TRANSGRESORAS
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Lucía Lagunes Huerta*
Cimacnoticias | México, DF.-
Lleva
en su nombre una historia añeja de lucha por las causas justas, a la
cual le hace honor todos los días. Une dos realidades: la chilena que
le proviene del lado materno y la mexicana por el lado paterno y en la
cual ha vivido, se ha desarrollado y construye.
En 1975 Miguel Littín rodó la película “Cartas de Marusia”, basada en
la novela del mismo nombre, para plasmar la lucha social de la
salitrera chilena “Marusia”. La película y la novela buscan salvar del
olvido esa resistencia popular y la masacre de la dictadura. Una forma
de hacer justicia histórica.
Esos
son los orígenes de esta defensora de Derechos Humanos: Marusia López
Cruz, quien proviene de la esperanza, aun cuando pareciera que no hay.
Marusia no sólo lleva el nombre de una película o una novela que busca
preservar en la memoria el derecho a la dignidad. Marusia lleva
esperanza, la construye y ayuda a construirla junto con otras mujeres.
Si hay una apuesta a la cual se suma esta defensora es la construcción
de redes. Es una gran tejedora que articula en diferentes espacios
políticos feministas y sociales, en los entornos nacionales e
internacionales.
Recibe su herencia de manera amorosa y se la apropia, sabe lo que es el
exilio y de la fuerza femenina que sale de la garganta musical de su
madre. Sabe del compromiso social y del activismo político en el cual
desarrolló su infancia.
Aprendió a adaptarse a contextos distintos, a recrearse nuevamente ante
la adversidad, por eso no pierde la esperanza feminista para lograr un
mundo mejor para la humanidad, para las “marusias” y los “sayiles” que
nacieron en este siglo.
HIJA DE LA “GENERACIÓN X”
–Lucía Lagunes Huerta (LLH): ¿Cómo definirías quién es Marusia?
–Marusia López Cruz (MLC): Primero diría que mucho de lo que soy se
determina por la herencia de mis padres fundamentalmente; porque fue su
activismo y su participación política muy directamente la que me hace
ser quien soy, pero también su forma de vivir las relaciones, su forma
de entender la sexualidad.
“Su forma de ser es la que ha ido configurando muchas de mis decisiones de no ser mamá y luego de serlo.
“Mi padre es mexicano y mi madre es chilena. Mi padre es hijo de la
típica familia priista posrevolucionaria que fundó en los valores de la
educación toda la aspiración familiar, y mi madre es hija de un artista
medianamente reconocido en su provincia.
“Mis padres se conocen en el 68 en un campamento de la juventud que se
realiza en Oaxtepec, Morelos. Mi madre venía de un activismo político
muy importante y mi papá estaba en la Federación del 68.
“Con mi madre en México empiezan a cantar juntos canción
latinoamericana de protesta; los invitan a ser parte del Partido
Comunista y así se convierten por muchos años en la voz artística del
PC.
“Juntos fundan una peña en la colonia Roma, “La Peña Tecuicanime”, que
es el primer lugar al que llegan gentes como Silvio (Rodríguez),
Mercedes (Sosa), Pablo (Milanés), y los Mejía Godoy.
“Soy una heredera digna de mi generación, soy una hija de la
‘Generación X’; es decir, de quienes crecimos sin demasiadas
expectativas ni demasiadas esperanzas en este mundo, que nacimos cuando
el muro (de Berlín) ya se había caído o estaba por caerse el socialismo
real”.
–LLH: ¿Qué te lleva a donde estás hoy?
– MLC: Es interesante, porque lo que me lleva realmente es una
separación amorosa muy difícil. Yo vivía en Morelia; tengo mi primer
amor con un tipo mayor y todo lo que me habían enseñado mis papás como
la negociación de los métodos anticonceptivos, no pude negociar nada:
tuve un embarazo a los 15 años y aborté en la colonia más horrible de
Michoacán.
“El tipo se separa de mí después de eso; con mi familia nos vinimos al
DF. Llegué hecha pomada a esta ciudad. Me sentía tan avergonzada de que
yo sabiéndolo todo tuve un aborto. Finalmente les digo a mis padres y
mi papá, como en su búsqueda de ayudarme, me manda a la escuela
metodológica nacional del Instituto Mexicano para el Desarrollo
Comunitario (Imdec).
“Fue un lugar de gran descubrimiento, de mucha alegría, de conocer a
los chicanos que estaban en Los Ángeles y a las mujeres que trabajan
con refugiados guatemaltecos. Eso me salvó, me dio un motivo, me
permitió conocer gente a quien admirar, me dio la ilusión.
“Estando en la escuela llegó a mis manos un papelito de campamentos de
trabajo comunitario en zonas indígenas. Me encuentro con las Brigadas
Universitarias de Servicios Comunitarios para la Autogestión. Era más o
menos 1992 y me fui a la sierra de Zongolica con gente que todavía me
acompaña en la vida, como Tania Ramírez y Toño Cerezo.
“Fue un punto y aparte en mi vida, otra realidad. Verme en un lugar sin
rastros de pavimento a cientos de kilómetros, sin agua, sin luz; era
poner los pies en la tierra y aprender a disfrutar y conocer gente
maravillosa, gente que ha sido emblemática en mi vida. Después de eso
no había duda de cuál sería mi camino”.
EL FEMINISMO
–LLH: ¿En qué momento te construyes como una mujer feminista?
–MLC: Estando en la búsqueda conozco a Lidia Alpizar y nos hacemos
buenas amigas. Ella se viene a vivir a México; había pasado Beijing (la
IV Conferencia Mundial sobre la Mujer) y ella había sido parte de la
delegación costarricense desde las mujeres jóvenes.
“La manera en que me habla de los logros en Beijing, de la intromisión
del Vaticano, fue un descubrimiento a través de sus ojos de la fuerza
del feminismo. Me acuerdo que me decía: ‘Cuando te pones los lentes de
género todo lo ves diferente’”.
– LLH: ¿Qué les dirías a las jóvenes? ¿Vale la pena ser feminista?
– MLC: La conciencia salva y a veces deprime porque vivimos en un mundo
lleno de cosas irracionales y completamente inhumanas. Porque hay
momentos en los que uno no quisiera percatarse de ciertas cosas que
duelen mucho, porque implica darse cuenta de las propias.
“Ya siendo feminista en un proyecto de GIRE (Grupo de Información en
Reproducción Elegida) me vuelvo defensora de los derechos sexuales y
reproductivos y por primera vez empiezo a hablar del aborto y a
procesar mi propia experiencia, a ponerle nombre y reconocer que había
sido una injusticia, que no había sido sólo mala suerte, que haber dado
5 mil pesos que conseguí empeñando, pidiendo prestado, no estaba bien y
que no está bien poner en riesgo mi vida.
“Saber que las ‘desgracias’ de tu vida no son desgracias sino
injusticias es algo que te ayuda a pasar de ser víctima a ser
ciudadana, y a defender tus derechos, a no quedarte sólo con tu dolor
sino indignarte, enojarte y decir esto que me hicieron no se vale.
“Esa es la parte del feminismo que te transforma y te libera. El
feminismo me ayudó a entender que esa primera relación que tuve tan
horrible no estaba bien. El feminismo ha sido fundamental para
enfrentar este mundo que nos lanza mensajes todo el tiempo de que no
valemos y somos objetos sexuales, y que sólo servimos para criar.
“Es el feminismo el único espacio que te dice ‘no es cierto, puedes
hacer lo que tú quieras y eres libre, puedes decidir y tienes derecho a
que te amen con todo el respeto, toda la ternura y todo el cuidado que
mereces’. Sin el feminismo a lo mejor seguiría repitiendo relaciones
tan malas como la primera”.
–LLH: ¿Cómo no desanimarse?
–MLC: Creo que el feminismo sólo ha podido ser porque ha sido
colectivo, porque siempre hemos tenido una mujer a lado que en los
peores momentos de nuestra vida nos ha dicho que esto no es normal, que
merecemos otras cosas, que tenemos derechos.
“Al convertirte en feminista se empieza un camino donde cada nueva
experiencia se va mirando con ese lente crítico de los derechos que
tengo, que merezco como mujer en este mundo y siempre hay mujeres ahí.
“En general una de las características principales del movimiento
feminista es que todas estamos ahí porque hay una vida personal que nos
coloca en este espacio, no sólo un discurso. Todas hemos vivido la
opresión de género, la discriminación, y todas hemos tenido otras
mujeres que nos han sacado de momentos vitales para poder seguir”.
¿QUIÉN DEFIENDE A LAS DEFENSORAS?
–LLH: ¿Cómo se da esa construcción de ir nombrando a las defensoras?
–MLC: He asumido de manera personal la bandera porque he vivido la
importancia de llevar y compartir el feminismo, porque el feminismo sí
ha impactado, está mucho más extendido. Sí ha calado en la conciencia
de las mujeres, particularmente las que participan en la política.
“Para mí el término defensoras lo que permite es el encuentro. Decir
‘soy defensora’ quiere decir conmoverse, indignarse y tomar consciencia
de la realidad social en la que vivimos y actuar de manera colectiva
frente a eso.
“Una defensora se junta con otras madres para buscar a sus hijas e
hijos desaparecidos, y le permite decir ‘lo que hago es legítimo’, con
lo que se contrarresta el discurso de que somos terroristas y
desestabilizadoras.
“Ser defensora implica también afirmarnos en un marco de Derechos
Humanos que nosotras mismas hemos construido como parte de las luchas
feministas y humanitarias.
“Entonces, el término defensora tiene una bondad de legitimar y
permitir el encuentro entre mujeres de muy diversos movimientos en
diálogo para mirarnos y comunicarnos, vernos entre nosotras; por eso me
parece tan potente”.
–LLH: ¿Cómo surge la idea de construir una red de defensoras?
–MLC: Viene de las acciones feministas frente a las compañeras
activistas que habían sufrido algún tipo de agresión por su trabajo.
Cuando estuve coordinando Petateras (Red Feminista Mesoamericana)
empezaron a llegar muchos casos terribles de violencia.
“Después hicimos el encuentro Mujeres en Resistencia (agosto de 2007);
escuchamos a las compañeras de (San Salvador) Atenco, de Castaños,
Coahuila, (donde mujeres sufrieron violencia por parte de militares), y
palpamos el recrudecimiento del entorno de violencia que comenzó a
cobrar la vida de cientos de activistas que tenían un trabajo político
y que venían de todos lados.
“Con
otras compañeras de JASS (Asociadas por lo Justo) que vienen desde los
años 80 con trabajo revolucionario y de solidaridad iniciamos la
reflexión de lo que estaba pasando.
“Decidimos convocar a un encuentro en Oaxaca con una diversidad de
compañeras campesinas, sindicalistas, lésbicas, trans, feministas en
sus varias versiones, y una muestra con 50 compañeras de Centroamérica,
y nos dimos cuenta de que era un escándalo lo que estaba ocurriendo.
“Pues estas mujeres no sólo viven la persecución política, sino que
nuestras compañeras estaban viviendo feminicidio, violencia
intrafamiliar grave, niveles de desgaste que ponían en peligro su vida,
que la discriminación de género no nos era ajena a quienes defendemos
los Derechos Humanos, que incluso es un factor que nos pone en más
riesgo y que nos limitaba la capacidad de defendernos.
“Mujeres que están haciendo investigación están en riesgo todo el
tiempo porque están tocando el narcotráfico, la corrupción, el tráfico
de personas en una gran indefensión, o mujeres indígenas que se
enfrentan a las grandes trasnacionales.
“Reafirmar la identidad de las defensoras es también una forma de
protegernos, porque sin reconocimiento social o con estigma nos ponemos
en mucho riesgo, pues quedas a expensas de que se justifique la
violencia en tu contra”.
CAPACIDAD PARA INDIGNARSE
–LLH: ¿Cómo conceptualizar el autocuidado como una herramienta política?
–MLC: Si tu miras las causas del desgaste físico y emocional que
tenemos las defensoras, si miras las prácticas de riesgo que tenemos
por ese nivel de estrés, cansancio y desgaste, por esos estándares del
deber ser, te das cuenta que esos modelos de activismo y la
discriminación de género nos están matando.
“Cuánto tiempo más pueden durar las defensoras en Honduras o de Ciudad
Juárez con ese ritmo y ese contexto de violencia. Cuántas se están
poniendo en riesgo porque ya ni piensan en ello; con estos niveles de
desgastes personales lo que se está poniendo en riesgo es nuestro
movimiento, las conquistas, los derechos que ya logramos. Si no nos
cuidamos nos vamos a morir antes de tiempo, antes de aportar todo lo
que podíamos.
“La contraparte del autocuidado es la discriminación. Si tú como
activista tienes que asumir las tareas domésticas, de mamá, cuidadora,
ser proveedora y aparte ser activista, pues claro que tu salud resiente
estas dobles y triples jornadas de trabajo.
“Si, además, no eres reconocida en tu liderazgo, si tu autoestima se ve
mermada porque no reconocen lo que eres, lo que haces y por el
contrario te estigmatizan, pues se debilita tu capacidad de aporte y de
trabajo político.
“Hablar de autocuidado significa deconstruir toda la discriminación que
cada una ha vivido y por la cual nuestra integridad física y emocional
está en riesgo”.
–LLH: Si tuvieras que escribir el epitafio ¿qué te gustaría que dijera?
–MLC: Cuando me muera mi tumba va a decir: “Aquí yace Marusa, Masusa,
Maresia”. Esto me ha acompañado toda la vida, ya que no saben cómo
nombrarme pero tiene que ver con esa herencia de mi familia con un
hombre que marca una manera de estar en el mundo, de esta crítica en el
mundo, de conmoverse e indignarse, de dolerse en lo que pasa y soy
alguien que se indigna y que le duele, y alguien con buena capacidad de
negociación que siempre intenta el equilibrio.
Twitter: @lagunes28
*Periodista y feminista, directora general de CIMAC.