Esta alianza "legislativa" logró que se aprobaran sin discusión las reformas político-electoral, educativa, hacendaria, financiera, de competencia económica y la energética.
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Juntos
en el Congreso de la Unión, PRI y PRD, aumentaron los impuestos, juntos
aprobaron la reforma educativa, juntos aprobaron la reforma financiera,
juntos aumentaron la deuda del país y acabaron con el régimen de
pequeños contribuyentes. Juntos firmaron el lesivo Pacto por México al
que se les sumó Acción Nacional. Fuera de pleitos en algunos lugares
como Cuajimalpa, hoy el PRI y el PRD son lo mismo.
Las elecciones que se realizaron en 14 estados el 7 de julio de 2013
pusieron en evidencia una realidad indiscutible: el Partido de la
Revolución Democrática (PRD) enfrenta una debacle que se reflejó en
“resultados no satisfactorios” en dicha jornada, tal como lo
calificaran diversas figuras políticas que militaban en dicho partido
en aquel entonces.
La inclusión del PRD en el Pacto por México, así como las alianzas
electorales que formaron con el Partido Acción Nacional (PAN)
desdibujaron al partido de izquierda.
Cuando el PRI capitalizó el Pacto por México junto con el gobierno
federal, las alianzas con el PAN solamente sirvieron para una
recuperación y beneficio del blanquiazul, no sólo en Baja California,
sino en otros estados y los términos de las negociaciones de las
alianzas fueron tan pobremente analizados, que los beneficios
parecieran sólo haber sido para los candidatos de Acción Nacional.
El retroceso del PRD en tal jornada se puede resumir en las
siguientes cifras: en 2010 gobernaba 110 presidencias municipales y la
cifra cayó el 7 de julio de 2013 a sólo 38.
Este recuento tiene sentido por el actual proceso electoral, en el
que el PRD ha planteado nuevamente ir en una alianza electoral sin
precedentes: Con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), en
algunos casos mediante el Partido Nueva Alianza (PANAL), satélite del
partido en el gobierno.
Esta alianza se ha venido tejiendo desde hace tiempo, como he
mencionado previamente, con la firma del Pacto por México y con la
aprobación de las reformas que de él emanaron por parte del Congreso de
la Unión.
No es casualidad que ante el debilitamiento evidente que enfrenta el
PRD desde el año 2013 y con la renuncia de algunas de las más
respetadas figuras de su militancia, se de una alianza de facto con el
partido en el gobierno, como la única manera de asegurar una
supervivencia política que –cabe mencionarse-, no es respaldada por sus
bases.
Esta alianza "legislativa" ha sido sumamente fructífera para el PRI,
pues logró que se aprobaran prácticamente sin discusión las reformas
político-electoral, educativa, hacendaria, financiera, de competencia
económica y la energética.
Si bien en el último caso el PRD votó en contra, después de pactar
con el gobierno votar de esa manera para no terminar de perder la
mínima identidad de izquierda que busca mantener.
Ninguna de estas reformas ha dado frutos para el país y sus
habitantes hasta el día de hoy, por el contrario, existen evidencias de
que los sectores magisterial y empresarial se han visto perjudicados,
además de que los índices de pobreza y estancamiento social, a la luz
del rezago económico que vivimos, se han disparado.
Claramente el partido más grande que llegó a representar a la
izquierda en México se ha desdibujado, dejando en su pasado la ardua
lucha por parte de diversos grupos y personajes, que incluso costara
vidas. Hoy, este partido no representa para la mayoría del país, en
todos los estados, una opción distinta a aquella que nos gobierna a
nivel federal.
En materia electoral, las elecciones de este año podrían poner bajo
reflectores -nuevamente-, que las alianzas con los partidos que no
comparten ideología son sumamente preocupantes y reditúan solamente al
que tiene más poder.
Desde la izquierda, sólo en el caso de la ciudad de México se ha
logrado dar continuidad a gobiernos que ganaran derechos para la
ciudadanía, aunque actualmente los mismos se encuentren en peligro tras
las decisiones del gobierno actual de Miguel Ángel Mancera, otro aliado
del PRI y de Enrique Peña Nieto.
Por su comportamiento de sumisión al Pacto y su complicidad con el
priísmo el PRD ha dejado de ser una opción progresista y opositora. Por
eso los electores deben buscar otras opciones como Movimiento
Ciudadano, que dentro de la izquierda, se plantea la transformación sin
claudicaciones ni entreguismos vergonzantes.
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