9/14/2024

Regalarán alcohol a aficionados en el partido México vs EUA, especialistas advierten violencia y enfrentamientos

 

Algo importante es que el dueño del equipo Chivas, Amaury Vergara ha declarado sentirse profundamente preocupado por la alta probabilidad de enfrentamientos y la larga historia de agresiones entre simpatizantes de equipos rivales.

Según refirió Vergara, se está trabajando en medidas para aminorar los riesgos y reforzar la seguridad del estadio; todo esto, mientras se continúa promocionando el alcohol gratuito a las primeras 6 mil personas que arriben al recinto. 

Así, el futbol en México mantiene vigente su estrecha relación con el alcoholismo, donde no sólo se ven involucrados los aficionados, sino que, además, atraviesa a otras personas, primordialmente, mujeres e infancias. 

«Estimular a los aficionados tempraneros con el obsequio de cervezas (que no específica si todos ellos serán mayores de edad o consumidores de tal producto), principalmente pasa por alto el hecho de que el consumo de alcohol se relaciona con actos de violencia, como un factor que intensifica la incidencia y la gravedad de esta en los estadios y en derredor de los mismos, pero también en muchos hogares donde atiza la violencia doméstica, haya ganado o perdido el equipo favorito.», refiere RASA. 

Para entender cómo funciona esta conexión, Cimacnoticias entrevistó a Yahaira Ochoa, de Salud Justa, organización articulada con RASA, quien refirió que resulta preocupante la cadena de violencia y el incentivo constante de los organizadores para normalizar el alcoholismo. 

De violencia doméstica y deporte

Antes de entrar en materia, se debe señalar que no se exime de responsabilidad de las personas agresoras, pero sí se infiere que el uso de esta sustancia, aunado a un patrón de comportamiento misógino puede derivar en la generación de círculos violentos; reconociendo así, que el alcohol es catalizador, más nunca escudo para sustentar la violencia doméstica. 

Esta conexión no es particularmente novedosa, de hecho, desde hace años se ha expuesto que el alcohol y el deporte, resulta en un catalizador de la violencia (física, emocional y psicológica) en contra de las familias; ya sea aquellas que participan activamente en el estadio o quienes sintonizan desde casa el evento deportivo. 

Yahaira Ochoa explica para Cimacnoticias que existe un componente que debe ser nombrado: Los patrones machistas y de masculinidad hegemónica. 

«El futbol es uno de los deportes más vistos en América Latina y en México, el más visto pues hay muchos aficionados a distintos equipos. Es un deporte que se ha estereotipado y tiene mayor incidencia entre hombres, tanto de quienes juegan y de sus seguidores. En este marco podemos considerar que, con el alcohol y la masculinidad, se desinhiben patrones de comportamiento y se origina la violencia» (Yahaira Ochoa).

Aunado a esto, refiere la especialista, que cada vez que hay un partido de fútbol por la mañana, la violencia doméstica y de género repunta. Desde su perspectiva, la hipótesis es que los hombres inician el consumo de alcohol por la mañana y el margen de tiempo es más amplio para beber en exceso, así, para la tarde – noche, la violencia contra otros hombres, sus parejas e hijos, se comienza a gestar; especialmente, cuando su equipo ha perdido el partido. 

La especialista refiere que, de hecho, hace apenas dos años el Banco Interamericano de Desarrollo, arrojó a la luz la manera en que el futbol y el machismo atraviesa a las mujeres, no sólo en México, sino que es un fenómeno global que responde al orden de subordinación patriarcal. 

Por ejemplo, las llamadas de auxilio realizadas por mujeres a causa de amenazas aumentan en un 23.7% en Brasil, cada vez que la selección juega; los principales agresores, sus parejas. De igual forma, en Colombia repunta la violencia doméstica en un 25% y cuando hay mundial, un 38%. 

Según advierte el Banco Interamericano de Desarrollo, esto es un patron de comportamiento que se repite en toda la región, en promedio, la violencia de género y doméstica repunta en un 30% como media en todo América Latina y el Caribe. 

Asimismo, la Organización Mundial de la Salud ha advertido desde 2019 que existe una combinación que es nicho de violencia: Alcohol y partido matutino en fin de semana. 

Cuando se gesta esta combinación, la violencia doméstica puede llegar a aumentar en un 40%, afectando a mujeres, hijas e hijos. 

Con estos datos alarmantes sobre lo que sucede al interior de los estadios -como los enfrentamientos y homicidios- y los repuntes preocupantes de violencia de género en las casas, resulta necesario señalar la responsabilidad de los organizadores y de los patrocinios de compañías alcoholeras por normalizar el consumo excesivo de bebidas embriagantes es característico de un buen partido de futbol. 

«Desde Salud Justa y RASA, demandamos que no se normalice el consumo de alcohol en los estadios, sabemos que fomenta encuentros violentos entre aficionados, que no sería la primera vez, ya hay antecedentes en todo el mundo de cómo el alcohol y el deporte, han sido el centro para este tipo de acontecimientos.»

Entonces, ¿debería de prohibirse la venta de alcohol en días de eventos deportivos? En lo absoluto, dice Yahaira Ochoa, no se trata de prohibición, sino de regular todo el patrocinio, no puede ser que el alcohol sea característico del deporte. Hablamos de regulación basada en evidencia. 

Se debe señalar que existe un ciclo de violencia relacionado a la adicción del alcohol, algo que ya ha documentado la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH, 2016); el 15% de las mujeres han dejado a sus parejas – esposos debido a que él tenía problemas relacionadas al alcohol.

Asimismo, el 20% de las mujeres casadas o unidas que sufrieron violencia de pareja indicó que este problema empezó o empeoró cuando el agresor comenzó a beber alcohol con mayor regularidad. La ENDIREH, concluye en uno de sus apartados lo siguiente:

En México, el bajo nivel socioeconómico, la baja escolaridad y el consumo de alcohol por parte de la pareja son factores relacionados con la violencia contra las mujeres

Viejos patrones de comportamiento: La masculinidad hegemónica

Existe una relación ya documentada entre el «deber ser» del hombre, la violencia y el deporte; una masculinidad hegemónica cimentada en la subordinación, la rabia, la agresión y la dominación, ya sea con otros pares, o con su familia. 

Por ejemplo, en 1993 se publicó On becoming a male physical education teacher: The informal culture of students and the construction of hegemonic masculinity. Gender and Education, en la revista Gender Education por A. Slekton, donde se reveló cómo la dinámica patriarcal, se torna aún más violenta cuando hay deporte de por medio. 

En este artículo, se encontró que normalmente los maestros -hombres- que imparten clases de educación física ejercían con mayor incidencia el acoso y la subordinación con el resto del profesorado. 

Esto, advierte A. Slekton, a causa de los ideales de masculinidad y el deporte; el hombre es socializado para entrar en este rol, donde convierte al deporte en un terreno de competencia violenta, de subordinación, de lucha y masculinidad. 

Algo que es secundado con ejemplos concretos, como por ejemplo, los hooligans. ¿De dónde viene este concepto de la «pasión aficionada«?

Para responder, a esto, el sociólogo y teórico Michael Messner se dio a la tarea de exponer a mediados de los años 90s en Sport, Men, and the Gender Order: Critical Feminist Perspectives que el deporte regularmente androcentrista, como el fútbol, ha sido un espacio de construcción y reafirmación masculina; una reafirmación que les reconoce en el mundo y valoriza por su dominación sobre otros. 

Messner argumenta que, el rol de género y los medios de comunicación masiva, han pautado cómo el hombre aficionado debe comportarse y relacionarse con otras personas.

Esto implica, que se les da valía al autoafirmarse desde la violencia; el sistema les otorga la facultad de sentir furia, gritar, insultar, agredir, realizar enfrentamientos colectivos, beber en exceso y violentar bajo la lógica del «deber ser» ante la pasión deportiva; la violencia ha sido un determinante social en el futbol mexicano y el alcohol, un catalizador.

En ambos escenarios, la mujer y las infancias terminan resistiendo los embates de estos comportamientos solapados por el sistema, las empresas alcoholeras y la normalización de la misoginia escudada en la pasión deportiva.

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