El 68 a medio siglo
Los hechos de septiembre
Desde el poder se decía que la movilización intentaba
provocar una revolución socialista
▲ El presidente Gustavo Díaz Ordaz (1964-70).
“Hemos sido tolerantes, hasta excesos criticables; pero
todo tiene un límite y no podemos permitir ya que se siga quebrantando
irremisiblemente el orden jurídico, como a los ojos de todo mundo ha
venido sucediendo […] México entero sabe que cuando el Ejército
interviene es para salvaguardar la tranquilidad, no para oprimir al
pueblo.”
Con esas palabras, el presidente Gustavo Díaz Ordaz advirtió lo que
vendría. Era el primero de septiembre de 1968, y durante la presentación
de su cuarto Informe de Gobierno ante el Congreso de la Unión, el
mandatario hizo una larga alocución para referirse a la efervecencia del
movimiento estudiantil.
La juventud se atrevió a rebelarse ante el autoritarismo, a hablarle de tú al gobierno. Exigió diálogo público. Se arriesgó a tomar
las calles, a enfrentarse a policías y militares, a no temerle a sus
tanques. Públicamente confrontó a la figura presidencial, a la que
incluso lanzó insultos y endilgó motes, como La Changa.
Díaz Ordaz lo aprovechó bien, era su día, lo que por décadas se conoció como el día del presidente.
No había mejor foro: un recinto colmado de abyectos legisladores y
gobernadores (todos de su partido, el Revolucionario Institucional),
además de invitados. Eran días de una institucionalidad férrea,
cuadrarse –aunque se estuviera en desacuerdo– con la palabra del señor
Presidente.
El mensaje fue claro, el mandatario rechazó que se hubiera violado la
autonomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se dijo
promotor de la del Politécnico, calificó al movimiento estudiantil de
libertino y dijo que buscaba presionar de manera ilegítima al gobierno.
Desde las esferas del poder se intentaba desacreditar la movilización
estudiantil. En cada oportunidad que tenían, el presidente y sus
hombres lo calificaban de una
imitación extralógicade otros movimientos, como los de Berlín y París. Acusaban a los estudiantes de
intentar provocar una revolución socialista en México frente a un Estado democrático y revolucionario que busca por medios pacíficos el desarrollo económico y social del pueblo.
El movimiento estudiantil persistía en su demanda de que el diálogo
fuera público. Frente a las agresiones gubernamentales y la presencia de
militares y tanques en las inmediaciones de sus escuelas convocaron a
una manifestación que pasaría a la historia: la Marcha del Silencio, el
13 de septiembre.
Septiembre
Domingo primero. Cuarto Informe de Gustavo Díaz Ordaz. Al referirse al movimiento, señala que existe la intervención de
manos no estudiantiles, visibles fuerzas internas y externas [...] Defenderé los principios más caros, arrostro las consecuencias. No quisiéramos vernos en el caso de tomar medidas que no deseamos, pero que tomaremos si es necesario.
Lunes 2. El Consejo Nacional de Huelga (CNH) declara:
Nosotros no vamos a dialogar con la presión de los tanques y las bayonetas encima de nosotros. Retiren los tanques de las calles, retiren el Ejército de la calle, y entonces públicamente estaremos dispuestos a debatir, antes no.
Martes 3. El CNH responde en un manifiesto público a lo planteado por el presidente en su Informe:
Negamos que por nuestra parte existan presiones ilegítimas hacia el gobierno; pero la falta de respuesta a una demanda lleva necesariamente a la acción popular; única vía que queda abierta ante un régimen sordo y mudo. Ratifica además su demanda de diálogo público.
Viernes 6. El gobierno propone
diálogo público, pero sin exhibicionismo.
Sábado 7. En rechazo a la propuesta oficial, el CNH responde con un mitin en Tlatelolco, al que se suman 25 mil personas.
Lunes 9. El rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, hace un llamado a
la comunidad para volver a clases sin renunciar a los fines del
movimiento.
Es necesario y urgente el retorno a la normalidad.
Apoyo incondicional
Martes 10. El Senado da su apoyo incondicional al
presidente Díaz Ordaz para que disponga del Ejército, la aviación y la
Marina, en defensa de la seguridad interna y externa de México cuando
sea preciso. En asambleas, los estudiantes deciden continuar con la
huelga.
Jueves 12. Desde helicópteros que sobrevuelan la ciudad se dejan caer
volantes firmados por supuestas uniones y sociedades de padres de
familia de la Universidad Nacional y el Politécnico, en los que se
recomienda a los padres de familia impedir que sus hijos
participaran en la manifestación silenciosa, porque serían enfrentados con el Ejército.
Viernes 13. Se celebra la Manifestación del Silencio que parte del
Museo Nacional de Antropología, recorre Paseo de la Reforma y llega al
Zócalo. Se calcula que participan 250 mil personas, quienes en completo
silencio cubren el recorrido. Portan carteles y cubrebocas en rechazo a
los calificativos –lanzados por el gobierno y sus aliados– de
provocadores y revoltosos. Un volante repartido por los jóvenes enfatiza que el silencio es
más elocuente que las palabras que acallaron las bayonetas. Aún está fresco el recuerdo de los tanques y los soldados que a bayoneta calada desalojaron a más de 3 mil estudiantes del Zócalo y de la zona aledaña a Palacio Nacional, la madrugada del 28 de agosto.
Domingo 15. El ingeniero Heberto Castillo, de la Coalición de
Maestros y gran luchador social, da el Grito de Independencia en Ciudad
Universitaria. Durante la ceremonia en el Zócalo, los asistentes
propinan una severa rechifla al presidente Díaz Ordaz.
Días después vendrían dos tremendos golpes al movimiento: la toma del Ejército de CU y del Casco de Santo Tomás.
La próxima entrega de esta cronología se publicará el lunes 24 de septiembre.
Foto Ap Emir Olivares y José Antonio Román /III
Periódico La Jornada
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