BUENOS AIRES, 25 sep 2014 (IPS) -
En la mayoría de los países latinoamericanos la educación sexual ha
entrado en las escuelas, pero con un enfoque casi siempre restringido a
la prevención de enfermedades transmisibles, que no ha modificado
sustancialmente el comportamiento de los adolescentes, sobre todo entre
las capas más pobres.
El compromiso de una Educación Sexual integral (ESI) fue adquirido durante la Conferencia Internacional sobre la Población y Desarrollo, celebrada en El Cairo en septiembre de 1994.
Allí se incorporó un enfoque de derechos humanos y género, para que
mujeres y varones puedan disfrutar a plenitud su salud y derechos
sexuales y reproductivos, incluyendo aspectos emocionales, psicológicos
y afectivos, y la capacidad de aceptar el derecho al placer.
“Si bien se han dado algunos avances en inclusión de la educación
sexual y reproductiva en los currículos en Latinoamérica y el Caribe,
hemos constatado que no todos los países y sus diferentes
jurisdicciones han logrado incorporar esos conceptos plenamente en las
actividades áulicas”, dijo a IPS la coordinadora del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem), la paraguaya Elba Núñez.
“Los
chicos y chicas pueden ver de todo en la televisión o están expuestos a
Internet, mientras en la escuela no se habla de eso por temor a
incitarlos a tener relaciones sexuales”: Mabel Bianco.
En el estudio Sistematización sobre educación de la sexualidad en América Latina,
publicado en 2010 por Cladem, se destaca que Argentina, Brasil,
Colombia, México y Uruguay son los países que más se acercan al
concepto educativo de sexualidad integral. Son, además, los que
legislaron al respecto.
Otros, como Costa Rica, Chile, El Salvador, Guatemala y Perú,
mantienen enfoques de “abstinencia” y de métodos anticonceptivos, y
enfatizan los aspectos espirituales de la sexualidad, la importancia de
la familia y la necesidad de retardar el inicio de la actividad sexual.
Pero en todos, subsisten problemas “en el goce y ejercicio de este
derecho”, especialmente en las minorías étnicas y rurales, remarcó
Núñez, coincidió con otras especialistas que analizaron para IPS la
situación regional de la ESI.
También hay dificultades para aplicar los programas en sus regiones, como en Argentina, Brasil y México.
En Argentina, se aprobó en el 2006 una Ley Nacional de Educación Sexual Integral, que creó un Programa Nacional de Educación Sexual Integral.
Un logro “importante” para Ana Lía Kornblit, del Instituto de Investigaciones Gino Germani, porque permite “ejercer un derecho que no existía previamente”.
Pero en algunas provincias no se utilizan los materiales didácticos
“que son de alta calidad, aduciendo que no están de acuerdo con algunos
de sus contenidos y que pretenden diseñar materiales acordes a los
valores culturales y religiosos locales”, dijo.
Según Cladem, la influencia religiosa conservadora también es un
obstáculo, sobre el “enfoque de género y derechos, y su vinculación con
la sexualidad”, aun cuando muchas constituciones latinoamericanas
reconocen la libertad de culto.
“Los chicos y chicas pueden ver de todo en la televisión o están
expuestos a Internet, mientras en la escuela no se habla de eso por
temor a incitarlos a tener relaciones sexuales”, sintetizó la realidad
dominante Mabel Bianco, presidenta de la argentina Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM).
“Pero en los medios todo está erotizado y desde allí se los incita
y, lo peor, no tienen herramientas para resistir la presión de los
pares y de la sociedad para iniciarse sexualmente”, analizó. La ESI
“les permitiría decir no, a relaciones sexuales que no quieren tener”,
agregó.
Lourdes Ramírez, de 18 años, acaba de terminar la secundaria en una
escuela pública en Mendiolaza, en la central provincia argentina de
Córdoba y contó a IPS que en su escuela muchos padres de los primeros
años del secundario “arman lío”, cuando se dan clases de ese tipo
“porque dicen que sus hijos son chicos y que esa clases los harán tener
relaciones desde antes”.
“Es absurdo que en la televisión uno ve de todo, programas de chicas
con tangas minúsculas y que después en la escuela no se pueda enseñar a
cómo usar un preservativo o a que tengan una relación cuando quieran”.
En su centro, los libros didácticos del Ministerio de Educación llegaban “pero quedaban en la biblioteca a disposición” del que quiera consultarlos.
La argentina Cristina Zurutuza, de Cladem, consideró que el problema
de fondo es que en la región no se modificaron “los patrones
socioculturales sexistas y estereotipados culturales”, aunque algunos
gobiernos como el de su país impulsaron “iniciativas para quitar
contenidos sexistas, racistas y xenofóbicos de los libros de texto”.
En la mayoría de la región prevalece, adujo la dominicana Zobeyda
Cepeda, otra integrante de Cladem, un abordaje “biologicista o
religioso, enfocando la sexualidad solo dentro del matrimonio”.
Falencias que se traducen en la segunda tasa regional más alta de
embarazos en adolescentes (38 por ciento de las mujeres se embarazan
antes de cumplir 20 años), incidiendo, además, en una elevada deserción
escolar.
Carmen Dueñas, profesora de biología de educación secundaria en
Berazategui una localidad a 23 kilómetros al sudeste de Buenos Aires,
relató que sorprende que aun explicando a los alumnos cuales son los
métodos anticonceptivos disponibles, “muchas quieran embarazarse igual”.
“Piensan que al embarazarse cambiará su situación afectiva. Que
tendrán alguien a quien aferrarse, que de esa forma van a tener un
papel protagónico en su vida, al tener una familia propia”, analizó la
docente, que integra un proyecto municipal-nacional de ESI.
“Hay un porcentaje significativo de conflictos y violencia en
familias, donde los adolescentes no se sienten contenidos, ya que
dentro del ámbito familiar hay separaciones en repetición, violencia
familiar, abuso, alcohol y drogas”, explicó Marité Gowland,
especialista en educación preescolar de Florencio Varela, a 38
kilómetros de la capital argentina.
“Todo esto lleva a que los adolescentes repitan el modelo y allí es
donde se les dificulta llevar a la práctica lo aprendido en la
escuela”, afirmó. “En muchas escuelas hay espacios de contención donde
los chicos pueden hablar de sus problemas, pero la escuela sola no los
puede resolver”, lamentó.
Todavía se “perpetúan modelos y roles estereotipados como ser mujer igual a ser madre”, añadió Bianco.
El proyecto de Berazategui busca romper ese molde. Mediante una
película abordan el caso de una chica que, abusada por su padrastro,
queda embarazada, pero que al hablar con su maestra, consigue “salir
adelante” y seguir estudiando.
“Elegimos esto porque a veces tenemos pistas de que hay casos así”, señaló Dueñas.
El uso de condones se enseña a través de juegos.
La enseñanza “transversal”, a través de varias materias, enfoca la violencia de género.
“Lo vemos en adolescentes golpeadas porque sus novios estaban celosos”, ilustró.
Las clases incluyen la diversidad sexual para “mostrarles que son libres de elegir”.
Las preguntas anónimas son colocadas en un buzón.
“Hay chicas que comentan que aunque no tuvieron su primera
menstruación, como tienen novios mayores, tienen relaciones sexuales.
Después se da una respuesta en grupo”, ejemplificó Dueñas.
El foro virtual “De esto sí se habla”, de FEIM, con la “Red Nacional de jóvenes y adolescentes para la salud sexual y reproductiva”, resume esa necesidad de compartir.
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Este artículo fue publicado originalmente en la edición
especial de TerraViva: “ICPD@20: Seguimiento y Potencial para después
de 2015”, publicado con apoyo del Fondo de Población de las Naciones
Unidas (UNFPA). El contenido es autoría independiente de los
periodistas de IPS
Editado por Estrella Gutiérrez
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