Antonio Gershenson
Ahora, como si fueran poco las otras
hazañasentreguistas, nos anuncian un intercambio, a través de comprar a Estados Unidos petróleo ligero (obviamente, más caro) y venderles petróleo pesado.
Debemos ver nuestra situación real al respecto. Resulta que hemos
tenido un pequeño aumento en la producción de crudo ligero, que sólo ha
bajado en este año en el que nuestros funcionarios han bajado la
producción total de crudo más rápido.
En 2014, la producción del crudo pesado bajó 3.7 por ciento, y la
del ligero aumentó 2 por ciento, y en 2015, en el primer semestre,
cuando los funcionarios lograron una baja mayor general de producción,
el descenso del crudo pesado fue de 11 por ciento y 3.8 por ciento del
ligero.
La producción total de crudo en el primer semestre de este año fue
de 2 mil 262 miles de barriles diarios, frente a 2 mil 429 miles del
año pasado, 7 por ciento menos. En Brasil, donde había habido una
fuerte privatización pero luego se fortaleció mucho a la empresa
pública, la producción de esta última aumentó 10 por ciento anual para
obtener en mayo pasado 2 mil 412 miles de barriles diarios, no sólo en
crecimiento, sino ya mayor que la de México.
Si queremos tener más crudo ligero, se debe aumentar la inversión en
las regiones Sur y Marina Suroeste, que es donde se produce la absoluta
mayoría del petróleo ligero y la totalidad del súper ligero. El dinero
se puede sacar, por ejemplo, cerrando los restos de Chicontepec, cuya
producción es carísima y donde bajó una tercera parte en los tres años
pasados y se produjo 2 por ciento del total nacional. Claro que se
pueden enojar algunas trasnacionales y quienes recibían las mordidas de
ellas.
Recordamos que, con inversiones muy inferiores a las de Chicontepec,
el Litoral de Tabasco aumentó su producción de crudo de 38.5 mil
barriles diarios en 2003 a 337 mil barriles diarios en la primera mitad
de 2015, lo que implica un aumento de 8.8 veces, mientras la producción
del gas natural en el mismo periodo creció 11 veces; ésta última ya es
16.9 por ciento de la producción nacional y la de crudo constituye 15
por ciento. Todo esto, con un costo muy inferior al de Chicontepec, a
lo largo de más de 10 años.
En 2012, la inversión para Chicontepec fue de 32 mil millones de
pesos, y la de Litoral de Tabasco de 6 mil 800 millones, algo así como
una quinta parte. En 2014 las cantidades fueron 25 mil millones para
Chicontepec y, con un Litoral de Tabasco ya con obra para mayor
desarrollo del gas, 47 mil millones, lo cual muestra su productividad.
Esto
nos enseña el camino real del desarrollo petrolero. Durante décadas
México tuvo un crecimiento de 6 por ciento anual y Pemex desarrollo
industrial que incluyó refinerías, petroquímica y otras actividades. El
trabajo fue esencialmente mexicano y en buena medida, del propio Pemex.
Pero los gobiernos derechistas, desde fines de 1982, de PRI o PAN, se
encargaron de desnacionalizar y al mismo tiempo de estrangular más y
más a Pemex. El ritmo de crecimiento del país se vino abajo, y sigue
abajo.
El ejemplo de Litoral Tabasco muestra que el camino de lograr
desarrollo es posible. Ahí están las cifras. ¿Por qué lo que digo nunca
está en los discursos oficiales? Porque no quieren ese camino.
En los campos descubiertos hasta 2013 inclusive (en 2014 y después,
en lugar de esto, se reportan los negocios preparados con
trasnacionales), el total de reservas de crudo en Tsimín, en Litoral de
Tabasco, es igual al total de los otros campos descubiertos del país,
sumados. En el caso del gas natural, el total de las reservas del mismo
Tsimín es igual al triple de la suma de los otros campos sumados.
Si se deja de derrochar en sitios como Chicontepec y en subsidiar a
trasnacionales; si se deja de desplumar a Pemex con súper impuestos y
súper endeudamientos, y si se saca a los corruptos y mentirosos que la
dirigen, Pemex puede volver a generar industria, como la que se empieza
a instalar en Tsimín, pero como refinerías y plantas petroquímicas.
La principal inversión de Pemex en los últimos años ha sido en
exploración y producción, de alrededor de 250 miles de millones de
pesos. Las otras inversiones son menores, porque está
desindustrializado. Por deudas y otros
gastos, su costo anual sube a más de 2 millones de millones de pesos, cuatro veces más que la principal inversión productiva.
El único lado positivo del intento de que un país exportador de
petróleo importe petróleo por halagar a las empresas del norte es que
podamos ir elaborando una alternativa.
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