9/25/2014

Once reformas, un México diferente



El designio imperialista se ha cumplido. La nueva religión se ha impuesto. La nueva grey aclama al nuevo mesías, y al igual que en el pasado el hijo viene a cumplir los designios del padre. Pero esta vez en lugar de sacar a los mercaderes del templo a latigazos por profanar el recinto sagrado, les lava los pies, se los besa y los inmacula como la nueva casta divina, el mercado se convierte en el centro del universo. Esta nueva religión se llama Neoliberalismo y la casta divina se llama Monopolios Globales.

México, de nación independiente, se ha convertido en un Estado Libre Asociado al servicio del capital financiero que requiera de sus recursos naturales y humanos

Dos años bastaron para entregar totalmente a la Nación Mexicana a los apetitos de la oligarquía trasnacional, proceso que se inició con el Pacto por México que se integró con el gobierno y los partidos políticos registrados (PRI, PAN, PRD). Así lo señaló Peña Nieto y les reconoció su aporte. “Sin ustedes, les dijo, no hubiera sido posible las reformas estructurales” aunque cuando esto decía tal vez pensaba: “no importa que en el camino alguien de ustedes se haya asustado y tratado de dar marcha atrás, lo importante es que las 11 reformas se han aprobado”. Así lo recalcó ante los presidentes de las Cámaras de Diputados y Senadores que presiden elementos del PRD, en la que fuera la reunión más informal de la historia del Congreso

La pérdida de la soberanía nacional, y el Estado de Derecho, es una responsabilidad que recae en el Poder Legislativo, ya que éste, al entregar al Poder Ejecutivo la decisión absoluta de reformar la Constitución en beneficio de los poderosos, deja de ser la representación popular y por consiguiente, arrastra consigo la muerte de todo cuerpo político, como lo expresara Juan Jacobo Rousseau, en su obra “El Contrato Social”, documento de partida del régimen republicano, con la división de poderes. Ya lograron las reformas, ahora falta la entrega material de los recursos naturales de la Nación, y someter al pueblo. Esta operación la llama Rousseau, “alienacion de la patria”.

El gobierno de Peña Nieto ha creado una camarilla de tecnócratas e intelectuales pragmáticos, que desatienden la historia y el desarrollo social, que encuentran eco en las corrientes pos-modernistas y en las capas de la sociedad más conservadoras y reaccionarias, y que cuentan con la complicidad de líderes políticos y sindicales reformistas y oportunistas, que han vivido a expensas del Estado, por medio de la corporativizacion de los trabajadores del campo, el aire, el mar, la ciudad y los centros fabriles, aliados a las fuerzas políticas del Estado con quienes co-gobiernan. Esta camarilla es la que ha usurpado el poder, desde el mismo instante que suscribieron el llamado Pacto por México, y se comprometieron, antes de tomar el poder, a llevar a cabo las reformas estructurales, sin importarles la votación del electorado, ya que éste no les favoreció, más aún así, se impusieron para perpetrar el sometimiento del pueblo y la entrega de la nación.

El presidente Peña Nieto se ha convertido en el representante del continuismo de la política irracional del ex presidente Carlos Salinas De Gortari, que preconizó el adelgazamiento del Estado que hoy muere de anorexia, en aquellos aspectos que se refieren al desarrollo independiente, al bienestar del pueblo y a la seguridad de la población, fortaleciendo tan sólo sus órganos de represión.

Las leyes del desarrollo nos enseñan sin embargo, que un nuevo orden de la vida social y un nuevo Estado surge de la entraña del antiguo y caduco sistema. Peña Nieto desafía estas leyes. Le pide al pueblo se suba a su barco sin timón y sin motor, esperando que las inversiones extranjeras lo impulsen. Propone proyectos multimillonarios con una economía que apenas rebasa el 1% de crecimiento anual. Su política está sujeta al vaivén de esos agentes exteriores. En delante el gobierno vivirá de las limosnas de las empresas a quienes ha concesionado nuestros recursos naturales, y que no harán otra cosa que acelerarar la explotación del petróleo y otros recursos, hasta acabar con ellos, y también con la vida del planeta y por consiguiente con la especie humana.

Tanta irracionalidad tiene un límite. Al igual que en el pasado en que la razón humana se impuso al oscurantismo, hoy hay que terminar con los dogmas que confieren a cosas como son la mercancía y el mercado poderes divinos que se elevan sobre la capacidad del hombre de dirigir los procesos sociales. Debemos impulsar un nuevo renacimiento de ideas, de pensamientos, de valores morales y éticos, de adentrarnos a las leyes de la naturaleza y desarrollar la ciencia, la cultura, dónde el punto de partida sea El Ser Social. Encontrar nuevas formas de convivencia que nos eleven a un estadio superior de vida, reconociendo que partimos de un mundo dividido, que se enfrenta a peligros tan serios como la extinción de la especie humana, por la contaminación, la guerra, la hambruna, la irracionalidad de los poderosos. Pero sobretodo determinar si queremos conservarnos como Nación Mexicana.

De ser así expresemos nuestras aspiraciones. Peña Nieto nos ha simplificado el camino al terminar con el sistema capitalista propio de México, para convertirnos en un simple eslabón del capitalismo mundial, porque con la nueva superestructura jamás habrá competencia capitalista. Nuestra competitividad sólo se refiere a disputarles a otros países pobres la atracción de inversiones extranjeras. Los monopolios globales serán el centro del desarrollo económico y subordinaran a la burguesía criolla y, a la mayoría de los burgueses, los mandaran a formar parte de la clase de los proletarios.

Entonces el objetivo será terminar con la explotación del hombre por el hombre, socializar los medios de producción y del cambio, expropiar toda la industria relacionada con los recursos naturales de la Nación Mexicana y la creación de un nuevo Estado nacional, de carácter socialista que dirija los destinos de una nación de trabajadores. Esto lo llamaremos lucha política y se aplicaran todos los medios ideológicos éticos, morales y materiales, incluyendo la violencia revolucionaria, para lograrlo.

Algunos dirán: estas ideas no son nuevas, esto es marxismo. Lo nuevo es que si vencemos el obstáculo del oscurantismo, donde las cosas se elevan por encima de la razón humana, el marxismo será conocido en su real dimensión, leído y aplicado con libertad, sin el temor de ir a prisión, de ser torturado, perseguido, asesinado, o de vivir en la clandestinidad. Así honraremos la memoria de una juventud que quiso evitarnos tanto sufrimiento y ofrendó su vida por un cambio social a tiempo, como los mártires de Madera, Chihuahua que hoy 23 de septiembre 2014 conmemoramos su gesta histórica.


 
Fernando Acosta Esquivel es el Secretario General del Comité Central del Partido de los Comunistas (México).

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