Marta Lamas
En
julio de 2004 un grupo de asociaciones ciudadanas y la Red por la Salud
de las Mujeres del DF exhibieron en conferencia de prensa el ilegal
donativo de 30 millones de pesos que había recibido Pro-Vida, y
denunciaron que éste los había malversado. Dicha cantidad proveniente
del erario se había destinado originalmente a la lucha contra el
VIH-Sida, pero Luis Pazos (cuando era diputado por el PAN y presidente
de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados) se la asignó
al Comité Nacional Pro-Vida para sus Centros de Ayuda a la Mujer (CAM).
Con sustento en la Ley de
Transparencia, las organizaciones solicitaron información sobre el
destino de los fondos desviados y confirmaron que la operación se dio a
través de la Administración del Patrimonio de la Beneficencia Pública
(APBP), una dependencia de la Secretaría de Salud (Ssa). Para recibir
fondos públicos, las organizaciones civiles deben concursar mediante
proyectos específicos, y el monto máximo de la donación no puede
exceder los 250 mil pesos. Mediante un extraño convenio con la APBP,
Pro-Vida no participó en ningún concurso y además recibió 120 veces más
el monto máximo establecido.
A ese hallazgo se sumaron otros muy significativos:
a) El
81.53% del monto ejercido por Pro-Vida se concentraba en los rubros de
“Publicidad, Mobiliario y Equipo Médico”, mientras que 75.62% del
concepto “Publicidad” se erogó para contratar a una sola empresa
(Mercatel, S.A. de C.V.), que tenía la misma dirección del Comité
Nacional Pro-Vida;
b) En el rubro “Ayuda a Mujeres”, 96.47% de los
recursos fue utilizado para contratar un salón de fiestas y realizar
dos capacitaciones y una reunión de directivos, y no para el apoyo
directo a mujeres; asimismo, el salón de fiestas tenía el mismo número
de teléfono que la empresa Mercatel;
c) Entre otras anomalías, se
descubrió la compra de artículos suntuarios como plumas de lujo
Montblanc y ropa para caballero y dama, ¡incluyendo tangas! El
“donativo” era a todas luces improcedente por la forma en que se
produjo, por su monto y por la manera en que se utilizó.
Fundar hizo una investigación y publicó un libro,
coordinado por Gaia Gozzo, titulado El caso Provida: cuentas pendientes
en la transparencia y justicia (2006).
La coalición de grupos pidió a las autoridades una
auditoría pública y deslindar las responsabilidades administrativas,
civiles o penales a que hubiera lugar, para que Pro-Vida devolviera los
30 millones con el fin de reintegrarlos al presupuesto.
El impacto mediático logró que la Auditoría Superior de
la Federación entregara en el tiempo prometido la auditoría oficial, la
que coincidió con la auditoría ciudadana. La ASF fue más lejos y revisó
recursos públicos canalizados a Pro-Vida por la Lotería Nacional y el
Fideicomiso “Transforma México”, en donde también se encontraron
irregularidades. Por ello, presentó y ratificó ante el Ministerio
Público Federal una denuncia por anomalías en la comprobación y
aplicación de los fondos federales. Por su lado, la Secretaría de Salud
canceló el contrato por más de 60 millones de pesos con Pro-Vida
suscrito para los años 2004 y 2005; suspendió a 10 de los 23 Centros de
Ayuda a la Mujer por no contar con el material y personal médico que
brindara los servicios ofrecidos, e interpuso una demanda en contra de
Pro-Vida, solicitando la devolución de las cantidades entregadas. La
Secretaría de la Función Pública aplicó, por primera vez, la Ley
Federal de Responsabilidades Administrativas a personas que no son
servidores públicos por el hecho de haber manejado irregularmente
dinero de las arcas nacionales; inhabilitó a Jorge Serrano Limón,
director del Comité Nacional Pro-Vida, por 15 años para ejercer un
puesto público y lo sancionó con una multa de 13 millones 237 mil 377
pesos. Asimismo, destituyó e inhabilitó a otros tres funcionarios de la
Secretaría de Salud.
En concreto, la acción ciudadana logró tres cosas
fundamentales:
1) exhibir que los usos y costumbres que se dan en
México en materia de asignación de presupuesto siguen siendo
fundamentalmente negociaciones políticas poco democráticas, en las
cuales los arreglos bajo la mesa para cuidar los intereses ideológicos
de un partido son antepuestos a los intereses de la ciudadanía;
2)
poner en evidencia el uso de fondos públicos para financiar programas
que contradicen compromisos internacionales y nacionales en materia de
salud y derechos reproductivos; y
3) demostrar la importancia de la Ley
de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental en la
rendición de cuentas y el combate a la corrupción.
No obstante la contundencia de las pruebas presentadas,
Serrano Limón se amparó para no pagar la multa impuesta y no se
sancionó a otros responsables de la desviación y malversación de los 30
millones, en especial a Luis Pazos.
Sin embargo, el proceso jurídico del amparo concluyó hace
unos días, cuando la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación resolvió que Serrano Limón sí tiene que pagar la multa de los 13
millones de pesos. Y aunque probablemente algún empresario
archicatólico le regalará el dinero, ¡qué bien que se hizo justicia!
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