Para colmo de males, el anuncio se hizo el 31 de octubre, en el 14
aniversario de la histórica resolución 1325 del Consejo de Seguridad,
que subrayó la importancia de la participación igualitaria de la mujer
y de su plena participación en el mantenimiento y la promoción de la
paz y la seguridad.
“La fecha del anuncio es una bofetada en la cara de las mujeres que
trabajan por la paz en todo el mundo”, se quejaron Stephen Lewis,
exsubdirector ejecutivo de Unicef, y Paula Donovan, ambos codirectores
de la organización sin fines de lucro AIDS-Free World (Mundo sin Sida).
“De un solo golpe, usted logró convertir a la resolución 1325 en una
burla”, se quejaron Lewis y Donovan, en una carta dirigida a Ban.
“De un solo golpe, usted repudió la importancia de la equidad de
género en el nombramiento de comisiones de alto nivel”, añadieron.
“Usted le declaró al mundo su opinión de que no se encuentran
mujeres en ningún lugar, ni en la política, la academia, la diplomacia,
la sociedad civil o entre los premios Nobel, que sean lo
suficientemente calificadas para satisfacer las exigencias de una
comisión sobre las operaciones de paz”, continúa la carta.
La respuesta fue casi instantánea y, mayormente, positiva.
En primer lugar, el nombramiento en noviembre de los 10 integrantes
de una comisión de alto nivel sobre un banco de tecnología para los
países de menor desarrollo reflejó una paridad de género, con cinco
hombres y cinco mujeres.
En segundo lugar, el lunes 1 Ban también duplicó, de tres a seis, el
número de mujeres en la comisión de la ONU (Organización de las
Naciones Unidas) sobre el mantenimiento de la paz, al parecer en
respuesta a las críticas.
Además, Ameerah Haq, de Bangladesh y la actual subsecretaria general
del Departamento de Apoyo sobre el Terreno y una integrante original de
la comisión, será su vicepresidenta tras su retiro de la ONU el 1 de
febrero.
Un comunicado difundido el lunes dijo que Ban “confía en que la
incorporación de tres mujeres eminentes y el papel que la Sra. Haq
desempeñará como vicepresidenta no solo traerá el equilibrio de género
a la comisión, sino que enriquecerá su trabajo, sobre todo en temas
relacionados con las mujeres, la paz y la seguridad”.
“Es una buena noticia, al menos como un paso adelante hacia nuestro
objetivo de igualdad” total, declaró a IPS el embajador de Bangladesh,
Anwarul Karim Chowdhury, considerado el autor de la resolución 1325.
“Supongo que este es un caso en el que simplemente tenemos que pedir
una disculpa muy sincera”, declaró el vocero adjunto de la ONU, Farhan
Haq, cuando surgieron las primeras críticas.
“Personalmente, creo que una mujer debería haber sido designada
copresidenta y no vicepresidenta de la Comisión de Paz”, agregó
Chowdhury.
Un objetivo clave de la resolución 1325 es lograr la participación
igualitaria de las mujeres en todos los niveles de toma de decisiones,
explicó.
Donovan, de AIDS-Free World, dijo a IPS que la reacción del secretario general de la ONU se acercó a cumplir con sus palabras.
“Pero su afirmación de que una relación de 11 a 6 de entre hombres y
mujeres ‘traerá el equilibrio de género’ son las palabras de un líder
que es obstinado o incomprensivo”, añadió.
Ban podría haber logrado la paridad de género con un golpe de su
pluma, pero optó por mantener a las mujeres en la minoría en el 35 por
ciento, subrayó.
“Sus acciones generan algo de esperanza, una gran preocupación y una
clara advertencia sobre la necesidad de una vigilancia constante y la
presión implacable de parte de los defensores de la igualdad de
derechos de las mujeres”, expresó Donovan.
Barbara Crossette, otrora corresponsal del diario The New York Times
en la ONU, dijo a IPS que la insistencia de AIDS-Free World sobre el
desequilibrio original del Panel sobre la Paz tuvo resultados en muy
poco tiempo, según el ritmo del foro mundial.
Para Crossette, que Ban haya elegido como vicepresidenta a Ameerah
Haq, una de las funcionarias más calificadas y eficaces de la ONU con
una carrera de casi cuatro décadas, hará mucho para remediar la
situación.
Una de las nuevas integrantes del panel, Radhika Coomaraswamy, de
Sri Lanka, fue la principal funcionaria de la ONU sobre la violencia
contra las mujeres y los peligros que enfrentan los niños y niñas en
los conflictos armados, además de directora del Centro Internacional de
Estudios Étnicos de Sri Lanka.
Coomaraswamy se mantuvo en el cargo durante un período intenso en la
guerra civil (1983-2009) de su país que le costó la vida a su
antecesor, Neelan Tiruchelvam, el abogado de derechos humanos más
importante de Sri Lanka, indicó Crossette.
“Nuestra esperanza sincera es que estos nombramientos no se
conviertan en dos esfuerzos aislados para complacer a quienes se
quejan”, comentó Mavic Cabrera-Balleza, coordinadora internacional de
la Red Mundial de Mujeres Constructoras de la Paz.
“Queremos una representación igualitaria no solo esta vez, sino en
todas las estructuras de toma de decisiones de la ONU”, subrayó.
Las personas designadas deben consultar a la sociedad civil y debe
haber un mecanismo de consultas habituales, como parte de los términos
de referencia de todos los paneles, comisiones y principales cargos en
la ONU, añadió.
También reclamó un mecanismo de investigación para la selección de
los miembros de los comités y cargos clave, con representación de la
sociedad civil.
“El problema con muchos de los nombramientos de alto nivel en la ONU
es que se basan en la influencia política de los Estados miembros… van
a parar a los Estados… influyentes y por eso tenemos a personas poco
calificadas en algunos puestos”, declaró.
“Una comisión de 11 hombres y seis mujeres, con un hombre como
presidente y una mujer como vicepresidenta, no trae el equilibrio de
género en ningún sentido”, denunció AIDS-Free World, en un comunicado
difundido el martes 2.
La sociedad civil vigilará de cerca a la comisión sobre las
operaciones de paz, y se exigirá la transparencia en todos los aspectos
de su labor, añadió la organización.
“El secretario general debe hacerlo mejor. Las mujeres del mundo lo tendrán como responsable”, advirtió.
Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga
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