“Pemex
no puede solo”, “debemos fortalecerlo”, “la apertura a la iniciativa
privada generará los miles de empleos que necesitan los mexicanos”,
fueron frases que se escucharon esta semana en el Congreso de la Unión.
Mientras los diputados cerraban la discusión para aprobar –sin
debate alguno– la iniciativa de reforma energética, los ejecutivos de
Pemex inician la transición de la paraestatal con dos proyectos… en
España y en Argentina.
Comienza a correr el plazo para que Pemex se reestructure, se
convierta en una empresa pública productiva estatal y tenga que pelear
por quedarse con los yacimientos que hoy explota.
Al mismo tiempo, sus principales funcionarios anunciarán la próxima semana inversiones en Galicia y en la Patagonia argentina.
Después del domingo, los ejecutivos de la petrolera estarán en Vigo
anunciando la compra de dos floteles a un astillero que construye
barcos más pequeños de los que podrían hacerse en las fábricas de
Veracruz.
Póstuma, pero cumplida
Finalmente, la promesa hecha en 2007 se cumplió.
A pesar de la muerte de Juan Camilo Mouriño, del cambio del partido
en el poder, de la necesidad urgente de crear empleos en México, de la
recomposición del panorama con la aprobación de la reforma energética,
los empresarios mexicanos que prometieron impulsar la industria naviera
en España, cumplieron su palabra.
Con la compra del 51 por ciento del astillero Barreras en Vigo,
Galicia, el socio y amigo de Carlos Mouriño Atanes, el empresario
español José García Costas, salvó de la quiebra una de las compañías
emblemáticas de la región.
Pemex desembolsará 91 millones de pesos por la compra de las acciones, pero el gran negocio aún está por anunciarse.
Entre el 15 y el 20 de diciembre los directivos de Pemex informarán
que el astillero se quedó con la licitación para construir dos hoteles
flotantes.
Durante los dos últimos años la prensa mexicana y española publicó
que el costo por ambos floteles sería de 380 millones de dólares.
Sin embargo, después de la apertura final de propuestas el 6 de
diciembre, el diario El Faro de Vigo aseguró que la oferta del
astillero Barreras, que compite en conjunto con el astillero Navantia y
PMI Norteamérica, sería de 341 millones de dólares cada uno.
A pesar de esto citó a fuentes internas de la petrolera, quienes
aseguraban que se consideró como la mejor oferta en cuestión técnica y
económica.
La información de que el anuncio se dará en Vigo la próxima semana
proviene de una declaración que hizo el propio García Costas a la
prensa local en Vigo, quien se ufanó de que mostrarán los “contratos de
barcos encima de la mesa”.
Vaca Muerta: moneda de cambio
Estos anuncios desvanecen las esperanzas de 11 mil trabajadores de
los astilleros Veracruz, quienes perdieron su empleo en 1994 y aún
esperan una oportunidad para volver a ejercer su oficio.
El astillero en Veracruz tiene capacidad para fabricar los barcos
que ahora serán construidos en España, asegura a Reporte Indigo el
secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Industria Naval (Sinatin).
Pero no es el único.
También en Tampico, Tamaulipas, existe un astillero que fue comprado
el año pasado por la compañía TMM y podría construir algunos de los
barcos.
Ambos fueron ignorados por el Consejo de Administración de Pemex,
que privilegió la reactivación de la industria naval española sobre la
nacional.
¿Por qué el Pemex de Enrique Peña Nieto decidió cumplir una promesa
hecha al gobierno español por el gobierno de Felipe Calderón? ¿Qué
pidió a cambio?
La respuesta parece una paradoja. La reforma energética que aprobó
el Congreso busca que “otros empresarios arriesguen su capital en la
industria del gas y el petróleo shale”.
A pesar de esto, la única condición que puso Pemex para destrabar la
compra del astillero fue precisamente que le permitieran invertir en un
yacimiento de shale… en Argentina.
El yacimiento de Vaca Muerta, en la región argentina de la
Patagonia, resulta hasta ahora la moneda de cambio con la que la
paraestatal dirigida por Emilio Lozoya pretende recuperar la inversión
que, en principio, realizará en Galicia.
La transacción para el astillero en Vigo se anunció al día siguiente
de que Pemex obtuviera en Buenos Aires el visto bueno para invertir en
Vaca Muerta.
La operación similar que Pemex ha realizado en años fue la compra de acciones de la petrolera española Repsol.
Según informes de la paraestatal y la propia comparecencia de Emilio
Lozoya ante el Senado durante noviembre, le ha redituado en ganancias
muy inferiores a las esperadas.
Gran negocio... para los españoles
El Consejo de Administración de Pemex aprobó la compra mayoritaria del astillero Barreras el 29 de abril de este año.
Al menos, eso dijo días después el consejero independiente de la paraestatal, Fluvio Ruiz, al diario 24 Horas.
Según este anuncio, el acuerdo para que Pemex tomara el control del astillero debía concretarse “en las próximas semanas”.
Pero el acta de administración del consejo del 29 de abril no
autoriza la compra de las acciones, sino que se licitaran dos contratos
para “servicios de alimentación y hotelería con el apoyo de una unidad
habitacional flotante”.
De la mano de esta licitación, cuyos términos y condiciones fueron
“reservados” por Pemex hasta febrero próximo, el gobierno de Enrique
Peña Nieto comenzó a cabildear en España.
Ruiz declaró a 24 Horas que la adquisición accionaria había sido
impulsada por el gobierno peñista, mientras que la administración de
Felipe Calderón sólo había acordado la compra de dos barcos flotantes.
La Xunta de Galicia debió esperar más de medio año para que se anunciara la compra.
El 15 de noviembre, seis meses y medio después de la aprobación de
la licitación para los floteles, el ministro de Industria, Energía y
Turismo español, José Manuel Soria, se reunió en la Ciudad de México
con el director de Pemex y el secretario de Energía, Pedro Joaquín
Coldwell.
En esa reunión se revisó el borrador para el acuerdo de compensación
al que llegó la petrolera española Repsol y la compañía Yacimientos
Petrolíferos Fiscales (YPF), expropiada a favor del gobierno de
Argentina, de acuerdo con una versión publicada por el diario El País,
la cual no fue desmentida.
Pemex puso sus condiciones. A cambio de participar como mediador en
las negociaciones entre Repsol e YPF, pedía que se le quitara el veto
para invertir en el yacimiento de shale en Vaca Muerta, en la región de
la Patagonia argentina.
La inversión será analizada por el Consejo de Administración de
Pemex el próximo 19 de diciembre y de aprobarse se efectuaría en
coparticipación con YPF.
Con esta garantía para entrar al país sudamericano, Lozoya viajó a
Buenos Aires para mediar en las negociaciones entre YPF y Repsol.
El acuerdo previo para la compensación se anunció el 25 de
noviembre. Fue ratificado dos días después en Madrid por la plana mayor
de Repsol.
Al día siguiente de la reunión en Buenos Aires, el 26 de noviembre,
Pemex emitió un comunicado anunciando la compra del astillero Barreras
en Vigo.
La operación consistió en la compra del 51 por ciento de las
acciones del astillero, el cual había tenido problemas financieros
durante toda la última década.
El precio de la transacción muestra el terrible estado de la instalación española.
La paraestatal difundió que pagaría 5.1 millones de euros por convertirse en el socio mayoritario.
Esta cifra equivale a 91 millones de pesos y es igual a lo que
aumentará el próximo año el gasto de difusión de la oficina de la
Presidencia.
Pero el negocio parece estar en los buques y los floteles. Pemex ha
negado reiteradamente que haya prometido la construcción de los
floteles a las compañías gallegas, en Vigo aseguran que ellos ganarán
el contrato.
En una entrevista concedida al diario El Faro de Vigo el 28 de
noviembre, el presidente del astillero, José García Costas, anunció la
visita de los funcionarios durante la próxima semana.
García Costas presumió: “vamos a mostrarle a la ciudadanía que todo lo que hemos hablado no es humo.
“La cuarta petrolera mundial desembarca en Vigo respetando a las
personas que estamos al frente de Barreras, respetando nuestro trabajo,
para darnos lo que nos hace falta: carga de trabajo y respaldo
financiero”, declaró al diario.
Las plazas que (no) se abrirán
La inversión hecha en Vigo pudo ser para México en donde, aseguran expertos, hay suficiente mano de obra calificada
La firma de este contrato es un esfuerzo conjunto encaminado a la
reactivación de la industria naval en España, lo que permitirá además
desarrollar capacidades en el mediano plazo para la construcción de
buques especializados en México”, anunció Pemex en su comunicado sobre
la compra del astillero.
Pero esta reactivación pudo venir directamente para México, sostiene
en entrevista desde Veracruz Juan José Domínguez, secretario general
del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Naval (Sinatin).
“Tenemos la mano de obra calificada para la construcción de todas
las plataformas y barcos que se requieran en el puerto de Veracruz, en
Guaymas, en Ensenada, en Mazatlán, en Tampico, en Ciudad del Carmen.
“Es ilógico que vayan a reactivar la industria naval en España
cuando la mexicana está agonizando”, asegura el representante sindical.
De acuerdo con datos del sindicato, el lugar más propicio en México
a donde pudo ir esa inversión es a los astilleros de Veracruz, que
poseen 33 hectáreas de terreno.
“Entre 1982 y 1987 construimos cuatro buquetanques en Veracruz de 44
mil toneladas de peso muerto, 210 metros de eslora (largo), y 32 metros
de manga”, dijo Domínguez.
El historial del astillero Barreras indica que en los últimos años
el buque más grande que han construido tiene 171 metros de largo, es
decir que es menor a lo que podría armarse en Veracruz.
“Estados Unidos cree más en los mexicanos que los propios
funcionarios mexicanos. Nos mandan embarcaciones de Texas, de Illinois,
de todo el sur de EU para que hagamos reparaciones en Veracruz.
“Tenemos mexicanos trabajando y haciendo plataformas en Alabama, en
Houston. Si reactivaran la industria naval en México muchos se vendrían
acá si pagaran bien”, dice el sindicalista.
Estima que durante los últimos 30 años en México se han perdido 50 mil empleos relacionados con la industria naval.
“Si realizaran esa inversión aquí y no en España, crearían
20 mil empleos directos en todo el país, además de 40 mil empleos indirectos.
“Tan solo en Veracruz teníamos 12 mil empleados en 1994 y solo
quedamos mil 100 después del cierre parcial del astillero”, se queja
Domínguez.
Ante el argumento de que no existe tecnología en México para la
construcción del tipo de barcos que está solicitando Pemex, responde:
“No tenemos la tecnología pero se puede importar. Aquí los mexicanos
somos muy truchas para hacer ese trabajo.
“Estamos muy molestos, consternados y enojados porque en vez de
reactivar la industria naval en México lo están haciendo en otro país”.
El sindicato envió un oficio de petición al Senado de la República
para que inste al gobierno federal a reactivar la industria naval en
México, pero no han tenido respuesta.
Para la investigadora del Centro de Investigación y Docencia
Económicas (CIDE) Miriam Grunstein, la compra del astillero en España
“se ha manejado con absoluta opacidad.
“Es fehaciente que la industria de transporte marítimo en México
está en muy mal estado y la inversión podría usarse para reactivar su
crecimiento”.
La abogada especialista en contrataciones alega que no existe
suficiente información sobre cómo Pemex obtuvo los recursos que
invertirá en el astillero, ni cómo piensa usarlos.
“El antecedente que tenemos es la compra de acciones de Repsol, que
fue lesiva para el país. No se imputaron responsabilidades por el mal
negocio con Repsol.
“Hoy vemos una reincidencia. Sabemos que el estado de salud del
astillero es muy precario y Pemex nunca ha destacado como inversionista
en empresas en quiebra. No hay que ser un nacionalista ferviente para
querer saber qué se hace con estos millones de dólares”.
En tanto se anuncia oficialmente cuáles contratos para construcción
de barcos se firmarán entre Pemex y el astillero, José García Costas,
consejero del padre de Juan Camilo Mouriño en el club Celta de Vigo, se
acomoda seis años más en su asiento de presidente del astillero.
La reiteración de su puesto fue una de las pocas condiciones que
puso Barreras a Pemex para entregarle la mayoría de las acciones de la
empresa.