mundial) reportó un crecimiento de 105 por ciento, la de maíz más de 20 por ciento y la de azúcar casi 260 por ciento.
Por aquellos cercanos ayeres se conoció –también por la información del Inegi– que en la primera década del siglo XXI México erogó alrededor de 150 mil millones de dólares (250 mil millones desde el arranque del TLCAN) para adquirir alimentos en el exterior y comercializarlos en un país en el que se producía prácticamente todo lo que ahora se compra allende nuestras fronteras, en dólares y a precios cada día más elevados.
El gobierno y sus amigos decidieron olvidarse de la producción interna de alimentos básicos para dar prioridad a la exportación de hortalizas y similares. ¿Qué hubiera sido del campo mexicano con una inversión de 250 mil millones de dólares en dos décadas, orientada a la tecnificación y a elevar la productividad para satisfacer la demanda interna y contar con excedentes exportables? La gloria, pero como hubiera no existe, los campesinos están en la miseria, el campo en el olvido y cada día importamos más.



El veneno que está escurriendo por los laberintos políticos y sociales de Estados Unidos se manifiesta en la serpiente de Donald Trump, y aunque esa demagogia derechista, si no es que fascista, tiene raíces profundas en este país, nunca se había aproximado tanto a la puerta de la Casa Blanca.
Las tinieblas sobre el país se generan por diversas corrientes, no necesariamente coordinadas, pero con un impacto que se ha documentado en el giro derechista de gran parte de la cúpula política y empresarial durante más de 30 años. Trump es cosecha de algo que se ha ido cultivando por diversos intereses a nivel local, estatal y nacional: desde arriba con la imposición de políticas económicas neoliberales y una ofensiva política ultraconservadora coordinada a nivel nacional por una poderosa y extensa red de multimillonarios ultraconservadores, y desde abajo por una combinación de fuerzas fundamentalistas religiosas y la manipulación exquisita del desencanto e ira popular - por la anulación de sus vidas (60 por ciento de abajo viven sin expectativas de algo mejor y unos dos tercios opinan que el país va por un camino equivocado).
Hay un virus que infecta nuestra política y ahora está floreciendo con un color escarlata. Se alimenta de temor, paranoia e intolerancia. Todo lo que necesitaba para propagarse era una oportunidad momentánea y un oportunista sin escrúpulos, escribe el veterano periodista legendario Bill Moyers.




El trágico saldo de las refriegas que tuvieron lugar ayer en Nochixtlán y otras localidades oaxaqueñas, incluida la capital del estado –seis muertos, según la cifra oficial, 51 heridos, entre maestros, pobladores y policías, y 25 detenidos– debiera llevar a la inmediata reflexión a las partes en conflicto y al inicio de un proceso de diálogo que permita resolver las diferencias entre la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y el gobierno federal en torno a la reforma educativa, que la primera rechaza en varios de sus puntos y que el segundo se empeña en aplicar a rajatabla.

Urge diálogo con el magisterio disidente
Para imponer la reforma educativa, el gobierno desató una guerra contra el magisterio democrático, que ahora amplía a todos los sectores de la población que apoyan a los maestros. Entre los saldos de esa represión se cuentan ya casi una decena de muertos, dirigentes sindicales encarcelados, pueblos enteros agredidos y vulneración de los derechos más esenciales. Se ha llegado a difamar a los defensores de derechos humanos, como son los monitores del Observatorio de DH de los Pueblos, recién constituido. El propósito es preparar también en su contra medidas represivas, como lo ha denunciado el Coddep-Mnpp. En los hechos, están suspendidos los derechos que reconoce la Constitución mexicana, sin la correspondiente declaratoria. Con ello, se viola no sólo el artículo 29 constitucional, sino el conjunto de las prerrogativas ciudadanas y humanas que prevé la Carta de Querétaro, que está por cumplir un siglo de vigencia, pero de escasa aplicación.

Con cada declaración de los funcionarios responsables de impedir que siga reinando la contaminación atmosférica en la megalópolis se comprueba que las políticas anunciadas para tal fin y que estarán vigentes a partir del primero de julio próximo, no descansan sobre bases sólidas. La última muestra de lo anterior la ofrecen Diana Higareda y Salvador Camarena, reportera y columnista respectivamente de El Financiero. En una encuesta con las agencias de autos que venden los modelos que fabrican las trasnacionales Chevrolet, Honda, Nissan y Volkswagen comprobaron que los motores de modelos de los años 2014 y 2015 tienen las mismas características técnicas que los de 2016 en cuanto a generación de contaminantes. Sin embargo, sólo los de este último año estarán exentos por cuatro años de realizar la verificación vehicular. Así, las instancias oficiales se han convertido en agentes de publicidad de la industria automotriz, al promover sin tapujos la compra de los modelos 2016.

La creciente confluencia entre la lucha magisterial y el nuevo partido ciudadano, Morena, promete ser la semilla de una irrupción histórica con suficiente potencial para romper las cadenas de represión, corrupción e impunidad que han caracterizado el sistema político mexicano desde la creación del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1946.

Asentada en la violencia depredadora y estructural del sistema capitalista, la guerra del régimen de Enrique Peña Nieto contra el magisterio nacional está en la esencia de la ideología neoliberal. Como advirtió Pierre Bourdieu en 1998, esa teoría tutelar es una pura ficción matemática fundamentada desde el inicio en una formidable abstracción –el orden puro y perfecto del mundo económico, potenciado por el discurso clasista dominante− que, convertida en programa político de acción de la partidocracia que impulsó el Pacto por México, busca crear las condiciones de realización y funcionamiento de dicha teoría: un programa de destrucción sistemática de los colectivos y todo lo social organizado.

No es una más de las muchas guerras oaxaqueñas. Es parte de una guerra mucho más profunda y extensa, que ni siquiera se contiene en el territorio nacional. Pero la batalla que se está librando en Oaxaca tiene un significado especial en esa guerra, en la gran guerra.

Este es un periodo de salidas, las exit. Las medidas políticas para integrar, impulsadas durante mucho tiempo, ceden paso a las propuestas de separación. Puede aproximarse este proceso a partir de las contradicciones que provocan las fuerzas económicas globales, que repercuten en aquellas que definen a los renovados nacionalismos.

A partir de 1943, gracias a los trabajos de arqueólogos, etnohistoriadores, restauradores, historiadores del arte, los hombres y mujeres de México hemos introducido en nuestro vocabulario la palabra Mesoamérica y, junto con ella, la noción de arte mesoamericano. La idea nombra el área geográfica y cultural que, al través de centurias, se desarrolló en lo que hoy es la mitad meridional del territorio de México y parte de Centroamérica.

Hay artistas que son su siglo, sobre todo si alcanzan un suficiente ciclo vital. Esto no significa que los creadores longevos en general abarquen las distintas eras o generaciones que les tocan sobre la Tierra. Los más, se concentran en un tramo temporal de las tendencias estéticas, técnicas, de gusto y percepción; si la fortuna los acompaña, se desarrollan con gracia y envejecen sin detenerse. Pero el síndrome de Picasso no tan frecuente como pareciera. Del siglo XX son pocos los ejemplos: Igor Stravinski, Akira Kurosawa.

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