12/11/2016

Forum en Línea 340



 Peor es imposible
Pablo Cabañas Díaz
Desde el pasado 8 de noviembre, fecha en la que tuvieron lugar los comicios en Estados Unidos, tanto en México cómo en el resto del mundo se ha incrementado la incertidumbre sobre varios elementos que impactan la toma de decisiones en el sector público y privado. Un ejemplo, que ilustra lo anterior es que en los cinco días posteriores al triunfo de Donald Trump, el valor de los bonos gubernamentales mexicanos en manos de inversionistas extranjeros cayó 11.8 por ciento, equivalente a 12 mil 916 millones de dólares, con lo que ese indicador se ubica en su menor nivel en cuatro años, según la información más reciente publicada por el Banco de México. El portafolio de los extranjeros pasó de un valor de 108 mil 899 millones de dólares a 95 mil 983 en una semana. La caída registrada es por un monto similar a todo el déficit comercial de México acumulado durante este año. De esta magnitud son los problemas que enfrenta el gobierno de Enrique Peña Nieto en el cuarto año de gobierno.
La incertidumbre económica y financiera mundial, no se presenta solo en México, lleva varios años a nivel global y se ha visto incrementada por la crisis de las hipotecas sub-prime, que condujo a una crisis financiera y económica en el año 2008, la cual a su vez detonó políticas que incrementaron el endeudamiento y el déficit en Estados Unidos, y a su vez precipitaron la crisis de deuda en la Unión Europea. En el ámbito internacional durante los años 2015 y 2016, los eventos causantes de la mayor incertidumbre persisten y en algunos casos se intensifican, como la indefinición de incrementar las tasas de interés en Estados Unidos debido a una falta de consenso sobre el desempeño económico de dicha nación, la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea y la persistencia de las crisis de deuda de Grecia que afecta a la Unión Europea.
Es en este contexto internacional que la caída de los ingresos petroleros en el actual sexenio, como componente central del presupuesto público federal, es un riesgo al que se le minimiza en los medios de comunicación, pero que es importante, en virtud de que al no haberse ampliado la base fiscal, el único camino para compensarlos es recurrir a más deuda. Los ingresos derivados de la exportación de hidrocarburos se derrumbaron, primero, por el desplome en la producción de Petróleos Mexicanos, debida a la falta de inversión y las malas gestiones, además del derrumbe de los precios del petróleo desde finales de 2013. De acuerdo con la Auditoría Superior de la Federación, el monto de los ingresos petroleros pasó de 34.3 por ciento en 2012, a 13.5 por ciento en el presente año.
La depreciación del peso derivada del triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, ha generado un freno o retención de las inversiones públicas y privadas, según la calificadora Fitch Ratings. Esta firma advirtió que de concretarse las medidas proteccionistas anunciadas por Trump también habrá un mayor impacto sobre el peso y con esto se crearán serias presiones inflacionarias. Las políticas de migración y de comercio del próximo gobierno de Estados Unidos,  cualesquiera que sean, las veríamos hasta el primer trimestre del 2017. Pero la incertidumbre que los cambios políticos van a generar sobre nuestra moneda es un elemento cotidiano, que tiene un impacto sobre el tipo de cambio. Los bonos del tesoro de Estados Unidos se consideran dentro de los portafolios de inversión como uno de los activos libres de riesgo más importantes a nivel mundial, de modo que un incremento en el rendimiento de los mismos obligaría a que se venderían activos financieros mexicanos que no cumplen con los requerimientos de riesgo y rendimiento.
La regularización de la política monetaria en Estados Unidos aún no se ha dado vía tasa de interés, por lo que habría que esperar la reacción de los mercados financieros o bien si la indefinición de la Reserva Federal sigue creando un marco de incertidumbre que podría estar generando un efecto de contagio financiero internacional. A este escenario, se suman los niveles de violencia que se presentan en el país y el efecto que están teniendo los mismos sobre la incertidumbre del gobierno de Peña Nieto y de lo que será el gobierno de Estados Unidos a partir del 20 de enero del 2017. Peor, imposible.


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Llamas en el “paraíso”

Jesús Delgado Guerrero / Los sonámbulosjesdeg@prodigy.net.mx
Siluetas rulfianas, previo ascenso del diablo al paraíso: aquí todo va de mal en peor (a la cuota de muertos se suma el “safari" contra políticos corruptos como parte del espectáculo). Hasta “La Serpentina” (famoso bovino de los textos del jalisciense) resultó un animal atarantado que no se percató del peligro generado por el “mal clima” y engrosó la lista de víctimas, justo en ese pueblo donde sólo se ven las “bocas de muchos que se abren y se cierran y como que quieren decir algo, pero no se oye nada”.

Lo único que faltaba para coronar el “edén” es que racistas, xenófobos, extremistas y toda esa fauna fanática, suma de tragedias en la historia, figuren al frente del país más poderoso del planeta, como si no fuera suficiente con esa plaga, también exaltada, liderada por el Ogro Salvaje (capitalismo neoliberal) y sus nefandas consecuencias.

Sobre ello, todo indica que no fue un sentimiento de animadversión lo que llevó al filósofo y científico social austriaco Karl Polanyi (La gran transformación) a recomendar, a mediados del siglo pasado, ver a la Inglaterra del economista David Ricardo para tratar de “comprender” el fascismo alemán, y así es como habría que hacer en esta época con los apologistas de la autorregulación del mercado (más libertino que libre) en un intento por evitar que, como diría el antropólogo, la fe ciega en la ganancia profundice la conversión de la sociedad y el individuo en meras mercancías accesorias, de desecho, de los “mercados”, o provoque lo indecible (ya ha sucedido).

Aferrarse a aventar dinero al capital especulativo elevando tasas de interés para saciar la codicia en menoscabo de cuentahabientes y deudores, como hizo el Banco de México, es parte de la idea de un mercado autorregulado que, como observó Polanyi en su momento y lo prueban hechos pasados y actuales, “implica una utopía total”.

Tal mercado “no podría existir durante largo tiempo sin aniquilar la sustancia humana y natural de la sociedad; habría destruido físicamente al hombre y transformado su ambiente en desierto”, dice el pensador, no como profecía, sino sobre hechos analizados, los cuales hoy se replican mediante “la acción corrosiva de un crudo utilitarismo combinado con una aceptación irreflexiva de las supuestas virtudes autocurativas del crecimiento inconsciente”.

¿Qué queda cuando se han dinamitado las instituciones públicas, ocupadas por administradores? Exacto: praderas de pobreza y grosera acumulación incendiadas, y la notable ausencia de estadistas.

De las tres formas de integración económica postuladas por Polanyi, ninguna causa tanto resquemor entre los neoliberales como la redistribución (las otras son la reciprocidad y el intercambio). Obvio: eliminaría el robo en nombre de la autorregulación.
Lo que se escucha son los primeros flamazos de un infierno ya conocido.

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Jesús Delgado Guerrero / Los sonámbulosjesdeg@prodigy.net.mx

Ahora que diplomáticos y sacerdotes del capitalismo salvaje están vueltos locos por eventuales modificaciones a “tratados internacionales” relacionados con el comercio, incluso eventuales cancelaciones, habría que revisar con más detenimiento el asunto, hurgar tal vez a partir de los siglos XVII y XVIII (lapso de la supuesta “época dorada de la piratería”), cuando la doctrina comenzó a desplegar sus fundamentos: la libertad económica está estrechamente vinculada con el desarrollo de las sociedades (¿en serio?)

La historia comercial de los últimos cuarenta años daría material a pasto para renovar la imaginación de una narrativa “heroica” sobre viejos-nuevos piratas, bucaneros y filibusteros espoleados por los principios neoliberales, especialmente por el de “la ganancia a cualquier precio” (un saqueo más, un saqueo menos, sumando miserables por millones e igual el grueso de cadáveres, es una nadería frente al progreso y el proceso civilizatorio, con el “1 por ciento” de ricos, claro, encabezando esta nueva cruzada por la humanidad).

En su origen, el término “pirata” se utilizó para definir a esa gente que se mostró dispuesta a la aventura en busca de fortuna (algo así como el especulador o “inversionista” que “arriesga” y al final, tanto en las malas como en las buenas, busca el amparo del gobierno, y éste a su vez lo hace sin sonrojo en los impuestos ciudadanos) y más tarde se extendieron “licencias para el asalto” a gran escala, con lo cual los corsarios quedaron debidamente institucionalizados.

A las patentes de corso que se otorgaron y que hicieron impune cualquier acto de pillaje por parte de mercenarios sin escrúpulos, mercaderes, negreros, contrabandistas, etcétera, bien podría denominárseles, en jerga estilizada y moderna, “tratados comerciales”.

Incluso, legendarios salteadores de buques y otros, hoy pasarían como emblemas de la innovación y hasta de la fatiga, desmintiendo así las “envidiosas” y precisas descripciones veblenianas sobre la holgazanería.

De esta manera la Doctrina del Destino Manifiesto desplegada en las últimas décadas, con toda la sustancia del agandalle imperial, ya no es desde luego territorial, sino comercial: “la expansión es buena, certera” (y sin pago de impuestos en ningún lado es mucho mejor), se dijo ayer, como se repite hoy sin que nada lo respalde.

Frente a Henry Morgan o Francis Drake (el primero pasó de carne de guillotina a gobernador y otro fue elevado a rango de “Sir”) lo novedoso es  el recubrimiento sobrepuesto de éstos con logos de firmas multinacionales, trazando una nueva imagen romántica, ideal y hasta benefactora de una nueva era dorada de pretendidas hazañas.

Librecambismo y proteccionismo han tenido sus etapas de colaboración estrecha, y en todos los casos el resultado es invariable: la destrucción de la industria local y la concentración de la riqueza (otra “minucia” que, por supuesto, no figura en la agenda de las preocupaciones oficiales).


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Los difíciles tiempos que vienen

Jorge Meléndez Preciadojamelendez44@gmail.com   

Otra vez el Fondo Monetario Internacional (FMI), nuestro patrón que continúa elogiando las famosas reformas estructurales de Peña Nieto, las cuales no han servido para nada, algo que tiene muy claro la gente por eso las rechaza y ubica al funcionario con 24 por ciento de aprobación, dice que nuestro crecimiento será de 2.1 por ciento.
Nuevamente estaremos, en realidad, varados, ya que una cifra de esa magnitud hace que la economía sea mediocre, algo que al inicio de este sexenio se dijo que se resolvería ampliamente con el acuerdo en Los Pinos entre PRI, PAN y PRD. El trío maléfico que ha engañado a la población y que se reparte el poder con impudicia y sin freno.
Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), 53 millones de nacionales están en riesgo de caer en la pobreza. Lo que haría más amplio el espectro de quienes no tienen lo elemental para vivir.
Entre 2000 y 2012, dice el mencionado programa, 46 por ciento de la población tuvieron movilidad ascendente; o sea, mejoraron sus ingresos. Pero en la actualidad, por diversos factores, de 5 a 7 millones bajarán en sus percepciones.
Esto se debe a que millones no tienen protección social, no obtienen transferencias de recursos y no cuentan con seguro de desempleo. Más aún, únicamente el 36 por ciento tiene pensión; aunque en muchos casos es muy limitada, como observamos en un anuncio televisivo donde un adulto mayor tiene que vender su auto de toda la vida por unos miles de pesos.
            Otra de las cuestiones que padecemos, lo sabemos hace tiempo, es que los jóvenes no tienen posibilidades de estudiar ni de trabajar. Se trata de 7 millones, en un país donde este tipo de personas son consideradas el bono demográfico, ya que si obtuvieran empleo estarían contribuyendo al presente y al futuro del país. Pero no es así.
Según el especialista Carlos Fernández Vega (La Jornada, 21 de noviembre), entre 2013 y 2017, el gobierno actual ejercerá la bonita suma de 25 billones de pesos. Una cantidad nunca antes vista y mal repartida. Desgraciadamente, ya sabemos que la distribución es terriblemente desigual, pues el uno por ciento rico se apropia de 47 veces más de lo que obtiene el 10 por ciento pobre.
Simplemente hay que ver los salarios de funcionarios, magistrados, gobernadores y demás que son desmesurados en comparación con los países del TLCAN: Estados Unidos y Canadá. Claro, si además le agregamos lo que se roban los mandatarios,  y la impunidad existente, la cosa es de pavor.
Un solo caso. Fidel Herrera, el exgobernador de Veracruz, hoy cónsul en Barcelona, y enriquecido por su relación con cárteles, al decir de agencias estadunidenses, percibe cerca de 9 mil euros mensuales. Además, su hijo es funcionario en Canadá, con un sueldo amplio pero no revelado (Carlos Fazio, La Jornada, 21 de noviembre).
Hace poco supimos que en 2015, Peña Nieto erogó 9 mil 619 millones de pesos en los medios de difusión. 248 veces más que lo utilizado para la defensa de los derechos humanos y nueve veces más que lo dedicado a las escuelas de calidad (Sin Embargo, 22 de noviembre).
La campaña gubernamental hace meses señala que lo bueno que hace el gobierno no se cuenta, pero cuenta mucho. Lo cual quiere decir que la propaganda a los medios es errónea, está mal dirigida o nadie la cree. Empero, mucho de lo que se dice no es obra de una administración que ayude a la gente, sino parte de un compromiso que se debe llevar a cabo y no se hace correctamente.
En el reciente presupuesto gubernamental que se aprobó para el siguiente año, hay recortes de actividades sustanciales por todos lados. Un caso: el Fondo de Cultura Económica tuvo que cerrar cuatro librerías por bajo presupuesto. Algo que ocurrirá en otras áreas como salud, educación, ciencia y tecnología y universidades.
Por eso, organizaciones no gubernamentales dicen, con razón, que no es posible atacar la obesidad si no hay presupuesto. Y hace mucho que estamos en espera de que con el impuesto a los refrescos pongan bebederos de agua en las escuelas primarias y secundarias, y no ocurre así.
En un reportaje del semanario Proceso (número 2090), encontramos que la Secretaría de Hacienda determina cómo gastar sin freno. Y para que aprueben su proyecto le da alrededor 20 millones de pesos a cada diputado para que lo invierta en lo que le plazca. Una distorsión más que hace de nuestro país una nación bananera.
Todo eso se agravará ahora que llegue Trump, ya que los políticos mexicanos siguen en las nubes.

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Golpe de Estado silencioso

John M. Ackerman / Proceso@JohnMAckerman    www.johnackerman.blogspot.com

La intromisión de las fuerzas militares en la vida política y social del país ha llegado a extremos intolerables que ponen en riesgo tanto la institucionalidad democrática como la soberanía nacional. Hoy atestiguamos el equivalente a un golpe de Estado subrepticio y silencioso. Si la sociedad no detiene la militarización rampante, Los Pinos pronto podría ser ocupado por un general.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha presentado en la Cámara de Diputados una iniciativa que para una nueva Ley de Seguridad Interior, que tiene el objetivo de normalizar la participación inconstitucional de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública y de control social interno.
La aprobación de esta iniciativa implicaría una transformación radical en el papel de los militares en la vida nacional. Normalmente, los soldados solamente pueden participar en asuntos de “seguridad nacional”. Y el artículo 129 de la Constitución es absolutamente claro: “En tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar”. 
Sin embargo, la propuesta del diputado César Camacho Quiroz, en cumplimiento de órdenes giradas por Enrique Peña Nieto y el secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, habilitaría a los militares para involucrarse también directamente en asuntos de “seguridad interna”. Y este concepto lo define de la manera más abstracta y general: cualquier asunto que “ponga en peligro la estabilidad, seguridad o la paz pública”.
Con la nueva ley, los militares ya no se dedicarían exclusivamente a defender el territorio patrio y a suplir a las autoridades civiles en casos de emergencia, sino que se transformarían en responsables permanentes del “orden” interno y, por lo tanto, en una fuerza política pluripotenciaria y autónoma capaz de intervenir por voluntad propia en casi cualquier momento. Es decir, se autorizaría formalmente la persecución castrense de la oposición política y los movimientos sociales en todo el país. 
Desde que Felipe Calderón sacó a los militares masivamente a las calles en 2006, supuestamente para combatir al narcotráfico, el gobierno federal ha dicho que la militarización de la seguridad pública era necesaria como una medida estrictamente temporal, mientras se avanzaba en el proceso de depuración y profesionalización de los cuerpos policiacos municipales, estatales y federales.
Hoy, 10 años más tarde, vemos que Calderón mintió desde el primer momento. La profesionalización policiaca nunca avanzó y ahora los partidos del Pacto por México han decidido simplemente reemplazar a los policías con militares.
Hace unos meses, el PRIANRD ya reformó tanto al Código de Justicia Militar como al Código Militar de Procedimientos Penales, con el fin de permitir que los ministerios públicos y tribunales militares se entrometan de manera indiscriminada en asuntos civiles, con cateos a domicilios particulares y edificios gubernamentales, así como espionaje directo a comunicaciones personales.
Con la Ley de Seguridad Interior se consolidaría y se expandiría esta lógica. La ley permitiría a los militares desplazar totalmente al Ministerio Público en la investigación de delitos cometidos incluso por civiles. También abriría la puerta para un sistema de espionaje político-militar generalizado, al permitir a los soldados utilizar cualquier medio de recolección de información.
Aún más preocupante es que esta nueva ley busca darle la vuelta al procedimiento plasmado en el artículo 29 constitucional para declarar la suspensión de garantías en casos de “perturbación grave de la paz pública”. Aquel procedimiento constitucional obliga al presidente a recibir la autorización del Congreso de la Unión y requiere que la suspensión sea forzosamente “por un tiempo limitado”.
En contraste, la nueva ley permitiría al presidente de la república realizar de manera unilateral una declaratoria de afectación a la seguridad interna, y para un tiempo indeterminado. Es decir, se eternizaría la presencia castrense en nuestras calles, con todo lo que ello implica respecto de la violación sistemática de los derechos humanos y la libertad de tránsito, de expresión y de reunión.
Lo más grave, sin embargo, es el daño que esta nueva ley significaría para la soberanía nacional. No es ningún secreto que las fuerzas armadas mexicanas hoy no sólo siguen órdenes de las autoridades mexicanas sino que también obedecen a los mandatos de Washington. Fue el gobierno de Vicente Fox quien acomodó a la milicia mexicana dentro del marco del Comando Norte de Estados Unidos (NORTHCOM) en 2002. Y un porcentaje cada vez más grande de generales, comandantes y cadetes militares mexicanos reciben una parte importante de su entrenamiento militar en Estados Unidos.
El secretario de la Marina, Vidal Soberón, recientemente fue nombrado comandante de la Legión de Mérito del Gobierno de Estados Unidos y tiene comunicación constante con los altos mandos castrenses en aquel país. Y hace unos meses Soberón le entregó personalmente al jefe del NORTHCOM, William Gortney, la Medalla de Distinción Naval y Mérito Militar Primera Clase de México.
Así que si los vende patrias del PRIANRD logran la aprobación de su nueva Ley de Seguridad Interna, el pueblo mexicano no solamente estará sujeto a la constante intromisión de las fuerzas militares en nuestras vidas sino que nuestra información y nuestras libertades también se colocarían bajo el control directo de Donald Trump. 
En lugar de aumentar la intromisión de un fascista en nuestros asuntos internos, hoy es un buen momento para recuperar nuestra larga tradición de dignidad nacional y solidaridad latinoamericana. Hay que dirigir nuestras miradas hacia el sur.


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Muerte civil capitis diminutio

Teresa Gil / Libros de ayer y hoylaislaquebrillaba@yahoo.com.mx

Muchas vueltas le dan esos que solicitan la muerte civil de los corruptos, y hasta se remontan a la vieja Roma y mencionan  al ínclito Ulpiano para hablar de la capitis diminutio. Si en México se cumpliera la ley, esos que roban y saquean el erario público irían a la cárcel y su sentencia los privaría de derechos políticos y civiles. No necesitan usar fórmulas y nombrar caras comisiones para que se ocupen del caso. Ya hay muchos muertos en el país. La propia Constitución y las leyes penales se ocupan de la llamada muerte civil, con el mandato la primera; con la aplicación de la ley a través de la sentencia, la segunda. Esta puede contener la suspensión de los derechos políticos y civiles junto con la pena por un delito cometido. O  la sentencia en si misma puede ser la pérdida de esos derechos. El que los derechos humanos de los presos deban ser estrictamente respetados, no significa que el asunto se relaje. Ante la abstención electoral y dado que tenemos cárceles repletas de presos, hubo alguien que en semanas anteriores –debe ser un priista que resintió la pérdida de las cinco gubernaturas–, propuso que se les dé el voto a los presos. Les convendría si metieran a las cárceles a los funcionarios corruptos, porque entonces tendrían muchos votos. En el derecho romano se aplicaba la capitis diminutio máxima a los delincuentes, lo que los privaba de sus derechos ciudadanos. Pero los excelsos civilistas de la ciudad eterna, machos como eran, extendían la capitis diminutio –sin la máxima– a las mujeres solteras y a veces a las esposas de los pater familias. O sea esas mujeres carecían de derechos ciudadanos, como suele a veces suceder. En Grecia eran más prácticos: dictaban la inexistencia o aplicaban el destierro, cosa esto último que rechazó Sócrates y prefirió beberse la cicuta. Grandes personajes de la historia murieron desterrados, el gran Dante entre ellos. En México la que lo aplicaba a destajo era la  Inquisición que se daba el gusto de sacar de nuestras tierras que ellos llamaban de Indias, a todos los herejes, opositores o que no creyeran en su Dios. Aquí, ahora, ese destierro es voluntario: los corruptos toman sus millones y se van a disfrutarlos por una temporada. O los pobres, los olvidados de las instituciones, los que de hecho han sido siempre inexistentes, se mudan de sus tierras o se van al extranjero en busca de otra vida. Ser migrante es ser un desterrado. Vivir en el exilio. Pero la inexistencia o el destierro son risibles para los políticos. A Felipe Calderón que se robó la Presidencia cometiendo así uno de los más graves delitos políticos y que con una decisión mal tomada envió al país a la guerra, lo premian públicamente. La única respuesta al señor Zoe Robledo, priista convertido en perredista, ante la propuesta que hizo en el Senado: que mejor proponga el cese de la impunidad. La literatura está llena de casos de muerte civil, destierros, persecuciones y exilios. Horacio Quiroga el excelente escritor uruguayo considerado el maestro del cuento latinoamericano, tiene un libro apabullante, Desterrados (Porrúa, 1976), del cual sacamos el relato que lleva el título de libro acerca de dos negros expulsados de su tierra por el odio y el desprecio, que regresan a morir en la más absoluta miseria. Quiroga fue un desterrado de su patria y lo consignó en la que es considerada su mejor obra. Juan Rulfo, en El llano en llamas (Planeta, 2007) da una idea en varios relatos, de las fugas políticas de los cristeros, del migrante que se va a Estados Unidos porque no tiene ni para comer y el del viejo que había matado a uno que lo transaba y huye durante años, muerto en vida. Él es el que suplica a su hijo en el dramático título, ¡Diles que no me maten! Son seres abandonados de la suerte sin patria y sin derechos, no como los políticos engordados por nuestros recursos que viven la vida felices a nuestras costillas ¡Que muertos en vida van a ser! En alguna época, quizá en la Cristiada, el destierro se aplicó. Aquella canción que fue muy famosa lo denuncia:
Desterrado
Desterrado me fui por el muey
Desterrado por el gobierno y al año volví
Por aquel cariño inmenso de aquella mujer
Me fui con el fin
de por allá quedarme
solo el amor de esa mujer
me hizo volver.
 

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La venganza es mía
Teresa Gil / Libros de ayer y hoylaislaquebrillaba@yahoo.com.mx
La impunidad está creando graves secuelas en el país. Es preocupante que la medieval venganza privada se reproduzca cada día con más fuerza. Muy seguido sabemos de linchamientos y de agresiones de diferentes tipos a presuntos delincuentes que son sorprendidos por miembros de una comunidad que ejercen la justicia por su propia mano. Un pasajero acaba de matar a cuatro asaltantes en la carretera México-Toluca y unas mujeres mataron a ladrillazos a un presunto ladrón en Aguascalientes; se desnuda a presuntos ladrones, se les golpea y recientemente les cortaron las manos a varios de ellos, en hechos de los que las autoridades suelen hacerse las omisas como respaldando esas conductas. Las que por cierto están inspiradas precisamente en la omisión de esas autoridades que han  implantado la impunidad o una justicia en la que muchos no creen lo que obliga a usar medidas por mano propia. Algo que llama la atención, es la exacerbación en la redes para que se practique esa conducta y que sean personas de cierto nivel cultural las que la apoyan. Aquella vetusta venganza privada que se apoyaba en el llamado Juicio de las Ordalias o en la Ley del Talión, mecanismos que no daban ninguna salida real al infractor, fue superada supuestamente por la venganza pública apoyada por teóricos como el Marqués de Beccaria y los enciclopedistas franceses, que tenía como punto de partida la ley. Solo se podía sancionar a partir de tipos penales previamente diseñados. Los conflictos, sin embargo, siguieron porque el problema no es la teoría sino el ser humano. Surgieron tesis más avanzadas, la humanitaria, la científica y otras de corte más moderno, pero la tortura sigue, las desapariciones siguen y las cárceles están llenas de reos que padecen prácticas inhumanas. Los poderes en función no han entendido la vieja teoría de Beccaria, de que el humanismo aplicado incluso al ser más infame, se proyecta a una sociedad y ésta vislumbra otra forma de comportamiento. Quien es humano con lo peor de un entorno, con más razón lo será con los demás. En México eso ha pasado de noche, los reportes de Amnistía Internacional sobre el aumento de la tortura, son un ejemplo. La venganza pública se expone no solo a través de la ley: se aplica políticamente a los opositores, como se vio en el caso de los maestros. Lo de Ayotzinapa y Tanhuato son otros ejemplos, pero además se hace a través de declaraciones como acaba de hacerlo la cúpula militar para vengar el caso de los soldados muertos en Sinaloa. Otro caso absurdo es el planteado por el PAN para darle la Medalla Belisario Domínguez al ingeniero Gonzalo Rivas, fallecido en una gasolinera en 2012 durante un bloqueo de normalistas. Se ve como una forma de quitarle impacto al terrible caso de los 43 normalistas, en forma de venganza encubierta culpándolos del deceso. La propia esposa del ingeniero se lanza contra los normalistas, sin  pruebas plenas. La venganza pública se escuda no solo en el concepto sino en algo que va más allá, el deseo de demostrar poder contra adversarios, una forma de castigo, como fue, por ejemplo, el refrendo de Alfredo Castillo en la Conade cuando miles exigían su despido. Ese más allá puede encubrir el caso de Guzmán Loera –cuya esposa ha denunciado mala atención–, al que se aplica no solo la venganza de la ley a través de la cárcel, sino algo que puede tener la intención de que no pueda ser extraditado a Estados Unidos. De entrada el viejo Testamento parece pronunciarse en contra de la venganza privada, aunque le deja a Dios esa tarea (cosa que teóricamente debería de ejercer el Estado moderno al aplicar la ley). En Romanos 12 versículo 19 se publica: “Nunca os venguéis vosotros mismos, sino dar lugar a la ira de Dios, porque está escrito, mía es la venganza, yo pagaré, dice el señor”. También en el Deuteronomio 32/35 se usa la frase y de hecho se mencionan alrededor de 30 versículos en los que se habla de la venganza de Dios. Algunos autores han utilizado la frase para titular sus obras, uno de ellos el inglés autor de libros para niños Roald Dahl, en el libro humorístico, La venganza es mía S.A. (Editorial Debate, 1995). Otro libro que fue famoso hace tres o cuatro décadas, es La venganza es mía de Mickey Spillane, el creador del detective Mike Hammer que tuvo incluso un programa de televisión. Spillane quiso competir en la novela negra con los grandes del género pero nunca llegó a tanto. Además se le calificaba de escritor anticomunista. No obstante ese libro y Yo, el jurado, con título de alegoría bíblica también, le dieron cierta cobertura. Una venganza en esos casos, estrictamente personal.


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Puntos suspensivos
Raúl Moreno Wonchee / La nave vawonchee_r@yahoo.com.mx

La Mexicana fue la primera revolución social del siglo XX porque la Constitución reconoció los derechos individuales y colectivos generados por el trabajo. Gran logro que busca no sólo atenuar los efectos perniciosos de un inevitable cuanto tardío capitalismo, sino avanzar hacia la emancipación de México en la idea de ser una nación soberana y libre de la explotación humana. El tripartismo ha sido la vía mexicana para que las contradicciones del proceso económico den lugar, mediante la intervención del Estado, al diálogo social que se ha traducido en instituciones fundamentales, entre ellas las Juntas de Conciliación y Arbitraje cuya supresión está en curso. Sin argumentos, sólo con la percepción superficial de que son corruptas y sin un diagnóstico de los mecanismos de esta suposición, estamos a punto de tirar el agua sucia de la bañera con todo y el niño. Todos los principios invocados para justificar la nueva figura judicial podrían introducirse en las Juntas con una sola excepción: la imparcialidad, pues lo que está en juego son derechos de los trabajadores que el Estado está obligado a tutelar. Lo mismo puede decirse del conciliador cuyo vínculo con la soberanía popular se disuelve en una autonomía fuera de lugar. El Ejecutivo será excluido de la justicia laboral y las partes quedarán enfrentadas en instancias “imparciales y autónomas” donde el que tenga más saliva comerá más pinole. La receta culmina dictando que los sindicatos elijan a sus dirigentes, diriman sus controversias y procesen sus demandas por voto directo y secreto, lo que viola la libertad y la independencia sindicales, pone a nuestro país al margen de la Organización Internacional del Trabajo e impone a los trabajadores procedimientos ajenos a la naturaleza de sus organizaciones. El voto secreto y directo estimula las diferencias y permite intromisiones ahí donde los trabajadores deben unificarse para defender de sus derechos y su identidad clasista. Todas las clases, sectores y grupos sociales tienen libertad de asociación, la que se pretende conculcar a los trabajadores ¡en el artículo 123 de la Constitución! Un siglo estuvo México en la vanguardia del Derecho del trabajo; la contrarreforma al 123 podría ponernos a la cola del mundo civilizado.
  
La herencia
Raúl Moreno Wonchee / La nave vawonchee_r@yahoo.com.mx
Con mucha pena y ninguna gloria, la segunda parte de la reforma laboral que Calderón dejó como herencia pasó por el Congreso. Alguien ha de haber recordado que en México nació el derecho social que reconoce los derechos individuales y colectivos generados por el trabajo y obliga al Estado a tutelarlos, gran conquista del pensamiento y de la lucha social que previene y resuelve los conflictos de clase y encauza, para beneficio de la sociedad, la energía generada por las contradicciones de la economía. Pero nuevos “principios” como imparcialidad, transparencia, profesionalismo, autonomía, etcétera, ajenos por completo a la idea constitucionalista, usurparon el lugar del  compromiso del gobierno con la justicia social. La supresión de las Juntas de Conciliación y Arbitraje liberará al Ejecutivo federal y a los ejecutivos estatales de la monserga de garantizar justicia a los trabajadores, y puede suponerse que está en la línea modernizadora a la que nos obliga nuestra adhesión al difunto TTP. Pero es inadmisible que el artículo 123 de la Constitución ordene que las elecciones sindicales sean con voto universal, directo y secreto, útil para resolver algunas titularidades del poder político, y a menudo inoperante en las instituciones y organizaciones sociales. Las iglesias, las universidades, las empresas, las cámaras patronales, los clubes de servicio, los colegios profesionales, las academias, las organizaciones estudiantiles, los clubes deportivos, las asociaciones culturales, los partidos políticos, el Poder Judicial, suelen definir sus liderazgos por medios distintos al voto universal, directo y secreto, en ningún caso obligatorio salvo en los sindicatos, lo que somete a los trabajadores a un régimen de excepción. Y que el Estado dicte las formas de organización sindical y por consiguiente intervenga para que ese dictado se acate, nada tiene que ver con la democracia y es cercano al fascismo.


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 El resultado de la mala calidad académica

José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelantejmgomezporchini@gmail.com/     http://mexicodebesaliradelante.blogspot.com

La instrucción escolar, la preparación que se entrega a los alumnos en las aulas, obedece a planes estructurados desde las más altas esferas de la política educativa. Y más aún, la instrucción escolar que se imparte en México, atiende a dictados de fuerzas ajenas a nuestra realidad nacional, como son la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE por sus siglas, así como muchos otros indicadores internacionales que han marcado el rumbo en políticas educativas.
Sin embargo, no por el hecho de ser extranjero algo ha de funcionar y menos aún, resulta ser la panacea para todos los males. Para nuestros próceres, los que ahora están en el poder y que han estado los treinta y cuatro años, todo lo que viene de fuera es mejor que lo nuestro.
Cierto, algunos hijos de México salieron a estudiar al extranjero en sus años mozos y aprendieron otras culturas, otras formas de vida y escenarios distintos. Pero el mal no es privativo de nuestro país y para muestra, baste y sobra decir que apenas ayer 5 de noviembre de 2016, Francia anuncia que volverá al sistema tradicional, al antiguo, de enseñanza, regresándole su vigor y fuerza a las materias que se habían eliminado: etimologías, civismo, lectura y redacción, comprensión lectora, ética. Claro, ahora vuelven por sus fueros los concursos de lectura en atril, de velocidad lectora y de comprensión. Algo que los que dirigen las políticas educativas en México no conocen y nunca han conocido.
Y para no ir muy lejos quiero comentar con usted algunas experiencias de los últimos días, algo cercano, para que esté usted en posibilidad de comprender mi dicho.
Acudo a una notaría pública, negocio de años, a realizar un trámite y cuando veo lo que están haciendo, me dio pena ajena. Aquello era una porquería de escrito, lleno de errores de ortografía y al señalarlo, me dicen: En el juzgado lo corrigen…
Ese creer que siempre habrá alguien más que se encargue de corregir los yerros de uno, es parte del problema que nos aqueja. Aun cuando sea tarea del juzgado revisar la redacción de un escrito, quien lo hace es responsable de que esté bien hecho.
Mas ¿cómo es posible pedirle a alguien que no sabe hacer una cosa que la haga bien? Hace poco, en clase, encargué a mis alumnos un ensayo, pero antes pregunté si sabían hacer ensayos. La respuesta sonó así, como obvia y con suficiencia: ¡claro, profe!
Cuando comencé a recibir los trabajos, empezaron los problemas. Al hablar con ellos, me dijeron: ─es que usted está calificando algo que nadie nos ha explicado nunca. Y tuve que comenzar desde el principio, a explicar qué es un ensayo y cómo se hace.
Y les comento que reviso ortografía, redacción, originalidad, concordancia y todo eso que viste un escrito. De inmediato surgen las preguntas: ¿qué significa cada una, profe?
Es increíble encontrar gente a nivel licenciatura o posgrado, que acentúan examen porque suena fuerte la a. Ignoran por completo la regla de ortografía, pero la culpa no es de ellos, es del sistema que omitió enseñar esa parte. Y la culpa más bien, es del sistema social, como la muerte del angelito.
Ahora hay que luchar por brindar a los jóvenes la posibilidad de salir adelante, con las herramientas que necesitan para esta modernidad que ya es el presente. Son nuestro futuro. Hay que apoyarlos.
Vale la pena. Me gustaría conocer su opinión.
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