Miguel Carbonell
La conferencia de prensa del viernes 7 de noviembre a cargo del procurador Jesús Murillo Karam fue un ejercicio de pedagogía social y jurídica muy encomiable.
Por más de una hora el procurador detalló la información relevante y la secuencia de hechos que muy probablemente nos permita concluir que los 43 normalistas de Ayotzinapa fueron asesinados. Valoro mucho que el procurador haya tenido esa disposición informativa y lo haya hecho personalmente, sin escudarse en sus auxiliares o encargados de prensa.
A partir de lo dicho en su intervención, quedan sin embargo algunos cabos sueltos que estimo deben ser discutidos con más detalle, a efecto de tener certeza sobre lo acontecido en los municipios de Iguala y Cocula. Me permito, en ese tenor, preguntarle lo siguiente señor Procurador:
1) ¿Cuántas personas recibieron, trasladaron y mataron a los 43? Suena poco creíble que entre 3 o 4 pudieran someterlos a todos, considerando que eran jóvenes y probablemente estuvieran muy enojados por lo que les pasaba.
2) Dicen los sicarios que 15 de ellos llegaron al basurero de Cocula ya muertos. ¿Cómo murieron? ¿Por asfixia, por disparos de arma de fuego? ¿Cómo fue?
3) ¿Cómo es que los presuntos sicarios lograron calcinar a cielo abierto 43 cadáveres hasta reducirlos a ceniza? Se requiere de una temperatura altísima para hacerlo (más de mil grados centígrados, según expertos), la cual se logra en un horno crematorio pero no es fácil de alcanzar juntando sólo madera o botellas de plástico, como lo relataron los detenidos.
4) ¿Cómo es que los presuntos asesinos se quedaron alimentando la fogata por más de 15 horas, sin mostrar signos de fatiga, sin tomar relevo, sin salir a comer algo o a informar a sus cómplices?
5) ¿Cómo es que los fragmentos de huesos presentados en la conferencia son tan pequeños? ¿Acaso los homicidas fragmentaron a tal grado las columnas vertebrales, las costillas, los huesos femorales, etcétera de los normalistas? Deben haber tardado mucho. ¿Y lo hicieron con sus manos o traían alguna herramienta para lograrlo?
6) Si la fogata estuvo ardiendo por 15 horas, ¿cómo es que nadie vio nada, cuando ya existían reportes de la balacera y detención de los jóvenes? ¿A ninguna autoridad se le hizo sospechosa la columna de humo que debe haber existido? ¿Ningún poblador se animó a llamar al ejército o dar aviso de alguna manera? ¿Nadie?
7) ¿Los detenidos estuvieron efectivamente acompañados de un abogado? ¿Cómo es que confesaron con tanto detalle y sin aparente “presión” lo que hicieron? ¿Cómo logró la PGR “convencerlos” de contar los nombres de sus cómplices, si eso en la práctica puede suponer para ellos una condena de muerte cuando estén dentro de un reclusorio? ¿Qué clase de abogados tuvieron, que les aconsejaron contar todo a las autoridades?
Es probable que haya respuestas sensatas y racionales para todas estas preguntas. Abonaría mucho a la credibilidad de las investigaciones el que fueran respondidas, para que no quedara la duda sobre la fabricación de culpables y escenas del crimen. No sería la primera vez que suceda, de modo que las dudas y preguntas tienen plena legitimidad. Esperemos que las tengan también las respuestas que se sirva darnos la autoridad.
Investigador del IIJ de la UNAM
@MiguelCarbonell
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