El
designio imperialista se ha cumplido. La nueva religión se ha impuesto.
La nueva grey aclama al nuevo mesías, y al igual que en el pasado el
hijo viene a cumplir los designios del padre. Pero esta vez en lugar de
sacar a los mercaderes del templo a latigazos por profanar el recinto
sagrado, les lava los pies, se los besa y los inmacula como la nueva
casta divina, el mercado se convierte en el centro del universo. Esta
nueva religión se llama Neoliberalismo y la casta divina se llama
Monopolios Globales.
México, de nación independiente, se ha
convertido en un Estado Libre Asociado al servicio del capital
financiero que requiera de sus recursos naturales y humanos
Dos años bastaron para entregar totalmente a la Nación Mexicana a los
apetitos de la oligarquía trasnacional, proceso que se inició con el
Pacto por México que se integró con el gobierno y los partidos
políticos registrados (PRI, PAN, PRD). Así lo señaló Peña Nieto y les
reconoció su aporte. “Sin ustedes, les dijo, no hubiera sido posible las reformas estructurales” aunque cuando esto decía tal vez pensaba: “no
importa que en el camino alguien de ustedes se haya asustado y tratado
de dar marcha atrás, lo importante es que las 11 reformas se han
aprobado”. Así lo recalcó ante los presidentes de las Cámaras de
Diputados y Senadores que presiden elementos del PRD, en la que fuera
la reunión más informal de la historia del Congreso
La
pérdida de la soberanía nacional, y el Estado de Derecho, es una
responsabilidad que recae en el Poder Legislativo, ya que éste, al
entregar al Poder Ejecutivo la decisión absoluta de reformar la
Constitución en beneficio de los poderosos, deja de ser la
representación popular y por consiguiente, arrastra consigo la muerte
de todo cuerpo político, como lo expresara Juan Jacobo Rousseau, en su
obra “El Contrato Social”, documento de partida del régimen
republicano, con la división de poderes. Ya lograron las reformas,
ahora falta la entrega material de los recursos naturales de la Nación,
y someter al pueblo. Esta operación la llama Rousseau, “alienacion de
la patria”.
El gobierno de Peña Nieto ha creado una camarilla
de tecnócratas e intelectuales pragmáticos, que desatienden la historia
y el desarrollo social, que encuentran eco en las corrientes
pos-modernistas y en las capas de la sociedad más conservadoras y
reaccionarias, y que cuentan con la complicidad de líderes políticos y
sindicales reformistas y oportunistas, que han vivido a expensas del
Estado, por medio de la corporativizacion de los trabajadores del
campo, el aire, el mar, la ciudad y los centros fabriles, aliados a las
fuerzas políticas del Estado con quienes co-gobiernan. Esta camarilla
es la que ha usurpado el poder, desde el mismo instante que
suscribieron el llamado Pacto por México, y se comprometieron, antes de
tomar el poder, a llevar a cabo las reformas estructurales, sin
importarles la votación del electorado, ya que éste no les favoreció,
más aún así, se impusieron para perpetrar el sometimiento del pueblo y
la entrega de la nación.
El presidente Peña Nieto se ha
convertido en el representante del continuismo de la política
irracional del ex presidente Carlos Salinas De Gortari, que preconizó
el adelgazamiento del Estado que hoy muere de anorexia, en aquellos
aspectos que se refieren al desarrollo independiente, al bienestar del
pueblo y a la seguridad de la población, fortaleciendo tan sólo sus
órganos de represión.
Las leyes del desarrollo nos enseñan
sin embargo, que un nuevo orden de la vida social y un nuevo Estado
surge de la entraña del antiguo y caduco sistema. Peña Nieto desafía
estas leyes. Le pide al pueblo se suba a su barco sin timón y sin
motor, esperando que las inversiones extranjeras lo impulsen. Propone
proyectos multimillonarios con una economía que apenas rebasa el 1% de
crecimiento anual. Su política está sujeta al vaivén de esos agentes
exteriores. En delante el gobierno vivirá de las limosnas de las
empresas a quienes ha concesionado nuestros recursos naturales, y que
no harán otra cosa que acelerarar la explotación del petróleo y otros
recursos, hasta acabar con ellos, y también con la vida del planeta y
por consiguiente con la especie humana.
Tanta irracionalidad
tiene un límite. Al igual que en el pasado en que la razón humana se
impuso al oscurantismo, hoy hay que terminar con los dogmas que
confieren a cosas como son la mercancía y el mercado poderes divinos
que se elevan sobre la capacidad del hombre de dirigir los procesos
sociales. Debemos impulsar un nuevo renacimiento de ideas, de
pensamientos, de valores morales y éticos, de adentrarnos a las leyes
de la naturaleza y desarrollar la ciencia, la cultura, dónde el punto
de partida sea El Ser Social. Encontrar nuevas formas de convivencia
que nos eleven a un estadio superior de vida, reconociendo que partimos
de un mundo dividido, que se enfrenta a peligros tan serios como la
extinción de la especie humana, por la contaminación, la guerra, la
hambruna, la irracionalidad de los poderosos. Pero sobretodo determinar
si queremos conservarnos como Nación Mexicana.
De ser así
expresemos nuestras aspiraciones. Peña Nieto nos ha simplificado el
camino al terminar con el sistema capitalista propio de México, para
convertirnos en un simple eslabón del capitalismo mundial, porque con
la nueva superestructura jamás habrá competencia capitalista. Nuestra
competitividad sólo se refiere a disputarles a otros países pobres la
atracción de inversiones extranjeras. Los monopolios globales serán el
centro del desarrollo económico y subordinaran a la burguesía criolla
y, a la mayoría de los burgueses, los mandaran a formar parte de la
clase de los proletarios.
Entonces el objetivo será terminar
con la explotación del hombre por el hombre, socializar los medios de
producción y del cambio, expropiar toda la industria relacionada con
los recursos naturales de la Nación Mexicana y la creación de un nuevo
Estado nacional, de carácter socialista que dirija los destinos de una
nación de trabajadores. Esto lo llamaremos lucha política y se
aplicaran todos los medios ideológicos éticos, morales y materiales,
incluyendo la violencia revolucionaria, para lograrlo.
Algunos dirán: estas ideas no son nuevas, esto es marxismo. Lo nuevo es
que si vencemos el obstáculo del oscurantismo, donde las cosas se
elevan por encima de la razón humana, el marxismo será conocido en su
real dimensión, leído y aplicado con libertad, sin el temor de ir a
prisión, de ser torturado, perseguido, asesinado, o de vivir en la
clandestinidad. Así honraremos la memoria de una juventud que quiso
evitarnos tanto sufrimiento y ofrendó su vida por un cambio social a
tiempo, como los mártires de Madera, Chihuahua que hoy 23 de septiembre
2014 conmemoramos su gesta histórica.
Fernando Acosta Esquivel es el Secretario General del Comité Central del Partido de los Comunistas (México).
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