1. No milito en partido registrado alguno ni nunca, desde 1958, he votado en elecciones nacionales o locales porque siempre he tenido la convicción que lo único que tiene validez para revolucionar México es la lucha social de los trabajadores en los campos, las fábricas, los barrios, las calles; es la lucha la que puede crear la conciencia social de clase contra la explotación, la opresión y la desigualdad. Sin embargo, tampoco se puede dejar de mirar y analizar los procesos electorales en el país por el enorme papel de mediatización y control de masas que ejercen.
2. Después de dar mi artículo acerca de los resultados electorales del pasado siete de junio, me he puesto a observar y pensar acerca del Partido del Trabajo (PT) que, según se ha publicado, está a punto de perder su registro y el financiamiento que entrega –como a todos partidos- el Estado. De todos los partidos es con el PT con el que he tenido alguna relación inicialmente porque entre sus fundadores tenía a decenas de amigos de la UNAM que venían del maoísmo, espartaquismo y demás. Hice muchos amigos más, pero estoy cada vez más lejos de los partidos.
3. Cuando leí el programa del PT hace 25 años me dí cuenta que era el único partido, el único que tenía en su programa como objetivo la lucha por el socialismo mientras el PRD no se atrevía a declararse de izquierda. A pesar de que siempre me negué a pertenecer, fui invitado en 1999 a varios estados del norte como profesor de Marxismo y Revoluciones en la escuela de cuadros y posteriormente a escribir en la prensa central del PT: me ha publicado dos o tres artículos quincenales durante 15 años (de 2000 a 2015), por colaboración, sin recibir pago alguno.
4. Dos cosas importantísimas del PT que he aprovechado: a) Su Seminario Internacional anual (va en el número XIX) al que asisten alrededor de 200 socialistas, marxistas, activistas de unos 50 países del mundo a analizar y discutir la situación mundial y, b) la edición de decenas de libros de marxismo clásico y otros marxistas para distribuir cada seminario. Me pregunto: ¿Será que el Estado haya encontrado en el PT a un abierto difusor de izquierda en lo internacional y lo esté castigando para que entre al redil como todos los demás partidos sin posiciones definidas?
5. Quizá "con el castigo de la pérdida de su registro" ahora tenga la oportunidad el PT de estar más cerca de transformar su práctica socialdemócrata a una práctica socialista muy comprometida con los movimientos sociales, tal como originalmente está escrito en su programa; al mismo tiempo revisar aquel principio de que todos los militantes deben estar o pertenecer a organismos de masas como fueron Tierra y Libertad, política popular, y otros de los años setenta y ochenta que se extendieron en La Laguna, Torreón y Chihuahua.
6. Mucho se ha escrito y hablado acerca de la creación del PT al iniciarse los años noventa siendo presidente de la República Carlos Salinas. Se ha hablado de la estrecha amistad en la escuela de Economía de los funestos Carlos y Raúl con el dirigente del PT Alberto Anaya. Pero la pregunta podría ser, ¿Qué partido político no se ha creado en las mismas condiciones? El PRI se creó en 1929 por Calles y su grupo; el PAN se creó en 1939 por empresarios, clero y la derecha más recalcitrante; el PRD como hijo del priísmo; el PST, el PMT y el echeverrismo, el Verde, Movimiento Ciudadano…
7. Parece importante saber los orígenes, pero lo esencial es lo que cada quien ha hecho en las luchas sociales en los últimos siete u ocho años, que es lo que define. Conozco a más de una treintena de izquierdistas originales que ahora son del gobierno, de la derecha o viven gozando de enormes riquezas y comodidades. Pero también a muchos derechistas y clericales (así lo han declarado) que al abrazar la Teología de la Liberación son ahora más izquierdistas en la práctica que mil auto calificados de "avanzada".
8. El PT tendrá que comenzar a pagar cuotas, ahorrar en viajes por avión, en comidas de restauran, en pago de hoteles, en gastos de comisiones, en viajes al extranjero. Tendrá que reeducarse en principios socialistas, como plantea en su programa; le urge participar de manera amplia y masiva en el movimiento social y confrontar en serio a la burguesía. La otra vía, la burguesa, es pedir perdón a Peña por no firmar el Pacto, prometer no divulgar principios socialistas y ser lamebotas como parte de la alianza con partidos oportunistas. ¿Podrá cambiar en serio? (20/VI/15)
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