9/06/2014

Programa es Tiempo de Mujeres con Hilda Venegas del sábado 6 de spt

Desde cfru 93.3 fm la Radio de la Universidad de Guelph 
en Ontario, Canadá 
escuchalo cada sabado en www.cfru.ca

MUJERES POR LA DEMOCRACIA

Bienvenida al programa de hoy
 con Hilda Venegas 
Noticias de Género en la Red

Género en la mira con
Mujeres migrantes que buscan trazar su propio destino
hoy eGénero ELMira el espacio de nuestra amiga y compañera la mexicana maestra en estudios de género Daniela Villegas que se encuentra en Sydney Australia,  no habla sobre las -Mujeres migrantes que buscan trazar su propio destino, siempre se destaca la migración masculina como una forma de mejorar la situación económica familiar, pero se le da poca atención a la migración femenina, se sabe las causas pero poco se menciona a lo que se enfrentan.
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Y parte esencial de la migración es la economía, los recortes salariales, o el desempleo son motivos que las mujeres trabajaoras enfrentamos en muchas partes del mundo, pero hoy hablaremos sobre las 595 mujeres de limpieza de la función pública que se han convertido en el símbolo de la más feroz resistencia contra la austeridad en Grecia. Estas mujeres se han convertido a su vez en una cuestión política y en líderes de toda la resistencia actual en contra de la política de la Troika , atreviéndose a enfrentar a enemigos tan poderoso como el gobierno griego, el Banco Central Europeo, la Comisión y el FMI
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y hemos hablado suficiente de las ODM u Objetivos del Milenio, los países que se comprometieron, y quienes lo han cumplido, intentado o simplemente olvidado, hoy hablaremos sobre lo que sigue de los ODM que son los ODS Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que se busca, que se espera y que se discute
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Mujeres Argetinas instrumentistas, compositoras y cantautoras destacadas

para cerrar con broche de oro, tenemos el agrado de darle la bienvenida a la compañera María Néder, escritora y poeta argentina amiga del Colectivo Alternativa Latinoamericana y nos obsequia una serie de pequeños programas en donde nos hablará sobre instrumentistas, compositoras y cantoras a lo largo del tiempo

Escucha el programa aquí:

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"No somos idiotas, somos mujeres de la limpieza"


Sonia Mitralias
595 empleadas públicas llevan once meses de lucha encarnizada contra el Gobierno griego y la Troika: símbolo de la más feroz resistencia contra la "austeridad"

Tras 11 meses de una lucha larga y amarga, despedidas desde septiembre, puestas bajo la condición de "disponibilidad" siendo despedidas al final de los ocho meses, 595 mujeres de limpieza de la función pública se convirtieron en el símbolo de la más feroz resistencia contra la austeridad en Grecia. Estas mujeres se han convertido a su vez en una cuestión política y en líderes de toda la resistencia actual en contra de la política de la Troika , atreviéndose a enfrentarse a un enemigo tan poderoso como el gobierno griego, el Banco Central Europeo, la Comisión y el FMI ...

Y, sin embargo, después de los 11 meses de lucha, después de su desafío y de haberse convertido en el principal enemigo del gobierno y de la Troika , después de haber pasado por alto la aplicación de medidas de austeridad, después de una presencia muy mediatizada en la escena política, estas mujeres en lucha todavía no están consideradas como un sujeto político por los detractores de la austeridad.Sin embargo, desde el inicio de las medidas de austeridad impuestas por la Troika, las mujeres salieron a las calles en masa y su resistencia parece tener una dinámica propia muy particular y ser una lección política.

Durante estos cuatro años de políticas de austeridad que han transformado a Grecia en una ruina social, económica y sobre todo humana. Se ha hablado muy poco de la vida de las mujeres y mucho menos de sus luchas contra los dictados de la Troika. Es así, con sorpresa, que la opinión pública ha acogido esta lucha ejemplar, realizada únicamente por mujeres. Pero, ¿es realmente una sorpresa?

Ellas participaron masivamente en las 26 huelgas generales. En los movimientos de indignados, ocuparon las plazas, acamparon y se manifestaron. Se han movilizado en primera línea en la ocupación y la autogestión de la ERT*. Ejemplares, fueron el alma en las asambleas durante la huelga en la enseñanza y en las universidades, contra la "disponibilidad", es decir, el despido después de estar ocho meses cobrando solo el 75% de su salario. 25.000 funcionarios públicos, en su mayoría mujeres, se verán afectados por los recortes de servicios públicos. También constituyen la abrumadora mayoría (95%) de los voluntarios del Movimiento de Solidaridad y de servicios autogestionados que tratan de hacer frente a la crisis sanitaria y humanitaria.

La masiva participación de las mujeres en los movimientos de resistencia en contra de la destrucción del Estado de bienestar por las políticas de austeridad, por lo tanto, no es una sorpresa, no es casual: en primer lugar, y lo sabemos, las mujeres están en el punto de mira de las políticas de austeridad. La destrucción del estado de bienestar y los servicios públicos atacó sus vidas, como en la mayoría de los empleados públicos y como usuarias también de los servicios públicos, por ello las mujeres han sido doblemente afectadas por los recortes. Por consiguiente, tienen miles de razones para no aceptar la regresión histórica de su condición de mujeres, que equivaldría a un retroceso real al siglo XIX!Es cierto que al principio no se desmarcaron como “sujeto político”, compartiendo las mismas demandas y las mismas formas de lucha con los hombres en el movimiento.

Eran muchas, sin más.Pero ya en la lucha pionera contra la extracción de oro en la región de Skouries, Calcídica, en el norte de Grecia, en oposición a la multinacional canadiense "Eldorado", las mujeres se distinguieron rápidamente por sus formas de lucha y radicalismo. Y si la prensa y el público no eran conscientes de la repercusión de la identidad de género en la forma de luchar, la policía sí! De hecho, se había dirigido a la policía antidisturbios en especial contra las mujeres, con represión feroz y selectiva para aterrorizar a toda la población a través de ELLAS, para aplastar cualquier desobediencia y movimiento de resistencia. Criminalizadas, encarceladas, fueron objeto de abuso humillante, y sexual, específico de su cuerpo y de su género...!

En un segundo paso, las mujeres expresaron iniciativas y formas específicas de sus luchas


Todo comenzó cuando, para imponer la parte más difícil de su programa de austeridad y cumplir los compromisos con sus acreedores, el gobierno se centró prioritariamente en las mujeres de limpieza del Ministerio de Finanzas, Administración tributaria y aduanera. Las colocó en el mecanismo de “disponibilidad” desde finales de agosto, hecho que les supuso cobrar ¾ de su salario de 550 euros durante ocho meses antes de que ser despedidas definitivamente. El gobierno ha seguido exactamente la misma estrategia que Skouries. El objetivo: atacar primero a los más débiles y con menos probabilidades de recibir apoyo... es decir, las mujeres de limpieza, y a continuación la mayor parte de los empleados, llevando al despido a 25.000 funcionarios públicos... Y esto en un momento en que los movimientos de resistencia estaban heridos por la austeridad sin fin, atomizados, cansados, agotados, vulnerables...


El gobierno creía que "con esta categoría de trabajadores", estas pobres mujeres "de clase baja" con salarios de apenas 500 euros, sin ser muy inteligentes (de ahí el lema de: "no somos idiotas somos mujeres de la limpieza"), rápidamente acabarían estrellándose como moscas.El objetivo es privatizar el trabajo de las mujeres de la limpieza como un regalo a empresas privadas de limpieza. Organizaciones mafiosas conocidas como campeonas del fraude fiscal, que subcontratan con salarios de 200 euros al mes, o 2 euros por hora, con seguro parcial, ningun derecho laboral, lo que equivale a condiciones de semi-esclavitud y galera.

Estas mujeres despedidas y sacrificados en el altar caníbal de la Troika, las mujeres de 45 a 57 años, a menudo madres solteras, divorciadas, viudas, endeudadas, con hijos o esposos desempleados o discapacitados dependientes, que se encuentran ante la imposibilidad de cobrar su jubilación anticipada, y esto después de más de 20 años de trabajo, y sin ninguna posibilidad de encontrar otro trabajo, decidieron no dejarse pisotear. Han tomado las riendas de su vida!Y ahora un puñado de mujeres deciden sacudir las formas de lucha de los sindicatos tradicionales. Algunas toman la iniciativa de organizarse por y para sí mismas, un núcleo de ellas ya había luchado y ganado hace 10 años la batalla por la contratación indefinida. Ellas han trabajado como hormigas, pacientemente, tejiendo una tela de araña en todo el país ...

Y como han echado a la calle a estas funcionarias del Ministerio de Finanzas, la huelga no tienen sentido. Estas trabajadoras han decidido hacer un muro humano con sus cuerpos en la calle, ante la entrada principal del Ministerio de Finanzas, en la plaza "Syntagma", la plaza de delante el Parlamento, el lugar más emblemático del poder…

No es casualidad que sean mujeres las que han creado formas de lucha llenas de imaginación. No tenidas en cuenta por razones de género y de clase social, marginadas por los sindicatos y sin tener lazos con las organizaciones tradicionales de la izquierda griega, han tenido que hacer ruido para hacerse oír, para hacerse escuchar, han tenido que crearse una imagen para ser visibles!

Han substituido las huelgas pasivas, las jornadas de acción efímeras e ineficaces, por la acción directa y colectiva. Sobre la no-violencia poden el humor y la espectacularidad. Con coronas de espinas en la cabeza en Pascua, con la soga al cuello ante el sito al Partido Nueva Democracia, con música i baile reclaman: la reincorporación de todas y de forma inmediata! Todo esto no tiene precedente en Grecia…

Ellas ocupan y bloquean el acceso al Ministerio, sobre todo persiguen a los miembros de la Troika cuando quieren entrar (¡) y les obligan a huir y salir corriendo por la puerta de servicio, junto con sus guardaespaldas. Se enfrentan y luchan cuerpo a cuerpo con las unidades especiales de la policía. Todos los días se inventan nuevas acciones, que difunden los medios, y alertan a toda la población: en definitiva rompen el aislamiento.

?Y aquí está, lo que habitualmente está representado por una estadística sin vida y sin alma, la cifra récord del paro, de la pobreza, “abstracciones” que se humanizan, adquieren un rostro, se convierten en mujeres de carne y hueso, que además tienen una personalidad y una voluntad política propia. Se llaman Litsa, Despina, Georgia, Fotini, Dimitra ... Y con su ejemplo, su valentía, su perseverancia, su rabia por vencer, dan esperanza a todas las víctimas de la austeridad ...

Pero atención, la policía antidisturbios maltratan a estas mujeres casi a diario, para que no sirvan de ejemplo, ya que la patronal teme el contagio. Y es toda Grecia que asiste al triste espectáculo de estas mujeres, a menudo de edad avanzada, que, día tras día, son pisoteadas, maltratadas y heridas por los Rambos de la policía, que podrían ser sus hijos! ¿Y por qué? Porque es la propia troika la que quiere destruirlas, porque son un ejemplo a imitar por todos los oprimidos, ya que están a la vanguardia de la protesta contra la austeridad, no sólo en Grecia, sino en toda Europa. Porque su lucha, puede ser contagiosa...?Más que nunca, la lucha de esas 595 mujeres de la limpieza, heroicas, es la nuestra. No las dejemos solas. Ellos luchan por nosotros, vamos a luchar por ellas. Organicemos la solidaridad europea y mundial!

Mujeres contra la Deuda y las Medidas de Austeridad (Grecia), http://patasarribavlc.blogspot.fr

Mujeres migrantes, las eternas nómadas

Daniela Villegas


Desde mucho antes que los seres humanos se establecieran como sedentarios y que la división entre lo público y privado terminara por relegar a las mujeres a la esfera de lo doméstico, han existido muchas aventureras que han cruzado mares, fronteras y cielos en su explorar por el mundo.

Sin embargo las narrativas sobre el viaje, las exploraciones como vía de descubrimiento se han representado mayoritariamente en la figura de hombres, dejando un vacío en las historias de las mujeres exploradoras, marinas, cartógrafas, escritoras, periodistas, fotógrafas, etnógrafas, aviadoras, en suma todas las mujeres migrantes, en donde pareciese que nunca han existido, cuando siempre han estado ahí.

Es muy cierto que existen muchas mujeres viajeras como Francisca Pizarro, la primera viajera de la élite incaica a España; Flora Tristán, aventurera y feminista francesa; Nísia Floresta, viajera y poeta brasileña, Isabelle Eberhardt, entre muchas otras, aunque estas historias no se han dado a conocer al mismo nivel que las de James Cook, Hernán Cortés o Marco Polo.

La falta de distribución de narrativas de mujeres viajeras da pie a que en el imaginario social se las vea más como potenciales víctimas de violencia física, verbal, sexual e incluso asesinato al entrar al espacio de lo público, que como avezadas, temerarias y confiadas, tal como sus pares masculinos, lo que a la larga reafirma la idea de que las mujeres que inician una travesía no inician una jornada de intrépidas aventuras sino que tan sólo comienzan el principio del fin, ante el cúmulo de riesgos que se encuentran en el camino.

No es mi intención dejar a un lado las contundentes cifras que evidencian la alta tasa de actos de violencia contra mujeres migrantes, en su paso por las fronteras alrededor del mundo, sino evidenciar que estos casos atroces de violencia contra ellas, al ser reproducidos una y otra vez afianzan la idea de que lanzarse a las calles dentro de los sinuosos caminos de lo desconocido engendra necesariamente el riesgo del abuso físico, mental y monetario, donde el cuerpo de las mujeres es usado ya sea como moneda de cambio o como botín de guerra.

La falta de narrativas y por ende la visibilización de mujeres sin que tengan que verse enfrentadas con situaciones trágicas, no son comunes, pareciese que siempre tiene que existir el tinte de lo funesto, representado en la violación, el secuestro y el homicidio.

El que se perpetúe dentro de las narrativas este tipo de situaciones no está tan alejado de la realidad, empero no permite que socialmente podamos pensar a las mujeres en otra situación más que en la de vulnerabilidad, es como si de antemano ya tachásemos de inseguro su viaje, riesgoso e inevitablemente fatídico.

¿Acaso esa es la finalidad? Que de tanto temor mejor se queden en sus casas. Conocer las historias de las mujeres migrantes que buscan mejores condiciones de vida o por simple placer nos ayudaría a deconstruir el paradigma impuesto por la cultura patriarcal que invisibiliza y naturaliza la violencia de la cual es objeto la mujer.

Si no existen dentro del imaginario las mujeres que emprendan aventuras, no importará que sea de sus vidas, serán fácilmente violentadas, olvidadas, al sancionarse con la invisibilidad y el silenciamiento sus historias impidiendo que otras se puedan reflejar en ellas en sus luchas, miedos, nostalgia, alegrías, hazañas, aprendizajes.

Es de esta manera que el reciente lanzamiento de la campaña internacional Mujeres en la migración, transformadoras del mundo de la organización internacional Consejería de Proyectos (PCS, por sus siglas en inglés) es un importante paso para la visibilización de las historias de las mujeres migrantes en el caso de Guatemala, Costa Rica, El Salvador, Honduras y México.

Esta campaña como señala la organización busca “visibilizar a las mujeres, y al hacerlo no estigmatizarlas (revictimizarlas, presentarlas sólo como esposas, hijas o madres y sobre todo sólo presentar la parte sórdida de ser mujeres migrantes, sin mostrar la posibilidad de empoderamiento que subyace en muchos casos a la decisión de migrar y procurar el mejoramiento de sus realidades)”.

Justo el visibilizar la ruta de experiencias de las mujeres migrantes con todas sus fortalezas, conflictos y potencialidades permite comprender que para muchas mujeres migrar se convierte en elegir el propio destino.

Si lo llevamos preso, ¿quién la va a mantener?


Lilia Mónica López Benítez*

Veintidós de enero, más de una década atrás. Una mujer maya toma un cuchillo de cocina y penetra con él el abdomen de su esposo. Poco después el hombre yace muerto. Ese día, como todos los días, durante más de 20 años, el occiso insultó, amenazó de muerte y golpeó a su cónyuge. Ella lo había denunciado en diversas ocasiones. La respuesta de la autoridad solía ser la misma: Arréglese con él. Si lo llevamos preso, ¿quién la va a mantener? Cabizbaja regresaba a su casa, un hogar pequeño con techo de huano, donde siempre hubo cupo para más violencia.

Nueve de agosto desde 1995: Día Internacional de los Pueblos Indígenas. Como cada año, en México recordamos que somos una nación multicultural compuesta por decenas de grupos étnicos y pluralidad de lenguas, a menudo mal llamadas dialectos. En esa fecha nos bombardean con noticias y cifras que normalmente no se nombran: la exclusión, la pobreza extrema y el racismo en su contra, que nos permite vislumbrar dos Méxicos, como lo sostiene el antropólogo Bonfil Batalla en su obra México profundo, una civilización negada: el México indígena en el que las raíces son remembranzas montadas en pirámides imponentes y un efímero orgullo de orígenes lejanos. Sin embargo, al aproximarnos a nuestra realidad indígena actual prevalece el desconocimiento, la indiferencia y hasta un franco rechazo.

Para el 10 de agosto, los pueblos indígenas vuelven a quedar en el olvido, pero resuena en nuestra conciencia la violencia en su contra, el despojo de sus territorios, los encarcelamientos injustos, los pisos de tierra, las casas sin luz ni agua, la infancia sin escuela.

Volvamos a nuestra historia…

Ella fue detenida y acusada de homicidio calificado, más tarde absuelta tras la aplicación de un artículo del Código Penal del Estado de Yucatán, que prevé que el delito se excluye cuando no sea racionalmente exigible al agente una conducta diversa a la que efectuó. En palabras simples, la juez consideró que aquélla asesinó a su esposo, pero también valoró las circunstancias bajo las cuales aconteció el hecho, lo que la llevó a dejarla en libertad.

La sentencia comentada es un ejemplo de justicia con perspectiva de género y atención a la diversidad cultural, pues así se advierte de los argumentos jurídicos y de las pruebas valoradas, entre ellas dos peritajes, uno siquiátrico y otro antropológico, que muestran cómo la inculpada fue víctima de abusos reiterados y violencia de género durante más de 20 años, que vieron su fin con la muerte del agresor.

Esta sentencia, ¿es un caso aislado? ¿Fruto de la buena voluntad, de una defensa adecuada y/o de una juzgadora capaz y sensible? ¿Cómo incorporar en la práctica jurídica los enfoques multicultural y de género?
Este lamentable asunto, como muchos otros, puede resolverse desde diferentes aristas. Una de ellas consiste en incorporar buenas prácticas, como juzgar con perspectiva de género; otra, la aplicación del Protocolo para juzgar casos que involucren derechos de personas, pueblos o comunidades indígenas. Esta herramienta destaca los múltiples aspectos que atañen a los pueblos indígenas, así como las disposiciones nacionales e internacionales que garantizan el respeto e integralidad de sus derechos.

Sentencias de esta naturaleza responden al llamado de los protocolos publicados por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que si bien no resuelven los diversos niveles de discriminación que sufren los pueblos indígenas, y todavía más las mujeres indígenas, sí permiten sensibilizarnos con las historias de vidas marcadas por el abandono, la violencia, la pobreza, la discriminación y todos los factores que convergen, por ejemplo, en mujeres como la que motiva este relato.

A pesar de los instrumentos normativos y de apoyo, todavía se requiere de un arduo trabajo para impartir justicia con perspectiva de género y multiculturalidad, ir más allá del dogma y los prejuicios, garantizar la presencia de intérpretes, acudir a fuentes de sociología y antropología, romper con nuestros atavismos e ignorancia. Los protocolos ayudan a cerrar la brecha entre los dos Méxicos. A la sociedad en general, a las autoridades en particular, y especialmente a las y los juzgadores, nos corresponde llevarlos a la práctica.

* Magistrada federal y académica universitaria

Luchadora contra violencia a las mujeres gana Príncipe de Asturias



 (7 links para conocerla)

A través del periodismo, Caddy Adzuba denuncia las torturas y violaciones a las mujeres y las niñas congoleñas y promueve su reinserción en una sociedad en la que son, por este hecho, repudiadas.
septiembre 3, 2014

La periodista congoleña Caddy Adzuba ganó hoy 3 de septiembre el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2014, por su lucha pacífica contra la violencia que afecta a las mujeres, la pobreza y la discriminación, dijo el jurado.

Adzuba se impuso a las candidaturas de la organización no gubernamental Aldeas Infantiles y a la de los franciscanos de Tierra Santa, determinó el jurado del galardón.

Nacida en Bukavu, República Democrática del Congo, en 1981, es licenciada en Derecho por la Universidad Oficial de Bukay y ha trabajado para la organización no gubernamental Search for Common Ground de Estados Unidos.

Labora en Radio Okapi, de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO), que, desde 2002, emite en todo el país.

Adzuba está amenazada de muerte por su denuncia de la violencia sexual que sufren las mujeres de su país, en guerra desde 1996, y ha estado a punto de morir asesinada en dos ocasiones, por lo que tiene protección de Naciones Unidas (ONU).

A través del periodismo denuncia las torturas y violaciones a las mujeres y las niñas congoleñas y promueve su reinserción en una sociedad en la que son, por este hecho, repudiadas.

Aboga por la aplicación de las resoluciones 1.325 y 1.848 de Naciones Unidas, que condenan expresamente las violaciones a mujeres, niños y niñas en situaciones de conflicto armado.

Apela a la conciencia de los dirigentes de países desarrollados y de multinacionales con intereses económicos en el Congo, para que inviertan en la zona con el fin de impulsar una sociedad castigada por la pobreza y el conflicto bélico.

Miembro de la Asociación de Mujeres de Medios de Comunicación del Este del Congo, ha realizado distintas alegaciones a la Corte Penal Internacional y al Senado de los Estados Unidos, denunciando las violaciones de las mujeres de la República Democrática del Congo.

La Fundación Príncipe de Asturias dio a conocer que se calcula que, desde el inicio del conflicto, hay una media de cuarenta violaciones diarias de mujeres y niñas.

También ha ganado el Premio Internacional de Periodismo Julio Anguita Parrado, de la Federación de Sindicatos de Periodistas (2009), y el de la Asociación de Mujeres Periodistas Club de las 25.

En 2010, la Universidad de Málaga le otorgó el Premio Internacional Libertad de Prensa y, en 2012, recibió el Premio Mujer del Año del Consejo Regional del Valle de Aosta (Italia).

Este fue el último de los ocho Premios Príncipe de Asturias que se conceden este año, en que cumplen su trigésimo cuarta edición.

Aquí puedes leer más sobre la trayectoria de Adzuba o en la página del Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Para conocer su trabajo:







Fuente animal político.com 

Capacita Sierra Leona a parteras para evitar muertes maternas

Mujeres llegan a tener hasta 14 hijas e hijos

Las ocho islas que conforman las Islas Tortuga, en el sur de Sierra Leona, son de difícil acceso y sus pobladores tienen pocos contactos con el resto de la población. 

Con una de las mayores tasas de mortalidad materna (MM) y a pocos meses del vencimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de la ONU, el gobierno de Sierra Leona capacitó parteras tradicionales para dar servicios de salud sexual y reproductiva a las aldeas más remotas en este país del occidente africano.



Los hombres dedicados a la partería también fueron bienvenidos. Emmanuel es un partero de 26 años que trabaja en una de las ocho islas situadas frente a esta península. Demora una hora para llegar allí en una lancha a motor desde Mattru Jong, capital del distrito de Bonthe, en la provincia sur.

Emmanuel es uno de los primeros hombres dedicados a la partería en una de las Islas Tortuga. Facilita las visitas prenatales, atiende partos, se hace cargo de algunas enfermedades y, cuando es necesario, deriva pacientes al hospital.

Para atender las necesidades de planificación familiar y de servicios de salud sexual y reproductiva, el gobierno recurrió a parteras tradicionales y las capacitó para que pudieran hacerse cargo de los partos en las localidades más alejadas.

Gozan de gran respeto dentro de sus comunidades, en las que ejercen, y su opinión, consejos y conocimientos se toman en serio.

IPS/Cimacnoticias visitó una de las islas con representantes de la organización Marie Stopes, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y del Ministerio de Salud.

Algunas de las islas no tienen muelles, por lo que los visitantes, pero en especial las parteras que van a atender pacientes, deben abandonar la embarcación y caminar a tierra firme con sus pertenencias alzadas sobre sus cabezas para que no se mojen.

“La dificultad para las parteras es que no tienen un barco. Para ser eficientes, se necesita una buena embarcación”, dijo Safiatu Foday, coordinadora de planificación familiar del UNFPA en Sierra Leona, en entrevista con IPS/Cimacnoticias.

Con seis millones de habitantes y con mujeres cuya edad reproductiva va de los 15 a los 49 años, este país de África occidental rediseñó sus iniciativas sanitarias trabajando incansablemente para fortalecer las capacidades de parteras capacitadas, un elemento esencial para reducir la mortalidad materna e infantil.

EN LA ALDEA

Emmanuel atiende una aldea insular con apenas unos cientos de residentes, la mayoría con familias extensas y muchas de las cuales hace poco que comenzaron a frecuentar la local unidad de salud periférica (PHU, por sus siglas en inglés).

“Algunas personas nunca salieron de la isla”, observó Foday.

Algunas mujeres dicen que parieron entre 13 y 14 hijos antes de que Marie Stopes comenzara a trabajar allí.

Marie Stopes es una organización británica que ofrece servicios de salud sexual y reproductiva, así como de planificación familiar, en más de 30 países. Su trabajo es apoyar las iniciativas estatales y llenar los vacíos en zonas de difícil acceso y a las que no llegan los servicios del gobierno.

Hay varias razones por las cuales las mujeres tienen un embarazo tras otro. Una de ellas comentó que temen ser abandonadas por sus esposos. Si no tienen relaciones sexuales, éste las buscará en otro lado, por lo que no tienen más alternativa que quedar embarazadas.

Además, muchas mujeres necesitan el consentimiento del marido para usar anticonceptivos.

“Estábamos todo el tiempo embarazadas, pero nuestros esposos nos abandonaban igual y teníamos que arreglárnosla solas para sobrevivir. Desde que la organización Marie Stopes llegó a la isla y tenemos anticonceptivos, podemos cuidarnos”, contó Yeanga, de 43 años, a IPS/Cimacnoticias.

“Fue un cambio para mí, ahora sé como espaciar los nacimientos”, añadió Yeanga, quien tiene cinco hijos, el mayor de 25 años y el menor de tres.

“Cuando yo quise consultar por la planificación familiar, mi esposo no estuvo de acuerdo, pero hablé con él y finalmente acordamos que comenzaría a usarla”, relató.

“Antes de que llegaran las parteras calificadas a la isla, solo había comadronas, pero habían muchos problemas con los nacimientos”, dijo a IPS/Cimacnoticias la enfermera Isatu Jalloh, de 28 años. Las complicaciones se debían a preeclampsia (hipertensión arterial), fístulas obstétricas y otros problemas que podían llegar a causar la muerte de la madre.

Sierra Leona tiene una de las mayores tasas de MM con 857 fallecidas cada 100 mil nacidos vivos, y muerte infantil con 140 por cada mil nacidos vivos. Sin embargo, Jalloh cree que en esta isla los indicadores disminuyeron gracias al trabajo de las parteras.

Planificar los nacimientos permitió a las mujeres de esta pequeña isla comenzar pequeños emprendimientos, y ahora son capaces de generar un ingreso para ellas y sus hijos.

¿QUÉ FUTURO?

En septiembre de 2015 vence el plazo para cumplir los ocho ODM establecidos en el año 2000. Entre ellos, el número cinco incluye la reducción de la MM en 75 por ciento respecto a las cifras de 1990, y el número cuatro busca abatir la mortalidad infantil en 60 por ciento en el mismo lapso. Dos metas que requieren de mejores servicios de planificación familiar.

El UNFPA y Marie Stopes ofrecen suministros dentro de ese esfuerzo, además se mandan parteras a localidades de difícil acceso, pero todavía quedan muchos desafíos.

Con el brote del virus del ébola, muchas parteras fueron evacuadas de inmediato, lo que dejó a las pacientes, muchas de ellas embarazadas, sin la atención necesaria.

Sierra Leona tiene la posibilidad de mejorar sus servicios en materia de salud sexual y reproductiva mediante asociaciones como la que tiene con Health Coalition for All (Coalición de Salud para Todos).

“Nos concentramos en información y monitoreo y tratamos de que los servicios estén disponibles, sean accesibles y asequibles y de que lleguen a sus beneficiarios”, explicó Al Hassane B. Kamara, gerente de programa de la coalición, en conversación con IPS/Cimacnoticias.

Al atender problemas como la falta de personal, la distribución de suministros y, lo más importante, el elevado costo de la atención médica, la coalición, con sede en Makeni, en la provincia norte, ha desempeñado un papel fundamental en el acceso de las mujeres a atención médica, en especial durante el embarazo.

Con programas como la Iniciativa Gratuita de Atención Médica, que permite a mujeres embarazadas, en periodo de lactancia y menores de cinco años acceder a servicios médicos gratuitos, Sierra Leona se esfuerza por atender las necesidades de planificación familiar y de salud sexual y reproductiva.

*Este artículo fue publicado originalmente por la agencia internacional de noticias IPS.

Foto: Joan Erakit/IPS.
Por: Joan Erakit*
Cimacnoticias/IPS | Mattru Jong, Sierra Leona.- 


"La cuestión de la reproducción es esencial no solo para la organización capitalista del trabajo, sino para cualquier proceso de transformación social"

Entrevista a Silvia Federici, escritora y militante feminista

Rebelión/Marxismo Crítico


Silvia Federici (1942, Parma, Italia), escritora, profesora y activista feminista estadounidense, se sitúa en el movimiento autónomo dentro de la tradición marxista. Es autora de Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria y de Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas, ambas publicadas por la editorial Traficantes de Sueños. Silvia Federici pertenece a un grupo de pensadoras que rechazan firmemente la idea de que patriarcado, trabajo doméstico y desigualdad de las mujeres se sitúen “fuera” del capitalismo. Federici plantea en esta entrevista que el trabajo doméstico de las mujeres es en realidad un conjunto complejo de actividades que contribuyen a la reproducción de la fuerza de trabajo para el capital, y de las cuales el capital se beneficia porque se trata de un trabajo no remunerado. Además, Federici comenta los mecanismos mediante los cuales se impuso esta condición a las mujeres durante el periodo en el que tuvo lugar la acumulación primitiva mediante la violencia y la exclusión social, y no como continuación natural de una relación previa. Publicamos esta conversación entre la autora y Tesa Echeverria y Andrew Sernatinguer, publicada en Marxismo Crítico

Tesa Echeverria (TE): ¿Háblanos un poco de ti? ¿Cómo te implicaste en la lucha feminista y cómo te convertiste en escritora?
Silvia Federici (SF): Me impliqué en el movimiento feminista en la década de los setenta porque, como muchas mujeres de mi generación, compartíamos un sentimiento de frustración ante nuestras perspectivas de una vida dedicada al trabajo doméstico. A finales de la década de los sesenta, llegué a EEUU para trabajar en mi tesis. Participé en el movimiento estudiantil y pacifista, y sentí que estaba en un entorno muy masculino.


La razón de mi implicación con el feminismo es mucho más profunda. Me crié en la época de posguerra en Italia. El impacto de segunda guerra mundial contribuyó a que se generara cierta desafección hacia la cuestión de la reproducción. La masacre provocada contribuyo a que nos resultara muy extraña la sola idea de idealizar la maternidad como lo hicieran nuestras madres.
Por otra parte, por supuesto, Italia era una sociedad profundamente patriarcal. La influencia del fascismo fue muy fuerte, y el fascismo ensalzaba la maternidad y una imagen abnegada de la feminidad: la mujer se sacrifica por el bien común. Todos estos elementos provocaron mi entusiasmo inmediato por el movimiento feminista.


Andrew Sernatinguer (AS): Hay pocas feministas radicales economistas, y el pensamiento marxista se ha preocupado poco por el trabajo de las mujeres en particular. Se te conoce por tu defensa del “salario para el trabajo doméstico”, ¿podrías explicarnos en qué consiste y dónde radica su importancia?
SF: En 1972 leí un artículo de una economista italiana, Maria Dalla Costa, «El poder de la mujer y la subversión de la comunidad». En dicho artículo, Dalla Costa presentaba un análisis del trabajo doméstico que respondía a muchos de los interrogantes que yo me planteaba. Ella defendía, en contra del planteamiento dominante en la literatura tanto radical como liberal, que el trabajo doméstico y todo el conjunto de actividades esenciales para la reproducción de nuestras vidas, en realidad, constituyen un trabajo esencial para la organización del trabajo capitalista. Se trata de actividades que no solo producen comida o ropa limpia, sino que reproducen la fuerza de trabajo. Esto las convierte, en cierto sentido, en el trabajo más productivo del capitalismo. Sin él no podrían darse otras formas de producción.


El argumento me produjo una enorme impresión y, en el verano de 1972, viajé a Italia para conocer a Dalla Costa. Entonces, me impliqué en la fundación del International Feminist Collective [Colectivo Feminista Internacional] que lanzó la Campaña Salario para el Trabajo Doméstico. Constituía la puesta en práctica de ese análisis, que básicamente ponía de manifiesto la infravaloración del trabajo doméstico bajo el capitalismo y la invisibilidad de esas tareas porque no estaban remuneradas con un salario.

Muchas feministas no veían con buenos ojos esta campaña porque consideraban que con ella se institucionalizaba el papel de las mujeres en el hogar. Sin embargo, una de las cosas que pretendía la campaña era precisamente visibilizar el trabajo doméstico, plantear una redefinición de en qué consistía realmente esa forma de trabajo y concienciar a la sociedad en ese sentido. Queríamos poner de manifiesto que se trata de un trabajo esencial, fundamental, y no un servicio personal prestado a los hombres y a la prole. La reivindicación tenía también una dimensión económica importante, en el sentido de que veíamos cómo muchas mujeres se veían abocadas a una relación de dependencia con los hombres al no estar remunerado su trabajo. Ahí residía la raíz de las relaciones de poder, en los casos, por ejemplo, en los que las mujeres no podían abandonar una relación de abuso por su situación de dependencia.

Esta condición de no asalariadas perseguía a las mujeres en todos los ámbitos, incluso cuando aceptaban un trabajo fuera del hogar. Para nosotras, ese trabajo no remunerado que acompañaba a las mujeres de por vida, explicaba indudablemente las condiciones a las que se enfrentaban al trabajar fuera del hogar: salarios más bajos y en ocupaciones en su mayor parte entendidas como extensiones del trabajo doméstico.

Esa reivindicación nunca fue nuestro último objetivo, pero sí una manera de equilibrar las relaciones de poder entre mujeres y hombres, y entre las mujeres y el capital. Exigía analizar el salario en sí y a preguntarnos por ¿qué es el salario? Nos llevaba a superar a Marx.

Para Marx, el salario oculta el trabajo no remunerado que realizan los trabajadores, pero él no acertaba a ver cómo además el salario ha sido utilizado para establecer jerarquías en el ámbito del trabajo, por razones de género, pero también raciales.
Creíamos que el salario para el trabajo doméstico era un elemento desestabilizador que socavaba una división sexual-social del trabajo injusta y basada en la desigualdad. En cierto sentido, cumplía la misma función que en otro tiempo cumplieran las revueltas contra la esclavitud. Solíamos decir que había una importante diferencia entre la lucha por el salario de las personas esclavas y la lucha por unas mejores condiciones salariales de los trabajadores. Echaba por tierra toda una arquitectura social extremadamente poderosa capaz de dividir a las personas y naturalizar el hecho de que una inmensa cantidad de trabajo no estuviera remunerado.
Este era el objetivo y la lógica que sustentaban la campaña que, como ya he comentado, encontró la oposición de muchos sectores del movimiento feminista. En los últimos tiempos, sin embargo, he percibido un cambio en este sentido. Algo que creo que refleja tu pregunta. Hay un interés renovado por el tema que creo que guarda relación con el hecho de que treinta años después se ha desvanecido en buena medida la ilusión del potencial emancipador del trabajo asalariado fuera del hogar, que entonces albergaba el movimiento feminista.


TE: La lectura de los primeros ensayos recogidos en Revolución en punto cero en los que abordas el tema de la reproducción y en los que destacas hasta qué punto se trata de una forma de trabajo valioso, y cómo el salario para el trabajo doméstico constituye una herramienta para ponerlo de manifiesto, ha sido muy esclarecedora para mí. 

SF: ¡Sí! De hecho titulé el primer ensayo del libro «Salarios contra el trabajo doméstico», porque para nosotras era evidente que los salarios para el trabajo doméstico eran a la vez salarios contra el trabajo doméstico. Las mujeres que se han rebelado contra el trabajo doméstico han padecido un enorme sentimiento de culpa.


Nunca se han percibido a sí mismas como trabajadoras en lucha. Tampoco sus familias o comunidades las han visto como trabajadoras en lucha cada vez que han pretendido oponerse al desempeño de esas tareas; más bien se las ha visto como mujeres malas. Hasta ese punto ha llegado el proceso de naturalización. No te ven como trabajadora, sino que estás cumpliendo tu destino natural como mujer. Para nosotras la reivindicación del salario para el trabajo doméstico suponía cortar el cordón umbilical entre nosotras y el trabajo doméstico.


TE: Y, por abordar el debate de la economía doméstica. Muchos defenderían que el modo de producción capitalista consiste en acudir a un lugar de trabajo, vender su fuerza de trabajo, obtener un salario a cambio y se acabó. El trabajo doméstico queda fuera de esa definición. ¿Me gustaría saber qué opinas sobre esto?
SF: ¡Estoy absolutamente en contra! Ahí radica la razón por la que inicié el recorrido histórico recogido en Calibán y la bruja. Quería fundamentar tanto histórica como teóricamente que el trabajo doméstico no constituía un legado ni un resto de la era pre capitalista, sino una forma específica de relación social construida por el capitalismo. Es decir, que constituía una nueva actividad.

El trabajo que realicé estaba orientado a mostrar cómo el capitalismo había construido la figura del ama de casa. Obviamente, esa construcción se produjo a lo largo de los distintos periodos históricos y en respuesta a distintas demandas. Arrancamos de los siglos XVI y XVII, cuando tuvo lugar la bifurcación de las actividades derivadas del trabajo, y que sentó las bases para que solo algunas de ellas fueran reconocidas como tal, con la implantación de la economía de mercado. Solo se valoraba el trabajo asalariado, y con ello se inició la desaparición de las actividades reproductivas remuneradas. Ese fue el primer paso fundacional y fundamental.

Obviamente, después, a lo largo del siguiente siglo y, en concreto, en el siglo XIX es posible rastrear toda una serie de políticas muy específicas. En Calibán y la bruja destaco que en Europa, llegado el siglo XVII, las mujeres habían sido expulsadas de la mayor parte de las ocupaciones que tenían fuera del hogar. Anteriormente, en la Edad Media, se las expulsó de los gremios, en cierto sentido equivalentes a las organizaciones de trabajadores que hoy conocemos. Al poco tiempo, ya solo accedían a actividades relacionados con el trabajo doméstico, como enfermeras, nodrizas, criadas, lavanderas, etc. A lo largo de los siglos XVI y XVII emergió de un modo muy concreto y preciso en términos históricos, una nueva forma de trabajo crecientemente invisibilizado.

En la segunda mitad del siglo XIX, se aprecia una construcción también específica del ama de casa a tiempo completo y de clase obrera. Todo un conjunto de políticas –el inicio del “salario familiar”, la expulsión de las mujeres de las fábricas mediante distintas leyes de protección y la institución del matrimonio– demostraban esa tendencia. Es una larga historia que pone de manifiesto cómo el trabajo doméstico es una forma de trabajo que ha quedado subsumida bajo la lógica de la organización capitalista del trabajo.
Lo cierto es que forma parte de “la cadena de montaje” productora de la fuerza de trabajo. Marx nos habla de la reproducción de la fuerza de trabajo pero lo hace de un modo muy peculiar. Para él se produce a través del salario y la adquisición de mercancías por medio de ese salario. El trabajador consume las mercancías. Básicamente utiliza la paga para comprar comida y ropa; consume tales mercancías y se reproduce a sí mismo. En el cuadro que nos presenta Marx no hay ni rastro de ningún otro trabajo.

Siempre he tendido a explicar este fenómeno basándome en que los tiempos de Marx eran los tiempos de desarrollo del capitalismo industrial, momento en que el empleo femenino alcanzó un punto álgido en las fábricas, sobre todo en el caso de las mujeres jóvenes. Quizá Marx se basara en esta mano de obra femenina industrializada, en aquella fase inicial del desarrollo industrial, para afirmar que el trabajo reproductivo era extremadamente escaso. Es una posible explicación que esgrimo para explicar su malentendido. Pero, obviamente, hay que profundizar mucho más para explicar la reproducción de la fuerza de trabajo en términos tanto cotidianos como generacionales. A partir de la década de los años sesenta del siglo XIX, este trabajo se asignó definitivamente a las mujeres.

Con la llegada del siglo XX, y posteriormente con la primera guerra mundial, tiene lugar un proceso que puede tildarse de producción concertada del ama de casa. El trabajo doméstico pasa a convertirse en una ciencia. Algo que se enseña en las escuelas a todas y cada una de las niñas. Entonces se emprendió también una campaña ideológica que convertiría el hogar en un centro de producción y de reproducción de la fuerza de trabajo. El argumento que defiende que el trabajo doméstico es esencial para el proceso de valorización del capital tiene una fuerte raigambre histórica.


AS: Algo fundamental en este sentido es que muchos marxistas se aferran a la teoría del valor como pieza esencial para entender el capitalismo y argumentar su crítica. Hablas de reproducción pero, si no me equivoco, en el Libro primero de El capital Marx solo dedica un par de páginas al tema, lo cual supone un reduccionismo similar al de afirmar que toda reproducción es a su vez producción. Me preguntaba si a tu defensa del salario familiar le corresponde una teoría del valor equivalente. Algo que permita entender de qué forma las mujeres contribuyen a la generación de plusvalía.
SF: La plusvalía es un producto social. En ningún caso es un producto que pertenezca a una persona o actividad concreta. Este aspecto desarrollado por Marx sigue siendo muy importante y válido. Bajo el capitalismo, la producción del valor nunca deriva de un lugar concreto sino que está determinado socialmente. En otras palabras, se trata de una “extensa cadena de montaje” (recurro al término en sentido figurado), necesaria para la generación de plusvalía. Obviamente, la plusvalía se genera al venderse en el mercado los productos del trabajo. Si tienes una fábrica que produce una docena de coches que no llegan a venderse nunca, no se genera plusvalía.


Lo que pretendo decir con esto es que las actividades implicadas en la reproducción del trabajador asalariado forman parte de esa cadena de montaje: son parte de un proceso social que determina la plusvalía. Aunque no podamos precisar una relación directa entre lo que tiene lugar en una cocina y el valor que se genera, por ejemplo, con la venta de un coche o de cualquier otro producto, cuando contemplamos la naturaleza social de la producción de valor, se despliega una “fábrica social” más allá de la propia fábrica.


TE: Partiendo de esa idea, ¿cómo podría cambiar esa dinámica algo como el salario para el trabajo doméstico? ¿Entraría en una relación distinta la propia obtención de un salario?
SF: Para nosotras, el elemento definitorio de la Campaña Salarios para el Trabajo Doméstico era que contenía un elemento para la unidad entre las mujeres. No solo con respecto a las implicaciones que tendría en términos de una redistribución de la riqueza, que daría a las mujeres más poder y abordaría la cuestión de la relación de dependencia con respecto a los hombres, y, por tanto, cambiaría la relación entre hombres y mujeres, sino por su poder de cohesión. Lo primero que has de plantearte cuando formulas una reivindicación es si favorece la unidad, si te da más fuerza para la lucha, o si se trata de una reivindicación que acaba restableciendo o ahondando en las divisiones entre las personas.


Salarios para el Trabajo Doméstico era una campaña por la unidad de las mujeres porque, en efecto, veíamos que una minoría de mujeres eran como hombres a todos los efectos prácticos desde su control del capital y como capitalistas, pero la mayoría de las mujeres del planeta que realizan el trabajo doméstico, sin embargo, están devaluadas, y muy a menudo dependen económicamente de los hombres tanto en casa como fuera de casa. De modo que para nosotras, esta reivindicación era prioritaria para lograr la unidad a la vez que visibilizaba el trabajo que estábamos realizando y ponía de manifiesto la devaluación del trabajo doméstico bajo el capitalismo. Para nosotras nunca fue algo del tipo: «Vale, llega un cheque a casa, pero todo sigue igual».


AS: Me gustaría detenerme un poco en este punto. Una cosa de la que me di cuenta al leer tus ensayos es que tomas una idea que por sí misma es muy sencilla, como el salario para el trabajo doméstico, pero a partir de ahí surgen muchas pequeñas distinciones y matices. ¿Podrías profundizar en ellos? Por ejemplo, decías que el salario para el trabajo doméstico debería provenir del capital, y que no defiendes que el trabajo doméstico pase a formar parte de la fuerza de trabajo asalariada. ¿Podrías hablarnos de la reivindicación del salario para el trabajo doméstico y cómo funcionaría? ¿Quiénes son sus agentes y cómo concibes que se “administre”?
SF: Se nos pidió muchas veces que explicáramos “el programa” pormenorizadamente, y nosotras siempre nos hemos resistido a ello. Somos conscientes de que, como en las prestaciones sociales y muchas otras formas de asistencia social, todos estos programas pueden organizarse y administrarse de muchas formas diferentes: pueden ser definidos de forma que unan a la gente, que la dividan, que creen jerarquías o que no las creen. La seguridad social, por ejemplo, se ha organizado de forma que queden excluidas las personas que hacen el trabajo doméstico. Puedes estar trabajando toda tu vida, pero en casa nunca tendrás seguridad social, salvo a través de tu marido, e incluso en ese caso ¡solo después de una relación de nueve años! 


Nos resistimos a entrar en temas específicos porque nos dimos cuenta de que en ese aspecto todavía teníamos que construir un poder social que nos permitiera cuestionar las políticas del Estado por la vía de la reivindicación del salario para el trabajo doméstico en los términos en los que lo habíamos concebido. En otras palabras, vimos que podía organizarse algo parecido a lo que había sucedido con las prestaciones sociales, cuya estructura iba bastante en detrimento de las mujeres que las recibían.

Siempre fuimos muy conscientes de la cuestión del poder social, «¿qué poder tenemos para luchar por ciertas reivindicaciones?». Siempre tuvimos claras algunas cosas: la primera, que tenía que el cambio tendría que venir del Estado, y no de los hombres de forma individual. Veíamos al Estado como representante del capital colectivo. La segunda, todo empresario se beneficia del hecho de que hay alguien en casa haciendo el trabajo doméstico, ya sean hombres, mujeres o niños-niñas. Éramos muy conscientes de que teníamos que hacer hincapié en que se trataba de salarios para el trabajo doméstico, no salarios para las amas de casa, ni salarios para las mujeres.

Considerábamos que esta reivindicación tenía el potencial de desexualizar el trabajo doméstico y veíamos que podía satisfacerse de muchas formas, no solo por la vía monetaria, sino también con ayudas para la vivienda, por ejemplo. Uno de nuestros argumentos es que para las mujeres, la casa es la fábrica; en ella tiene lugar la producción. Por tanto, esperamos ser pagadas por ello. Pero no queríamos luchar por el cuidado de los hijos de la forma en que muchas lo han hecho, viendo en las reivindicaciones de atención al cuidado de las criaturas una vía para liberar tiempo para trabajar fuera del hogar.

Los salarios para el trabajo doméstico se podían obtener a través de un salario, pero también a través de todo un abanico de prestaciones y servicios que permitieran el reconocimiento de las actividades que se desarrollan dentro del hogar como un proceso de trabajo, y que las personas que lo realizan tiene derecho a tener tiempo libre fuera de él. De modo que nunca desarrollamos un plan de acción porque esperábamos obtener más poder antes de vernos verdaderamente implicadas en una negociación que abriera un mapa de posibilidades.


TE: Me gustaría pasar a otro tema y plantear la cuestión de la acumulación primitiva de la que hablas en Calibán y la bruja. Marx expuso cómo el capitalismo creció y obtuvo su acumulación originaria a través de la conquista, el robo y la esclavitud. En el libro expones tus ideas sobre la acumulación originaria, que se relacionan estrechamente con las de Marx, pero también guardan importantes diferencias. ¿Podrías explicarlas? 

SF: La noción de acumulación primitiva fue elaborada por Adam Smith, de quien la tomó Marx para desarrollar sus propios argumentos. Marx explicó que para que se produjera el origen del capitalismo hubo un proceso previo de ordenamiento de algunas de las relaciones fundamentales y de acumulación de algunos de los recursos necesarios para que despegara el capitalismo. En concreto, era necesario separar a los productores de los medios de producción.


Marx describe ese proceso como un periodo de acumulación primitiva, lo que equivale a decir, acumulación de tierra, trabajo y plata. En los siglos XVI y XVII tuvo lugar la conquista de una parte del continente americano y aquello trajo los recursos necesarios para impulsar la economía de mercado. En muchos lugares de Europa, empezando por Inglaterra y Francia, se inició el proceso de cercamientos que expropió a la mayoría del campesinado. Esto transformó progresivamente a una población de campesinos, granjeros, artesanos, etc., con cierto acceso a los medios de su reproducción, en poblaciones totalmente desposeídas y abocadas a trabajar por una miseria.

Lo que defiendo en mi libro es que la descripción que Marx hace de este proceso es extremadamente limitada. Probablemente él ve la importancia de la conquista colonial y de los cercamientos de tierras como esencial, pero lo que omite son otros procesos que, desde mi visión, son fundamentales para lo que se convertiría en la nueva sociedad capitalista.

En concreto, Marx ignoró el papel de la caza de brujas, que fue una guerra en toda regla contra las mujeres; cientos de miles de mujeres fueron arrestadas, torturadas, asesinadas y quemadas en las plazas públicas. Tampoco aborda el papel de la legislación que penalizaba todos los métodos de anticoncepción ni el control sobre el proceso de reproducción biológica, o las leyes que introdujeron un nuevo tipo de familia, un nuevo tipo de relaciones sexuales. Eso situó el cuerpo de las mujeres bajo la tutela del Estado. Lo que se empieza a ver con el desarrollo del capitalismo es una política que ve el cuerpo de las mujeres y la procreación como un aspecto fundamental para la reproducción de la fuerza de trabajo. En ese sentido, con el desarrollo del capitalismo, los cuerpos de las mujeres son convertidos en máquinas para la producción de trabajadores, lo que explica por qué esas leyes tan violentas y sangrientas contra las mujeres eran instituidas allí donde se aplicaba la pena capital para cualquier forma de aborto.

Lo que he señalado en Calibán y la bruja es que hay otra historia que está por escribirse: una historia no solo del proceso de producción, sino de la transformación del proceso de reproducción de la fuerza de trabajo. Es una historia que ve cómo el Estado básicamente libra una guerra contra las mujeres, destruyendo su poder, relegándolas a posiciones de trabajo no remunerado.
Ese es el trabajo histórico que he realizado, que no solo añade un nuevo capítulo a lo que ya sabíamos de este periodo, sino que, de alguna forma, redefine lo que es el capitalismo y cuáles son los requisitos para la reproducción de la sociedad capitalista. Al escribir esta historia, he desarrollado un marco teórico que más tarde he utilizado para interpretar la reestructuración de la economía global.


TE: En Calibán y la bruja hablas de los juicios de brujas y elaboras el concepto de Marx de acumulación originaria, pero también amplías las categorías de aquello que es acumulado. Te detienes a examinar la tierra, el trabajo y el dinero, pero también hablas de los conocimientos de las mujeres sobre anticonceptivos, por ejemplo, y cómo fuimos desposeídas del conocimiento de nuestros propios cuerpos y de nuestra capacidad para reproducir o formar las familias que eligiéramos.
SF: ¡Así es! Partiendo de esa reelaboración de la acumulación originaria puedes pensar en muchos otros cercamientos: no solo los relativos a la tierra, sino también el cercamiento del cuerpo. Tu cuerpo queda cercado en el momento en que estás tan aterrorizada que no puedes ni controlar tu propia reproducción, tu vida sexual.


Podemos pensar en un cercamiento del conocimiento porque, por ejemplo, hubo un ataque contra los medios que las mujeres habían usado para controlar la procreación. Las mujeres eran transmisoras de una inmensa cantidad de saberes. Hoy podemos mirar con incredulidad hacia algunos de ellos y pensar que quizá no fueran muy válidos como métodos anticonceptivos fiables, pero, de hecho, se transmitieron muchas técnicas de generación en generación.

Mi objeción a la argumentación de Marx, siendo importante como es, es su limitada concepción del proceso de desposesión necesario para la creación del proletariado moderno.


AS: Uno de los puntos que mencionas en tu libro Revolución en punto cero es una especie de crítica al canon marxista o anticapitalista. ¿Puedes profundizar en esta idea y explicar qué impacto tiene el comprender los aspectos de género del capitalismo sobre nuestra práctica política?
SF: Tengo la sensación de que la cuestión de la reproducción es esencial no solo para la organización capitalista del trabajo, sino que también es central en cualquier proceso revolucionario verdadero, cualquier proceso genuino de transformación social. Creo que actualmente es especialmente importante porque vemos en primer lugar que ni el Estado ni el mercado contribuyen a la reproducción. El desmantelamiento del Estado de bienestar se está llevando a cabo en todo el mundo y de tal manera que prácticamente deja nuestra reproducción desprovista de apoyo.


Existe otra necesidad que tiene que ver con la desintegración del tejido social de nuestras vidas y nuestras comunidades debido a la destrucción económica que hemos visto en las últimas tres décadas. Las formas de organización y los tipos de lazos de solidaridad que se habían construido a lo largo de los años básicamente ya no existen. Deberá producirse todo un proceso de reconstrucción si queremos reunir el poder para empezar a cambiar nuestras vidas e imponer un modelo diferente de sociedad. El trabajo reproductivo y todo lo que sucede en el hogar es fundamental porque muestra de forma muy clara todas las divisiones que mantienen a la gente esclavizada en esta sociedad, empezando por la división entre mujeres y hombres, pero también entre jóvenes y viejos y también sobre la base de la “raza”.


AS: Lo que sugiero es que muchas personas de la extrema izquierda, tanto anarquistas como marxistas, aunque piensan que los temas de las mujeres son importantes, siguen poniendo el foco todavía en el trabajo formal. Pueden estar de acuerdo con muchos de tus argumentos, pero dirían que con los recursos que tenemos, debemos centrarnos en la fábrica capitalista o en el lugar de la producción formal, porque es ahí donde descansa el máximo potencial de transformación. ¿Qué opinión te merece esto?
SF: En mi opinión es una visión muy estrecha de lo que se ha llamado la lucha de clases. Incluso en términos de nuestra historia reciente, muchos de los movimientos que tuvieron un profundo impacto en los años sesenta y setenta del siglo pasado eran movimientos cuya base de poder estaba en buena medida fuera de la fábrica. El movimiento por los derechos civiles, el movimiento del poder negro, no se basaban en la fábrica. Con ellos debería haber quedado demostrado que existe un poder que reside en la comunidad, y no solo en la fábrica. Con la precarización del trabajo y el tipo de chantaje al que la población asalariada está hoy sometida, encontramos que incluso las luchas en el lugar de trabajo asalariado tienden a no tienen éxito a menos que cuenten con el apoyo de la comunidad. Esa conexión entre fábrica y comunidad era la regla antes de los años treinta y cuarenta con el New Deal.


Necesitamos repensar esa escisión. Me parece que el aspecto central de la lucha hoy es cómo transformamos el tipo de reproducción que generalmente se nos impone, cómo nos reproducimos como trabajadores y trabajadoras, como fuerza de trabajo y como personas destinadas a diferentes formas de explotación. Necesitamos transformar eso en un trabajo reproductivo capaz de reproducirnos de acuerdo a nuestras verdaderas necesidades y deseos. Ese es uno de los principales retos que hoy debemos abordar.


Entrevista traducida al castellano por Olga Abasolo y Nuria del Viso con autorización de Silvia Federici.