2/09/2009
El evangelio, según Marcial Maciel
Por Sanjuana Martínez*
Madrid, Esp., 6 febrero 09 (CIMAC).- Los Legionarios de Cristo se han quedado huérfanos, su fundador, inspirador y portador unipersonal, resultó ser no solo un depredador que abusaba sexualmente de sus seminaristas, sino un hombre capaz de procrear hijos y ser un padre más allá del Evangelio.
La noticia sobre “los hijos” ocultos de Maciel es un reconocimiento a sus víctimas que durante décadas buscaron justicia y reparación, algo que el Vaticano les negó de manera ostentosa. Conocer la doble vida de “Nuestro padre” --como le llaman los miles de legionarios que existen en el mundo-- es un duro revés para la Santa Sede que mantuvo a este pederasta por antonomasia contra viento y marea y solo al final de sus días accedió a retirarlo del ministerio sin enfrentar la justicia por sus crímenes.
“Mon père” como también se le conocía sigue siendo guía espiritual de los miles de estudiantes que habitan los colegios legionarios. Es además fuente de inspiración de más de 800 sacerdotes que deben aprender de memoria los tomos que incluyen sus escritos, considerados base fundamental del devenir cotidiano de esta orden católica unipersonal.
Todo parece indicar que existe actualmente una lucha interna en la Legión que pretende por una parte salvar la riqueza inmensa de la que se compone, por lo que se han visto obligados a dar ellos mismos la noticia a los suyos y filtrarla a la prensa a fin de que los vástagos de Maciel, que son sus legítimos herederos, no se queden con la fortuna que posee la orden.
Resulta ciertamente sorprendente escuchar a Paolo Scarfoni, portavoz de los Legionarios en Roma, hablar no solo de una hija como inicialmente dio a conocer en su noticia el periódico The New York Times, sino de “hijos” de Marcial Maciel, quien se niega a revelar la identidad de los mismos por respeto a su privacidad.
Lo oscuro del asunto es que los legionarios no reconocen públicamente que su verdadera preocupación es el pleito por la herencia y por supuesto el hecho de que si desconocen a su fundador se quedarán huérfanos y por tanto su orden desaparecerá. ¿Cómo sostenerla si toda su inspiración esta centrada en las enseñanzas de Marcial Maciel?
Desde su muerte, los Legionarios de Cristo se apresuraban a convertir en santo a su fundador. Después de esta demoledora noticia lo que queda claro es que a Maciel se le acaba de escapar su oportunidad de subir a los altares. En la amplia nómina de beatos no existen padres de familia que oculten a sus hijos, al menos, no denunciados públicamente.
Paradójicamente a la mayoría de los legionarios les importó poco o casi nada las denuncias de abuso sexual contra su fundador e inspirador y continuaron abarrotando los colegios de su inspiración, manteniendo a sus hijos en esas escuelas a pesar de saber que “su padre” había abusado sexualmente de niños.
Sin embargo, no está bien visto entre los ortodoxos de esta orden que un sacerdote mantenga una doble vida con hijos y amantes en la oscuridad. El mensaje está claro: no importa que sea pederasta, lo que importa es que procreó hijos y éstos salieron a la luz. No olvidemos que los casos de curas con doble vida son francamente comunes.
El debate ahora se centra en el reconocimiento a las víctimas de Maciel. ¿Qué piensa hacer la legión para compensar el sufrimiento de esas personas que valientemente han mantenido una lucha durante décadas en busca de justicia y reparación? ¿O acaso servirán sus hijos ocultos para que argumenten que ellos demuestran que Maciel era heterosexual? Hay que aclarar que la bisexualidad es más común de lo que muchos creen.
A Maciel le gustaron siempre los niños, sobre todo, los niños rubios y guapos. Los escogía cuidadosamente para luego cometer todo tipo de atrocidades contra ellos. Les destrozó la vida. Y la cadena de abuso sexual, iniciada por él desde la década de los 40, continúa actualmente, porque esos niños abusados componen y dirigen hoy en día la Legión de Cristo. Eran los favoritos y se convirtieron en sus sucesores.
Sería bueno saber qué opinan ahora sus defensores, en especial, el cardenal Norberto Rivera, quien cuando saltó el escándalo dijo que se trataba de calumnias. Ojalá que el purpurado mexicano reconozca, aunque sea solo por una vez, que se equivocó al despreciar a las víctimas mexicanas de Maciel y en especial al perseguir hasta el cansancio al gran ex sacerdote Alberto Athié, un hombre que ha luchado durante años por el reconocimiento y la reparación de los afectados del depredador sexual, fundador de la orden.
Athié sufrió en carne propia la injusta persecución de Rivera Carrera hasta que finalmente decidió colgar los hábitos no sin asumir un sufrimiento que hoy en día sobrelleva con asombrosa entereza. Ha perdido su trabajo en varias ocasiones, precisamente porque el cardenal se ha encargado de ir tras un hombre comprometido con los más pobres y necesitados de este país.
Además de Athié hay que mencionar la extraordinaria labor de José Barba quien padeció el abuso de Maciel y emprendió una labor titánica junto a otros hombres como Arturo Jurado Gúzman, Saúl Barrales, Félix Alarcón Hoyos, Alejandro Espinosa, Fernando y José Antonio Pérez Olvera y Juan José Vaca Rodríguez para denunciar por pederastia ante el Vaticano al fundador de los Legionarios de Cristo.
Nunca les fue reconocida la verdad, ni mucho menos la reparación del daño corporal y espiritual que sufrieron, tal y como lo mencionan en una carta enviada a la Santa Sede en noviembre de 1997 que conviene recordar:
“Por haber dicho la verdad acerca del padre Marcial Maciel Degollado, algunos de nosotros hemos tenido que soportar durante meses ataques e insinuaciones humillantes, intimidación, desconocimiento, ofensas eclesiásticas, editoriales alevosos (por ejemplo, en El Norte, Monterrey, México, 26-05-97), pérdida de amistades y contactos sociales, penosos dolores familiares.
Queremos que la Iglesia y la sociedad comprendan que lo único que deseamos es que se haga justicia; mas no sólo por legítimas reivindicaciones personales sino por el bien de la Iglesia y de la sociedad. Pensamos objetivamente que la confrontación de David contra Goliath se repite”.
Afortunadamente ha ganado David. El tiempo les ha dado la razón.
* Sanjuana Martínez es periodista de investigación freelance, autora de varios libros, el último “Prueba de fe. La red de cardenales y obispos en la pederastia clerical”, Editorial Planeta.
09/SM/GG
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