Los
grandes empresarios de los medios de comunicación en México no sólo han
dejado de participar en los procesos democráticos, sino que se han
aprovechado de ellos cambiando a su conveniencia de estafeta política y
hasta ideológica, y actuado como grupos de poder para incidir en las
decisiones del gobierno en turno.
Ante el fracaso de la transición a la democracia, que se convirtió en
una simple sustitución de los partidos en la presidencia, se crearon
vacíos de poder en el país.
Dichos vacíos fueron llenados por algunos grupos de poder como el crimen
organizado y los empresarios de los medios de comunicación que vieron
las ventajas económicas de alinearse y sacar provecho para sus fines.
Basta con recordar que en el patronato de “Vamos México” con el que
Martha Sahagún pretendía catapultarse a la Presidencia, estaban
Francisco Eealy Ortíz, dueño de El Universal; Olegario Vázquez Raña
dueño de Excelsior, del grupo Imagen y de los hospitales Ángeles; Emilio
Azcárraga Jean de Televisa; Ricardo Salinas Pliego de TV Azteca; además
de Carlos Slim, Roberto Hernández, Alfredo Harp, Lorenzo Zambrano,
Manuel Arango, María Asunción Aramburuzabala, Fernando Senderos y
Roberto González.
Los empresarios de los medios siguieron recibiendo dinero del
gobierno a través de la publicidad oficial. Solo con Enrique Peña Nieto
sumaron a sus arcas 60 mil millones de pesos por esa vía. A cambio,
mantuvieron a un grupo de articulistas, columnistas y conductores de
noticieros que manejaban la información favorablemente para el gobierno y
atacando a los adversarios.
En alguna ocasión Emilio Azcárraga, presidente de Televisa, dijo que
eran “los soldados del PRI”, años más tarde, cuando empezó a gobernar el
PAN, el hijo Emilio Azcárraga Jean celebró la llegada del cambio en el
poder presidencial manifestando “la democracia es un buen negocio”.
Bajo esa nueva dinámica política y de intereses económicos es que los
grandes medios de comunicación y su equipo de comentaristas dejaron a
un lado cualquier intención de participar en la transición democrática,
de investigar a fondo los casos de corrupción política y empresarial, y
se acomodaron en el vaivén del péndulo del poder presidencial para
seguirse enriqueciendo.
Es por ello que incomodó, de sobremanera, la idea del gobierno actual
de reducir de 60 mil millones de pesos a cuatro mil 200 millones el
presupuesto que se repartirá en publicidad oficial a los medios de
comunicación (radio, televisión, impresos e internet). Y respingarán
muchos de los articulistas que recibieron millones de pesos como apoyo
del gobierno de Peña Nieto.
Los medios de comunicación y muchos comentaristas han sido los
grandes ausentes en los cambios democráticos del país. No han querido
participar en los cambios porque afectaban sus intereses. Cortesanos del
poder tienen problemas para vivir fuera del presupuesto y ahora con la
era digital tienen severos problemas para mantenerse pues su
sobrevivencia no está basada en el número de lectores o de usuarios,
sino en los millonarios convenios de publicidad oficial, su principal
fuente de riqueza.
Por cierto… La mala estrategia de comunicación del gobierno
de Andrés Manuel López Obrador de usar la filtración para dar a conocer
la lista incompleta de medios y comentaristas favorecidos durante el
gobierno de Enrique Peña Nieto no abonó a la transparencia, sino que
generó suspicacias y dio una imagen de desorganización. Hubiese sido
mejor que utilizaran la conferencia matutina del presidente para dar esa
información a todos los medios y evitar sospechas e interpretaciones
que desvirtuaron la intención de transparentar la información del uso de
los recursos públicos de la publicidad oficial.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario