MÉXICO, D.F., 19 de mayo (apro).- A causa de las más disímbolas razones, en mayo las mujeres estamos en el centro. Es el mes en el que se suceden, una tras otra, celebraciones, jornadas de reflexión y recordatorios.
El 10 fue el día de la madre, instituido en México en 1922 para denostar la movilización y las demandas de las yucatecas a favor de la educación sexual y el derecho a los anticonceptivos. Hoy se diría que las yucatecas peleaban por sus derechos sexuales y reproductivos.
El responsable de denostar y reprimir a esas mujeres fue el entonces secretario de Educación Pública, José Vasconcelos, quien instrumentó una campaña a favor de las “mujercitas” mexicanas. El resultado fue la instalación del 10 de mayo como el día de la madre. Vasconcelos contó con la colaboración y el entusiasmo de Rafael Alducin, dueño del diario Excélsior.
El día 15 se celebró al magisterio, principalmente a las maestras, porque sabemos que en las aulas son ellas las que laboran, especialmente en educación inicial y básica. Y aunque ese día no tiene el origen nefasto del día de la madre, la opinión pública escenifica en imágenes confusas el anuncio de aumentos salariales, la entrega de premios y medallas a verdaderas ancianas que dejaron toda su vida en las aulas.
Son las anónimas constructoras del conocimiento, que fueron violentamente eliminadas desde hace 40 años. Ahora todo es un caos en el sistema educativo nacional. Yo creo que muchas, fantásticas profesoras, deben sentirse frustradas e inútiles cuando se habla de los ninis.
Ello me hace pensar en las adolescentes que viven sin expectativas. Hace apenas una semana hablábamos de las más de ocho mil menores de 14 años que llegaron a la maternidad anticipada y que dejarán la escuela, y otras 700 mil, de entre 15 y 19 años, que fueron madres el último año.
Por eso la sorpresa cuando, azorada, el pasado 30 de abril presencié en la ciudad de México, en pleno Zócalo, el recorrido de 400 jovencitas mostrando su edad para reproducirse. Las llamadas "quinceañeras" pedía respeto a sus derechos, según las crónicas, pero en realidad reafirmaban la peor herencia de la opresión: su calidad de mujeres-objeto sexual. “Pasarela de Quinceañeras”, tituló el diario La Jornada la crónica del hecho.
Eso me recordó que hace 40 años, una de las primeras movilizaciones de las feministas fue para rechazar los concursos de belleza, entre ellos el denominado “Señorita México”.
Hoy cualquier pasarela de mujeres, es decir la exhibición de su físico, me hace reaccionar indignada. Tal vez porque la violencia de género es la forma más cruel de controlar el cuerpo de las mujeres y la forma más directa de disminuir su integridad, para ubicarla sólo como una cosa.
En la crónica de La Jornada se lee: “En Madero, mezclados con familiares... cientos de transeúntes se detuvieron a verlas pasar, mientras ellas repartían saludos; mujeres y hombres hicieron valla mientras calificaban y descalificaban su físico y atuendos... ‘Esa está bien bonita’... Y no faltó un extrovertido que gritó: ‘¡Quiero ser tu chambelán!’”.
La primera vez que en el Distrito Federal se hizo un festejo para las jovencitas que llegaban a los 15 años, la organización corrió a cargo de la Asamblea de Barrios, con el pretexto de dar alegría en algo "muy sentido" a las jóvenes de zonas marginadas.
Es increíble que 27 años después esto se haya institucionalizado y se confunda con una acción de beneficio para esas chicas que, por el contrario, debían contar con una buena universidad e instrumentos para su desarrollo como personas y no como cuerpos sexuados para el placer de otros.
Mayo es así un mes contradictorio. En las jornadas del próximo sábado 28, Día de la Salud de las Mujeres, seguramente se harán los recuentos desde el gobierno capitalino, el que destina más recursos en el país para garantizar la salud reproductiva de las mexicanas.
Es justo decirlo: recursos y programas que han evitado el riego y tal vez la pérdida de vida de 55 mil mujeres que en la capital del país no tuvieron que recurrir a un aborto clandestino.
Parece que oigo aplausos, como cuando se pone una pista en un aparato electrónico.
Desde ahora nos han anunciado que ese sábado 28, también en el Distrito Federal, se informará sobre el reforzamiento de un plan contra los cánceres femeninos.
Hace 11 años, cuando era claro que la principal causa de muerte en mujeres era la de cáncer cérvico-uterino, una red de feministas ya desaparecida dio mil vueltas para que el gobierno atendiera con clínicas especializadas esta calamidad. Ahora sabemos que el cáncer de mama ha rebasado las desgracias del cérvico-uterino.
Eso nos van a decir, aunque en la Asamblea de Representantes siga atorada una ley, porque el programa seguramente con buenos recursos se lo disputan dos dependencias: la de Salud y el Instituto de las Mujeres del Distrito Federal.
Este 28 de mayo la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y el Caribe (RSMLAC), que nació en 1987, casi 10 años antes de que los gobiernos tuvieran a bien incluir en el lenguaje oficial la denominación de “salud sexual y reproductiva”, propone una nueva modalidad para conmemorar esta fecha histórica y emblemática.
A partir de 2011 se lanzó una Campaña (permanente) por la Salud Integral y los Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos de las Mujeres y Niñas, la cual, como lo dice su nombre, enfatizará en la salud integral de ellas, tomando en cuenta la definición holística e inclusiva de la Organización Mundial de la Salud, que señala: “El derecho a la salud implica gozar del más óptimo estado de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad o malestar”.
También habrá de impulsar la plena vigencia de los derechos sexuales y derechos reproductivos.
En México existe, con la complicidad de todos los partidos políticos, una avalancha legaloide contra la interrupción legal del embarazo. Y recientemente, en la Cámara de Diputados, el Partido Acción Nacional intentó una nueva disposición que hiciera posible prohibir en forma total cualquier aborto y por cualquier causa, olvidando que las excepciones en toda la República reconocen, desde los años 30, el derecho a interrumpir un embarazo cuando una mujer es fecundada como resultado de una violación sexual.
En el pensamiento feminista no puede propalarse que un sólo acto como el de las quinceañeras, por su exposición, pueda provocar violaciones, pero es el conjunto, el contexto, la manera en que las mujeres somos consideradas en los medios de comunicación, en el aula, en la familia y en todas la manifestaciones culturales y públicas, lo que reafirma la impunidad frente a la violencia sexual.
Nadie puede, en su sano juicio, considerar una acción social la pasarela de quinceañeras que promueve el Instituto de la Juventud capitalina, pero lo grave es que se quiera insertar en las ya adelantadas promociones políticas.
No sería nada malo rectificar, porque este hecho empaña la excelente política pública a favor de las mujeres que existe en la capital. Una, y buena, donde las mujeres han adquirido, precisamente, lo que las quinceañeras fueron conducidas a pedir: derechos.
Defenderlos y ampliarlos es lo que toca, no todo lo contrario.
saralovera@yahoo.com.mx