9/27/2014

Hampa mexicana prefiere a mujeres jóvenes para la explotación sexual y a indígenas para trabajo forzado: ONU


En México, la trata de personas tiene dos rostros: uno es el de una mujer joven y bella, que es sometida a explotación sexual; el otro es el rostro de un hombre indígena, que es obligado a realizar trabajos forzados.


En México, la trata de personas tiene dos rostros: uno es el de una mujer joven y bella, que es sometida a explotación sexual; el otro es el rostro de un hombre indígena, que es obligado a realizar trabajos forzados. Ambos, él y ella, son pobres y sus estudios son nulos o escasos.

Tomando como base las estadísticas delictivas tanto de las procuradurías de justicia estatales, como de la PGR, así como 150 estudios nacionales en la materia, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito elaboró su más reciente Diagnóstico nacional sobre la situación de trata de personas en México, según el cual 93% de las víctimas detectadas entre 2007 y 2012 fueron mujeres, la gran mayoría sometidas a explotación sexual. De ellas, 45% tenían entre 13 y 17 años, 15% entre 0 y 12 años, además de que 22% eran extranjeras.

En el rubro de trata con fines de explotación sexual, destaca el estudio de la ONU, las víctimas fueron elegidas por su sexo, edad y escolaridad, factores que, además, se potenciaron con aspectos tales como la “belleza física” –convirtiéndose ésta en una “condición de vulnerabilidad” al cumplir las víctimas con “los criterios establecidos por la demanda de determinado mercado sexual”–, y para engancharlas, los grupos criminales se aprovecharon de condiciones específicas tales como su pobreza y su condición de soltería –al no contar con una pareja o familia “que las pueda proteger”–, así como su situación de madres, ya que sus hijos suelen “ser utilizados para coaccionarlas”.

Los principales mercados para la trata con fines de explotación sexual, según la ONU, son Chiapas, el Distrito Federal y Tlaxcala, seguidos del Estado de México, Puebla, Quintana Roo, Baja California, Oaxaca, Jalisco, Veracruz, Yucatán, Campeche, Chihuahua y Nuevo León.

Además, destaca el estudio de Naciones Unidas, entre las extranjeras que fueron sometidas a trata con fines de explotación sexual en México, se detectó que provienen principalmente de Guatemala, Honduras, El Salvador, y en menor medida de Belice, Nicaragua, Costa Rica, Argentina y Cuba, aunque también se detectaron víctimas provenientes de China, India, Bangladesh y diversos países africanos.

Con base en esta información, la ONU trazó un “Perfil general de las víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual“, que incluye a: mujeres menores de edad y adultas (ambas tienen características que fomentan su condición de vulnerabilidad, pero las niñas y adolescentes están incluso en mayor riesgo), con bajos niveles de escolaridad o analfabetas; en situación de pobreza, desempleadas o con empleos precarios; con antecedentes familiares de violencia física o sexual; con hijos o dependientes económicos; con un estado civil general de soltería (aunque el esposo puede ser el explotador); con adicciones, en algunos casos; y con otros factores como belleza, estatus legal y antecedentes de violencia.

Trabajos forzados

En México, la segunda modalidad más recurrente de la trata de personas, luego de la que se realiza con fines de explotación sexual, es aquella que busca someter a la víctima a trabajos forzados o servidumbre y, según el Diagnóstico de la ONU, afecta principalmente a “hombres jóvenes y adultos que son explotados en el trabajo agrícola, el sector comercial, bares y en la industria de la construcción“.
Las principales características de este tipo de víctimas es su pertenencia a grupos indígenas, su situación de pobreza, baja o nula instrucción académica, provenientes de familias numerosas y, en algunos casos, son migrantes (especialmente hombres y niños).

“Los estados sobre los cuales existe mayor documentación en materia de trata de personas en su modalidad de trabajos forzados y otras formas de trata con los indicados fines incluyen a Quintana Roo, Chiapas y Tabasco, y en menor medida se ha localizado este fenómeno delictivo en el Distrito Federal, Estado de México, Coahuila, Oaxaca y Campeche“, así como en Yucatán, según el estudio de Naciones Unidas.
Además, los estados de Chiapas y Quintana Roo destacan por ser “polos de atracción para el trabajo agrícola, la mendicidad, el trabajo doméstico, la construcción y el sector comercial informal“, mientras que en Chihuahua se han detectado casos de servidumbre forzada, y en el DF y Nayarit se ha documentado trabajos forzados en la industria de la pirotecnia.

Por último, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito reconoce también el reclutamiento forzado a las filas del crimen organizado como una variante de la trata con fines de explotación laboral, principalmente de menores de edad, que son “usados como halcones, mulas, sicarios o secuestradores“, así como “polleritos” –guías para migrantes ilegales–, fenómeno “cada vez más común en algunos estados del norte del país y en áreas suburbanas de alta marginación en el oriente de la Ciudad de México y en otras urbes de menor tamaño”.

En el actual contexto de violencia en México, remata la ONU, “la posibilidad de unirse a estos grupos se convierte en una opción tentadora, y en otros casos, el reclutamiento se da de manera forzada, pero en ambos casos las organizaciones del narcotráfico se aprovechan de la situación de desamparo en la que se encuentra esta población y los explota económicamente“.

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