11/01/2008
¿Quién es peor?
Peca de ingenuo quien le pide nacionalismo a los empresarios, pero mucho más cuando los que dominan la escena son extranjeros.
Mucho se ha dicho que el capital no tiene nacionalidad, pero habrá que decir que tampoco tiene lealtades más allá de la ganancia, luego entonces por qué asombrarse cuando frente a la opción de ganarse unos pesos o muchísimos dólares desplaza las pocas consideraciones de bienestar colectivo que por accidente hubiera tenido.
Peca de ingenuo quien cree que echándole un hueso tranquiliza a un perro hambriento, o a un perro que devora lo que le ponen enfrente, aunque no tiene hambre.
El gobierno lanzó miles de millones de dólares al mercado, pensando que frenaría una corrida contra el peso iniciada por empresarios insaciables que ven a la crisis como una oportunidad para continuar enriqueciéndose aunque de paso empobrezcan más a la sociedad.
El lío que se trae el secretario de hacienda contra las empresas que golosamente se llevaron los miles de millones de dólares que les echaron para frenar el proceso que las empresas habían iniciado, demuestra desconocimiento de la naturaleza de los empresarios y una ingenuidad monumental que demuestra desconocimiento profundo de las dinámicas económicas y la naturaleza humana.
El secretario de hacienda falló desde el principio y hoy pagamos el precio por sus fallas: impuso un impuesto recesivo (IETU). Este le sirvió para aumentar la recaudación debido a que los impuestos llegaban menos debido a la recesión y a la concesión gratuita a las grandes empresas que no solamente pagaban pocos impuestos sino que les devolvieron cantidades espectaculares de impuestos. Si el secretario creyó que se creaba una situación de que no se muerde la mano al que te da de comer, para que lo dejaran hacer, demostró no conocer a los empresarios, los que piensan que ellos no comen de las finanzas públicas sino que los políticos y su corrupción legendaria comen de su mano.
El dato de que la economía sufría al grado de hacer imposible el cumplimiento de la principal promesa de campaña, crear empleo, fue ignorado. El secretario se lanzó contra la yugular de pequeños empresarios mientras le entregaba el país a los grandes, golpeando severamente las posibilidades de crecimiento económico.
Golpeó las finanzas de los gobiernos de los estados, escondiendo los excedentes petroleros. Muy dado a mentir y distorsionar la realidad, el secretario jugó a esconderle recursos a los gobernadores y a ocultarle la realidad a la sociedad con fuegos de artificio que se fueron apagando muy rápido para dejarnos estrepitosamente en penumbras.
Afectó los programas de gobierno al crear trabas innecesarias para el ejercicio del gasto público, propiciando subejercicio y dañando la posibilidad de crecimiento que fortaleciera la economía nacional; sin sus barreras nos hubiéramos posicionado de otra manera frente a esta crisis y su jefe se hubiera visto bien, a menos que Calderón no sea su jefe, porque todo demuestra que le jugó a las contras a él y al país.
El final de esta historia es previsible y se abren varios escenarios.
1) El secretario va a cerrar la boca, doblará las manos y cesará en su intento de perseguir a los empresarios que hicieron de las suyas cuando les puso en bandeja de plata casi el 9% de las reservas internacionales.
2) Los empresarios lograrán tirar al secretario, con lo cual darán una vez el mensaje diáfano que con ellos nadie se mete.
El país ya perdió, pero en cualquiera de los dos escenarios el presidente pierde. Demuestra que no manda. Está atrapado entre funcionarios incompetentes que no saben manejar al gobierno y empresarios en extremo poderosos cuya única lealtad está en el dinero y que cuando hacen donativos políticos es con la aviesa intención de comprar acceso al poder y usar el donativo como garantía de chantaje contra los políticos que adquirieron.
Es difícil concluir quién es peor: el gobierno o los empresarios. Ambos carecen de compromiso social, de solidaridad y de inteligencia para atender cuestiones que van más allá de su egoísmo y aunque está de más decirlo, no tienen el menor amor por su prójimo.
Si esta situación es grave, todavía más lo es la expectativa de que el reemplazo del secretario podrá representar una opción tan mala como el nuevo secretario de economía, que no sabe la “o” por lo redondo. Siguiendo la tradición, saldremos de Guatemala para entrar a Guatepeor.
El gabinete de Felipe Calderón es malo en situaciones de estabilidad y completamente inútil en condiciones de crisis. Mientras que el presidente demuestra su muy mal juicio a cada nuevo paso.
Si fuéramos religiosos y católicos tendríamos que decir: ojalá que la crisis nos coja confesados, pero tal y como estamos, ni siquiera la Virgen de Guadalupe se avienta el milagro de arreglar esto.
schmidt@mexico.com
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