R. Aída Hernández Castillo *
La
última semana dos noticias han acaparado el debate en la prensa y las
redes sociales: por un lado, la renuncia y prisión preventiva del ex
presidente de Guatemala Otto Pérez Molina y por otro, el informe del
Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que comprueba que
la
verdad históricacon respecto al caso Ayotzinapa, fue una
mentira histórica. En ambos temas la participación de expertos internacionales comprometidos con la lucha contra la impunidad ha sido fundamental para apoyar y visibilizar el reclamo de justicia de la sociedad civil en Guatemala y México.
En el caso del país vecino la Comisión Internacional contra la
Impunidad en Guatemala (Cicig), encabezada por el fiscal colombiano
Iván Velázquez Gómez, fue creada en diciembre de 2006 a partir de un
acuerdo firmado entre la Organización de Naciones Unidas y el gobierno
de Guatemala, como un órgano independiente internacional que tenía como
tarea apoyar a la fiscalía guatemalteca y a otras instituciones de
justicia para investigar la impunidad en casos de delitos cometidos por
el crimen organizado y sus vínculos con diferentes esferas de poder. La
participación de este organismo fue fundamental para comprobar la
participación del ex presidente Otto Pérez Molina, de la ex
vicepresidenta Roxana Baldetti y de otros 38 funcionarios
gubernamentales en una organización criminal conocida como La Línea, que
se valía del de tráfico de influencias, favores y privilegios para
negociar el pago de impuestos a cambio de cuantiosos sobornos.
Si bien el retiro de la inmunidad presidencial y el posterior
arresto del ex presidente guatemalteco fueron posibles no sólo por las
masivas movilizaciones de protesta de los guatemaltecos, sino también
porque en plena coyuntura electoral los poderes empresariales
representados por el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas,
Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif), le habían retirado su
apoyo a Pérez Molina, es importante reconocer el papel que jugaron los
integrantes del Cicig y la fiscal guatemalteca, Thelma Aldana, quienes
estuvieron a la altura de los reclamos populares de justicia.
En el caso mexicano, el Grupo Interdisciplinario de Expertos
Independientes, en su informe de casi 500 páginas, ha documentado no
sólo una larga lista de fallas en el debido proceso y la
responsabilidad del Estado mexicano por omisión en el tema de los 43
estudiantes desaparecidos en Iguala, Guerrero, sino que a partir de
peritajes científicos se ha probado como falsa la
verdad históricacon que la Procuraduría General de la República (PGR) quiso dar por cerrado el caso del 26 de septiembre del año pasado. Paralelamente se ha documentado la presencia del Ejército en diversos momentos de la detención de los estudiantes y el conocimiento de lo que estaba pasando por parte de distintos niveles del aparato de seguridad del Estado. Estos no son detalles menores, nos hablan no sólo de la incapacidad de nuestro sistema de seguridad y justicia, sino de las complicidades estatales que subyacen en el caso y que van más allá de los poderes locales de la familia Abarca.
Para
rencaminar las investigaciones, como recomienda el GIEI, y recuperar la confianza de los padres de los desaparecidos, sería fundamental la renuncia de todo el equipo responsable de ocultar o falsear información. Las nuevas líneas de investigación plantean la necesidad de que se les otorgue el permiso negado hasta la fecha de entrevistar a los militares del 27 batallón de infantería con base en Iguala, e investigar el
misterioso quinto autobús, cuya desaparición ha sido cubierta con una red de testimonios falsos y contradictorios y que, según los expertos, podría llevar a los vínculos de la violencia de Iguala con un red de tráfico de heroína hacia Estados Unidos.
Entre los expertos del GIEI está la abogada guatemalteca Claudia Paz
y Paz, quien es un símbolo de la justicia centroamericana y quien en
los tres años que ejerció de fiscal general de la nación encarceló a
estructuras completas de la Mara Salvatrucha, a militares acusados de crímenes de guerra y a un centenar de miembros de Los Zetas.
Fue también un elemento clave en el proceso de 2013 contra el ex
dictador Efraín Ríos Montt por genocidio. Quizá su valentía y ejemplo
puedan inspirar a nuestros impartidores de justicia, que serán pieza
clave para acabar con la impunidad en México, caiga quien caiga.
* Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social
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