Madrid,
12 mar. 14. AmecoPress/Women in Management.- En un nuevo informe del
Grupo del Banco Mundial se destaca la necesidad de adoptar medidas
audaces y coordinadas que fomenten la igualdad de oportunidades para la
mujer en el entorno laboral, entre ellas abordar desde un principio los
prejuicios de género, ampliar el acceso de la mujer a la propiedad y
las finanzas, y elevar la edad jubilatoria, lo que traerá beneficios
considerables en la lucha contra la pobreza.
Según
la publicación Gender at Work (Cuestiones de género en el trabajo),
prácticamente todas las mediciones a nivel mundial indican que las
mujeres se ven más afectadas por la exclusión económica que los
hombres. Las tendencias sugieren que en los últimos 20 años la
participación de la mujer en la fuerza de trabajo se ha estancado y se
ha reducido del 57% al 55% a nivel mundial. Esto es así a pesar de la
creciente evidencia de que el empleo beneficia a las mujeres, las
familias, las empresas y las comunidades.
“Sabemos que
si se reducen las disparidades de género en el entorno laboral se
pueden generar importantes beneficios en materia de desarrollo: se
puede mejorar la salud y la educación de los niños, contribuir a la
reducción de la pobreza y fomentar la productividad”, señaló Jim Yong
Kim, presidente del Grupo del Banco Mundial. “Se trata de una cuestión
urgente. No actuar equivale a perder una gran oportunidad. Hasta el
momento, se ha avanzado muy poco y con demasiada lentitud”.
“Hoy en día,
muchas más niñas asisten a la escuela y tienen una vida más larga y
saludable que hace 30 o incluso 10 años. Pero esto no se ha traducido
en mayores beneficios”, afirmó Kim. “Aún hay demasiadas mujeres que
carecen de libertades y oportunidades, y enfrentan enormes
desigualdades en el mundo laboral”.
Medidas
progresivas, generales y coordinadas De acuerdo con el informe, dado
que, desde temprano y a lo largo de toda su vida, las mujeres deben
enfrentar diversas limitaciones en el ámbito laboral, para reducir las
disparidades de género es necesario tomar medidas progresivas,
generales y coordinadas.
En el
documento, que complementa el Informe sobre el desarrollo mundial 2013,
dedicado al empleo, se señala que las opciones deberían ser, entre
otras, incorporar la igualdad de género en las estrategias de empleo y
crecimiento, reformar los sistemas jurídicos, y comprometer la
participación del sector privado en la búsqueda de soluciones
innovadoras destinadas a promover la igualdad de género.
Asimismo, se
afirma que las normas sociales pueden exacerbar las privaciones y
limitaciones que enfrentan las mujeres. Casi cuatro de cada 10 personas
a nivel mundial - casi la mitad en los países en desarrollo - están de
acuerdo en que, cuando los empleos escasean, los hombres tienen más
derecho al trabajo que las mujeres. Las limitaciones más comunes que
enfrentan las mujeres más desfavorecidas incluyen la falta de
movilidad, tiempo y aptitudes, la exposición a la violencia, y la
ausencia de derechos básicos.
“Las mujeres
pobres en particular son propensas a sufrir múltiples limitaciones en
varios niveles”, señaló el director de Género y Desarrollo del Grupo
del Banco Mundial, Jeni Klugman, coautor del informe con Matthew
Morton. “La creación de condiciones equitativas para ese grupo y el
aprovechamiento de su potencial económico podrían ser decisivos para
combatir la pobreza extrema”.
Fuerza femenina
En América
Latina y el Caribe, la participación de la mujer en la fuerza de
trabajo ha aumentado un 35% desde 1990. En el análisis realizado por el
Grupo del Banco Mundial se concluyó que en 2010 los niveles de pobreza
extrema y de desigualdad de ingreso promedio habrían sido un 30% y un
28% más elevados, respectivamente, si no hubiera sido por el aumento de
los ingresos de las mujeres generado por el incremento de los ingresos
laborales, el acceso a beneficios jubilatorios y la participación en la
fuerza de trabajo entre 2000 y 2010.
Según el
informe, los estudios de diagnóstico en los países son esenciales para
ayudar a los Gobiernos a determinar cuáles son las mejores políticas y
resulta imprescindible contar con una mayor participación del sector
privado, que es, con mucho, la principal fuente de empleo. El sector
privado puede marcar el rumbo creando un entorno de trabajo y políticas
que tengan en cuenta las condiciones familiares, incentivando a las
mujeres a familiarizarse con puestos y sectores no tradicionales, y
revisando las políticas y los sistemas de recursos humanos destinados a
abordar la discriminación y el acoso. Asimismo, es necesario realizar
más inversiones para subsanar las deficiencias principales en materia
de datos y conocimientos.
Para promover
la igualdad de género en el trabajo, en el informe se recomienda a los
Gobiernos la adopción de medidas específicas que abarquen el ciclo de
vida de la mujer y se señala que las intervenciones destinadas
únicamente a las mujeres en edad reproductiva comienzan demasiado tarde
y terminan demasiado pronto. Los sesgos pueden comenzar en las primeras
etapas de la vida, en ocasiones de manera sutil, lo que hace que en
última instancia resulte difícil y costoso resolver el problema de la
desigualdad.
Recomendaciones a los gobiernos
En Gender at Work se recomiendan diversas políticas que los Gobiernos pueden aplicar a lo largo de la vida de una mujer:
* Durante la
infancia y la juventud, se pueden aplicar políticas orientadas a
combatir la desigualdad a través de la educación y la capacitación, por
ejemplo brindando incentivos para que las niñas asistan a la escuela.
* En el caso
de las mujeres en edad reproductiva, las medidas a tener en cuenta
incluyen eliminar las restricciones al trabajo y el empleo, permitir y
alentar la propiedad y la titularidad conjunta de tierras, y aplicar
leyes equitativas en materia de sucesiones. Otras estrategias incluyen
políticas de flexibilidad y licencias adaptadas a las condiciones
familiares, programas de atención infantil accesible y desarrollo en la
primera infancia, y el desarrollo de infraestructura para aligerar las
tareas que realiza la mujer cuando se dedica al cuidado del hogar y de
la familia. Es imprescindible contar con acceso equitativo a los
activos y a los servicios financieros. Abordar las limitaciones fuera
del sector formal reviste particular importancia en los países de
ingreso bajo, dado que la mayoría de las personas —sobre todo las
mujeres— no percibe sueldos ni salarios por su trabajo.
* En el caso
de las mujeres de mayor edad, los Gobiernos pueden apoyar la
elaboración de normas laborales equitativas para la vejez, combinadas
con programas de protección social adecuados. La edad jubilatoria
debería ser la misma para los hombres y las mujeres. Por otra parte,
mediante programas específicos se puede mejorar la capacidad de las
mujeres de mayor edad que puedan y quieran trabajar, y a través de las
políticas previsionales se puede brindar protección sin desalentar el
trabajo de la mujer.
En el informe
se advierte que el envejecimiento de la población en el mundo en
desarrollo revestirá cada vez más importancia para los Gobiernos. Se
espera que de aquí a 2050 la tasa de dependencia de las personas
mayores en los países en desarrollo aumente un 144% y que en ese mismo
período la tasa de dependencia de los niños disminuya un 20%, lo que
alterará la naturaleza de la carga de los cuidados en las familias y
las sociedades.
“Hoy en día,
se aprovecha apenas la mitad del potencial productivo de las mujeres a
nivel mundial. Esto es un desperdicio, dado que la igualdad de género
en el entorno laboral es sumamente beneficiosa tanto en el ámbito del
desarrollo como de la actividad empresarial. El compromiso debe
comenzar con la tarea de fomentar las capacidades y aspiraciones de los
niños y las niñas en igual medida desde los primeros años, de manera de
generar un efecto lo suficientemente duradero para que ellos y las
futuras generaciones vivan en un mundo más equitativo y próspero”,
manifestó Klugman.
La
Organización Internacional del Trabajo estima que se desaprovecha casi
la mitad del potencial de las mujeres en edad reproductiva, en
comparación con el 22% en el caso de los hombres. La reducción de estas
disparidades podría reportar enormes beneficios para el desarrollo. En
un estudio realizado por Goldman Sachs se concluye que si se redujeran
las disparidades de género en el trabajo se podría incrementar en hasta
un 14%, para 2020, el ingreso per cápita en los mercados emergentes.
Foto: Archivo AmecoPress.