No existe duda ninguna sobre la escalada de agresión imperial en América Latina durante los últimos años. Desde el golpe de Estado contra Venezuela en 2002, el secuestro del presidente Aristide de Haití en 2004, las intervenciones en los distintos procesos electorales en la región, la reactivación de la cuarta flota de la armada estadounidense en 2008, los intentos de generar un conflicto regional entre Colombia, Venezuela y Ecuador, el separatismo en Bolivia, y hasta el golpe de Estado contra Honduras en 2009 y el alarmante aumento en presencia militar de Estados Unidos en la región – todo evidencia que el imperio está a la ofensiva de nuevo en América Latina. Pero más allá de la manifestación visible de esta agresión, que busca neutralizar los procesos de cambio revolucionario en la región, existen pruebas contundentes –innegables- de que hoy en día, Washington está apuntando hacia el Sur con su gran poder militar, diplomático, económico y comunicacional.
Sigue el dinero y encontrarás la verdad
La evidencia sobre el aumento en financiamiento durante los últimos años de las agencias de Washington a los sectores de la oposición en Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros países que están construyendo modelos alternativos al capitalismo estadounidense, se han presentado, se han denunciado y no se ha desmentido. Que existe una tendencia de financiar y apoyar a la desestabilización regional por parte del imperio, desde la llegada de la Revolución Bolivariana hace diez años, es un hecho. Pero no tenemos que examinar la evidencia desde los diez años hasta hoy, podemos simplemente mirar de hoy al futuro para comprobar que Washington financia no solamente a la desestabilización regional, sino que también está aumentando esa financiación e intensificando sus planes militares para los próximos meses.
La USAID, Agencia de Desestabilización Internacional
La agencia que comenzó como el brazo financiero del Departamento de Estado en el año 1962 para atender a los asuntos “humanitarios”, se ha convertido durante el siglo XXI en uno de los actores principales de la contrainsurgencia bajo la nueva doctrina de Guerra Irregular de Washington. A principios del año 2009 fue firmada ésta doctrina por el recién llegado presidente de Estados Unidos, Barack Obama, como parte de su nueva política de “smart power”, el poder inteligente, una política que emplea el uso del poder militar junto con la diplomacia, la cultura, la comunicación, el poder económico y la política. Hay dos grandes puntos de diferencia entre la Guerra Irregular y la Guerra Tradicional: el objetivo y la táctica. La Guerra Tradicional ve como objetivo la derrota de las fuerzas armadas del adversario, y su táctica principal es el uso del poder militar en su forma más tradicional – el combate y el bombardeo.
La Guerra Irregular tiene como objetivo el control sobre la población civil y la neutralización del estado, y su táctica principal es la contrainsurgencia, que es uso de técnicas indirectas y asimétricas, como la subversión, la infiltración, las operaciones psicológicas, la penetración cultural y la decepción militar (el intento de engañar a las fuerzas armadas del adversario para que reaccionen a amenazas que no existen en la realidad, así distrayendo y desgastando sus capacidades y recursos).
Durante el siglo XXI, la USAID ha desarrollado divisiones dentro de la agencia que funcionan juntos con el Pentágono, como las oficinas de Gerencia de Conflictos, Transición y Reconstrucción, Democracia y Gobernabilidad, e Iniciativas hacia una Transición, que están reorientando su trabajo hacia los esfuerzos de contrainsurgencia. Así, la USAID se ha convertido en el actor principal financiero de la desestabilización y la penetración en la “sociedad civil” en países estratégicamente importantes para los intereses estadounidenses.
En el caso de América Latina, las cifras de inversión financiera de la USAID en los grupos políticos y en la “promoción de la democracia”, que se traduce en términos reales como una invasión silenciosa, son abrumadoras.
A través de una Oficina para las iniciativas hacia una transición (OTI, por sus siglas en inglés), que fue establecida en Venezuela en agosto 2002, la USAID ha invertido 15 millones de dólares en el conflicto político en Venezuela solamente durante el último año y medio. Y tiene previsto una financiación de 13 millones de dólares para el año 2010, un incremento notable del año pasado. Estos millones de dólares alimentan el conflicto en el país, manteniendo vivo a diferentes grupos de oposición y ayudando crear nuevas organizaciones para seguir con sus planes desestabilizadores. Los beneficiarios son conocidos: Súmate, Sinergia, CEDICE, Red de los Barrios, Primero Justicia, Consorcio Justicia, Universidad Metropolitana, Liderazgo y Visión, CESAP, y cientos de otros grupos políticos, ONG y partidos políticos que viven del dinero y el apoyo que vienen desde Washington.
Por toda América Latina va aumentando el presupuesto de la USAID y el Departamento de Estado (DOS) para promover la agenda y los intereses de Washington. Vemos algunos ejemplos:
Bolivia: Presupuesto de la USAID/DOS para 2009 = 86 millones de dólares; Presupuesto para el 2010 = 101 millones de dólares;
Ecuador: Presupuesto de la USAID/DOS para 2009 = 35 millones de dólares; Presupuesto para 2010 = 38 millones de dólares;
Honduras: Presupuesto de la USAID/DOS para 2009 = 43 millones de dólares; Presupuesto para el 2010 = 68 millones de dólares;
Nicaragua: Presupuesto de la USAID/DOS para 2009 = 27 millones de dólares; Presupuesto para 2010 = 65 millones de dólares.
También hay un fondo especial en 2010 de 3 millones de dólares para el Fondo para Fortalecer la Democracia de la Organización de Estados Americanos (OEA), para “defender y consolidar la democracia representativa en Nicaragua, Venezuela, Ecuador y Bolivia…” No es casualidad que el fondo va dirigido a promover la “democracia representativa” en cuatro países donde se están implementando un modelo de democracia participativa. Tampoco es coincidencia que son países del ALBA, y que Honduras no está incluida en la lista, ya que con el golpe de Estado contra el Presidente Zelaya se daba por resuelto la “amenaza” de la democracia participativa en ese país.
Adicionalmente, el presupuesto del Departamento de Estado para el año 2010 incluye 447,7 millones de dólares para “mejorar la seguridad, fortalecer las instituciones democráticas, promover la prosperidad e invertir en la gente” en América Latina. Dentro de ese monto hay 200,7 millones de dólares destinados a Colombia para “consolidar los logros del gobierno de Colombia en la lucha contra los grupos ilegales y armados y el narcotráfico”, y 20 millones de dólares para “promover la democracia” en Cuba, “ayudar a los presos políticos y otras víctimas de represión” y “promover la competición política dentro de Cuba.
Ese presupuesto incluye también a 6 millones de dólares para “fortalecer y promover la sociedad civil, la participación ciudadana, los medios independientes, las organizaciones de derechos humanos y los partidos políticos democráticos” en Venezuela, y un fondo de 91.1 millones de dólares para el uso discrecional del Presidente Obama para “promover los intereses” de Estados Unidos en la región. El año pasado, éste fondo sólo llegaba a 23 millones de dólares.
En total, son 2,2 mil millones de dólares que utilizarán el Departamento de Estado y la USAID en América Latina durante el año 2010. Este es un aumento del 12% del presupuesto del año 2009, último año de la administración de George W. Bush, que apartaba unos 1,9 mil millones de dólares para América Latina. Todas estas grandes cifras evidencian el énfasis que pone el gobierno de Obama en su trabajo político en América Latina y la intención de retomar la dominación e influencia de Estados Unidos en el hemisferio.
El Comando Sur se potencia de nuevo
Pero no solamente es el Departamento de Estado y la USAID que han recibido un salto financiero para intensificar sus operaciones en América Latina, sino que la Guerra Irregular y el “smart power” (poder inteligente) de la administración de Obama también emplean el uso del poder y fuerza militar. En este sentido, el presupuesto que ha solicitado Obama para el Pentágono para el año 2010, sobrepasa el último presupuesto de Bush – considerado en su momento el más alto de la historia – por casi 25 mil millones de dólares. Son más de 533 mil millones de dólares solicitados y aprobados por el gobierno de Obama para sus operaciones en materia de defensa para el año que viene (el presupuesto del Pentágono del año pasado fue 515.4 mil millones de dólares). Esta cifra no incluye a los 80 mil millones de dólares adicionales para las guerras en Iraq y Afganistán, y tampoco incluye al presupuesto de la comunidad de inteligencia de Washington, lo cual se mantiene en secreto.
Pero dentro de esta inmensa cifra – sobre la cual las Naciones Unidas han dicho que con sólo una cuarta parte del presupuesto de defensa de Estados Unidos de un año, se podría dar comida, casa, atención médica y educación a todos los niños y las niñas del planeta – hay aportes interesantes para América Latina. El aumento del Comando Sur para 2010 es de 2% para llegar a 200 millones de dólares, más 46 millones de dólares adicionales para mejorar las instalaciones de la base militar en Palanquero, Colombia. También, el presupuesto del Pentágono indica que una de las prioridades presupuestarias es la implementación de la Doctrina de Guerra Irregular, incluyendo en la zona de operaciones del Comando Sur. Específicamente destaca que, “El presupuesto del 2010 para el Comando Sur completará su transformación y reorganización para ser una organización “inter-agencias”, que posiciona a Estados Unidos como el socio más atractivo en las Américas. El Comando está marcando el estándar para asegurar que la organización opera de manera eficaz en un ambiente del siglo XXI, y que promueve la democracia, los derechos y las libertades individuales, el libre comercio, la diplomacia, el desarrollo y la seguridad para las Américas.” En esencia, el “smart power” como táctica de la Guerra Irregular, que emplea el uso del poder militar.
La Privatización de la Guerra en Colombia
Y adicional a estas cifras multimillonarias están los más de 550 millones de dólares destinados anualmente para el Plan Colombia. Casi la mitad de esos millones llegan a manos de contratistas privados que operan como mercenarios de un ejército privado dentro del país suramericano. Algunos datos de un documento desclasificado del Departamento de Estado del año 2007, revelan las operaciones, nombres y cantidades otorgadas a 31 contratistas estadounidenses trabajando en Colombia. La información evidencia que la Policía Nacional de Colombia, las fuerzas armadas colombianas y hasta los cuerpos de inteligencia son manejados por contratistas privadas de Estados Unidos, que son pagadas por el Departamento de Estado y el Pentágono.
Aquí hay algunos de ellos:
- 52.868.553 dólares para Lockheed Martin, gran empresa del complejo militar industrial, encargada de suministrar apoyo logístico y recursos humanos para ayudar a la Policía Nacional de Colombia.
- 164.260.877 dólares para DynCorp International, para la provisión de pilotos, técnicos y apoyo logístico para el Ejército colombiano y el programa de erradicación aérea de la Policía Nacional de Colombia.
- 7.875.000 dólares para ARINC, Inc., para el apoyo logístico, ingenieros, mantenimiento de sensores y formación a la Policía Nacional de Colombia en el uso de aviones C-26 equipados con equipos de monitoreo, espionaje y colección de señales.
- 20.953.000 dólares para ARINC, Inc., para formar personal y suministrar apoyo logístico para los aviones que utilizarán en el Programa Colombiano de Puentes Aéreos y la supervisión aérea de las fuerzas estadounidenses.
- 5.000.000 dólares para Oakley Networks para suministrar un software de monitoreo de Internet y para ayudar los programas conducidos por la Policía Nacional de Colombia de monitoreo en Internet.
- 6.533.502 dólares para ITT para operar y mantener un Sistema de Radares Hemisféricos en Colombia. También suministrar los recursos humanos para operar cinco radares en Colombia y un nodo de comunicación satelital en Bogotá.
- 2.345.442 de dólares para Lockheed Martin para operar un sistema de inteligencia y espionaje aérea, que incluye a la conducción de misiones de inteligencia comunicacional y la colección de sensores e imágenes.
- 3.394.768 dólares para el Grupo Rendon (a través de Lockheed Martin) para dar talleres de formación sobre operaciones psicológicas en apoyo al Plan Colombia. Esto incluye al uso de una plataforma del programa Echelon de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos, que es el programa de espionaje y comunicaciones más grande del mundo.
En una próxima entrega, detallaré más sobre los contratistas privadas operando desde Colombia, y también, divulgaré una lista creciente de organizaciones políticas en América Latina financiadas por la National Endowment for Democracy (NED) para promover la agenda imperial. El dinero revela todo, y de descubrirlo y denunciarlo, destapamos la conspiración.