Víctor M. Toledo
Tuvieron que pasar 37 años
desde que Guillermo Bonfil-Batalla publicara su obra clave
México profundo
(1987), para que las ideas contenidas en ese ensayo se hicieran
tangibles mediante la investigación empírica y concreta. Se trata del
Atlas de la propiedad de la tierra en México 2024,
una impresionante obra de 234 páginas publicada en forma conjunta por
la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano junto con el
Registro Agrario Nacional (RAN) y patrocinado por el Instituto
Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) (
https://www.gob.mx/ran/documentos/atlas-de-la-propiedad-social). El
Atlas
devela por vez primera con todo detalle quiénes se apropian la
naturaleza o los recursos naturales del país, un asunto esencial desde
el punto de vista ecológico. Para ello el
Atlas ofrece
información tanto de los ecosistemas como de los sujetos sociales con
los que interactúan, es decir, realiza un abordaje socioambiental. Se
trata de la primera radiografía detallada que ofrece información sobre
uso el suelo y vegetación, cuencas hidrográficas, áreas naturales
protegidas y acuíferos, así como sobre regiones indígenas, zonas
metropolitanas y marginación social para cada uno de los estados. Lo
anterior se logra mediante más de 60 mapas a todo color. El esfuerzo de
este análisis es muy reconocible, si se considera que México es un país
megadiverso desde el punto de vista biológico, se ubica como el segundo
país en el mundo por su riqueza biocultural y posee una historia de al
menos 7 mil años revelada por la domesticación del maíz, frijol,
calabaza, amaranto, chile y otras 245 especies. El
Atlas además
da fe de que el panorama presentado proviene de lo establecido en 1917
mediante el artículo 27, es decir, es un producto de la Revolución
Mexicana y de la clarividencia de los legisladores encabezados por
Andrés Molina Enríquez. El artículo 27 establece que la propiedad de la
tierra deja de ser un derecho privado para convertirse en una
prerrogativa de la nación. En consecuencia, es la nación la que ordena y
regula el aprovechamiento del territorio. El territorio del país tiene
una extensión de 196.47 millones de hectáreas continentales e insulares
que se reparten en tres modalidades: propiedad social (50.8 por ciento),
propiedad privada (42) y propiedad pública de terrenos nacionales
(7.2). La población hacia 2020 fue de 126 millones con 79 por ciento
urbana y 21 por ciento rural. La propiedad social la conforman 32 mil
251 núcleos agrarios de los cuales 29 mil 827 son ejidos y 2 mil 454
comunidades.
¿Qué es hoy el México profundo
? el Atlas
ofrece la respuesta. Cada uno de los mapas de los 32 estados muestran a
todo color la distribución exacta de ejidos, comunidades, avecindados y
posesionarios, así como las cifras de los sujetos agrarios, la
distribución por sexo, y señalamientos particulares y notables. Este
panorama hace de México un país único en el mundo, donde la equidad
agraria es una realidad, a pesar de los diferentes intentos por
anularla, como fue el caso de la contrarreforma de Carlos Salinas de
Gortari, llevada a cabo a principios de la década de 1990, que significó
el fin de la reforma agraria y la apertura del sector rural a la
inversión privada, especialmente de capitales extranjeros. Lo mismo
puede decirse de los innumerables mecanismos económicos del capital para
extraer plusvalía de los productores rurales de materias primas.
Es dentro de este contexto que no se puede omitir el cambio radical
de política agraria que significó la llegada de la Cuarta
Transformación, que se volcó a apoyar a los pequeños y medianos
productores. Lo anterior ha quedado expresado en dos instrumentos: la
Ley General de la Alimentación Adecuada y Sostenible (LGAAS) promulgada
en abril del 2024, que sienta las bases para impulsar la transformación
radical y estructural del sistema alimentario nacional, y el Programa
Nacional de Soberanía Alimentaria, que se hizo público en noviembre del
2024, y el cual tiene el objetivo de impulsar la producción en el campo
mexicano, así como acercar a las familias mexicanas a la alimentación
sustentable y saludable a precios accesibles. Lo que queremos, afirmó
la presidenta Claudia Sheinbaum, es fortalecer el apoyo al pequeño y al
mediano productor y, como bien ha señalado el secretario de
Agricultura, fortalecer las capacidades para producir semillas y
fomentar la producción agroecológica
. En conclusión: el México profundo
sigue presente y está más vivo que nunca.
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