Ana
creció en una familia de agricultores del municipio de Ocuilan en el
Estado de México, por su trabajo, vive –entre semana- en el Distrito
Federal. El 5 de noviembre secuestraron a su sobrino Israel de
dieciocho años. La familia –desesperada- reunió lo que pudo, y pagó
parte de la cantidad exigida por los secuestradores. Después de
entregar el dinero del “rescate”, recibieron una última llamada:
“Dejamos a su hijo en la población de las lagunas de Coatetelco”.
Colgaron.
Los
familiares recorrieron la zona mostrando la fotografía de Israel.
Colgaron carteles. Salieron a buscar en el campo, en el bosque.
Este fin de semana el padre de Israel convocó a la familia para recorrer “los forenses”.
Se turnan para hacer guardia día y noche junto al teléfono.
Nada. Casi un mes. Nada.
Las palabras de Ana
“Lo
de mi sobrino surgió el secuestro el 5 de noviembre, él trabajaba su
taxi, tomó un viaje que iba a llevar a unas personas a otra población,
eso comentó antes de ir por ellos. En el transcurso de una hora y media
de que se fue, los secuestradores llamaron al papá, le dijeron que
fuera a recoger el coche que habían dejado en una comunidad cerca, y
que era prueba de que su hijo estaba secuestrado. Le dijeron que
después le llamaban para decirle la cantidad. Al otro día llamaron para
pedirle la cantidad. El papá del muchacho se apresuró a conseguir el
dinero para entregarlo.
Mi primo comienza a vender lo que él
tiene, remató lo que tenía, no le alcanzaba el dinero, pidió apoyo con
la familia, gente de la comunidad lo apoyó con lo poco que tenía para
ajustar la cantidad que se pudo, todo en dos o tres días. Pidió además
prestado con intereses del diez por ciento, ¿cómo va a pagar ese
dinero que consiguió al diez por ciento? Ahorita ya no tiene nada, es
otra preocupación más. Hay gente que aprovecha las situaciones cuando
uno tiene este tipo de problemas. Van y ofrecen: ‘pues te doy tanto por
lo que tienes, o tanto con esos intereses’, y uno tiene que aceptar por
la situación en la que se encuentra uno. Pues es difícil, ¿no? Pero uno
lo tiene que hacer por la esperanza de saber del hijo de mi primo. La
desesperación. Y pues, la gente aprovecha.
Ya que se juntó el
dinero, al otro día se fue a entregar cerca de Morelos. Entregaron el
dinero y dijeron que a mi sobrino lo dejaron por Coatetelco, ya
después no se supo nada, ya no tuvimos noticias de dónde se encuentra
mi sobrino, si está vivo, no está vivo. La desesperación de la familia
nos llevó a pedir apoyo a dos comunidades cercas, cinco días después
del secuestro… para buscarlo en los bosques, barrancas, basureros. Se
contaron entre cien personas buscando. Lo buscaron y encontraban
cadáveres tirados, pues que no sabían de quiénes eran. Entre cuevas
también se buscó y se encontraron personas que de mucho tiempo estaban
ahí: huesos y personas ya descompuestas. Eso nos dijeron los hombres
que ayudaron. A mi sobrino se le buscó con todas las personas que nos
acompañaron. Después de la tercera semana se hizo la denuncia.
Los
primeros tres días del secuestro, decidieron mi primo el papá de Israel
y su hijo, no denunciar lo que estaba pasando… porque le fueran a hacer
algo a Israel, prefirieron guardarlo entre ellos, nada más la pura
familia. Los secuestradores les dijeron que tenían a su hijo y la
cantidad, les dijeron que no tenían que dar aviso a las autoridades,
que no querían movimiento de las autoridades, porque entonces jamás
iban a ver a su hijo, y mi primo por miedo no denunció, y pues ya pidió
apoyo a la familia para buscar a Israel, y la familia lo estuvo
buscando, pero como éramos muy pocos, fue cuando pedimos apoyo a las
dos comunidades, fue cuando se juntaron las cien personas para la
búsqueda”.
El secuestro de dos niños
“Esto
no es lo único que ha pasado de que quieran secuestrar: hace dos meses
secuestraron a dos niños como de diez y doce años, cuatro personas
llegaron en un carro a la salida de la escuela y se los llevaron. La
mamá comenzó a pedir apoyo a las personas que estaban cerca para que
siguieran el coche de los secuestradores. Algunos se fueron siguiendo
en carro, otros fueron a pedir apoyo al palacio municipal, y resulta
que el presidente municipal no tenía patrullas. Los que iban
persiguiendo en carro avisaban por donde pasaban que en el carro de
adelante llevaban a unos niños secuestrados. Gritaban y gritaban para
avisar y los que conocían gente por allí y tenían un celular, pues
llamaban para avisar.
Es un camino de terracería, los
secuestradores no podían ir rápido, las llantas de los carros se marcan
en la tierra, por eso mismo la gente iba siguiendo las huellas de las
llantas. Por donde se metieron los secuestradores son campos de
cultivo, había mucha gente trabajando. Los que venían siguiendo a los
secuestradores gritaban: ‘cierren las brechas, cierren las brechas’.
Había como seis caminos distintos por donde podían escapar. Se fue
avisando y la gente los cerró todos. Al ver la desesperación hubo
personas que avisaron a los pueblos cercanos para pedir apoyo y se
fueron entre el campo, caminando y a caballo.
Agarraron a los
secuestradores, rescataron a los niños, llevaron a los secuestradores
en una camioneta a entregar al municipio de Tenancingo. Los detuvieron
dos días y después los soltaron por ‘falta de pruebas’, pero la gente
sí fue a dar su declaración, la mamá de los niños también dio la
declaración. Nos enteramos porque un periódico El Sol de Toluca, anduvo
vendiendo el periódico donde decía que ya estaban afuera los
secuestradores de los niños. Hasta allí se quedó todo. Por suerte los
niños se salvaron, era lo más importante, pero nadie resultó culpable.
Luego
sucedió lo de las señoras que tienen un comedor, ellas se paran a las
cinco de la mañana para irse al comedor. Estaba oscuro todavía y se
dieron cuenta que las iban persiguiendo dos personas, comenzaron a
gritar y comenzó a salir la gente de su casa, ya las tenían contra la
pared afuera del comedor. La gente agarró a los secuestradores y pasó
lo mismo: los llevaban a Tenancingo y resulta que a la mitad del camino
llegó la policía municipal y dijo que ellos se los llevaban, pasaron a
los secuestradores a la patrulla, y metros después se supone que los
secuestradores esposados les pegaron a los dos policías y se huyeron.
Eso fue lo que nos explicaron: así esposados les pegaron, se bajaron de
la patrulla y se huyeron. Yo creo que les pagaron, o son sus cómplices.
Nosotros en el pueblo eso pensamos.
Se levantó el acta con la declaración de las señoras y los pobladores y resulta que no se hizo nada, también se quedó así”.
La denuncia por la desaparición de Israel
“Mi
primo no se atrevía a denunciar porque está esperando que su hijo siga
vivo, y porque antes ya los policías han estado involucrados en la
delincuencia, tenía miedo, no confiaba. En la policía de allá ya no se
confiaba. Después de tres semanas de buscar todos los días se hizo la
denuncia hace una semana, no hemos tenido noticias, nos dicen que están
investigando. En el pueblo la gente está muy enojada y preocupada, y
será casualidad que después de la denuncia, las autoridades comenzaron
a visitar a las familias proponiéndoles el piso de su casa, y en cuatro
días… a mucha gente le dieron el piso. Nos dicen que les llegó el
programa de “Piso firme”, cuando antes no era así, uno no pedía y se lo
daban, sino que tenía que meter solicitud y papeles, tardaba como tres
meses para ver si a uno se lo daban o no. Ahora nada de eso hubo. Una
persona decía: ‘lo quiero’ y se lo daban. Antes muchas personas
metieron papeles para el piso y no se los daban, y ahora pasa esto de
los secuestros, y se los dan rapidito.
Después de la denuncia
por el secuestro de mi sobrino Israel, llegó el presidente municipal
con el secretario y dos regidores a ofrecerle a mi primo su apoyo. Yo
lo escuché porque me encontraba con mis primos en la casa, dijeron que
iban a hacer lo posible por apoyarlo en la búsqueda de su hijo, y
comenzaron a hablar de su precampaña para las votaciones dentro de
medio año para la presidencia municipal, y que pues… esperaban que
apoyáramos a su partido.
Ya de ahí ya no entendí yo nada, y me
dio mucho coraje, yo esperaba que nos dijeran qué iban a hacer con lo
del secuestro, si nos decían que nos iban a apoyar, yo esperaba que nos
dijeran que nos iban a apoyar con policía estatal, federal. ¿Qué iban a
hacer para encontrar a Israel? Pero nada de eso pasó.
Nos quedamos en lo mismo, ¿qué hacemos?”
“Nos hemos ido dejando”
“Ahora
con el secuestro de mi sobrino platiqué con personas del pueblo, les
dije que teníamos que hacer algo porque esto ya había rebasado mucho,
estamos hablando de dos meses y ya hubo tres secuestros: a los niños
logramos salvarlos, también a las señoras, nadie pudo salvar a Israel.
A él nadie lo pudo salvar.
Les
dije que ya era mucho de lo que nos estaba pasando: los robos que hubo
de animales, los robos de casa; la mía fue saqueada: Nos robaron los
ahorros del dinero que mi hermano manda de Estados Unidos, nos robaron
de todo. Nosotras estábamos fuera, nadie se dio cuenta. Puse la
denuncia, fueron peritos a tomar las huellas, sacaron fotografías y me
dijeron que estuviera al pendiente. Cuando iba yo a preguntar, me
decían que tenían cosas más interesantes que hacer que andar viendo
quién entraba a las casas. Ya lo dejé porque luego hasta se molestaban
porque uno les preguntara.
La gente en el pueblo no denuncia por
miedo, mis conocidos me dijeron que me podían hacer algo por haber
puesto la denuncia, de todos modos, no sirvió de nada.
Tocante
de lo de mi sobrino, platiqué con las personas, que ya era momento de
que le metiéramos presión al presidente municipal, queremos más
seguridad, mi sobrino Israel no aparece, ya era un límite.
Algunos
me dijeron: ‘Ya es de miedo’. Algunos me dijeron: ‘no tengo tiempo’.
‘¿Si vienen y nos llevan a nosotros?’ ‘Si se llevan a alguien de mis
hijos, ¿dónde lo voy a encontrar? ¿Cómo voy a juntar el dinero? ¿Qué
hago? Aquí no hay trabajo por las temporadas de lluvia que se echó a
perder todo’. Algunos me dijeron: ‘tu primo tenía dinero, yo no tengo
dinero, a mí no me lo van a hacer’. ‘Yo tengo familia en la Policía
Federal, y con mi familia nadie se mete’. ‘Yo ya me voy del pueblo por
el miedo’. Algunas personas dicen: ‘Yo le voy al PRI, a mí no me va a
pasar nada’. ‘Tengo familia importante en el ayuntamiento’.
Me
dieron ganas de llorar. Creo que es lo que más duele. Sentí que nos
dejaban solos porque piensan: ‘A mí no me va a pasar. No es mi
problema… porque a mí no me va a pasar, piensan que las desgracias sólo
les pasan a otras personas. Por el miedo, eso piensan”.
La espera
“El
jueves pasado, me llamó mi primo diciéndome que como no tenía ninguna
noticia de su hijo, aunque ya existe la denuncia, teníamos que ayudarle
este fin de semana a seguir buscando, la familia. Después de que
denunció no ha pasado nada, no le avisan si están investigando, si hay
avances. Cuando comenzó la búsqueda con la ayuda del pueblo y otras
dos comunidades se hicieron carteles con la foto del muchacho, y el
número de teléfono, y pues han llamado a la casa de mi primo para
avisar cuando llegan cadáveres a los forenses. No avisan del forense,
avisan personas que ven afuera de las oficinas el volante de que
encontraron otro cadáver, y que antes vieron el cartel con la foto de
mi sobrino Israel y el teléfono.
Lo que mi primo nos pidió el
jueves a la pura familia, fue que lo acompañáramos a los municipios que
nos rodean, ir a las oficinas forenses. Éramos dieciséis personas y
teníamos que buscar, por si reconocemos el cadáver. Hasta ahorita no
encontramos nada, ni una pista, como se dice.
Y pues, se va a seguir la búsqueda.
La
familia ya anduvo en los hospitales, la Cruz Roja, se habló a Locatel,
dicen que no tienen alguna persona registrada con las señas de mi
sobrino. Se cumplió casi el mes. No tenemos ni idea de quiénes fueron
los secuestradores. Luego dicen que se llevan a la gente, a los
muchachos, porque ‘andan en malos pasos’. Israel no andaba en nada de
malos pasos, se lo llevaron para exigir dinero, se les pagó todo lo que
se pudo juntar, y no lo dejaron regresar. Pero los delincuentes saben
que nadie los persigue, no les pasa nada, por eso siguen más y más.
Primero sucedieron los robos de casas y animales, no pasó nada. Los
delincuentes buscan más: ahora son los secuestros. Hace unos meses mi
primo se trajo a su hija al pueblo, porque dice que secuestraban en las
escuelas de Morelos, la puso a estudiar acá. Yo no sé, acá estamos
igual.
La pregunta que nos hacemos: ¿Está vivo, está muerto, mi
sobrino Israel? Él no tenía problemas con nadie, es un muchacho de
dieciocho años, trabajaba su taxi, sus papás tenían su venta de frutas
y verduras que ya ahora cerraron, por miedo y falta de recursos.
Ellos están en la desesperación, están muy agotados.
Mi primo lo que quiere es encontrar a su hijo. ¿Vivo? ¿Muerto?
Saber dónde está.
Por
los carteles que se colocaron hablan personas diciendo que lo vieron:
‘Oiga, vimos a su hijo’, y él pregunta dónde y le dicen el lugar… y él
se va a buscarlo. Sale para el lugar que le dijeron, pues resulta que
en ese lugar a donde va y muestra la foto, nadie lo vio. Y así siguen
las llamadas.
La madre de mi sobrino está destrozada, entra en
crisis, no quiere comer, lo único que dice es que quiere ver a su hijo.
Ya se enfermó por la angustia, se imagina que tocan la puerta y dice:
‘Es mi hijo Israel que ya llegó’, y al ver que no es así se vuelve a
deprimir muchísimo. Se le va en puro llorar, llorar, llorar.
Piensa que lo tienen escondido, o que por el miedo se volvió loco y no sabe cómo regresar.
Uno ya no sabe ni qué decirle.
Si le decimos: ‘lo vamos a encontrar’, es darle ilusiones. No sé cómo explicarme, mejor preferimos estar en silencio.
Me voy a su casa, trato de que coma algo.
Me quedo en silencio allá en la casa de mi primo, en el pueblo.
Ayudo en todo lo que puedo.
Pero acá sí quiero hablar, ¿apuntó bien lo que le dije?
En el pueblo las autoridades no responden.
¿Qué vamos a hacer?
Escriba lo que le digo porque es nuestra pregunta allá en las comunidades: ¿Qué vamos a hacer?”.