6/15/2024

¿Por qué ganó Claudia?


Gabriel Vargas Lozano*

Desde que la presidenta del INE apareció en cadena nacional para dar a conocer los resultados del conteo rápido de las elecciones del 2 de junio, donde informó que Claudia Sheinbaum había logrado de 58.5 a 60.8 por ciento de la votación mientras Xóchitl Gálvez había alcanzado tan sólo de 26.63 a 28.1 por ciento y Jorge Álvarez Máynez de 9.9 a 10 por ciento y que esta proporción se había mantenido entre los diputados y senadores, los comentaristas de la derecha se quedaron paralizados para luego acuñar la frase: ¡ha sido una paliza! Más tarde, Gálvez no tuvo más remedio que aceptar también la derrota. Lo que ha ocurrido en estas elecciones a cuyos resultados habría que agregar los siete triunfos de Morena en la mayoría de las gubernaturas, requiere de un profundo análisis, que no es sencillo debido a que existen múltiples factores; sin embargo, trataremos de esbozar una hipótesis: durante los meses anteriores, la derecha había llevado a cabo, a través de todos los medios de comunicación y gastando mucho dinero, toda una estrategia basada en la explotación de todos los problemas con que se había enfrentado el gobierno de López Obrador: la lista diaria de todos los asesinatos dolosos perpetrados durante esta administración; el lamentable escenario de las madres buscadoras de sus parientes desaparecidos; el fracaso del Insabi; los muertos durante la pandemia que tomó al país sin los suficientes medios para enfrentarla; la corrupción; el fracaso en la política de abrazos, no balazos; la presunta relación del Presidente con el narcotráfico; la reforma del sistema educativo y muchos más. La estrategia llegó al grado de que había una especie de competencia entre los voceros para ver cuál injuriaba más al Presidente y su candidata. Con la magnificación de lo anterior, la derecha consideró que la gente se convencería de que Gálvez era la mejor opción para de­rrotar a Sheinbaum como representante de la continuidad del lopezobradorismo. La estrategia incluyó el uso de la marea rosa que había sido convocada originalmente para salvar a las instituciones autónomas y por la paz, que logró reunir a miles en la Plaza de la Constitución y en varias ciudades del país. La derecha pensó que, con las movilizaciones, la denuncia y los discursos de su candidata sería suficiente para vencer morenismo; sin embargo, el 2 de junio llegaron a la conclusión de que habían fracasado. La pregunta se impone: ¿qué falló?

Una primera respuesta ya la habían previsto los opinadores al otorgar una cantidad de votos a cambio de los programas sociales del gobierno; sin embargo, el número real no alcanzaba para los 33 millones 226 mil 602 votos que logró Sheinbaum. Una segunda fue por la influencia neutralizadora que ejerció AMLO a través de sus declaraciones en las mañaneras en que rebatió las acusaciones que le hicieron; una tercera fue que la mayoría no creyó en todas las acusaciones al no ofrecer pruebas y refrendó el apoyo a la política de la 4T; la cuarta fue que la candidata pudo lograr la adhesión de sus principales contendientes; la quinta que conformó una propuesta de gobierno mediante cientos de reuniones con sectores de la sociedad, y sexta: la comparación no sólo del nivel académico entre ambas candidatas sino también el contraste entre la forma en que se condujeron en el debate público: Gálvez construyendo la narrativa de que había sido una persona de origen humilde que mediante su propio esfuerzo había llegado a convertirse en millonaria cuando son públicos los puestos gubernamentales que ha ocupado.

A su vez, Sheinbaum no respondió a las calumnias de su opositora; dio a conocer su carácter de científica, académica y defensora de causas sociales y consideró que su papel sería construir el segundo piso de la 4T.

Fue sorprendente que la mayoría de la gente no cayó en el garlito de la derecha y votó de acuerdo con sus convicciones. Los mecanismos típicos de la enajenación empleados por el sistema económico no funcionaron. Esta situación merece un análisis que tendría que incluir la consideración generacional, ya que quienes hemos vivido no sólo los desastres de la política priísta y panista, así como el neoliberalismo durante 36 años es suficiente para no querer un gobierno sostenido por los tres partidos que representan plenamente este pasado: PRI, PAN y PRD. Por tanto, personas como quien esto escribe no votaríamos para nada por quienes representaran esa opción. La historia no debe repetirse; sin embargo, es notable que los jóvenes que no han vivido estas experiencias votaron en su mayoría por Claudia, es decir, consideraron que era ella quien debía conducir al país. Finalmente, no se puede obviar la presente ola feminista que ha implicado el acceso de la mujer al poder político que AMLO ha efectuado mediante sus nombramientos como secretarias de Estado o candidatas a puestos gubernamentales.

El triunfo de Sheinbaum y Morena tiene gran significación para el país y para una corriente de izquierda en América Latina y, por tanto, representa, a mi juicio, la esperanza de que haya un avance en la solución de los grandes problemas que nos afectan.

*Profesor-investigador de filosofía de la UAM-I

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