hoy en Género En La Mira el espacio de nuestra amiga y compañera la mexicana maestra en estudios de género #DanielaVillegasdesdeSydney#Australia, nos habla sobre Lauren Bacall, la eterna Mirada, la vida de una mujer que cambió los patrones en la pantalla donde la sociedad tomaba ejemplos asertiva, inteligente, independiente tales características dieron un giro en la representación de los papeles femeninos de la época más proclive a que las actrices interpretaran a mujeres sumisas y dependientes
las luchas y las resistencias de cinco siglos de discriminación, invisibilización, violencia y represión hacia las naciones originarias de Nuestra América. La Tierra amenazada, las mujeres violentadas; la Pacha arrasada, hoy desierta y transgénica; las tradiciones feministas comunitarias olvidadas; un capitalismo neoliberal foráneo, impiadoso, individualista y represivo; y el colonialismo religioso que condena a las luchadoras a vivir una eterna resistencia para la liberación de sus cuerpos. Un heteropatriarcado rabioso, controlador de los saberes, de las expresiones, de los sentires y los deseos. Una academia silenciosa que poco nos enseña a alejarnos de las teorías y las praxis de quienes dominan y no quieren perder sus privilegios; una Pacha ansiosa, que espera recuperar tanta paz, tanto amor y tanta libertad perdidas
El Instituto de Estudios de la Mujer (IEM) es una instancia académica, creada en 1991, cuya finalidad es impulsar acciones que permitan rupturas ideológico- culturales para la consecución de la equidad de género, la igualdad de oportunidades y derechos entre hombres y mujeres, a fin de lograr una sociedad más justa e inclusiva, desde el 2011 organiza el Congreso Internacional Universitario: Géneros, Feminismos y Diversidades que constituye un espacio de reflexión, diálogo e intercambio con diversas personas vinculadas con la academia, instituciones gubernamentales, sociedad civil, movimiento de mujeres y feministas, tanto nacionales como internacionales, tenemos el material que iremos presentando en diferentes espacios de nuestro programa, hoy escucharemos a la Dra guatemalteca Walda Barrios-klee del Programa de Género y Feminismos de Flacso, en su interesante participación sobre la perspectiva de los feminismos descoloniales y como se han desarrolado en su tierra Guatemala presentado enel
II CONGRESO INTERNACIONAL GÉNEROS, FEMINISMOS Y DIVERSIDADES
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Mujeres Argetinas instrumentistas, compositoras y cantautoras destacadas
Y para cerrar con broche de oro, tenemos el agrado de darle la bienvenida a la compañera María Néder, escritora y poeta argentina amiga del Colectivo Alternativa Latinoamericana y nos obsequia una serie de pequeños programas en donde nos hablará sobre instrumentistas, compositoras y cantoras a lo largo del tiempo
El
Instituto de Estudios de la Mujer (IEM) es una instancia académica,
creada en 1991, cuya finalidad es impulsar acciones que permitan
rupturas ideológico- culturales para la consecución de la equidad
de género, la igualdad de oportunidades y derechos entre hombres y
mujeres, a fin de lograr una sociedad más justa e inclusiva, desde
el 2011 organiza el Congreso Internacional Universitario: Géneros,
Feminismos y Diversidades que constituye un espacio de reflexión,
diálogo e intercambio con diversas personas vinculadas con la
academia, instituciones gubernamentales, sociedad civil, movimiento
de mujeres y feministas, tanto nacionales como internacionales,
tenemos el material que iremos presentando en diferentes espacios de
nuestro programa, hoy escucharemos a la Dra guatemalteca Walda
Barrios-klee del Programa de Género y Feminismos de Flacso, en su
interesante participación sobre
FEMINISMOS DESCOLONIALES: DECONSTRUYENDO LOS SABERES
Guatemalteca,
Doctora ex tesis en Sociología por la Universidad Pontificia de
Salamanca. Magister en Sociología, con especialización en sociología
rural, Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Licenciada en
Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de San Carlos
Integrante
del Grupo Asesor de la Sociedad Civil (GASC) para ONU Mujeres, grupo
Guatemala (agosto 2013- julio 2015). Fue presidenta de la Junta
Directiva de la Unión Nacional de Mujeres Guatemaltecas, UNAMG durante
el período del 2005-2009. Ha sido promotora de congresos, encuentros y
cursos para hacer avanzar los estudios de género y los derechos de las
mujeres, entre ellos el I Encuentro Mesoamericano de Estudios de Género
efectuado en Guatemala 2001. Y en el 2011, el segundo encuentro mesoamericano de estudios de género y feminismos, Avances y retos de una década 2001-2011. Fuedirectora de la revista feminista Equidad de Género de laFacultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, Guatemala, 2001-2003. Fue
Secretaria de Asuntos Políticos de las Mujeres e Integrante del Comité
Ejecutivo Nacional de URNG-Maíz 2008-2010; 2010-2012.
En el campo de la docencia, es profesora
de antropología en la Escuela de Historia de la Universidad de San
Carlos de Guatemala desde el año 1999 hasta el presente, profesora de
teoría antropológica en el Departamento de antropología de la
Universidad del Valle de Guatemala, 2010-2011 y delSeminario Mujeres y Desarrollo en la Maestría en Desarrollo de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG) 2010-2013.
Es autora de múltiples artículos, libros y otros documentos. Dentro delos más recientes se pueden citar: un libro colectivo del 2013, denominado Diálogos sobre violencias y juventudes, Programa Juventud, Unión Europea en Guatemala. Coautora Mujeres escribas tejedoras de pensamientos del 2012, FLACSO, Guatemala. Coautora junto a Luz Méndez Caminos recorridos: luchas y situación de las mujeres a trece años de los Acuerdos de Paz del 2010. Autora Guatemala sobre la situación de post conflicto e impunidad como causas estructurales del feminicidio en el año 2010.
La Haine El Día de la
Pachamama es un día de agradecimiento en el que se realizan diferentes
actos donde se le da a la Madre Tierra distintos tipos de ofrendas
–comidas, bebidas y hojas de coca- para que Ella nos siga dando todo lo
que necesitamos. Cada primero de agosto, cuando el invierno comienza a
dejarle paso a la primavera, cuando se da inicio a la siembra y a la
cosecha, se realiza el rito de tomar caña con ruda, ya que dicen, esto
protege contra el mal de ojo y la mala suerte para todo el año.
La Pachamama, o Madre Tierra, es la diosa femenina de la tierra y
la fertilidad, una divinidad agrícola benigna concebida como la madre
que nutre, protege y sustenta a los seres humanos. En la tradición
incaica es la deidad de la agricultura comunal, la más popular de las
creencias que aún sobrevive con fuerza en las provincias del noroeste
argentino.
Pero no solo las manifestaciones de agradecimiento se heredan. También
las luchas y las resistencias de cinco siglos de discriminación,
invisibilización, violencia y represión hacia las naciones originarias
de Nuestra América. La Tierra amenazada, las mujeres violentadas; la
Pacha arrasada, hoy desierta y transgénica; las tradiciones feministas
comunitarias olvidadas; un capitalismo neoliberal foráneo, impiadoso,
individualista y represivo; y el colonialismo religioso que condena a
las luchadoras a vivir una eterna resistencia para la liberación de sus
cuerpos. Un heteropatriarcado rabioso, controlador de los saberes, de
las expresiones, de los sentires y los deseos. Una academia silenciosa
que poco nos enseña a alejarnos de las teorías y las praxis de quienes
dominan y no quieren perder sus privilegios; una Pacha ansiosa, que
espera recuperar tanta paz, tanto amor y tanta libertad perdidas.
Feminismos desde Abya Yala
Como relata Francesa Gargallo en el prólogo de su libro Feminismos
desde Abya Yala, leer, editar y publicar los diálogos que tuvo durante
un viaje extenso con diferentes mujeres representativas de los pensares
y los sentires de naciones nuestroamericanas, la acercaron a “los
feminismos”; este libro “ratificó la urgencia de denunciar la
discriminación implícita en los modos de categorizar, definir y
demarcar la importancia de una idea o una acción que aprendimos en
nuestras universidades, muchas veces públicas, cuando no progresistas.
Así como la obligación de reconocer la producción de ideas políticas de
liberación de las mujeres”.
Atenta a los procesos de invisibilización de las culturas, Gargallo
dice que “como feminista, el otro es alguien que me interesa porque es
yo y es nosotras”, diciendo que “las mujeres de Abya Yala –o Nuestra
América- construyen modernidades alternativas al colonialismo europeo y
la victimización de las colonizadas a la que las relegan las feministas
blancas. Sus feminismos, (…), tejen respuestas a los patriarcados que
no son necesariamente individualistas, donde lo colectivo y lo personal
no se disocian”.
La liberación de la Madre Tierra
Uno de los relatos que recupera Gargallo es el de Aida Quilcue,
integrante del Consejo Regional Indígena del Cauca, Colombia, quien
expresa que “la Madre Tierra es la mujer de origen. Concebida como
mujer, la Madre Tierra contiene la integralidad del Universo. Por ella,
la mujer es considerada origen de la vida y transmisora del
conocimiento, la que ha preservado todas las prácticas culturales,
haciendo que perviva el pueblo nasa”. Relata la dirigente que “de los
102 pueblos de Colombia, 35 (se encuentran) en vías de extinción porque
quedan una o dos personas, (allí) el papel de las mujeres ha sido
fundamental en la orientación de los procesos organizativos y en la
resistencia civil por medio de la espiritualidad propia”.
Para Quilcue una de las estrategias más utilizadas para reducir a los
pueblos “fue la invasión ideológica cuya herramienta fue la religión
católica, donde los sacerdotes decían que la mujer debe someterse al
hombre, creando el machismo como ideología impuesta. Este machismo
rompe (…) con nuestra espiritualidad que los curas denunciaron como
brujería cuando descalificaron a las mujeres”. Insta a las mujeres a
recuperar “nuestro papel en la espiritualidad y por lo tanto en la
medicina y la salud propia” y denuncia a los estados y a las religiones
diciendo que “cuando un pueblo indígena reivindica sus derechos es
terrorista”.
“La liberación de la Madre Tierra es la base de la Ley de Origen. Esta
significa también la liberación de las mujeres, que están en riesgo por
los actos violatorios de las transnacionales (…) protegernos como
mujeres es proteger a la Madre Tierra, proteger la vida, garantizar la
permanencia como pueblos milenarios con la orientación de nuestras
autoridades espirituales y autoridades terrenales. Nos corresponde hoy
a las mujeres salvar la tierra. Tenemos esa gran responsabilidad, no
podemos aceptar ser marginadas”.
Ser aymara, feminista y lesbiana
Julieta Paredes es una feminista autónoma y comunitaria; boliviana,
aymara y lesbiana. Según Gargallo, su testimonio es fundamental dentro
de las experiencias de organización política nuestroamericana ya que
sostiene desde el trabajo de las asambleas indígenas que la mitad de
todos los pueblos son mujeres y que los cuerpos son elementos de
identidad y de afirmación política. “El solo hecho de pensarme como una
mujer aymara de barrio, calladita y sumisa a lo que diga mi entorno,
lesbiana que a diario tendría que ocultar mi deseo y amor por las
mujeres, sería un suplicio. El feminismo le dio a mi vida y mi
pensamiento alas de cóndor y cimas de montañas, elementos desde donde
miro mi tiempo, mi pueblo, mi historia”.
Paredes forma parte de una corriente de feministas que no se rinde ante
hegemonías que muchas veces se pretenden blancas y eurocentristas, “si
el feminismo fuera una palabra que solo tuviera significado para las
mujeres en el norte, y si feminismo fuera una acción inventada por
ellas, entonces Mujeres Creando, creo yo, no sería feminista.
Seguiríamos la raíz de la lucha de las mujeres de nuestras tierras, que
sin duda daría también hermosos frutos de conceptualizaciones y
prácticas por la vida”. Y concluye “el feminismo no es una teoría más,
es una teoría, una concepción, una cosmovisión, una filosofía, una
política, que nace desde las mujeres más rebeldes ante el patriarcado
(…). La base de existencia de la que viene el feminismo son las mujeres
pensándonos y sintiéndonos a nosotras mismas y pensando y sintiendo a
los otros, a las otras, y a naturaleza también”.
Desde abajo y a la izquierda
Por su parte, para la antropóloga e historiadora mejicana Sylvia
Marcos, renombrada por Francesca Gargallo en Feminismos…, la
marginalización en las escuelas, en el conjunto de la sociedad y aun en
los movimientos de mujeres de la presencia indígena forma parte de un
proceso de invisibilización que responde a una necesidad de obviar las
alternativas al saber que avala el statu quo heredado de la colonia.
Considera que para que esto cambia se debe comenzar por cuestionar la
centralidad de Occidente para el feminismo nuestro americano, “el
capitalismo, especialmente en su vertiente neoliberal que absolutiza el
libre mercado y requiere la explotación voraz de la naturaleza sin
controles ni regulaciones constituye otro frente en que las demandas
feministas deben de enmarcarse. Hasta el levantamiento zapatista en
enero de 1994, las demandas referentes a derechos de los pueblos indios
y las críticas a su situación de explotación y marginación estuvieron
virtualmente ausentes de los movimientos sociales mejicanos, por lo que
la discriminación y el racismo han sido integrados al contexto socio-
cultural y económico del país”.
Por eso, “rescatar la tradición intelectual feminista, desde ´abajo y a
la izquierda´, implica mucho más que elaborar un análisis feminista
utilizando las referencias y criterios epistemológicos establecidos. Se
requiere de una epistemología feminista descolonizada”.
Laura Salomé Canteros es editora de Géneros de la revista Marcha.org.ar
La Mirada como mejor se le conoció a la actriz estadounidense Lauren
Bacall falleció el día de ayer 12 de agosto a causa de un derrame
cerebral a la edad de 89 años en Nueva York. Considerada un ícono del
cine hollywoodense clásico de la década de los 40 y 50, encarnó en el
séptimo arte a la mujer asertiva, inteligente, independiente, bella y
elegante, que por tales características dio un giro en la
representación de los papeles femeninos de la época más proclives a que
las actrices interpretaran a mujeres sumisas y dependientes.
Tales características resueltas y atractivas en el celuloide
hicieron que Bacall se ganara much@s admirador@s a lo largo de su
carrera, incluso Lisa Simpson la menciona en uno de los capítulos de la
caricatura Los Simpson Lisa quiere fumar-, cuando ante la disyuntiva
de fumar o no fumar es visitada por los fantasmas del humo de
cigarrillo, entre quienes Lauren Bacall se encuentra junto con Simone
de Beauvoir, Margaret Mead y la reina Isabel I de Inglaterra, conocidas
por su gusto al tabaco y ser las heroínas feministas de Lisa.
Nacida como Betty Joan Perske en el Bronx, Nueva York en 1924,
en una familia judía, Lauren se interesó desde muy joven en el baile,
el teatro y las estrellas de cine. En una entrevista radiofónica de la WNYC en
2006 afirmó que solía faltar a la escuela para ver a Bette Davis, de
quien fue gran admiradora e incluso hizo una versión musical en
Broadway de la película Eva al desnudo (1950) cuya protagonista
cinematográfica fue Davis.
Bacall fue catapultada como una estrella de cine en 1944 con su primer largometraje dirigido por Howard Hawks, To Have and have not (Tener
y no tener) cuando tenía 19 años. Fue en el rodaje de la película donde
conoció a su futuro marido Humphrey Bogart con quien tuvo dos hijos
Stephen Humphrey Bogart y Leslie Bogart y estuvo casada entre los años
1945 y 1957, año en el que el actor falleció por cáncer de esófago.
Pero volvamos a La Mirada aquél apodo por el cual se dio a
conocer internacionalmente. La característica manera de Bacall de
sostener su cabeza, a veces con la barbilla ligeramente hacia abajo
mientras sus ojos miraban hacia arriba, creó una impresión indeleble en
l@s espectador@s, ubicándola como una mujer seductora y sagaz.
Tiempo después Bacall daría a conocer que la actitud de mujer
segura y de mirada audaz fue una creación de Howard Hawks. En una
entrevista a Elvira Lindo del diario español El País en 2005,
la famosa actriz devela aprendí a bajar la cabeza para que mis ojos se
abrieran más, y enseguida se hizo popularísima esa forma que yo tenía
de mirar a Bogart. Ahí es cuando empezaron a llamarme 'La Mirada'.
Recordando que la mirada tradicionalmente la posee el hombre y
que las mujeres se miran a sí mismas siendo miradas como señala el
crítico de arte John Berger era algo muy desafiante que una mujer
sostuviera la mirada en el cine estadounidense de aquella época. Pese a
que esta mirada y la imagen de mujer experimentada fue construida por
Hawks, como Bacall señalara en la entrevista y en su autobiografía By Myself (1979)
y publicada en español en 2005 bajo el título 'Por mí misma y un par de
cosas más' por Colofón, el sólo hecho de representarla en el celuloide
es muy potente en conjugación con esa voz ronca y poses sensuales. No
me extraña porque para Lisa Simpson se encontrara entre sus heroínas
feministas.
La partida de quien ganara en 2009 un Oscar honorífico, dos
Globos de Oro, dos premios Tony y un Sag, participará en alrededor de
40 filmes, trabajara con leyendas del cine y tuviera entre sus
amistades a Katherine Hepburbn, Cole Porter, William Faulkner, Ernest
Hemingway, Spencer Tracy, con su espléndido sentido del humor y
profunda mirada, nos permite reflexionar sobre el papel de las mujeres
en los inicios del cine comercial y las representaciones que se
conformaron de ellas así como en los diferentes usos de la mirada
femenina
Una/o
amanece con un deseo de que suceda eso que podríamos llamar “lo
bonito”. La vida tiene sus altibajos, sus complicaciones, sus
claroscuros, a veces sus periodos dolorosos, dificilísimos. A veces
una/o se despierta sonriente y ligera/o, otras medio catatónica/o,
otras con una sensación de pesadumbre, y/o de angustia. Nos
despertamos en algún lugar de la amplísima gama de los estados de
ánimo: desde entusiastas navegadores…hasta de plano barquitos
encallados. Pero en el fondo de esos seres humanos aferrados a la vida
y a la dulzura de vivir que solemos ser, una/o quiere, una/o busca,
una/o anhela “lo bonito”.
Entiendo por “bonito”, la búsqueda del
lado soleado en las aceras de la vida. A pesar de la oscuridad
inevitable. Lo “bonito” viene con la gentileza y con la ternura, con el
respeto a los otros, que no es sino la mejor expresión del respeto por
una/o misma/o. ¿Para qué cruzarse en luz roja, si se puede esperar a la
luz verde? ¿Para qué aventar hojalata a mitad de la avenida, si se
puede ceder el paso? ¿Para qué dar de empujones en el metro, si se
puede hacer el esfuerzo por entrar con orden? ¿Por qué ocupar el
asiento que se le puede ofrecer a una persona mayor, al señor o a la
señora que carga un niño? ¿Para qué estropear el césped de un jardín
público o dejar basura, cuando la limpieza y el verde son un contento
para todos? Es tan pequeñito y tan día a día.
“Lo bonito” se
construye, en lo privado y en lo público, es el resultado de un
colectivo en el que cada persona, de manera individual, decide intentar
los territorios del bienestar. En la familia y afuera. Intentarlo cada
día, cuando una se despierta para escribir su nueva página. Por
cantidad de razones, cada día es un reto. ¿Qué privilegiamos en ese
reto? A veces las ciudades nos devoran. Las preocupaciones se nos
suben a los pies y nos van escalando como hiedra. A veces parece tan
difícil elegir el bienestar, sentimos que nos queda tan lejos. Como un
faro inalcanzable.
Pero, ¿y si vamos despacito y de a poquitos?
El bienestar no es un absoluto. Casi nada lo es. Es la elección
–cuando se puede- de una manera de mirar al mundo y de aprehenderlo.
Es la elección de las minúsculas y cotidianas bellezas. Como cuando va
una por los segundos pisos en la ciudad de México y se llena de alegría
mirando la cantidad de macetitas de material reciclado, llenas de
flores de colores, en las ventanas y en las azoteas.
Ingres.
“Lo
bonito” es un tono de voz que acoja y no que aleje. Una caricia. Un
acto generoso. Una amabilidad intercambiada a mitad de la plaza.
Ofrecer regalos de esos que no se compran, de los que no tienen precio.
Aprender a escuchar es un regalo, por ejemplo, para el otro y para
una/o misma/o. Compartir es un regalo. “Echarse el hombro”, construir
confianza y lealtad. La solidaridad con la familia de origen y/o con la
familia de elección. Las amigas/os. La solidaridad entre vecinos. ¿A
veces nada de eso funciona? Es cierto. Hasta que funciona. En esa
“dirección” o en otra. Siempre hay, siempre habrá esas personas a cuya
demanda de amor somos capaces de responder, esas personas que responden
a nuestra demanda de amor. Siempre hay, siempre habrá para cada uno de
nosotros, esa posibilidad de crear un refugio con macetitas recicladas
y flores de muchos colores en las ventanas.
Y
era domingo en la plaza del Monumento a la Revolución, y los niños y
adolescentes andaban en sus patinetas y en sus bicis. Se bañaban en
las fuentes bajo el sol con unas carcajadas deliciosas. Cantidad
de personas subían por el elevador para admirar la vista. No defiendo
ese elevador tan criticado. No me parece que estropee al Monumento,
pero no me atrevo a afirmarlo. Sólo constaté que la familia entera,
incluidos los abuelitos, pueden ahora subir para admirar la vista. El
domingo era como una gran fiesta llena de promesas, con tortas, y vasos
de mangos picados y sandías. Es tan cotidiana la cotidianidad. Es
–tantas veces- tan sencillo, lo que nos puede provocar contento.
Aprender a agradecer, aprender a mirar.
Allí a unas cuadras del
Monumento y de los muros del Frontón, está el Museo Nacional de San
Carlos, con su jardincito detrás. La colonia Tabacalera, es un lindo
barrio de casas antiguas.
El arte como promesa. El lugar del
arte en la búsqueda de “lo bonito”.
Las maravillas que pueden ofrecer
casi todos los museos en casi todas las ciudades. A veces nos encanta
toda una colección, a veces basta con la catatonia que nos produce un
sólo objeto.
El
arte como viaje, como revelación. No es una obligación ir a un museo,
ni una manda, ni hay que ir a fuerzas para “cultivarse”. Bueno, no digo
que sea el caso del aprendizaje de todos, pero en mi generación así nos
lo repetían en la escuela. Hasta la lectura nos la lograron transmitir
como una verdadera monserga.
“Tienes que leer…si vas a la ciudad
de México ‘tienes’ que ir al Museo de Antropología”. “Tienes que…tienes
que”. No se hablaba de la sorpresa, de la delicia, de los placeres, de
todo lo que el arte y la literatura tienen de lúdico. Nadie decía:
”¿Cómo ves un tramito de felicidad? Vámonos al museo”.
El Museo
la Venta en Villahermosa y su pasmosa realidad, fue en mi infancia una
experiencia de viaje mucho más intensa que todas las palabras que
insistían en colocar a la arqueología en los espacios de lo
aburridísimo. Ese espacio del Museo, tan privilegiado y tan otro: La
laguna, las piezas de la cultura olmeca, las lagartijas, lagartos,
changos, osos hormigueros. Y más piezas olmecas. Había manatíes en la
laguna. El maravilloso túnel del tiempo. Allí nada más, tan cerquita y
tan a mano.
Pero entonces, es el mes de agosto en la ciudad de
México. El Museo Nacional de San Carlos ofrece su habitual exposición
permanente, que es bellísima. Incluye un Ingres de cortar el aliento.
Una María Magdalena de Zurbarán. El edificio mismo es un regalo, con
sus salas de pisos de madera que crujen. Y crujen.
Hasta
noviembre, el Museo nos trajo la exposición: “Teoría de la belleza,
pintura italiana en la colección Sgarbi”. Desde el siglo XIII hasta
comienzos del siglo XX. 38 obras creadas por pintores, dos pintoras.
No es poquito dos pintoras: Artemisia Gentileschi (1593-1656) y Orsola
Maddalena Caccia (1596-1676), si pensamos que ambas trabajaron en una
época en donde la presencia femenina en el arte respondía a una especie
de milagro. Actividad mal juzgada para una mujer (como casi todas, por
otro lado) y considerada “contra natura”.
Gentileschi
comenzó a pintar en el taller de su padre Orazio, entre los discípulos
varones. Fue violada. Entonces se esperaba que el agresor “resarciera
el daño” casándose con ella. Para suerte de Artemisia no sucedió. Ella
y su padre lo demandaron. Lo que siguió fue un largo y denigrante
juicio en el que la víctima fue observada, exhibida, lastimada. Pero
Artemisia pintaba, sus personajes femeninos que sufren atraviesan los
siglos. Nos están esperando.
No
sé cuántas obras de Gentileschi hayan sobrevivido hasta hoy. Quizá
todavía hay obras suyas que sigan siendo atribuidas a otros pintores.
Que si su padre, que si los discípulos de su padre. Pero por muy
distintos caminos, y esos azares generosos de la vida, hoy…hay dos
pinturas suyas en exposición en la ciudad de México: La Cleopatra de la
colección Sgarbi en el Museo Nacional de San Carlos (temporal), y la
María Magdalena del Museo Soumaya de Polanco. (Colección permanente).
Una puede andar la ciudad e ir de la Gentileschi a la Gentileschi. Así
de bonito.
Orsola Maddalena Caccia, pintó sobre todo temas
religiosos, también es hija de un padre pintor. Un padre que supo
aceptar sus talentos en femenino. Eso sí, en este caso, con su hija
viviendo en un convento. La colección Sgarbi incluye obras de Ribera,
Tiziano, Bononi, Damini. Es propiedad del historiador y crítico de arte
italiano Vittorio Sgarbi. El catálogo resume así: “Lo que comenzó con
una inclinación por la literatura y los libros, se transformó en un
nuevo proyecto en 1983, cuando el coleccionista emprendió lo que antes
le parecía inasequible: atesorar obras que reflejan su búsqueda
constante de la belleza”.
“Lo bonito”, pues. Tan al alcance de
la mano. Esa manera de entender la historia de occidente recorriendo
los movimientos artísticos. ¿Por qué la pintura del Renacimiento creó
la perspectiva? ¿Qué estaba sucediendo en ese momento en las sociedades
y en los discursos que las construyeron? ¿Qué vivía una mujer del siglo
XVII? ¿Qué nos hereda de su voz y de su mundo?
“Lo
bonito”. El domingo. La compañía. La plaza, los niños en sus patinetas.
Se ríen. El piso de madera del Museo que cruje. “¿Cruje el piso viejo o
cruje mi corazón que anda contento?”, que una se dice. La Gentileschi,
los panuchos de la esquina. “La alegoría de la pintura” de Simone
Cantarini. Los balcones con flores. El patio del Museo. Las palmeras.
Los novios encimados en una banquita y entregados a un abrazo que haría
estremecerse al “Bando de policía y buen gobierno”.
La dulzura de vivir que fluye a veces, así nada más, como manantial.
Y que a veces no fluye naditita, pero una se empeña.
Porque “lo bonito”, una/o lo busca, lo crea, se lo inventa, se lo gana.
La haine ¿Cómo se hace
para contar una historia de una lucha, de una desobediencia colectiva?
¿Cómo rastrear orígenes, dar cuenta de prácticas, cuando quienes
llevaron adelante esas luchas lo hicieron movidas por una urgencia
política de reclamo de autonomía de sus cuerpos, de sus vidas, sin
ponerse a pensar en la trascendencia de sus estrategias? El libro de
Mabel Bellucci 'Historia de una desobediencia: Aborto y Feminismo', es,
en tal sentido, un mapa de ruta, un relato polifónico, des-academizado,
que nos guía por distintos tiempos, lugares geográficos, espacios de
militancia, trayectorias de vida. Representa una indagación en primera
persona, pero en primera persona del plural: la genealogía de la
contienda por el aborto que llevaron adelante feministas de distintas
procedencias – entre las cuales se cuenta también ella- y las alianzas
potentes con otros colectivos desobedientes que dinamizaron esa pugna
en diferentes contextos y coyunturas.
Un primer elemento interesante que encontramos en este texto es
que a lo largo de sus 600 páginas, la propia lucha reseñada representa
una suerte de prisma a través del cual podemos observar una diversidad
de prácticas feministas: los grupos de estudios, de reflexión, la
puesta en circulación de escritos y obras, los modos que adopta la
misma disputa, en las calles, en la academia, en el parlamento, en la
prensa, las trayectorias maravillosas de vida de personajes
emblemáticos, clave para pensar el devenir de la conquista por el
aborto voluntario (Néstor Perlongher, María Elena Oddone, Tununa
Mercado, Nora Ciapponi, Moira Soto, Dora Coledesky, Alfredo Bravo,
Martha Rosenberg, entre otras y otros protagonistas), los momentos de
encuentros y desencuentros entre feminismos, izquierdas y comunidad
LGTB.
Si bien podemos postular que siempre hay algo de arbitrario en la
formulación de genealogías, la propuesta de la autora da cuenta de una
voluntad internacionalista, de diálogos fluidos, de la importancia de
poner de relieve prácticas subterráneas y pensamientos disruptivos e
inspiradores que nos anteceden. Los ocho apartados en los que se divide
el libro son puertas de entrada desde distintos ángulos hacia la
temática. En el primero nos encontramos con las experiencias de
colectivas feministas de Estados Unidos, Francia e Italia en el marco
de los explosivos años '60, mientras que en el segundo nuestro
recorrido nos guía de vuelta hacia tierras locales en donde nos
convertimos en testigxs deslumbradxs de las actividades tenaces de
mujeres que eran a un tiempo viajeras, traductoras, editoras,
imprenteras, en una incansable labor de circulación de los clásicos del
feminismo que se acuñaban en el Norte.
Al avanzar un poco más llegamos a los años '70 y
a la efervescencia política que atravesaba todos los ámbitos de Buenos
Aires. Allí esta ensayista se permite abordar el modo en que las
cuestiones de género, los derechos de las mujeres a su propio cuerpo y
a decidir acerca de la maternidad, permearon (o no) a las
organizaciones político-militares y a partidos de izquierda
revolucionaria, con honrosas excepciones. También logra situar sobre la
palestra a aquellas iniciativas que pasaron desapercibidas pero que
dejaron huellas intrépidas en el camino como la que constituyó el
“Grupo de Política Sexual”, de la mano de Néstor Perlongher, Osvaldo
Baigorria, María Elena Oddone, Sara Torres, Hilda Rais, Marta Miguelez,
Martín Sagrera Capdevila, entre otros lúcidos activistas.
El cuarto apartado apunta a un análisis de aquellas prácticas que,
entre las penumbras de la dictadura militar, materializaron distintas
mujeres con la mira puesta en continuar activando de la manera en que
se pudiera. Desde grupos de concienciación y estudio en Buenos Aires
(lo que la autora recupera con la noción de “insilio” o “el exilio
interno”), hasta experiencias de intercambio y fortalecimiento en el
exilio. Los siguientes nos transportan al regreso de la democracia, al
aborto voluntario como tema de agenda política y a la constitución del
movimiento de mujeres en nuestro país. La reconstrucción pormenorizada
de la trayectoria y desempeño de la Comisión por el Derecho al Aborto y
de una de sus figuras destacadas, Dora Coledesky, es un aporte valioso
que realiza la autora como testigo-participante de este proceso.
En lo que sigue, rastrea las distintas iniciativas que desde entonces
hasta el presente, se encargaron de cristalizar la conquista por el
derecho a decidir soberanamente sobre los cuerpos. Estrategias,
alianzas, despliegues de política en las calles, en las casas, en las
camas y en numerosos y concurridísimos Encuentros Nacionales de
Mujeres, pueblan las últimas páginas de dicha obra. El devenir potente
de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto legal, Seguro y
Gratuito constituye un ejemplo sustantivo de estas exploraciones
rizomáticas, como así también las novedades que significan el uso de
misoprostol y la práctica politico-afectiva del movimiento socorrista.
El último apartado “Testimonios Ineludibles”, condensa las palabras de
la psicoanalista Martha Rosenberg, de la investigadora Alejandra
Ciriza, de la periodista Dahiana Belfiori y del Colectivo Varones
Antipatriarcales. Todxs ellxs activistas que aportan tanto sus miradas
particulares como sus experiencias militantes y académicas para dar un
cierre vivencial al recorrido propuesto por Historia de una
desobediencia. Aborto y feminismo.
Una nota aparte merece el aporte significativo que la autora llevó
adelante en términos de puesta en valor de documentos históricos. Para
quienes intentamos hacer historia de las mujeres o sobre diferentes
sujetos subalternos invisibilizados por la “Gran Historia”, sabemos que
la documentación con la que trabajamos muchas veces puede ser
fragmentaria, dispersa, poco sistematizada. En este caso, cuando
constatamos que la materia prima de la que se valió para componer este
ensayo histórico fue desde los testimonios orales de compañeras de
lucha, hasta revistas efímeras, panfletos, folletos, solicitadas
garabateadas en reuniones, percibimos que hubo ahí un trabajo intenso
de recopilación, revisión, catalogación de archivos personales que, sin
duda, servirá para que futurxs investigadorxs del mismo modo puedan
hacer sus propias indagaciones sobre la larga historia de esta ansiada
demanda.
Por último, constituye también una investigación que invita a recuperar
esos aprendizajes formativos que han sido tan característicos del
feminismo en el que se fraguó la propia autora: los grupos de estudio,
reflexión e intervención callejera, desobediencias y objeciones
sexuales y de género que increpan y desmontan un orden opresivo. La
autora nos habla de cuerpos que intentan sacudirse de un control
biopolítico y que son entendidos como campo de batalla. Batallas contra
la obligatoriedad de una maternidad no deseada, la apuesta por la
construcción de un deseo diferente, un desobedecer a la
heterosexualidad como régimen político. Desistir, decir basta.
Así, los nuevos feminismos -queer, antirracistas, trans- encontrarán
sin duda en estas páginas, un insumo valioso para indagar en el pasado
de esta disputa contra el heterocapitalismo. Para cruzar la contienda
en las calles, con la lectura sobre la historia de nuestro movimiento,
recuperar genealogías en las que sentirnos interpeladxs. Abrazar un
feminismo, anticapitalista y antirracista que genere incomodidades.
Cuestionar desde los márgenes a los centros de poder y a los discursos
hegemónicos heteronormativos, blancos y occidentales. Y así,
fortalecernos con las estrategias políticas de activistas históricas
que hicieron camino al andar.
* Profesora de Historia – UBA
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“Nos hiciste llorar sin afligirnos”, dice Pablo Neruda en su Oda a la cebolla. El verso, que es realismo puro, no es fiel del todo. Es verdad que picar cebolla puede provocar un llanto involuntario, pero no es su elemental característica, sino un error que sufren los novatos o los distraídos, y que se puede evitar si se toma distancia entre la cebolla y los ojos, se cambia de dirección el cuchillo y la tabla, o la estrategia del corte.
Pablo Neruda debería haber conocido los poderes de la cebolla en el guiso, porque él era cocinero, pero si atendemos a esta oda, parecería que nunca los descubrió del todo. Ensalza el crecimiento del tubérculo, con justa razón manifiesta asombro: “en el secreto de la tierra oscura/ se redondeó tu vientre de rocío./ Bajo la tierra/ fue el milagro”. De verdad la cebolla es un milagro, es una estrella blanca generada en la oscuridad de su entierro, que subterránea madura y crece luminosa: “la tierra así te hizo,/ cebolla, / clara como un planeta, / y destinada / a relucir, / constelación constante”. Como hermosamente dice Neruda, es una “redonda rosa de agua”.
Después de hablar del crecimiento de la cebolla, le urge al poeta pasar a un punto: “sobre/ la mesa/ de las pobres gentes”. Neruda loa a la cebolla por su presencia en el plato del pobre, pero con eso de “las pobres gentes” les sorraja un apapacho; las tres palabras bañadas de barniz paternalista nada tienen del aliento filoso de quien ha mordido la cebolla. No se equivoca Neruda al atribuir al plato del pobre la cebolla —lo ha sido desde tiempo ancestral, los trabajadores que en condiciones miserables levantaron las pirámides de Egipto se alimentaban exclusivamente de cebollas y rábanos—, pero su comentario poco tiene de marxista, las “pobres gentes” no irán a la revolución, comerán las migajas que caigan, resignados. La demagogia le gana al poeta comunista la partida.
La cebolla como ingrediente del plato pobre tiene un momento estelar en la archiconocida Nanas de la cebolla, de Miguel Hernández. España estaba en guerra, el poeta preso, su familia pasaba hambre, la esposa sólo comía pan y cebolla, amamantaba al hijo, y el papá (el poeta) desde su confinamiento, le escribió una dulce canción de cuna: “La cebolla es escarcha / cerrada y pobre: escarcha de tus días y de mis noches”, escribió Miguel Hernández. El genial poema de Miguel Hernández podría ser himno de las lactantes, pero de la cebolla no tiene el sabor: no es realismo, pero es precisión poética, la cebolla no es escarcha sino metafórica, la separación, la pobreza.
El poema de Neruda es el elogio que un cocinero le hace a la cebolla. Ensalza su sabor: “fecunda/ tu influencia el amor de la ensalada,/ y parece que el cielo contribuye/ dándole fina forma de granizo/ a celebrar tu claridad picada”. Ahí, cruda, picantita y crocante, conserva su propio sabor como un ingrediente más.
Elogio de cocinero, pero le falta lo fundamental, la sabiduría básica del que sabe guisar se le escapa en esta oda. “Generosa/ deshaces/ tu globo de frescura/ en la consumación / ferviente de la olla”, hasta dorarse, “el jirón de cristal/ al calor encendido del aceite/ se transforma en rizada pluma de oro”. El poeta omite decir que si se deja a la cebolla el debido tiempo y en la apropiada proporción, tiene una virtud culinaria insustituible, un efecto casi mágico en la cazuela: despierta los olores y sabores, hace que el guiso sepa más a sí mismo. La cebolla es el equivalente a la madre ideal en el platillo: pero no es la mandona, es un espíritu, un impulso, un aliento inodoro. Desapercibida, su presencia benéfica deja a los demás madurar. Y claro, ya sabemos: la cebolla es deliciosa en sí misma, frita, cocida o impregnada del sabor de los otros.
Neruda tampoco vio el futuro. El miserable de hoy no tendrá acceso ya a la generosa cebolla. La producción de la cebolla se concentra en tres países (China, India y Estados Unidos). Artículo de exportación, viajera traiciona su lealtad de origen, sus 7 mil años de existencia como alimento básico van siendo devorados por el mandato del tragón insaciable, el capitalismo salvaje.