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La
reacción iracunda que ha provocado en los ciudadanos el endurecimiento
del Programa Hoy no Circula en la capital del país, no tiene que ver
sólo con una mala decisión política de un gobierno “de izquierda” que,
con una medida unilateral, castiga a los más pobres y favorece a los de
mayor capacidad económica; por encima de ese reduccionismo político, lo
que se exhibe en las airadas protestas y el rechazo al anuncio del
gobierno del Distrito Federal es un cuestionamiento de fondo a la
autoridad de quienes gobiernan esta ciudad.
Detrás de las marchas y bloqueos ya realizados y otros más a los que
se convoca para este fin de semana para protestar por la restricción de
circulación a los vehículos más antiguos (mayores de 15 años) hay
también un fuerte reclamo al jefe de Gobierno,
Miguel Ángel Mancera, porque al endurecer el Hoy no Circula aplica todo
el costo de una supuesta reducción de contaminantes -algo que sostiene
el gobierno pero que no aseguran los especialistas- a los propietarios
de automóviles particulares en la ciudad, sobre todo a los de menores
recursos, pero evade la responsabilidad que tiene como autoridad para
eliminar otras fuentes claras de contaminación atmosférica en la urbe.
Por ejemplo, entre las medidas anunciadas y que buscan disminuir las
emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera capitalina, no hay
ninguna que comprometa al GDF a contribuir en esa reducción con la
modernización de su flota de camiones y vehículos oficiales, algunos de
los cuales se encuentran entre los que más contaminan en la ciudad.
Tampoco se establecen obligaciones para que las obras públicas, bacheos
o acciones de mantenimiento urbano que ameritan el cierre de vías o
carriles, no se realicen en horas pico de tráfico, como ocurre en la
actualidad, provocando afectaciones y congestionamientos al tránsito
por la propia autoridad.
Mucho menos, Mancera y su brillante equipo de ambientalistas que
encabeza la secretaria del Medio Ambiente, Tania Müller, se atreven a
proponer algún plan que busque limitar y regular el tránsito de
transporte de carga pesado por las calles y avenidas de la Ciudad de
México, que es otra de las fuentes de contaminación sin atender y que
provoca también fuertes problemas viales y accidentes constantes. Y por
supuesto, el anuncio del gobierno capitalino y del Gobierno del Estado
de México evade el tema más trascendente en el que tienen
responsabilidad como gobernantes: la calidad y cantidad del transporte
público eficiente y digno.
Según estudios de organizaciones ambientalistas y del Inventario de
Emisiones 2010 de la Secretaría del Medio Ambiente capitalina, el
transporte público y de carga en la zona Metropolitana del Valle de
México es el causante del 40% de las emisiones contaminantes a la
atmósfera. Microbuses, combis, taxis y camiones de diésel siguen siendo
una alta fuente de dióxido de carbono, el gas que más contamina y
produce el efecto invernadero y el cambio climático. Y contra esos no
hay ninguna medida anunciada o planeada en el programa diseñado por el
gobierno capitalino que prefiere no tocar el tema político, corporativo
y de intereses detrás de los consorcios camioneros y de transporte, y
decide sólo actuar contra los contaminadores que más impuestos pagan en
esta ciudad: los automovilistas.
Ahí es donde radica la razón de tanto descontento y rechazo a las
que debieran ser medidas reales para ayudar a mejorar el aire y el
medio ambiente de nuestra ciudad: en la carencia de autoridad moral y
política del gobierno del DF y de su titular, Miguel Ángel Mancera,
para decirle a los ciudadanos que tienen que “apretarse el cinturón” y
dejar de circular dos días por semana -los más jodidos
especialmente- porque sus gobernantes no tienen la fuerza ni la
autoridad para aplicar otras medidas igual de necesarias y urgentes.
¿O alguien dudaría que las constantes marchas y bloqueos de un sin
fin de grupos políticos y de presión en la Ciudad de México, son una
grave fuente de contaminación y de afectación vial permanente? Y contra
eso tampoco hay ninguna medida o acto de autoridad por parte del jefe
de Gobierno que, escudado en el discurso de defensa de la libre
expresión, ha rehuido en infinidad de ocasiones su responsabilidad para
evitar que los capitalinos seamos rehenes de grupos que no sólo afectan
la libertad de tránsito sino que provocan caos y más contaminación con
sus bloqueos y manifestaciones sin ningún tipo de regulación ni de
actuación de las autoridades.
Esa es la gravedad de lo que le pasó al jefe de Gobierno con los
ajustes al Hoy no Circula; quedó demostrado que los ciudadanos no están
dispuestos a aceptar medidas ni decisiones autoritarias, sobre todo
cuando perciben que quien debe aplicar la ley y ejercer la autoridad,
rehúye sus responsabilidades y pretende que sólo sean los gobernados
los que paguen todo el costo de su debilidad e ineficacia.
NOTAS INDISCRETAS…Aunque se empeñó en negar lo evidente, que era la
existencia de un conflicto de interés entre su papel de legisladora y
su faceta de ambiciosa mujer de negocios, Purificación Carpinteyro no
tuvo más remedio que aceptar la petición de la dirigencia nacional del
PRD para que se “excusara” de participar en los debates de la Ley de
Telecomunicaciones. Lo hizo a regañadientes pero al final, Carpinteyro
tuvo razón en algo: lo mismo deberían hacer otros diputados y senadores
que trabajan abiertamente para las televisoras y las empresas del
sector de telecomunicaciones. Sólo que para eso se necesitan muchos. Y
no todos los tienen… Los dados mandan doble Escalera. Mejora el tiro.
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