En
setiembre de 2012, y con motivo de cumplirse 400 años de la creación de
la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), los diferentes programas de
estudios de la misma, junto a la Red Nosotras en el Mundo,
organizaron una serie de actividades sobre violencias contra las
mujeres a las cuales invitaron a Marcela Lagarde y De los Ríos. Esta
entrevista fue realizada durante esos días de workshops y seminarios de
trabajo. La antropóloga feminista mexicana habla en ella de los
feminismos, su aporte y confrontaciones con el pensamiento moderno,
responde las críticas que le hizo Judtih Butler en El género en disputa y se interna en la construcción de la autonomía entre las mujeres indígenas de México. Para disfrutar.
Por Carolina Cravero
COMUNICAR IGUALDAD- Personalmente, había tenido la oportunidad de realizar en 2008 un
Seminario de formación en Antropología Feminista
a cargo de Marcela Lagarde en la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM). Conociendo la profundidad de su pensamiento, así como la
diversidad que ella misma encarna, quise aprovechar su primera visita a
Córdoba para permitirnos conocer la conjugación académica, militante y
política que la experiencia y trayectoria de Marcela representan, no
sólo para Latinoamérica, sino para el feminismo en general.
-Recuerdo de tu Seminario en Antropología Feminista que muchas de tus exposiciones comenzaban diferenciando “feminismo” de “mujerismo”. Me gustaría comenzar hoy de la misma forma.
-El “mujerismo” es una tendencia ideológica muy machista, muy misógina y muy patriarcal. Es la exaltación en espejo de las mujeres bravías, de las mujeres agresivas, de un “supremacismo” de las mujeres. Mucha
gente supremacista de las mujeres piensa que las mujeres somos
superiores a los hombres y entonces hacen una exaltación de “
¡era una mujer o es una mujer!”
como si fuera algo impropio de las mujeres eso que se exalta como
cualidad, pero siempre en competencia con otras. Entonces, el
mujerismo es muy enemistoso, no propicia la identificación entre mujeres,
al contrario, porque la que encarna los valores rápidamente queda como
“la mejor” o “la óptima”, y la diferencia de eso con el feminismo es
enorme.
El feminismo es una tradición histórica y política de emancipación de las mujeres que
ha atravesado varios siglos, sobre todo en Occidente, donde se gestó,
para lograr la emancipación de las mujeres de situaciones de opresión
de género. El feminismo ha procurado revalorizar a las mujeres desde
una perspectiva humanista-feminista haciendo la crítica de todo el
andro-centrismo y supremacismo de los hombres, haciendo ver que las
mujeres, aún discriminadas o aún desvalorizadas, o aún sometidas, hemos
aportado muchísimas cosas a la vida social aunque la cultura haya sido
normada por un espíritu patriarcal. Simone de Beauvoir le llamo “el
segundo sexo”, porque estamos en “otro” lugar, en un “no-lugar” en
términos de Auge, o en un lugar secundario para todo en la vida, o sea,
desde ahí vivimos, desde formas de exclusión social muy fuertes o de
marginación de ciertas posibilidades de experiencia de vida, en la
periferia. Las
mujeres somos colocadas en la periferia en el mundo patriarcal aunque seamos muy importantes en la vida social y en la cultura.
-¿Cuál ha sido la mirada del feminismo sobre las democracias modernas?
- El feminismo es muy crítico de la Modernidad, pero al mismo tiempo
muy moderno, porque le exige a la Modernidad que sea radical. Los
principios de la Modernidad que fueron tres: democracia, desarrollo y
progreso, en la Modernidad “real” ha sido desarrollo para unos,
democracia para unos cuantos, y progreso para el buen vivir de ciertas
clases o grupos de poder fáctico, o como quieran que se digan… entonces
el feminismo que es hijo de
la Modernidad, heredero de la Ilustración, ha hecho la crítica
deconstructiva de la misma para desmontar el androcentrismo ilustrado y
entonces crear una filosofía que abarca a mujeres y a hombres como
equivalentes y que es el feminismo.
Ha planteado la crítica
a la Modernidad en cuanto a la democracia, que es una democracia
profundamente misógina, patriarcal, machista, que excluye a las mujeres
de una y mil maneras de la participación política.
Ha habido sociedades que casi han logrado que la política sea masculina,
en el ámbito de la profesión, en la esfera de vida, masculina, de
pactos entre hombres, de distintos colores, creencias, incluso opuestos
en intereses de clases o de grupos, armados, no armados, o sea ahí
tienes todas las combinaciones, pero han logrado el acuerdo de excluir
a las mujeres, ese es el gran acuerdo patriarcal en cuanto a la
propuesta moderna de la democracia.
Se ha excluido a las mujeres de
muchísimas maneras, una,
encerrándolas en las casas, en el mundo privado, en el que además ha habido muy poco desarrollo de fuerzas productivas y de la técnica aunque ahora se aplique tecnología a los hogares, a las mujeres se las ha encarcelado digo yo en
los cautiverios,
en las casas familiares. Estas han servido como reductos de
aislamiento, salvo lazos de parentesco, salvo lazos familiares, de
amistad, pero no hay posibilidad del despliegue de las mujeres en los
muy diversos ámbitos de la participación social. Y luego está el
progreso que también se ha creado para unos cuantos que pueden
beneficiarse de todos los avances científicos y tecnológicos.
-¿Cuál ha sido el planteo superador del feminismo a partir de esa crítica a la Modernidad?
-El feminismo hace la crítica de la Modernidad de-constructivamente,
o sea, analiza qué cosas impiden que haya esa igualdad a la que me
refería, qué cosas impiden que las mujeres podamos estar fuertes y ser
capaces, hábiles para intervenir en el mundo. Entonces, a partir de
allí, se busca la manera de eliminar esos obstáculos.
Lo que ha hecho el feminismo ha sido exigir radicalidad a la modernidad, o sea, sí a todo eso que la modernidad postuló como utopía, pero también para las mujeres. Luego
se combinó con muchos otros grupos que hoy llamamos “sujetos
emergentes”, que también piden lo mismo, o sea, que ya no son sólo las
mujeres. Por ejemplo, pueblos indígenas, afro-descendientes, y así vas
viendo en la actualidad una emergencia de nuevos sujetos: efectivamente
las mujeres con una conciencia de género buscando opciones para la
vida, grupos de edad que hoy vindican su identidad de edad, las
personas con capacidades diferentes o con necesidades físicas o
mentales distintas; producto de una concepción de que todos somos seres
humanos, y por lo tanto todos somos sujetos de derechos y debemos,
ojalá, tener el derecho a satisfacer nuestras necesidades y a
participar en el mundo.
Me parece super fascinante eso, todavía no se
articula, no tenemos un paradigma político articulado porque
las
mujeres como movimiento de mujeres vamos por acá, las feministas como
movimiento feminista de distintos feminismos vamos por acá, los de la
diversidad sexual, que no entienden que eso está incluido en el
feminismo, van por allá, los de las capacidades diferentes… en fin, pero ya está la emergencia y esa posibilidad de la construcción de esas identidades que reclaman a la sociedad no
tolerancia, sino otra forma de
convivencia, otra economía.
-A propósito de tu mención a los movimientos de diversidad sexual
que estarían incluidos dentro del feminismo, ¿Qué opinión te merece la
crítica que Judith Butler hace al movimiento feminista en su libro El Género en Disputa
cuando dice que el feminismo ha caído en la trampa de “una” mujer, un
sujeto “mujer” monolítico, en el cual pretendió incluir montón de
diversidades y eso es su gran fracaso?
-La verdad que
todo mi respeto a Judith Butler porque es una gran pensadora y una gran feminista, pero no comparto. A mi me ha tocado otro feminismo, es que
hay
una gama de feminismos en el mundo y ella está haciendo la crítica de
un feminismo que efectivamente de manera incipiente fue desarrollando
un nuevo sujeto: “la mujer” ¿Qué era eso? Quién sabe… ¿una idealización de lo que queríamos no? Y ya casi un constructo, un imaginario, pero
en la práctica nos enfrentamos al problema político de estar juntas mujeres diversas.
La solución que se buscó, y que se ha ido encontrando o no, fue la de
crear, primero todas juntas. Así fueron los feminismos en una parte de
los ´70, todas juntas, no recogimos tradiciones anteriores que sí
reconocían la diversidad, lo que pasa es que la confrontaban, pero
bueno… El tema es que en los ´70 se hace eso, pero en los países donde
se hizo eso -que fueron por ejemplo EEUU y México, muchos países de
América Latina- muy rápido se optó por la fragmentación de ese sujeto
político activo actuante y entonces surgieron grupos por una doble
identidad, no sólo la de género sino otras: la de edad, la de clase, la
del trabajo y entonces surgieron grupos dentro de las feministas: las
blancas, las negras se le lanzaron a la yugular a las blancas a
decirles que eran dominadoras, racistas, hegemonistas, que imponían su
mirada a las demás y bueno
,
tuvieron que recorrer el amargo camino de estar separadas, de primero
ser enemigas, porque sólo así pudieron diferenciarse:
des-identificándose. Ahora, hay que trabajar también la semejanza.
Entonces, Judith Butler encuentra que rompe con el feminismo e inaugura
el queer, como una búsqueda. Pero me parece que es parte del feminismo
y no es necesario romper, el feminismo ha dado para eso y mucho más.
Me parece que es un pensamiento y una política muy activa en el mundo
con una altísima incidencia siendo tan minoritaria socialmente, el
feminismo ¿no?
-En Argentina existe una especie de tensión entre las académicas
y las militantes, o las feministas que acceden a cargos políticos.
Desde tu experiencia como feminista, académica y legisladora, ¿cómo se articula lo político, lo público, lo legislativo y lo académico?
-
Lo académico también es
público, y también es político eh… nada más político que una buena
teoría, nada más político que una buena epistemología. Lo tengo clarísimo, las gafas con las que miras el mundo son la clave. En México también se separa
, yo he visto historias del feminismo en México en donde no saben dónde ponerme,
porque también hay la clasificación de las feministas libertarias, las
socialistas, las liberales, hay muchas clasificaciones.
Yo encajo en todas. Lo digo en serio, yo y muchas como yo que participamos en distintos espacios.
Yo soy una feminista teórica, hago teoría todo el tiempo, hago
investigación de campo, soy muy etnógrafa, al mismo tiempo que soy muy
etnóloga, y
he buscado cómo integrar, y no como nos han enseñado que tienes que excluir, renunciar a una parte.
Yo he procurado no hacer eso, esa es mi decisión personal. He sido
activista política en partidos políticos la mayor parte de mi vida, y
he sido activista del movimiento feminista siempre, y lo seré, espero,
siempre.
Entonces soy teórica pero soy activista. He sido legisladora y
soy una académica de la universidad, donde de veras se muestra qué
cantidad de prejuicios tenemos ¿no? Nos imaginamos a la gente académica
ahí en su torre de cristal. Y no es cierto. Combinamos muchas cosas. Yo
como feminista soy una científica, pero al mismo tiempo me tengo que
parar en un plantón a exigir mi derecho a la salud integral, y lo hago.
Y cuando fui al Congreso fui como todo eso, me encantó, fui apoyada por
los movimientos, por el partido con el que trabajé en la cámara, que me
apoyó en todo lo que hice, fue increíble. Luego, ya como legisladora
investigué, y como investigadora legislé.
Desde la cámara impulsé una
investigación diagnóstica de la violencia feminicida en México que
nunca se había hecho, con un grupo de 60 investigadoras con formación
en género, cosa que no era fácil, pero logré conformar ese grupo que
luego fue la red ésta que presido. Y mostré con datos de investigación
y con perspectiva feminista de género. Y luego hicimos una ley para la
que tuvimos que aprender bastante de derecho que no sabíamos, de
procedimientos de redacción jurídica que tampoco sabíamos, y entonces
fui a estudiar, porque yo soy una estudiosa. Y luego, hacer mucha
política para lograr convencer de lo que estaba pasando. Y logramos
convencer. La ley fue aprobada por unanimidad en la Cámara de
Diputados, y también por unanimidad en el Senado y está vigente. Ahora,
tenemos que seguirle para que se aplique. La tarea es continua. Me
choca esa fragmentación y forma de clasificación porque además está
acompañada de un supremacismo, o sea de considerar que o son mejores
las activistas que las académicas, o son mejores las institucionales
que las de base, y la verdad yo estoy en otra onda
, a mí lo que me interesa es que vayamos encontrando la manera de empujar alternativas que son colectivas, que fueron creadas por movimientos que nos precedieron y otras que estamos viendo surgir día a día en el mundo entero.
-Para cerrar, y ya como una cuestión más personal, recuerdo que a raíz de tu seminario leí La habitación propia,
y existe un antes y un después de ese libro en mi vida. ¿Cuánto o cómo
influyó Virginia Woolf en tu trayectoria como feminista?
-Sigue influyendo. Para mí es una autora como otras, como Simone de
Beauvoir, que son de siempre, a mí esas mujeres me encantan ¡Qué
conocimiento! O sea, yo siempre estoy leyendo a Virginia Woolf o sobre
ella, el grupo de bloomsbury, su hermana. Leí una maravillosa biografía
sobre las dos. A mí me enseña mucho, porque es una de las feministas
que combinan la escritura de textos feministas que son para todas, como
La habitación propia, con textos de reflexión sobre su propia vida.
Han sido feministas muy públicas, su vida privada ha sido pública,
ellas cambiaron de manera bastante transgresora las relaciones
familiares, las relaciones de amistad, las sexualidades, todo ese grupo
de gente que se juntó al abrigo de ellas y que pudieron tener esa
especie de tertulia en la convivencia. Ahí estuvieron varios
homosexuales muy importantes, artistas, pintores, pintoras, lesbianas,
por ejemplo Virginia tuvo una relación muy importante con Vita que es
otra escritora, que además es otra exploradora y cómo fueron viviendo
lo que pudieron vivir, cómo entre-tejieron las relaciones. Su hermana
por ejemplo, tuvo un hijo con la pareja de otro amigo de ella que era
un hombre gay, entonces
ella tiene hijos de su marido con su marido, pero al mismo tiempo tiene este otro hijo o hija, no recuerdo, con este hombre gay
y cómo resuelven esas relaciones entre ellos, qué hacen con los celos,
con el desamor, con todo… Yo las leo, las estudio y trato de aprender
de su capacidad, de su fortaleza para enfrentar la vida y bueno…
Virgina Woolf me conmueve mucho porque además se suicidó. Ella tenía
una depresión crónica.
Y a lo largo de la vida lo genial es que
ella
podía estar postrada 6 meses y luego se levantaba a seguir escribiendo
y escribía cosas en las que tú no te das cuenta de lo mal que había
estado. Fue después de un bombardeo en Londres, que el
terror de las bombas la consumió. Ella ya había vivido varias
cuestiones terribles de la guerra, del hambre en la guerra, porque les
tocó el racionamiento, entonces estaban muy invadidos por la guerra, y
bueno, ella ya no pudo soportar eso. Pues, es una mujer maravillosa,
una gran pacifista, escribió
uno de los textos pacifistas más maravillosos que se llama Tres Guineas, que es un ejemplo elocuente de por qué las mujeres no (ojalá no) deberíamos apoyar la guerra. Es una maravilla y me sigue siendo muy importante , y
La habitación propia
también, porque reúne simbólica y prácticamente el tema de la autonomía
de las mujeres, y ella vindica varios de esos elementos que son
simbólicos, pero en forma práctica, como son tener un espacio propio
para las mujeres, cosa que no sucede en el mundo, porque no tenemos
espacios propios las mujeres, las casas son casas familiares, casa de
los padres, casa con los hijos, o sea no hay territorio propio de las
mujeres;
ella busca el
espacio como un espacio para poder pensar, es un espacio interno, es
físico, es mental, es un estado mental poder dudar, poder
preguntarte cosas, contemplar, o sea hacer otra cosa de lo que hacemos
siempre ¿no? Pensar la vida, que es algo muy importante, y que a las
mujeres nos han expropiado. Pensar la vida.
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