Iván Restrepo
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Los que sí se dieron cuenta de lo que pasaba fueron los pobladores del municipio de Arizpe, cuando les comenzó a llegar el agua color amarillo, con mal olor y peces muertos. En contraste, las autoridades estatales y federales del medio ambiente y la protección civil dijeron inicialmente que un depósito de agua con ácido sulfúrico en bajas concentraciones había tenido filtraciones, pero que el escurrimiento estaba bajo control y no representaba riesgo para la gente. Sin embargo, pidieron a los pobladores por donde pasaban los dos ríos mencionados (Banámichi, Huépac, Aconchi, Baviácora, Mazocahui, Ures y Hermosillo) no beber agua ni bañarse en sus aguas.
Y vino lo peor: Se suspendió el suministro de agua a miles de familias, pues los pozos de los que se surtían estaban contaminados; a los productores de leche no les recibían el producto porque las vacas bebían agua de los dos ríos. La zona quedó así bajo un enorme desajuste ambiental, económico y social que obligó a las instancias oficiales, tarde y descoordinadamente, a tomar medidas extremas para proteger la salud pública, la economía y el ambiente en los siete municipios afectados. En el colmo, el titular de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (dependencia que el presidente Peña Nieto entregó al mal llamado Partido Verde como pago por su apoyo electoral y legislativo) pidió no satanizar la minería por dicho desastre y cuyas secuelas todavía hoy se dejan sentir entre la población. Igual hicieron los líderes empresariales Gerardo Gutiérrez Candiani y Juan Pablo Castañón.
En abril de 2015 se creó en la Presidencia de la República la Coordinación Marca País y Medios Internacionales, encargada de diseñar estrategias de comunicación para fortalecer la imagen y percepción de México en el extranjero. Algo urgente a fin de ofrecer una visión distinta a la de pobreza, desigualdad, violencia, impunidad, inseguridad y corrupción que suelen mostrar los medios internacionales. Merecen destacarse nuestro legado cultural y natural y la hospitalidad de que hacemos gala.
Sin embargo, esa tarea la ensombrecía casi al mismo tiempo la mala imagen del Grupo México en Perú, donde toda una provincia se opuso a su proyecto de explotar un enorme yacimiento de cobre. El motivo: quitarle el agua que usan para sus cultivos y causar contaminación. La oposición dejó cuatro muertos. Además, en España estaba bajo sospecha de corrupción por explotar otro yacimiento.
Ahora el señor Larrea se une a los líderes empresariales (como los antes citados Castañón y Gutiérrez Candiani, o el señor Baillères, dueño del Palacio de Hierro y al que el gobierno le adjudicó la Medalla Belisario Domínguez, demeritando así más esa presea) que condenan el posible retorno a un modelo populista en clara referencia a la corriente política del candidato presidencial líder en las encuestas electorales. Y llama a votar con inteligencia y no con el enojo que hoy todos compartimos. Estos cinco poderosos se presentan como blancas palomas, generadores de empleo y riqueza. Pero en el reporte de Integridad Corporativa sobre las 500 empresas más importantes de México, el cual mide la calidad de sus políticas de integridad y anticorrupción, las del señor Baillères ocuparon el último lugar. Y las del Larrea, el 333.
Si tanto les preocupa que sus empleados no voten con enojo, comiencen por hacer de sus empresas ejemplos de integridad, salarios justos y cero corrupción.
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