Charros y mexicanos
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2. No me ha interesado conocer la
historia del profesor Díaz de la Torre. Desde que en febrero de 2013
asumió el máximo cargo del Sindicato (el SNTE) por imposición del
presidente Peña Nieto y no abogó por su madrastra Esther Gordillo que le
dio todo, pensé que no le quedaba de otra que ser un arrastrado del
presidente; obvio, igual comportamiento tuvieron los mil “charritos”
hijastros de la Gordillo. El presidente les dijo: “todos están a un paso
de la cárcel y si hablan sólo aplicamos la ley”. Cuando Díaz de la
Torre se atreve a abrir la boca criticando a la CNTE y a los maestros
críticos, es porque a través de ella sólo habla el gobierno.
3.
Recuerdo una larga entrevista que hice en 1977, publicada en la revista
Autogestión de noviembre, a Juan Ortega Arenas (Creador y coordinador de
Unidad Obrera Independiente que agrupaba a 87 sindicatos, entre ellos
de la Volkwagen, Aviación, Nissan, los de Ciudad Sahagún, Euskadi, que
asociaba a 80 mil obreros). Juan no estaba de acuerdo en que se les diga
Charros porque éstos pertenecían al “folcklor mexicano”; decía:
nosotros los definimos con exactitud (líderes traidores, gobiernistas o
patronales). Sin embargo, pasados 70 años nadie puede olvidar a los
charros mayores de la CTM, la CROC, la CROM; a Velázquez, Morones, Pérez
Ríos, Gordillo.
4. Quiero explicar la relación que hay en
nuestro país entre líder charro y el charro mexicano de las películas.
El charro es un símbolo del pueblo mexicano, junto a su caballo y las
canciones entonadas por grupos de mariachis. En las películas mexicanas
al oír las canciones de Pedro Infante, Jorge Negrete, Luis Aguilar y
muchos más, ha quedado claro cómo son los charros, su forma de vida, su
valentía y su conducta machista. El charro es un personaje que ama la
charrería que consiste en festividades en estados del centro de la
República donde hombres y mujeres, vestidos con pantalones estrechos y
faldas amplias, respectivamente, (con adornos muy bellos y con un
elegante sombrero de amplias alas adornadas) donde se canta con voz
fuerte, se laza artísticamente, se baila y se compite de diferentes
formas.
5. A Demetrio Vallejo, el más grande dirigente obrero de
la historia de México, cuando encabezó las grandes huelgas nacionales
en 1958/59, sus enemigos quisieron presentarlo como el “Charro Rojo” por
ser un radical antigobiernista. La realidad es que no puede haber
charro rojo porque en el sindicalismo, charro es un traidor y ser rojo
en política es ser honesto, es apoyar las luchas de los trabajadores y
nunca traicionarlos. El Charro traidor es siempre tricolor, azul y hoy
también amarillo. Tampoco puede haber charro negro porque es el color de
los anarquistas que combaten todos los aparatos de poder; que aunque
participen en todas las luchas ellos no aceptan cargos y continúan desde
abajo.
6. Por ello los líderes o dirigentes no pueden dar
vaivenes en su comportamiento al frente de las masas que representan.
Deben tener muy clara su posición en la lucha de clases para no dar
motivo a desconfianzas y a chismes que se extienden con mucha facilidad.
No hay término medio: o estás con los trabajadores o con los
empresarios; o estás con los explotados o con los explotadores. Otra
cosa sería que con el objetivo de hacer avanzar las luchas de los
oprimidos haya que adoptar estrategias o tácticas, pero éstas tienen que
ser muy consecuentes con los objetivos. Un líder charro se conoce y se
reconoce con sólo caminar y abrir la boca.
Blog del autor: http://pedroecheverriav. wordpress.com
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