La Jornada
Con insistencia está circulando en redes sociales un texto de Amartya Sen, titulado
Consecuencias económicas de la austeridad, publicado el 4 de junio de 2015 en el News Statement. Con la relevancia de las opiniones de Sen y su propia importancia intelectual como pensador progresista, se busca cuestionar una de las políticas estandarte del gobierno de AMLO, la de un gobierno austero. Sin duda hay mucho que discutir en la puesta en marcha de la austeridad republicana del gobierno, pero no es entendiéndola como austeridad neoliberal, o como la que Sen recupera de la crítica de Keynes al Tratado de Versalles.
La austeridad a la que se refiere Amartya Sen ha sido y es una
política utilizada para reducir el gasto público, congelando e incluso
reduciendo los renglones del gasto social con el fin primordial de
disminuir el déficit fiscal y abrir espacio para el pago de la deuda
pública. Es una política claramente neoliberal. En América Latina, en
los años 80, fue impulsada por el FMI y el Banco Mundial, promotores de
las reformas orientadas al mercado. Fue una política aceptada por los
gobiernos latinoamericanos y, particularmente. por los de México de la
época.
La austeridad del gobierno de AMLO es diferente. Su planteamiento es
el de un gobierno austero, no un gasto público austero. En el PEF 2019
los programas sociales prioritarios tuvieron recursos y de los viejos
programas sociales muchos se mantuvieron, aunque se recortó el gasto
corriente, es decir, sueldos y prestaciones de los funcionarios
responsables de su operación. De modo que no se trata de destinar
recursos a la eliminación del déficit fiscal, o para poder cumplir con
los compromisos de la deuda pública. Sin embargo, por la manera en la
que se ha venido instrumentando, está generando problemas en áreas muy
sensibles. Decidir que los criterios de austeridad dominan los
propósitos sociales es no sólo equivocado, sino claramente contrario aun
proyecto sensible a lo social.
El texto de Sen es contundente. Recuerda la oposición de Keynes al
Tratado de Versalles, que los ganadores de la Primera Guerra Mundial
(RU, EU, Francia e Italia) impusieron a Alemania: una austeridad brutal
para que pudiera hacer frente a los costos de reparación de guerra. El
tema de las consecuencias desfavorables de la austeridad es relevante
actualmente, dice Sen: la Alemania de hoy ha obligado a sus socios
europeos a reducir la deuda pública sin importar el colapso económico
provocado. Keynes advertía, en The economic consequences of the peace,
que una Europa ineficiente, con alto desempleo y desorganizada, se
enfrentaba a un remolino de odio internacional, desesperanza doméstica,
hambre, pillaje y desilusión. Esa situación es visible hoy en Europa.
Aunque la austeridad es contraproductiva, como lo mostró Keynes,
sigue dando votos el llamado a frenar el gasto público para poder
reducir la deuda como porcentaje del PIB. Se ha instalado en líderes
europeos y de otras latitudes la idea de que la austeridad es una salida
para economías deprimidas y endeudadas. Para Keynes la demanda es
central en la determinación de la actividad económica, y expandir el
gasto público es mejor que reducirlo. La austeridad envía más gente al
desempleo. La austeridad es profundamente contraria al sostenimiento del
bienestar social.
La austeridad obradorista responde a un reclamo que se convirtió en
consigna: no puede haber gobierno rico, con pueblo pobre. Por ello era
fundamental reducir las remuneraciones de los altos niveles
gubernamentales transparentándolos; eliminar gastos innecesarios, como
el avión presidencial; eliminar partidas destinadas a la promoción del
gobierno en turno y a la compra de periodistas, entre otros. No se
contrajo el gasto de inversión, como ocurrió en el gobierno del PRI, ni
el gasto público total. Hubo una distribución diferente, en la que se
alteró la importancia relativa de muchas partidas. Sin embargo, la
aplicación de los lineamientos de austeridad ha lastimado programas que
deben mantenerse. La situación del sector salud es elocuente: falta de
medicinas, reducción de becas a los pasantes de medicina, despido de
personal operativo.
El planteo de AMLO es que el déficit fiscal se mantendrá en sus
niveles, no habrá endeudamiento adicional. Los recursos destinados a
programas sociales tendrán que financiarse con ahorros en el gasto
corriente y con los recursos ganados en la lucha contra la corrupción.
En realidad, como Sen lo señala, la mejor forma de disminuir el déficit y
reducir la deuda pública es el rápido crecimiento de la economía.
Dinamizar la economía requiere que el gasto público se expanda en
programas sociales prioritarios y en proyectos de inversión relevantes.
Financiar sanamente esta expansión requiere acciones tributarias
importantes. Insistir en la idea de que con los ahorros presupuestales
será suficiente es equivocado.
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